} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: EL VERDADERO DISCIPULADO

miércoles, 7 de septiembre de 2016

EL VERDADERO DISCIPULADO


Juan 8:31-32

Entonces Jesús les dijo a los judíos que habían llegado a creer en Él:
-Si os mantenéis fieles a Mi palabra, seréis de veras Mis discípulos: conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

Pocos pasajes del Nuevo Testamento contienen una descripción tan completa del discipulado.
  El discipulado empieza por creer. Su comienzo es el momento en que una persona acepta como verdadero lo que Jesús dice; todo lo que nos dice acerca del amor de Dios, todo lo que nos dice acerca del horror del pecado, todo lo que nos dice acerca del verdadero sentido de la vida.
  El discipulado quiere decir mantenerse constantemente en la palabra de Jesús, y eso implica cuatro cosas.
  Implica escuchar constantemente la palabra de Jesús. El cristiano es una persona que está escuchando la voz de Jesús toda la vida, y que no hará ninguna decisión hasta haber oído lo que tiene que decir. Como decía el poeta Antonio Machado:

A distinguir me paro las voces de los ecos, y escucho solamente, entre las voces, una.

  Implica aprender constantemente de Jesús. El discípulo es literalmente un aprendiz, que es lo que quiere decir la palabra en el original. El cristiano tiene que estar aprendiendo de Jesús más y más toda la vida. La mente cerrada acaba con el discipulado.
  Implica penetrar constantemente en la verdad que se encuentra en las palabras de Jesús. Nadie puede decir que entiende todo el significado de las palabras de Jesús con haberlas oído o leído sólo una vez. La diferencia entre un gran libro y otro efímero consiste en que éste nos basta con leerlo una vez, mientras que aquél lo leemos muchas veces y no lo agotamos nunca. Para permanecer fieles a la palabra de Jesús tenemos que estudiarla constantemente y pensar en lo que Él dijo hasta apropiarnos del todo su significado.
  Implica obedecer constantemente la palabra de Jesús. No la estudiamos simplemente por interés académico o para degustarla intelectualmente, sino para descubrir lo que Dios espera de nosotros. El discípulo es el aprendiz que aprende para poner por obra. La verdad que nos ha traído Jesús está diseñada para la acción.
  El discipulado conduce al conocimiento de la verdad.
El aprender de Jesús es aprender la verdad. «Conoceréis la verdad,» dijo Jesús. ¿Qué es esa verdad? Hay muchas posibles respuestas a esta pregunta, pero la que más abarca podría ser que la verdad que nos trae Jesús nos muestra los verdaderos valores de la vida. La pregunta fundamental a la que todos tenemos que dar respuesta consciente o inconscientemente es: "¿A qué voy a dedicar mi vida? ¿A atesorar posesiones materiales? ¿Al placer? ¿Al servicio de Dios?» En la verdad de Jesús vemos las cosas que son importantes y las que no lo son.
  El discipulado conduce a la libertad. "La verdad os hará libres.» "En Su servicio está la verdadera libertad.» El discipulado nos trae cuatro libertades.
  Nos trae la libertad del miedo. El que es discípulo de Cristo ya no va solo por la vida, sino siempre en compañía de Jesús, y eso destierra el temor.
  Nos trae la libertad del ego. Muchas personas se dan cuenta de que su mayor problema son ellas mismas, y eso las lleva muchas veces a clamar desesperadas:  ¡No puedo cambiar! Lo he intentado, pero es imposible.  Pero el poder y la presencia de Jesús pueden re-crear a una persona hasta el punto de hacerla completamente nueva.
  Nos trae la libertad de otras personas. Muchos viven dominados por el miedo a lo que puedan pensar o decir los demás. Alguien dijo una vez que la voz de nuestros prójimos llega con más fuerza a nuestros oídos que la voz de Dios. El discípulo ha dejado de preocuparse por lo que pueda decir la gente; porque lo único que le importa de veras es lo que diga Dios.
  Nos trae la libertad del pecado. Muchas personas han llegado al punto de pecar, no porque quieren, sino porque no lo pueden evitar. Sus pecados los dominan de tal forma que, por mucho que lo intenten, no se pueden desligar de ellos. El discipulado rompe las cadenas que nos atan al pecado y nos permite ser las personas que sabemos que debemos ser.

 Solo en Cristo podemos ser verdaderamente libres.


¡Maranatha!

No hay comentarios:

Publicar un comentario