Hebreos
13:2,21
2 No olvidéis la
hospitalidad, porque por medio de ésta algunos, sin saberlo, hospedaron
ángeles. 3 Acordaos de los presos, como
presos juntamente con ellos, y de los maltratados, como estando también
vosotros mismos en el cuerpo. 4 Honroso
sea en todos el matrimonio y el lecho conyugal sin mancilla, porque Dios
juzgará a los fornicarios y adúlteros. 5
Vuestra manera de vivir sea sin avaricia de dinero, estad satisfechos
con las cosas que tenéis, porque Él dijo: No te dejaré ni te desampararé.
6 De manera que podemos decir
osadamente: El Señor es mi ayudador, no temeré. ¿Qué me puede hacer el hombre?
7 Acordaos de los que os dirigen,
quienes os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado
de su conducta e imitad su fe. 8 Jesús
el Mesías es el mismo, ayer, y hoy, y por los siglos. 9 No seáis llevados por enseñanzas diversas y
extrañas, pues mejor es que el corazón sea fortalecido con la gracia, no con
régimen de alimentos, del que no sacaron ningún provecho los que lo observaban.
10 Tenemos un Altar, del cual no tienen
derecho a comer los que sirven al Tabernáculo; 11 porque los cuerpos de los animales, cuya
sangre es llevada por el sumo sacerdote al Lugar Santísimo como ofrenda por el
pecado, son quemados fuera del campamento. 12
Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo por Su propia
sangre, padeció fuera de la puerta. 13
Salgamos pues a Él fuera del campamento, llevando su oprobio. 14 Porque no tenemos aquí una ciudad que
permanece, sino que buscamos la que está por venir. 15 Ofrezcamos siempre, por medio de Él,
sacrificio de alabanza a Dios, es decir, fruto de labios que confiesan su
Nombre. 16 Y de hacer el bien y de la
ayuda mutua, no os olvidéis, porque de tales sacrificios se agrada Dios.
17 Dejaos persuadir por los que os
dirigen y sed dóciles, porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han
de dar cuenta; para que hagan esto con gozo, y no quejándose; porque esto no
sería provechoso para vosotros. 18 Orad
por nosotros, pues estamos confiados en que tenemos buena conciencia, deseando
en todas las cosas vivir honradamente. 19
Y aún más os ruego que hagáis esto, para que más pronto os sea devuelto.
20 Y
el Dios de paz, el cual, en virtud de la sangre del pacto eterno, levantó de
entre los muertos a nuestro Señor Jesús, el gran Pastor de las ovejas, 21 os perfeccione en todo lo bueno para que
hagáis su voluntad, haciendo en nosotros lo que es agradable delante de Él por
medio de Jesús el Mesías, a quien sea la gloria por los siglos, amén.
Esta
oración es un notable compendio de toda la epístola a los Hebreos, una epístola a la que todo
nacido de nuevo debería dedicar especial atención. No hay nada que nuestra
época necesite más que sermones expositivos sobre las epístolas
a los Romanos y a los Hebreos. La primera suple el mejor material para repeler
el legalismo, el antinomianismo y el arminianismo, escuelas que tan en boga
están de nuevo. La segunda refuta los errores cardinales del romanismo,
exponiendo las pretensiones sacerdotales de sus ministros. Hebreos provee el antídoto divino para el ponzoñoso espíritu del
ritualismo que actualmente hace tan fatales incursiones dentro de muchos
sectores del protestantismo decadente. El tema central de este bendito e
importante tratado es el sacerdocio de Cristo, el cual encierra la
substancia de lo que fue prefigurado tanto por Melquisedec como por Aarón. Hebreos demuestra que el perfecto
sacrificio de Cristo, ofrecido una vez y para siempre, ha desplazado a la institución
levítica y terminado con todo el sistema judaico. Aquella oblación toda
suficiente del Señor Jesús hizo expiación completa por los pecados de su
pueblo, satisfaciendo todos los requerimientos legales que la ley de Dios tenía
sobre ellos, haciendo innecesario cualquier esfuerzo de parte de ellos para
aplacar a Dios. “Porque con un solo sacrificio ha
hecho perfectos para siempre a los que está santificando” (Hebreos 10: 14). En otras palabras, en forma
infalible e irrevocable. Cristo ha
apartado a los creyentes para el servicio de Dios. El Señor lo logró
mediante la plena realización de su obra perfecta.
