Mat 1:18 Y el nacimiento de JesuCristo fue así: Que
estando María su madre desposada con José, antes que hubiesen estado juntos, se
halló haber concebido del Espíritu Santo.
Mat 1:19 Y José su marido, como era justo, y no
quisiese exponerla a la infamia, quiso dejarla secretamente.
Mat 1:20 Y pensando él en esto, he aquí, que el ángel
del Señor le aparece en sueños, diciendo: José, hijo de David, no temas de
recibir a María tu mujer; porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu
Santo es.
Mat 1:21 Y parirá un hijo, y llamarás su nombre JESÚS:
porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
Mat 1:22 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo
que había hablado el Señor por el profeta, que dijo:
Mat 1:23 He aquí, una virgen concebirá, y parirá un
hijo, y llamarán su nombre Emmanuel, que interpretado quiere decir: Dios con
nosotros.
Mat 1:24 Y despertado José del sueño; hizo como el
ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer.
Mat 1:25 Y no la conoció hasta que parió a su Hijo
primogénito; y llamó su nombre JESÚS.
(RV
1862)
(i) Estaba
el compromiso. Este se hacía a menudo cuando la pareja no eran más que
niños. Lo hacían corrientemente los padres, o por medio de un casamentero
profesional. Y se hacía a menudo sin que los que formaban la pareja se hubieran
visto nunca. El matrimonio se consideraba que era un paso demasiado serio para
dejarlo a los dictados del corazón humano.
(ii) Estaba el desposorio. Este era lo que podríamos llamar la
ratificación del compromiso que ya había contraído la pareja. Hasta este
momento, el compromiso que se había establecido por medio de los padres o del
casamentero, se podía romper si una de las dos partes no quería continuar con
él. Pero una vez que se llegaba al desposorio era absolutamente vinculante.
Duraba un año. Durante ese año la pareja se consideraban marido y mujer, aunque
todavía no tenían esa relación. El desposorio no se podía dar por concluido de
ninguna manera más que por el divorcio. En la ley judía nos encontramos frecuentemente
lo que nos parece una frase curiosa. Una chica cuyo prometido había muerto
durante el año de los desposorios se llamaba «una virgen que es viuda.» En esta
etapa se encontraban José y María. Estaban desposados; y si José quería acabar
el desposorio no lo podía hacer más que con el divorcio; y ese año de
desposorio a María se la conocía legalmente como su esposa.
(iii) La tercera etapa era el matrimonio propiamente dicho, que
tenía lugar al final del año de desposorio.
Si tenemos presentes las costumbres
matrimoniales normales de los judíos, entonces la relación que se indica en
este pasaje está perfectamente clara.
Así que en esta etapa se le dijo a José
que María iba a tener un Niño, que había sido concebido por obra del Espíritu
Santo, y que él, José, debería ponerle por nombre Jesús. Jesús es la forma
griega del nombre hebreo Josué, que quiere decir Jehová es salvación. Hacía
mucho tiempo, el salmista había oído decir a Dios: "El redimirá a Israel
de todos sus pecados» (Sal_130:8 ). Y a José se le dijo que el Niño que nacería
llegaría a ser el Que salvara al pueblo de Dios de sus pecados. Jesús fue, aún
más que el Hombre nacido para ser Rey, el Hombre nacido para ser Salvador. Vino
a este mundo no por Su propia cuenta, sino por la de los hombres y su
salvación.
Este pasaje nos dice que Jesús nació por
la acción del Espíritu Santo. Nos habla de lo que llamamos el Nacimiento
Virginal. De momento lo único que nos concierne es descubrir lo que quiere
decir para nosotros.
Si miramos este pasaje con naturalidad y
lo leemos como si fuera la primera vez encontramos que lo que subraya no es
tanto que Jesús naciera de una mujer virgen como que el nacimiento de Jesús fue
la obra del Espíritu Santo. «Se supo que María estaba embarazada del Espíritu
Santo.» «Lo que ella ha concebido es del Espíritu Santo.» Es como si estas
frases estuvieran subrayadas o impresas en tipo grande. Eso es lo que Mateo
quiere decirnos en este pasaje. Entonces, ¿qué quiere decir que en el
nacimiento de Jesús el Espíritu Santo de Dios estuvo especialmente operativo?
Dejemos las cuestiones dudosas o debatibles, y concentrémonos en esa gran
verdad, como Mateo querría que hiciéramos.
En
el pensamiento judío el Espíritu Santo tenía ciertas funciones muy definidas. No podemos traer a este pasaje la idea
cristiana del Espíritu Santo en toda su plenitud, porque José no sabría nada de
eso. Debemos interpretarlo a la luz de la idea judía del Espíritu Santo, porque
esa sería la interpretación que José le daría inevitablemente a este pasaje,
porque era la única que conocía.
(i) Según
la idea judía, el Espíritu Santo era la Persona Que traía a los hombres la
verdad de Dios. Era el Espíritu Santo el Que enseñaba a los profetas lo que
habían de decir; era el Espíritu Santo el Que enseñaba a los hombres lo que
debían hacer; era el Espíritu Santo Quien a lo largo de edades y generaciones
traía la verdad de Dios a la humanidad. Así que Jesús es la única Persona que
trae la verdad de Dios a la humanidad.
