} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: REFLEXIONES PERSONALES

miércoles, 11 de mayo de 2016

REFLEXIONES PERSONALES

Cuando recibimos la fe por gracia de Dios, ¿Qué ocurre? Pues se produce un doble lavamiento:
La sangre de Jesucristo limpia nuestra conciencia de la culpa del pecado y nos consigue la justificación delante de Dios (Juan1; 29) y recibimos el lavamiento por el agua, símbolo del poder del Espíritu Santo, nos limpia de la contaminación del pecado, proporcionándonos vida nueva y haciéndonos santos. (Marcos 1; 8)
La fe personal en el Señor Jesús es la condición indispensable del lavamiento de la regeneración por el Espíritu Santo.
Si hemos puesto nuestra fe en Cristo y hemos nacido "desde arriba", Cristo nos garantiza con toda su autoridad divina que, a los ojos de Dios, estamos completamente limpios. Es una operación que se produce por la gracia de Dios, que jamás se habrá de repetir. El resultado no se puede deshacer. La parte más importante de nuestra santificación ya se ha producido. Tratándose de una operación efectuada entera y exclusivamente por la gracia de Dios podemos regocijarnos con absoluta seguridad.
Es la mejor noticia que un ser humano puede recibir.
 Pero algunas personas cometen el error de intentar llevar una vida de santidad cristiana sin haber experimentado jamás el "nuevo nacimiento" o "regeneración" por la gracia de Dios por la fe en Jesucristo. Pueden durante mucho tiempo imitar el comportamiento, la actitud y credo de un cristiano. Pero como su naturaleza no ha sido cambiada, cuando aparezca un lodazal, acabarán metidos en él.
Los hay tan persistentes que "parecen" cristianos, aplican sus dotes naturales al máximo en la presencia de otros, para que "se note su espiritualidad"; los hay que su intelecto les permite memorizar discursos enfocados a repercutir en el estado emocional de los oyentes, para ser manipulados e influenciados. Se centran en exponer sus logros, exaltan su ego, les gusta ser el centro de atención, centran en ellos sus miradas, en sus proyectos humanistas, en su visión de cómo llevar el control y cómo hacer las cosas. Su afan de protagonismo siempre les delata, es su señal de identidad, su tarjeta de presentación. 
Si conoces alguien así, ora por esa persona. Pon tus oraciones delante del Señor para que en Su Misericordia toque esa alma descarriada por el pecado, y pueda ser salvada de la condenación del infierno.
Cada día millones de personas reciben y disfrutan lo que Dios da, la salud, la vida, el aire, el agua etc, pero no tienen ni amor ni lealtad hacia Dios. Tratan a Dios el Creador con desprecio, toman lo que reciben sin muestras de agradecimiento.
Por todas partes la Naturaleza nos enseña multitud de cosas buenas, para deleitar nuestro sentidos, para que disfrutemos de ellas.
Pero la vida es mucho más que lo bello y relajante que nos pueda ofrecer la Naturaleza.
Detrás de ella, palpita el corazón amoroso de un Creador personal, y todas las bondades de aquella, son una invitación por parte de Dios Creador para que le busquemos a Él y la amistad que Él desea tener con cada ser creado a su imagen.
Millones de personas reciben los dones y las bendiciones, pero rechazan que procedan de Dios, y los atribuyen a sus conocimientos, logros, méritos, o a su religiosidad.
No dan muestra del menor gesto de amor, ni lealtad hacia Dios. Pasan de Él. Lo ignoran.
Pero lo que es peor es que ocurra dentro del "mundo cristiano". Muchos que se dicen creyentes, van tras Dios para recibir pero no dan; otros piden prosperidad material, mejor posición en la sociedad o más aceptación dispuestos a "pagar dinero" para lograrlo. Muchas personas están dispuestas a vender, como Judas, al Hijo de Dios y renunciar a la fe con tal de lograr sus propósitos.
Todo lo dicho, que para muchos sería su estilo de vida, es ni más ni menos que la esencia de la impiedad, la ausencia de la santidad.
Para ser impio no necesitas asesinar, ni robar, ni abusar, ni violar, ni ser corrupto. Lo único que necesitas es aceptar todo lo que Dios te regala cada día y al mismo tiempo renunciar a amar a Dios; obedecer a Dios; agradar a Dios; rechazar a Su Hijo. Recibiendo pero sin renunciar a tu manera de vivir.
Dentro de las iglesias abundan este tipo de personas. ¿Te parece imposible? Pues si. Y la Palabra de Dios en la Biblia nos abre los ojos espirituales para discernir quienes son. No para señalarlas pero si para confrontarlas con amor y que el Espíritu Santo las convenza de su error.
Judas Iscariote vivió con Jesús, comió, predicó, fue su discípulo, recibió de Jesús amor hasta el último momento en que le entregó un trozo de pan en señal de amistad, pero Judas nunca amó a Jesús, tenía otras prioridades en su vida.
Tú que lees esto me permito preguntarte ¿Cuál es la mayor prioridad de tu vida?
Reflexiona por un momento. Medita en esto: que pasaría si ahora mismo que lees esto te murieras. ¿Dónde irás, al cielo o al infierno?
Una simple decisión varía el destino de tu vida eterna. No tardes en arrepentirte, recibe a Jesús como tu Salvador y Señor, cree en su Obra de Redención, para ser justificado delante de Dios.
¡ Maranatha!


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