Al
levantar a Cristo de los muertos y sentarlo a la diestra de la majestad en las
alturas. Dios ha dado testimonio de haber aceptado el sacrificio expiatorio de
Cristo. Lo que caracterizaba al judaísmo era el pecado, la muerte y el
distanciamiento de Dios. Esto resultaba evidente en el perpetuo derramamiento
de sangre de animales ofrecidos en sacrificio, y en que la gente estaba
excluida de la presencia divina. Pero lo
que caracteriza al cristianismo es un Salvador resucitado y entronizado, el
cual borró de la vista de Dios los pecados de su pueblo, consiguiendo para
ellos el derecho de entrar en su presencia: “Así
que, hermanos, mediante la sangre de Jesús tenemos plena libertad para entrar
en el Lugar Santísimo, por el camino nuevo y vivo que él nos ha abierto a
través de la cortina, es decir, a través de su cuerpo. y tenemos además un gran
sumo sacerdote al frente de la familia de Dios. Acerquémonos, pues, a Dios con
corazón sincero y con la plena seguridad de la fe”( Hebreos 10: 19-22a). De esta manera, se nos alienta a acercamos a Dios con plena confianza
en los méritos infinitos de la sangre y de la justicia de Cristo, dependiendo
únicamente de ellos. En su oración, el apóstol solicita que todo lo que les
expuso en la parte doctrina de la epístola sea aplicado en forma práctica al
corazón de cada uno. A lo largo de esta epístola, Pablo exhorta a los
destinatarios a hacer suya toda la gracia y virtud de Dios, y ahora pide que
esas cosas obren poderosamente en sus vidas.
Lo
que haremos a continuación es considerar el objetivo, el fundamento, la
petición y la doxología de esta bendita invocación. El uso discriminado de
títulos divinos. La oración se dirige al “Dios de paz". Los apóstoles no
usaban al azar los diferentes títulos con los que se dirigían a la Deidad, sino
que los escogieron con discernimiento espiritual. Los apóstoles no eran tan
pobres en palabras como para suplicar a Dios usando siempre el mismo título, ni
eran tan descuidados como para dirigirse a él usando el primer nombre que se
les viniera a la mente. Por el contrario, al acercarse a Dios escogían
cuidadosamente aquel atributo de la naturaleza divina o aquella relación
particular de Dios con su pueblo, que fuesen más apropiados para la bendición
específica que buscaban. Las oraciones del Antiguo Testamento muestran el mismo
principio de discernimiento. Cuando los santos hombres de antaño buscaban
fuerza, se dirigían al Poderoso. Cuando pedían perdón, apelaban a la “multitud
de sus tiernas misericordias.” Cuando clamaban por liberación de manos de sus
enemigos, lo hacían basándose en la fidelidad de su pacto.
El DIOS de paz.
En primer lugar, es un título distintivamente paulino, puesto que ningún otro escritor
del Nuevo Testamento usa tal expresión. Su uso aquí es una de las muchas
pruebas de que Pablo fue el autor de esta epístola. La expresión aparece seis
veces en sus escritos (Romanos 15:33 El Dios de paz sea con todos vosotros. Amén. ; 16:20 Y el Dios de paz
aplastará en breve a Satanás debajo de vuestros pies. La gracia de nuestro
Señor Jesús sea con vosotros.; 2 Corintios
13:11Por lo demás, hermanos, regocijaos,
procurad vuestra perfección, consolaos, tened un mismo sentir, vivid en paz, y
el Dios de amor y de paz estará con vosotros.
