PROTEGIDO EN EL TIEMPO
Y
A SALVO EN LA ETERNIDAD
1 Pedro 1:3-5
¡Bendito
sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo Que por Su gran misericordia ha
producido en nosotros este nuevo nacimiento que nos introduce a una esperanza
viva por medio de la resurrección de Jesucristo, una herencia imperecedera,
incontaminable e inmarcesible, guardada a salvo en el Cielo para nosotros, que
somos protegidos por el poder de Dios mediante la fe hasta que llegue esa
liberación que está lista para manifestarse en el último tiempo!
Nos llevará un tiempo
considerable el apropiarnos las riquezas de este pasaje, porque hay pocos en el
Nuevo Testamento donde se reúnan tantas grandes ideas fundamentales. El apóstol
Pedro escribió esta carta para animar y fortalecer a los creyentes que
enfrentaban pruebas y persecución bajo el emperador Nerón. En gran parte del
primer siglo, la persecución no era la regla en todo el Imperio Romano. Los
soldados no buscaban a los cristianos para torturarlos. Los cristianos, sin
embargo, podían esperar persecución social y económica de tres fuentes
principales: los romanos, los judíos y sus propios familiares. Todos serían mal
entendidos. Algunos serían hostigados; otros serían torturados e incluso
condenados a muerte.
Empieza con una doxología dirigida a Dios, pero
es una doxología sui géneris. Para los judíos, la manera más comente de empezar
una oración era: «¡Bendito eres Tú, oh Señor, Rey del Universo!» Los cristianos
asumieron esa oración, pero con una diferencia. Empezaban: "¡Bendito sea
el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo!» Los cristianos no oramos a un
Dios distante y desconocido, sino al Dios que es como Jesús, y a Quien, por medio
de Jesucristo, podemos acudir con confianza filial.
Pedro da 11 razones para alabar a Dios:
-Él es el Padre de nuestro Señor Jesucristo
-Nos ha dado el nuevo nacimiento (del que Jesús
habló en Juan 3:1-8)
-El motivo para eso es su gran misericordia
-El resultado es una esperanza viva: la nueva
vida es una de esperanza
-El objeto de esa esperanza es una herencia
-Esta herencia no puede ser destruida por
elementos hostiles, no puede ser contaminada por lo externo y no puede
marchitarse por un desgaste interior
-Ha sido guardada en los cielos para nosotros
-Tenemos como escudo (¡guardada como en una
fortaleza militar!) el poder mismo de Dios
-El medio por el cual tenemos ese escudo es la fe
(Ef. 6:16), por la cual nos aferramos a las
promesas de Dios
-Y la meta final es una salvación que Dios
revelará en los últimos tiempos, cuando Jesús sea revelado
Este pasaje empieza
con la idea del nuevo nacimiento; el cristiano es una persona que ha
nacido de nuevo, engendrado otra vez por Dios para vivir una nueva clase de
vida. Entre otras cosas esto quiere decir que, cuando nos hacemos cristianos,
se produce en nuestra vida un cambio tan radical que de la única manera que se
puede describir es diciendo que la vida ha empezado para nosotros completamente
otra vez. Esta idea del nuevo nacimiento recorre todo el Nuevo Testamento.
Vamos a tratar de reunir lo que se nos dice de él.
(i) El
nuevo nacimiento cristiano sucede por la voluntad y la acción de Dios (Juan_1:13 ; Stg_1:18 ). No es algo que hace la
persona, como no lo fue tampoco su nacimiento físico.
(ii) Otra manera de
expresarlo es decir que este nuevo nacimiento es la obra del Espíritu (Jua_3:1-15). Le
sucede a una persona, no por su propio esfuerzo, sino cuando se entrega a que
tome posesión de ella el Espíritu y la cree de nuevo interiormente.
(iii) Sucede por la
Palabra de la Verdad, es decir, por el Evangelio (Stg_1:18
; 1Pe_1:23 ). En el principio, fue la Palabra de Dios la Que creó el
Cielo y la Tierra y todo lo que hay en ellos. Dios habló, y el caos se
convirtió en el universo, y el universo se equipó para y con la vida. Es la Palabra creadora de Dios en
Jesucristo lo que produce este nuevo nacimiento en la vida humana.
(iv) El resultado
de este nuevo nacimiento es que la persona que lo experimenta llega a ser
primicia de una nueva creación (Stg_1:18). La
eleva de este mundo de espacio y tiempo, de cambio y caducidad, de pecado y
derrota, y la pone en contacto aquí y ahora con la eternidad y la vida eterna.
