} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: EL NUEVO NACIMIENTO DEL CRISTIANO (2)

jueves, 29 de septiembre de 2016

EL NUEVO NACIMIENTO DEL CRISTIANO (2)

(¡Atención! esta reflexión no es apta para quienes prefieren tapar el pecado.) 

Deber de ser atalaya

Ezequiel 3:17-21: Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano.  Pero si tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma. Si el justo se apartare de su justicia e hiciere maldad, y pusiere yo tropiezo delante de él, él morirá, porque tú no le amonestaste; en su pecado morirá, y sus justicias que había hecho no vendrán en memoria; pero su sangre demandaré de tu mano. Pero si al justo amonestares para que no peque, y no pecare, de cierto vivirá, porque fue amonestado; y tú habrás librado tu alma.

Ezequiel 33:1-7: Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, habla a los hijos de tu pueblo, y diles: Cuando trajere yo espada sobre la tierra, y el pueblo de la tierra tomare un hombre de su territorio y lo pusiere por atalaya,  y él viere venir la espada sobre la tierra, y tocare trompeta y avisare al pueblo, cualquiera que oyere el sonido de la trompeta y no se apercibiere, y viniendo la espada lo hiriere, su sangre será sobre su cabeza. El sonido de la trompeta oyó, y no se apercibió; su sangre será sobre él; mas el que se apercibiere librará su vida. Pero si el atalaya viere venir la espada y no tocare la trompeta, y el pueblo no se apercibiere, y viniendo la espada, hiriere de él a alguno, éste fue tomado por causa de su pecado, pero demandaré su sangre de mano del atalaya.  A ti, pues, hijo de hombre, te he puesto por atalaya a la casa de Israel, y oirás la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte


Atalaya significa: Hombre que vigila, para proteger propiedades o personas de posibles daños y dar aviso ante una amenaza de peligro.
Jehová levantó profetas que servían de atalayas para la nación de Israel (Jeremías 6:17), y ellos, a su vez, hablaron en ocasiones de atalayas simbólicos. (Isaías 21:6, 8; 52:8; 62:6; Oseas 9:8.) En su papel de atalayas, estos profetas, tenían la responsabilidad de advertir a los inicuos de su inminente destrucción, y en caso de no hacerlo, se les consideraba culpables de su muerte. Naturalmente, si las personas eran insensibles y no prestaban atención a la advertencia, perecían por su propio error, pero el profeta quedaba libre de culpa. (Ezequiel 3:17-21; 33:1-9.) Un profeta infiel era tan inútil como un atalaya ciego o un perro mudo. (Isaías 56:10.) El Señor dijo al profeta que lo había nombrado como atalaya de la casa de Israel. Si se le advierte al impío, no se nos cargará su destrucción.
Aunque tales pasajes se refieren al pacto nacional con Israel, se aplican por igual al estado final de todos los hombres bajo cada dispensación. No sólo tenemos que alentar y consolar a los que parecen ser justos, sino advertirles porque muchos se han vuelto altivos y seguros, han caído y hasta muerto en sus pecados. Seguramente entonces que los oidores del evangelio desearan advertencias y hasta reproches. Ezequiel solo entre los profetas es llamado “atalaya”, no meramente para simpatizar sino para dar en su tiempo la debida advertencia de peligro a su pueblo donde ellos no esperaban que hubiese peligro.
Ezequiel estaba amargado y enojado, no con Dios, sino por los pecados y actitudes del pueblo. Su visión extraordinaria había terminado y ahora tenía que comenzar la tediosa tarea de profetizar en medio de su pueblo, al que parecía importarle muy poco los mensajes de Dios. Antes del cautiverio, el pueblo había oído a Jeremías, pero no había prestado atención. Ahora Ezequiel tenía que dar un mensaje similar, y esperaba que lo volvieran a rechazar. Pero la visión de los seres vivientes y de las ruedas retumbantes estaba de su lado. No tenía nada que temer porque Dios estaba con él. A pesar de conocer el probable resultado, Ezequiel obedeció a Dios. A medida que crecemos en nuestra vida espiritual, tendremos momentos de gran gozo cuando sintamos que Dios está cerca y habrá momentos en los que los pecados, las luchas y las tareas diarias nos abrumen. Al igual que Ezequiel, debemos obedecer a Dios aun cuando no tengamos ganas. No permita que los sentimientos obstaculicen la obediencia.

El profeta es un centinela de la casa de Israel. Su trabajo es advertir a los pecadores la desgracia y el peligro. Él debe advertir al impío para que se vuelva de su camino para vivir. Si un alma perece por su negligencia ante el deber, es su propia culpa. Llamemos la atención  por lo que tienen que responder los que disculpan el pecado, halagan a los pecadores, y les exhortan a creer que tendrán paz aunque sigan en pecado. ¡Cuánto más sabios son los hombres en sus preocupaciones temporales que en las espirituales! Ponen atalayas para guardar sus casas y centinelas para que les adviertan de la aproximación del enemigo, pero cuando se juegan la felicidad o miseria eterna del alma, se ofenden si los ministros obedecen el mandamiento de su Amo y dan una fiel advertencia; prefieren perecer escuchando cosas dulces.
Ezequiel se sentó en silencio en medio del pueblo durante siete días. Este era el período de luto que se acostumbraba por los muertos (Génesis 50:10; 1Samuel 31:13; Job 2:13). Ezequiel estaba guardando luto por aquellos que estaban espiritualmente muertos. Tel-abib era la localidad donde se establecieron los judíos cautivos de Jerusalén.
El privilegio de ser llamado a ser un siervo de Dios trae responsabilidades consigo. La fiel ejecución de estas responsabilidades es más importante que si tiene éxito o no.
Los cautivos estaban desalentados por sus pecados pasados. Este es un punto crucial en este libro. En otras partes del libro de Ezequiel, el pueblo se negó a enfrentar sus pecados. Aquí, se sentían profundamente culpables por vivir tantos años en rebelión en contra de Dios. Por lo tanto, Él les aseguró que los perdonaría si se arrepentían. Dios quiere que todo el mundo se vuelva a Él. Ve lo que somos y lo que seremos, no lo que hemos sido. Dios da a cada persona la oportunidad de volverse a Él, así que aprovechémosla. Tratemos de seguirlo con sinceridad y pidámosle que nos perdone cuando fallemos.

Ezequiel debe proclamar a sus paisanos, en otras palabras: “Suponed que un país está amenazado de guerra, y que cierto individuo es llamado a la tarea de advertir anticipadamente de un ataque. Si esa persona da la alarma cuando el ataque se aproxima, entonces toda responsabilidad por las bajas recaerá sobre los ciudadanos mismos. Pero si no se da la alarma cuando el ataque está cerca, entonces aquella persona será tenida por responsable de la muerte de cualquiera de los ciudadanos.
¡Maranatha!

No hay comentarios:

Publicar un comentario