; Filipenses 4:9 Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí,
esto haced, y el Dios de paz estará con vosotros. ; 1 Tesalonicenses
5:23 Y el mismo Dios de paz os santifique completamente,
y todo vuestro ser: espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible en la
venida de nuestro Señor Jesucristo.)
y aquí en Hebreos 13:20 Y el Dios de paz, el cual, en virtud de la sangre del pacto
eterno, levantó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, el gran Pastor de
las ovejas, La frase “El Señor de
paz” aparece sólo en 2 Tesalonicenses 3:16 Y el
mismo Señor de paz os dé siempre paz en toda manera. El Señor sea con todos
vosotros. Por lo tanto, es
evidente que Pablo se deleitaba de manera especial al contemplar a Dios en este
carácter particular. Y con razón, porque es un título extremadamente bendito e
inclusivo, por ese motivo también me he esforzado, conforme a la inteligencia que
me ha sido concedida, por debelar su significado. Un poco más adelante voy a
sugerir por qué fue Pablo, y no otro de los apóstoles quien acuñara esta
expresión.
En
segundo lugar, es un título forense que
ve a Dios en su carácter oficial de Juez y que nos dice que ahora está
reconciliado con los creyentes. Significa que la enemistad y el conflicto
que existían anteriormente entre Dios y los pecadores elegidos han llegado a su
fin. Esa hostilidad había sido producida por la apostasía del hombre respecto
de su Creador y Señor. La entrada del pecado en el mundo destruyó la armonía
que había entre cielo y tierra, anuló la comunión entre Dios y el hombre, y
sembró discordia y conflicto. El pecado despertó el justo desagrado de Dios y
motivó su acción judicial. Esto produjo una alienación mutua; porque un Dios
santo no puede estar en paz con el pecado sino que está “Dios es juez justo, Y
Dios está airado contra el impío todos los días.”(Salmo 7:11). Pero la sabiduría divina preparó un
camino mediante el cual los rebeldes pudieran ser restaurados al favor de Dios
sin la menor disminución de su honor. Mediante la obediencia y el sufrimiento
de Cristo la ley quedó totalmente reivindicada, siendo restablecida la paz
entre Dios y los pecadores. La gratuita operación del Espíritu de Dios vence la
enemistad anidada en el corazón de su pueblo, y los suyos son traídos a una
sujeción leal hacia su Dios. De este modo se ha eliminado la discordia y se ha
creado la amistad.
En
tercer lugar, se trata de un título
restrictivo. Dios es “Dios de paz” únicamente para aquellos que están
unidos a Cristo en una relación salvadora, “pues,
ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan
conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.puesto que ninguna condenación
hay para aquellos que están en él (Romanos
8: 1). Pero el caso es totalmente distinto con aquellos que rehúsan
inclinarse ante el cetro del Señor Jesús y buscar protección bajo su sangre
expiatoria. “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero
el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está
sobre él” (Juan. 3:36). Notemos
que no se trata de que el pecador vaya a caer bajo la ira de Dios que la ley
divina menciona, sino que ya está bajo ella: “Porque la
ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los
hombres que detienen con injusticia la verdad” (Romanos
1: 18). Además, en virtud de su relación corporativa con Adán, todos sus
descendientes son “Efesios 5:6 Nadie os
engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre
los hijos de desobediencia.”, y llegan a este mundo como objeto del
desagrado judicial de Dios. Lejos de ser -Dios de paz- para aquellos que no
están en Cristo, “Jehová es varón de guerra; Jehová es
su nombre.”(Éxodo 15:3) y “Cortará él el espíritu de los príncipes; Temible es a los
reyes de la tierra.” (Salmos 76:12).
