} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: ROMANOS 3; 21-31

viernes, 22 de enero de 2016

ROMANOS 3; 21-31


3.21 Después de estas malas nuevas sobre nuestra pecaminosidad (Romanos 1;18 a 3;20) y la condenación de Dios, Pablo nos da buenas nuevas. Hay una manera de declararnos inocentes: Cristo nos limpia de pecados si confiamos en El. Confiar significa tener la seguridad de que Cristo perdona nuestros pecados, nos hace justos delante de Dios y nos da el poder para vivir como El quiere que lo hagamos. Esta es la solución de Dios y está al alcance de todos a pesar de nuestros antecedentes o conducta pasada.

3.23 Algunos pecados parecen ser mucho más grandes que otros porque sus consecuencias son mayores. El homicidio, por ejemplo, nos parece que es peor que el odio, y el adulterio al parecer es peor que la lujuria. Pero esto no significa que nos merecemos la vida eterna porque nuestros pecados son de menor envergadura. Cualquier pecado nos convierte en pecadores y nos aparta de nuestro Dios santo. Cualquier pecado, por lo tanto, conduce a la muerte (porque nos incapacita para vivir con Dios) por grande o pequeño que el pecado parezca. No minimicemos los pecados "pequeños" ni valoremos con exceso los "grandes". Todos nos separan de Dios, pero también todos pueden ser perdonados.

3.24 Justificados  denota el acto de pronunciar justo, justificación, absolución; su significado preciso está determinado por el del verbo dikaioo. Significando el establecimiento de una persona como justa por absolución de culpa.
El hecho de que Dios justifica al pecador que cree sobre la base de la muerte de Cristo involucra su libre don de la vida. Una sentencia de absolución, por la cual Dios absuelve a los hombres de su culpa, bajo las condiciones: (1) de su gracia en Cristo, por medio de su sacrificio expiatorio, (2) el recibir a Cristo por la fe; un acto justo: «por un solo acto de justicia»
 De manera ideal, el total cumplimiento de la ley de Dios sería la base para quedar justificado ante Él. Pero ningún caso así ha tenido lugar en la experiencia meramente humana, y por ello nadie puede nunca quedar justificado sobre esta base 
 En base de esta presentación negativa en Romanos 3 , el apóstol prosigue para mostrar que, en consecuencia con el carácter recto de Dios, y con vistas a la manifestación de dicho carácter, él es, por medio de Cristo, como «propiciación por medio de … su sangre» (Gal_3:25), «el que justifica al que es de la fe de Jesús»   siendo la justificación la absolución legal y formal de toda culpa por parte de Dios como Juez, siendo el pecador pronunciado justo al creer en el Señor Jesucristo.
 En  3; 24: «siendo justificados» está en tiempo presente continuo, indicando el proceso constante de justificación en la sucesión de aquellos que creen y son justificados.
Cuando en la corte el juez declara inocente al acusado, se eliminan todos los cargos del acta. Legalmente, es como si la persona jamás hubiera sido acusada. Cuando Dios perdona nuestros pecados, limpia nuestros antecedentes penales. Desde su perspectiva es como si nunca hubiéramos pecado.
La justificación es primaria y gratuitamente por la fe, consiguiente y evidencialmente por las obras.

Con respecto a la justificación por las obras, la pretendida contradicción entre Santiago y Pablo existe solo en apariencia. Hay armonía entre ambas perspectivas. Pablo tiene en mente la actitud de Abraham hacia Dios, su aceptación de la palabra de Dios. Esto era algo solo conocido por Dios.
La Epístola a los Romanos se ocupa del efecto de esta actitud hacia Dios, no del carácter de Abraham ni de sus acciones, sino del contraste entre la fe y la ausencia de ella, esto es, la incredulidad, Rom_11:20. Santiago (Rom_2:21-26) se ocupa del contraste entre la fe real y la falsa fe, una fe estéril y muerta, que no es fe en absoluto.

Aún más, los dos escritores se ocupan de diferentes épocas en la vida de Abraham: Pablo, los acontecimientos registrados en Génesis 15; Santiago, los de Génesis 22: Contrástense las palabras «creyó» en Gen_15:6 y «obedeciste» en 22:18.

Además, los dos escritores usan los términos «fe» y «obras» en sentidos algo diferentes. Para Pablo, la fe es la aceptación de la palabra de Dios; Santiago la usa en el sentido de la aceptación de ciertas afirmaciones acerca de Dios, que pueden no afectar la conducta de uno.
La fe, tal como la presenta Pablo, resulta en la aceptación por parte de Dios, esto es, la justificación, y se manifiesta activamente. Si no es así, como dice Santiago: « ¿Podrá la fe salvarle?». Para Pablo, las obras son obras muertas; Santiago trata de obras vivas. Las obras de las que habla Pablo podían ser totalmente independientes de la fe; las mencionadas por Santiago solo pueden ser llevadas a cabo allí donde hay una fe real, y dan evidencia de su realidad.

