} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS Romanos 5; 6-11

miércoles, 20 de abril de 2022

CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS Romanos 5; 6-11

 

 

Romanos 5; 6-11

  6  Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.

 7  Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.

 8  Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

 9  Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.

 10  Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

 11  Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.  

 

         El hecho de que Jesucristo muriera por nosotros es la prueba definitiva del amor de Dios. Ya sería bastante difícil encontrar a alguien que estuviera dispuesto a morir por un justo; sería remotamente posible convencer a alguien para que muriera por alguna idea grande y buena; y alguien podría tener el amor necesario para dar su vida por un amigo. Pero lo inmensamente maravilloso del amor de Jesucristo es que murió por nosotros cuando no éramos más que pecadores enemistados con Dios. Ningún amor puede llegar más lejos.

Esto es toda una parábola. No fue por buenas personas por las que murió Cristo, sino por pecadores; no eran amigos de Dios, sino gente que estaba enemistada con Él.

Pablo da otro paso adelante. Gracias a Jesús ha cambiado nuestro status con Dios. Aunque éramos pecadores, Jesús nos puso en la debida relación con Dios. Pero eso no es todo. No sólo había que cambiar nuestro status; también había que cambiar nuestro estado. Un pecador salvado no puede seguir siendo pecador; tiene que santificarse diariamente. La muerte de Cristo cambió nuestro status; su vida de Resurrección cambia nuestro estado. Jesús no está muerto, sino vivo; está siempre con nosotros para ayudarnos y guiarnos, para llenarnos de Su fuerza para que venzamos la tentación, para vestirnos con algo de su gloria. Jesús empieza por poner a los pecadores en la debida relación con Dios aun cuando son pecadores; y continúa, por su Gracia, capacitándolos para que abandonen el pecado y sean personas nuevas y buenas.   Esto abre una nueva visión del tema, o es un nuevo argumento para mostrar que nuestra esperanza no avergonzará, o no nos defraudará. El primer argumento que había dicho en el versículo anterior, que el Espíritu Santo nos fue dado. La siguiente, que ahora afirma, es que Dios había dado la más amplia prueba de que nos salvaría al darnos a su Hijo cuando éramos pecadores; y que el que había hecho tanto por nosotros cuando éramos enemigos, no nos fallará ahora cuando seamos sus amigos. Ha realizado la parte más difícil de la obra al reconciliarnos cuando éramos enemigos; y no nos abandonará ahora, sino que llevará adelante y completará lo que ha comenzado.

Todavía no teníamos fuerzas: la palabra que se usa aquí ἀσθενῶν asthenōn generalmente se aplica a aquellos que están enfermos y débiles, privados de fuerza por la enfermedad. Pero también se usa en un sentido moral, para denotar incapacidad o debilidad con respecto a cualquier empresa o deber. Aquí quiere decir que estábamos sin fuerzas “en cuanto al caso que estaba considerando el apóstol”; es decir, no teníamos poder para idear un esquema de justificación, para hacer una expiación, o para apartar la ira de Dios, etc. Mientras que toda esperanza de que el hombre se salvara por cualquier plan propio fue así eliminada; mientras yacía así expuesto a la justicia divina, y dependiente de la mera misericordia de Dios; Dios proveyó un plan que resolvió el caso y aseguró su salvación. El comentario del apóstol aquí se refiere únicamente a la condición de la raza antes de que se haga una expiación.

Todos los experimentos habían fallado en salvar a la gente. Durante cuatro mil años el juicio se había hecho bajo la Ley entre los judíos: y con la ayuda de la razón más ilustrada en Grecia y Roma; y aun así fue en vano. No se había ideado ningún plan para hacer frente a las enfermedades del mundo y para salvar a la gente de la muerte. Era entonces el momento de que se presentara a la gente un plan mejor.

Hay términos técnicos para estas cosas. El cambio de nuestro status es la justificación; ahí es donde empieza todo el proceso de la Salvación. El cambio de nuestro estado es la santificación; así prosigue el proceso de nuestra Salvación, que no termina hasta que Le veamos cara a cara y seamos como Él.

Hay que notar aquí una cosa de gran importancia. Pablo está seguro de que todo el proceso salvífico, la venida de Cristo y su muerte, son una prueba del amor de Dios. A veces se presenta esta verdad como si por una parte estuviera un Dios airado y vengativo, y por otra un Cristo compasivo y amoroso; y como si Cristo hubiera hecho algo que obligó a Dios a cambiar de actitud. ¡Nada podría estar más lejos de la verdad! Nuestra Salvación tiene su origen y realización en el amor de Dios. Jesús no vino a cambiar Su actitud hacia los hombres, sino a mostrarles a éstos cómo es y ha sido siempre Dios. Vino para demostrar, sin lugar a dudas, que Dios es amor. Ahora sentimos que Dios está reconciliado con nosotros, y nosotros estamos reconciliados con él: la enemistad se ha quitado de nuestras almas; y Él, por Cristo, por quien hemos recibido la expiación, la reconciliación, ha remitido la ira, el castigo que merecíamos: y ahora, por esta reconciliación, esperamos una gloria eterna.

No hay comentarios:

Publicar un comentario