En
cuarto lugar, esto quiere decir que el
título “Dios de paz” es un título evangélico. Las buenas nuevas que sus
siervos recibieron para predicarlas a todo el mundo son anunciadas como “¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito:
¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que
anuncian buenas nuevas!”(Romanos 10: 15)
Es muy apropiado darles ese nombre, porque así se exhibe la gloriosa persona
del Príncipe de Paz. La expresión “evangelio de la paz- también pone de relieve
la obra todo suficiente de Cristo, mediante la cual hizo “y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así
las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz
mediante la sangre de su cruz”(Colosenses
1:20). La tarea del evangelista
consiste en explicar cómo es que Cristo lo logró. El Señor obtuvo la paz entrando
en el espantoso abismo que el pecado había abierto entre Dios y los hombres,
cargando con las iniquidades de todos aquellos que habían de creer en él, y
sufriendo la pena total que merecían esas iniquidades. Cuando el que estaba
libre de todo pecado fue declarado pecador por el bien de su pueblo, quedó bajo
la maldición de la ley y bajo la ira de Dios. En total armonía con su eterno
propósito de gracia (Apocalipsis 13:8 Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres
no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado
desde el principio del mundo), Dios Padre declara: “Levántate, oh espada, contra el pastor, y contra el hombre
compañero mío, dice Jehová de los ejércitos. Hiere al pastor, y serán
dispersadas las ovejas; y haré volver mi mano contra los pequeñitos.”(Zacarías 13:7). Satisfecha la justicia, Dios ha
sido aplacado, y todos los que son
justificados por la fe tienen “paz con Dios por
medio de nuestro Señor Jesucristo”(Romanos
5: 1).
En
quinto lugar, la expresión “Dios de paz”
es, por tanto, un título de pacto, pues toda la transacción entre Dios y
Cristo fue hecha conforme a una estipulación eterna. “El
edificará el templo de Jehová, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en
su trono, y habrá sacerdote a su lado; y consejo de paz habrá entre ambos.”(Zacarías 6:13). En la eternidad se había acordado
que el buen Pastor haría satisfacción completa por los pecados de su rebaño,
reconciliando a Dios con ellos, y a ellos con Dios. Ese pacto entre Dios y sus
elegidos es denominado expresamente “pacto de paz", y su carácter
inviolable aparece en esta bendita declaración: “Porque
los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi
misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo Jehová, el que tiene
misericordia de ti.”(Isaías 54: 10). El derramamiento de la sangre de Cristo fue
el sello o ratificación de ese pacto, tal como se deduce de Hebreos 13:20.
En consecuencia, el rostro del Juez Supremo se vuelve benigna sonrisa al
contemplar a su pueblo en el Ungido.
En
sexto lugar, el título “Dios de paz” también
es un título dispensacional, y como tal tenía un significado especial para
quien lo usaba con frecuencia. Aunque judío de nacimiento y hebreo de hebreos
por educación, Pablo fue llamado por Dios a “A mí, que
soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de
anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de
Cristo,”(Efesios 3:8). Quizás este
hecho indique por qué este apelativo “Dios de paz” sea característico de Pablo;
porque en tanto que los otros apóstoles ministraron y escribieron
principalmente a la circuncisión, Pablo fue primordialmente apóstol a la
incircuncisión. Por eso él, más que ningún otro, rendía adoración a Dios por el
hecho de que esa paz fuese predicada a los que estaban lejos y a los que
estaban cerca (Efesios 2:13-17 13 Pero ahora en
Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos
cercanos por la sangre de Cristo. 14
Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la
pared intermedia de separación, 15
aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos
expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo
hombre, haciendo la paz, 16 y mediante
la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.
17 Y vino y anunció las buenas nuevas de
paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca). Pablo
recibió una revelación especial con respecto a Cristo: “14 Porque él es nuestra paz, que de
ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, 15 aboliendo en su carne las enemistades, la ley
de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos
un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, 16
y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo,
matando en ella las enemistades”(Efesios
2:14-16). Entonces, en virtud de haber recibido esta revelación
especial, el apóstol a los gentiles era particularmente idóneo para invocar a
Dios con este título, al elevar sus súplicas por los hebreos y por los
gentiles.
Finalmente,
este es un título relacional. Con
esto quiero decir que está estrechamente relacionado a la experiencia
cristiana. Los santos no son solamente los sujetos de esa paz judicial que
Cristo hizo con Dios en favor de ellos, sino que también participan de hecho en
la gracia divina. La medida de la paz divina (que gozan es proporcional a la
medida en que son obedientes a Dios, porque la piedad y la paz son
inseparables. La íntima conexión que existe entre la paz de Dios y la
santificación de los creyentes se demuestra en 1
Tesalonicenses 5:23 Y el mismo Dios de paz os
santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea
guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo., y
aquí en Hebreos 13:20,21 20 Y el Dios de paz
que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las
ovejas, por la sangre del pacto eterno, 21
os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo
él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la
gloria por los siglos de los siglos. Amén. En cada uno de estos pasajes
se pide que la santidad práctica abunde, y en cada uno se Invoca al “Dios de
paz.” Cuando la santidad reinaba sobre todo el universo, también prevalecía la
paz. No hubo guerra en el cielo hasta que uno de los ángeles principales se
convirtió en diablo y fomentó una rebelión contra el trino Dios. Así como el
pecado acarrea contienda y miseria, así la santidad engendra paz de conciencia.