Para decirlo de otra manera: Jesús es la única Persona que nos puede
decir cómo es Dios y lo que Dios quiere que seamos. Solamente en Él podemos ver
cómo es Dios y cómo debemos ser nosotros. Antes de que Jesús viniera, la
humanidad no tenía más que unas ideas vagas e imprecisas, y a menudo erróneas,
acerca de Dios; lo único que podía era suponer y andar a tientas; pero Jesús
pudo decir: «El que Me ha visto ha visto al Padre» (Jn_14:9 ). En Jesús vemos
el amor, la compasión, la misericordia, el corazón buscador, la pureza de Dios,
como no los podemos ver en ningún otro lugar del mundo. Con la venida de Jesús,
el tiempo de las suposiciones ha terminado, y ha llegado el de las certezas.
Antes de que Jesús viniera no sabíamos realmente lo que era la bondad.
Solamente en Jesús podemos ver lo que son la verdadera humanidad, la verdadera
bondad, la verdadera obediencia a la voluntad de Dios. Jesús vino al mundo a
decirnos la verdad acerca de Dios y acerca de nosotros mismos.
(ii) Los judíos creían que el Espíritu Santo no sólo traía la verdad de Dios
a los hombres, sino también capacitaba a los hombres para reconocer esa verdad
cuando la vieran. Así es que Jesús nos abre los ojos a la verdad. Los
hombres son cegados por su propia ignorancia; son descarriados por sus propios
prejuicios; tienen la mente y los ojos oscurecidos por su propio pecado y por
sus pasiones. Jesús puede abrir nuestros ojos para que podamos ver la verdad.
En una de las novelas de William J.
Locke hay una descripción de una mujer que tenía más dinero del que podía contar,
y que había pasado la mitad de su vida visitando los museos de pintura del
mundo. Estaba cansada y aburrida. Entonces conoció a un francés que tenía muy
poco de las cosas de este mundo, pero que tenía un conocimiento amplio y un
amor profundo por la belleza. Fue con ella, y en su compañía las cosas
aparecieron totalmente diferentes. "Yo nunca supe cómo eran las cosas -le
dijo ella- hasta que tú me enseñaste a mirarlas.»
La
vida se convierte en algo totalmente diferente cuando Jesús nos enseña a mirar
las cosas. Cuando Jesús viene a nuestro corazón, nos abre los ojos para que
veamos las cosas tal como son de veras.
(iii) Especialmente, los judíos conectaban al Espíritu de Dios con la obra de
la creación. Fue por medio de Su Espíritu como Dios realizo Su obra
creadora. En el principio, el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas y el
caos llegó a ser un mundo (Gen_1:2 ). «Por la palabra del Señor fueron Hechos
los cielos -dijo el salmista-; y todo el ejército de ellos por el aliento de Su
boca» (Sal_33:6 ). (Tanto en hebreo, rúaj, como en griego, pneuma, la palabra
para aliento y espíritu es la misma). «Envías Tu Espíritu, son creados y
renuevas la faz de la tierra» (Sal_104:30 ). "El Espíritu de Dios me hizo
-decía Job- y el soplo del Omnipotente me dio vida» (Job_33:4 ).
El Espíritu es el Creador del mundo y el
Dador de la vida. Así que en Jesús vino al mundo el poder vivificador y creador
de Dios. Ese poder, que convirtió en orden el caos primigenio, ha venido a
traer orden a nuestra desordenada vida. Ese poder, que alentó vida donde antes
no la había, ha venido a alentar vida en nuestra debilidad y frustración.
Podríamos decir realmente que no estamos vivos de veras hasta que Jesús entra
en nuestras vidas.
(iv) Los judíos conectaban al Espíritu especialmente, no sólo con la obra de
la creación, sino también con la obra de la re-creación. Ezequiel traza un
cuadro sombrío del valle de los huesos secos. Pasa luego a contar cómo los
huesos secos volvieron a la vida; y entonces oye decir a Dios: "Yo hago
entrar espíritu en vosotros y viviréis» (Eze_37:1-14 ). Los rabinos tenían un
dicho: «Dios dijo a Israel: "En este mundo Mi Espíritu ha puesto sabiduría
en vosotros, pero en el futuro Mi Espíritu os hará vivir de nuevo."»
Cuando los hombres están muertos en pecado y en letargo, es el Espíritu de Dios
el Que puede despertarlos a una vida nueva.
Así pues, en Jesús vino a este mundo el poder que puede re-crear la vida. Puede
traer otra vez a la vida al alma que está muerta en pecado; puede reavivar otra
vez los ideales que han muerto; puede hacer fuerte otra vez la voluntad de la
bondad que ha perecido. Puede renovar la vida, cuando las personas han perdido
todo lo que la vida representa.
Hay mucho más en este capítulo que el
hecho escueto de que Jesucristo nació de una madre virgen. La esencia de la
historia de Mateo es que, en el nacimiento de Jesús, el Espíritu de Dios estuvo
operativo como nunca antes en este mundo. Es el Espíritu el Que trae a la
humanidad la verdad de Dios; el Que capacita a las personas a reconocer esa
verdad cuando la ven; el Que fue el Agente de Dios en la creación del mundo; el
único Que puede re-crear el alma humana que ha perdido la vida que debería
tener.
Jesús nos capacita para ver cómo es Dios
y cómo debemos ser nosotros; nos abre los ojos de la mente para que podamos ver
la verdad de Dios para nosotros; es el poder creador venido entre los hombres;
es el poder re-creador que puede liberar las almas humanas de la muerte del
pecado.
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