Y así es con la justicia, o justificación: Pablo está ocupado con una relación correcta con Dios, y Santiago con una conducta recta. Pablo da testimonio de que los impíos pueden ser justificados por la fe, Santiago lo da de que solo el que obra correctamente justificado. 



3.24 Redención  liberar contra recepción de un rescate. Se utiliza en la voz media, significando liberar mediante el pago de un precio de rescate, redimir: en un sentido espiritual (Tito_2:14), de la obra de Cristo al redimir a los hombres «de toda iniquidad»; 1Pedro_1:18: «fuisteis rescatados», de una vana manera de vivir, esto es, de la esclavitud de la tradición. En ambos casos se afirma que el medio de la redención es la muerte de Cristo.

Se refiere a que Cristo libra a los pecadores de la esclavitud del pecado. En los tiempos del Antiguo Testamento, a una persona con deudas podían venderla como esclava. Luego el pariente más cercano podía redimirla comprando su libertad. Cristo compró nuestra libertad. El precio fue su vida.

3.25 Cristo es nuestro sacrificio expiatorio. En otras palabras, El murió en nuestro lugar por nuestros pecados. El enojo de Dios con los pecadores es legítimo. Se rebelaron contra El, se apartaron de su poder regenerador. Pero Dios declara que la muerte de Cristo es el sacrificio designado y apropiado para nuestros pecados. Cristo, pues, ocupó nuestro lugar, pagó la pena de muerte por nuestros pecados y satisfizo a plenitud las demandas de Dios. Su sacrificio otorga perdón, remisión y libertad.

3.25 ¿Qué pasó con los que vivían antes que Cristo viniera y muriera por el pecado? Si Dios los condenó, ¿fue injusto? Si los salvó, ¿fue el sacrificio de Cristo innecesario? Pablo muestra que Dios perdonó todo pecado humano en la cruz de Jesús. Los creyentes del Antiguo Testamento por fe miraban a la futura venida de Cristo y se salvaban aun sin saber el nombre de Jesús ni los detalles de su vida terrenal. Nosotros ya sabemos que Dios amó de tal manera al mundo que dio a su propio Hijo (Juan_3:16).
¿Hemos puesto nuestra confianza en El? Si es así, no dejemos que nustras sensaciones impidan gozarnos cada día de la presencia del Señor. Hoy estamos tristes, dentro de un momento alegres. Nuestra salvación no depende de lo que sintamos. Ahora bien si nuestra forma de vida no es conforme a la Plabra de Dios en la Biblia, entonces el Espíritu Santo que mora en nosotros estará triste, apagado, haciéndose evidente en nosotros de algún modo; sea tristeza, intranquilidad, miedo, inseguridad...todo por andar en pecado. Reparemos y confesemos nuestro pecado a Jesús`, para ser restaurada la comunión. No entristezcamos al Espíritu Santo.

3.27 La mayoría de las religiones prescriben ciertos deberes que deben cumplir quienes desean que Dios los acepte. El cristianismo es único al enseñar que las buenas obras no nos justifican ante Dios. No hay logro humano ni progreso en el desarrollo personal que cierre la brecha que existe entre la perfección moral de Dios y nuestra imperfecta conducta diaria. Las buenas obras son importantes, pero no compran la vida eterna. Somos salvos solo por confiar en lo que Dios ha hecho por nosotros (Efesios_2:8-10).

3.28 ¿Por qué Dios nos salva solo por fe? (1) La fe elimina el orgullo del esfuerzo humano, porque la fe no es algo que hacemos. (2) La fe exalta lo que Dios ha hecho, no lo que la gente hace. (3) La fe reconoce que no podemos cumplir con la Ley ni medir las normas de Dios, y que necesitamos ayuda. (4) La fe se basa en nuestra relación con Dios, no en lo que hagamos por Dios.




3.31 Hubo algunos malos entendidos entre judíos y gentiles cristianos en Roma. Preocupados, algunos cristianos judíos preguntaron a Pablo: "¿Desechará la fe todo lo que el judaísmo defendió?" "¿Cancela las Escrituras, pone fin a nuestras costumbres, declara que Dios ya no obra a través de nosotros?" (Esta es en esencia la pregunta con que se inicia el capítulo 3.) "¡En ninguna manera!", dice Pablo. Cuando entendemos el camino de salvación mediante la fe, comprendemos mejor la religión judía. Sabemos por qué Dios escogió a Abraham, por qué dio la Ley Mosaica, por qué fue paciente con Israel durante siglos. La fe no desecha el Antiguo Testamento. Más bien, hace más comprensible el trato de Dios con los judíos. En el capítulo 4, Pablo abundará en este tema.