(v) La persona nace
de nuevo a una esperanza viva (1ªPedro 1:3).
Pablo describe el mundo gentil como algo sin esperanza (Efe_2:12).
Sófocles escribió: «No nacer en absoluto es
con mucho la mejor fortuna; lo segundo mejor es, tan pronto como se nace,
regresar rápidamente allá de donde se vino.»
Para los gentiles, el mundo era un lugar en el
que todo se rompe y decae; podría ser suficientemente agradable en sí, pero no
conduce más que a la oscuridad sin fin. Para el mundo antiguo la característica
cristiana era la esperanza, que procedía de dos cosas:
(a) El cristiano percibía que había
nacido; no de simiente corruptible, sino incorruptible (1Pe_1:23 ). Tenía en sí mismo algo de la misma naturaleza de Dios;
y, por tanto, tenía una vida que ni el tiempo ni la eternidad podrían destruir.
(b) Aquello
procedía de la resurrección de Jesucristo (1Pedro 1:3). El cristiano tiene para siempre a su lado -aún
más, es una cosa con- este Jesucristo Que ha conquistado aun la muerte y, por
tanto, no hay nada a lo que deba tener miedo.
(vi) El nuevo nacimiento del cristiano le
introduce en la integridad (1Jn_2:29 ; 1Jn_3:9 ; 1Jn_5:18
). Por este nuevo nacimiento es purificado de sí mismo, de los pecados que le
encadenaban y de los hábitos que le dominaban; y recibe un poder que le permite
caminar en integridad. Eso no es decir que el nacido de nuevo ya no peca más;
pero sí que cada vez que caiga recibirá poder y gracia para levantarse otra
vez.
(vii) El nuevo
nacimiento del cristiano le introduce en el amor (1Jn_4:7
). Como el Don de Dios está en él, es limpiado de toda la amargura del
resentimiento esencial de la vida egocéntrica, y hay en él algo del amor
sacrificial y perdonador de Dios.
(viii) Por último,
el nuevo nacimiento del cristiano le introduce en la victoria (1 Jua_5:4 ). La vida deja de ser derrota y
empieza a ser victoria sobre el yo y el pecado y las circunstancias. Como la
vida de Dios está en el cristiano, aprende el secreto de la vida victoriosa.
Además, el
cristiano ha recibido una gran herencia. Aquí tenemos una palabra con
una gran historia, porque es la palabra que se usa corrientemente en Antiguo
Testamento griego para la herencia de Canaán, la Tierra Prometida. Una y otra
vez se habla en el Antiguo Testamento de la tierra que Dios le ha dado a Su
pueblo por heredad para que la tome en posesión (Deu_15:4 ; Deu_19:10 ). Para nosotros herencia tiende
a querer decir algo que será nuestro en el futuro; pero la Biblia usa esta
palabra en el sentido de una posesión segura. Para los judíos, la gran posesión
definitiva era la Tierra Prometida, convicción que no ha dejado de producir
problemas hasta el tiempo presente.
Pero la herencia
cristiana es algo aún mayor. Pedro usa tres palabras que presentan tres
cualidades que la describen. Es imperecedera (afthartós). Esta palabra
quiere decir imperecedera, pero también indestructible por ejércitos
invasores. Muchas veces Palestina había sido arrasada por ejércitos
extranjeros, que habían guerreado para conquistarla, o despojarla, o
destruirla. Pero el cristiano posee una paz y un gozo que ningún ejército
invasor puede asolar ni destruir. Es incorruptible. La palabra original
es amíantos, y el verbo miainein del que deriva quiere decir contaminar
con impureza impía. Muchas veces Palestina había sido corrompida por el
culto falso a dioses falsos (Jer_2:7; Jer_2:23; Jer_3:2;
Eze_20:43). Las cosas que contaminaban habían dejado su impronta en
la Tierra Prometida; pero el cristiano tiene una pureza que no puede infectar
el pecado del mundo. Es inmarcesible (amárantos). En la Tierra
Prometida, como en cualquier otra, hasta la florecilla más preciosa se rompe y
muere. Pero el cristiano ha sido elevado a un mundo en el que no hay cambio ni
caducidad, y en el que su paz y gozo están fuera del alcance de las suertes y
las fases de la vida.
¿Cuál es, entonces,
esa heredad que posee el cristiano nacido de nuevo? Puede que haya muchas
respuestas secundarias a esa pregunta, pero sólo una primaria: la heredad del
cristiano es Dios mismo. El salmista lo dijo: " El Señor es la porción de
mi herencia y de mi copa... y es hermosa la heredad que me ha tocado» (Sal_16:5). Dios era su porción para siempre (Sal_73:23-26). «Mi porción es el Señor, dijo mi
alma; por tanto, en Él esperaré» (Lam_3:24).
Porque el cristiano
es la posesión de Dios y Dios es la posesión del cristiano, éste tiene una
herencia imperecedera, incontaminable e inmarcesible.
La heredad del
cristiano, la plenitud del gozo de Dios, le espera en el Cielo; y de esto tiene
Pedro dos grandes cosas que decir.
(i) En nuestro
viaje a través del mundo hacia la eternidad somos protegidos por el poder de
Dios mediante la fe. La palabra que usa Pedro para proteger (frurein) es una
palabra militar. Quiere decir que nuestra vida está guarnecida por Dios, y que
Él es el centinela que nos guarda todos nuestros días. El que tiene fe, nunca
duda, aunque no pueda verle con los ojos de la cara, que Dios está presente
entre las sombras, montando la guardia sobre los Suyos. No es que Dios los
libre de los problemas y los dolores de la vida, sino que nos capacita para que
los conquistemos y sigamos adelante.
(ii) La Salvación final se revelará al final del
tiempo. Aquí tenemos dos concepciones que están a la base del pensamiento del
Nuevo Testamento. En él se habla frecuentemente del último día o de los últimos
días o del tiempo del fin. Por detrás de todo esto está la manera en que los
judíos dividían la Historia en dos edades: la presente, que está totalmente
bajo el dominio del mal, y la por venir, que será la edad de oro de Dios. Entre
las dos vendría el Día del Señor, cuando el mundo sería destruido y rehecho y
tendría lugar el Juicio Final. Ese tiempo intermedio es el de los últimos días
o el tiempo del fin en que el mundo tal como lo conocemos llegará a su fin.
No se nos ha
concedido saber cuándo llegará ese tiempo ni qué pasará entonces; pero podemos
reunir lo que el Nuevo Testamento nos dice sobre este tema.
(i) Los primeros
cristianos creían que ya estaban viviendo en los últimos días. " Hijitos,
ya es el último tiempo» -les dice Juan a los suyos (1Jn_2:18). El
autor de Hebreos habla de la plenitud de la Revelación que ha venido a
la humanidad en Cristo " en estos postreros días» (Heb_1:2). Los
primeros cristianos veían que Dios había invadido ya el tiempo, y el fin era
inminente.
(ii) Los postreros
días habría un derramamiento del Espíritu de Dios sobre las personas (Hec_2:17). Los
primeros cristianos vieron el cumplimiento de esa esperanza el día de
Pentecostés, y a la Iglesia llena del Espíritu Santo.
(iii) Era la
convicción normal de la Iglesia Primitiva que, antes del fin, los poderes del
mal lanzarían un último ataque, y que surgirían toda clase de falsos maestros (2 Timoteo_3:1 ; 1Jn_2:18 ; Jud_1:18
).
(iv) Los muertos
resucitarían. Jesús prometió que al final resucitaría a los Suyos (Jua_6:39 44, 54;
11:24).
(v)
Inevitablemente, habría un tiempo de juicio cuando la justicia de Dios se
impondría, y Sus enemigos recibirían su justa condenación y castigo (Jua_12:48 ; Stg_5:3
).
Tales son las ideas
de los autores del Nuevo Testamento cuando hablan del tiempo del fin o de
los últimos días.
Sin duda para
muchos ese sería un tiempo de terror; pero para los cristianos no era de
terror, sino de liberación. La palabra sózein quiere decir salvar en
mucho más que un sentido teológico. Es la palabra corriente para rescatar de
un peligro y sanar de una enfermedad. En el Nuevo Testamento sózein, salvar,
y sótéría, salvación, tienen cuatro campos de significación diferentes
pero íntimamente relacionados:
(a) Describen liberación de un peligro (Mat_8:25).
(b) Describen
liberación de enfermedad (Mat_9:21).
(c) Describen
la liberación de la condenación de Dios (Mat_10:22 ; Mat_24:13 ).
(d) Describen liberación de la enfermedad y el poder
del pecado (Mat_1:21). La
Salvación es una realidad que tiene muchos aspectos: liberación de peligro, de
enfermedad, de la condenación y del pecado. Es eso, y nada menos que eso, lo
que el cristiano espera en el tiempo del fin.
¡Maranatha!
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