La santidad complace a Dios, y cuando él está complacido todo es paz. Cuánto
más sea ponderada esta oración, en detalle y en forma global, más se notará
cuán apropiado es este título para Dios.
Nuestro fundamento:
La resurrección de Cristo “Y el Dios de paz que trajo
de vuelta de los muertos a nuestro Señor Jesús, el gran pastor de las ovejas,
por la sangre del pacto eterno”(Hebreos
13:20). Considero que la referencia que el apóstol hace a la liberación
de Cristo de la tumba es el fundamento sobre el cual el apóstol basa la
petición que sigue. Creo que este es uno de los versículos más importantes del
Nuevo Testamento, así que voy a poner toda mi atención en cada una de sus
palabras tanto más si se considera que en la actualidad la gente casi no
entiende parte de su maravilloso contenido.
Primero
observaremos el carácter con que el Señor es presentado aquí; en segundo lugar, examinaremos la obra
de Dios, al levantarlo de los muertos; en
tercer lugar, la conexión entre esa obra y su oficio como “Dios de paz”; cuarto, cómo es que la causa meritoria
de ello fue la sangre del pacto eterno"; y quinto, la poderosa motivación que los méritos de la obra de Cristo
producen, para alentar a los santos a acercarse confiadamente al trono de la
gracia donde podrán obtener misericordia y hallar gracia para el tiempo de
necesidad. Que el Espíritu Santo se digne ser nuestro Guía al ponderar en
oración esta parte de la Verdad.
Fue
muy pertinente y apropiado que una epístola que se dirige mayormente a judíos
creyentes usase este título para referirse a Cristo “El gran Pastor de las
ovejas”, puesto que el Antiguo Testamento les había enseñado a buscar al Mesías
en esa función específica. Moisés y David, prominentes tipos de Cristo, fueron
pastores. En cuanto al primero se dijo: “Condujiste a
tu pueblo como ovejas por mano de Moisés y Aarón”(Salmo 77:20). Usando el nombre del segundo, Dios
prometió a Israel que enviaría al Mesías: “Y levantaré
sobre ellas a un pastor, y él las apacentará; a mi siervo David[esto es, su
antitipo: Cristo],, él las apacentará, y él les será por pastor él las
apacentará, y él les será por pastor”(Ezequiel
34:23). Es obvio que Pablo se refería aquí a esta profecía particular,
pues más abajo Ezequiel añade: “Y estableceré con
ellos pacto de paz, y quitaré de la tierra
las fieras; y habitarán en el desierto con seguridad, y dormirán en los bosques.”(Ezequiel 34; 25). Las mismas tres expresiones son
usadas en Hebreos 13:20, a saber: el
Dios de paz, el gran Pastor y el pacto eterno. En tono con el tema de la
epístola, las tres expresiones se usan para refutar el concepto erróneo que los
judíos se habían formado de su Mesías. Pensaban que les aseguraría una libertad
externa como la que consiguió Moisés. Pensaban que les traería un próspero
estado nacional, como el establecido por David. No se imaginaban que el Cristo
derramaría su preciosa sangre y que sería llevado a la tumba, aunque tenían que
haberlo sabido y entendido a la luz de la revelación profética. Cuando Cristo
apareció en su medio, se presentó a los judíos con ese carácter. No sólo
declaró: “Yo soy el buen pastor", sino que
agregó: “El buen pastor da su vida por las ovejas”(Juan. 10: 11). El precursor de Cristo, Juan el
Bautista, anunció de esta manera la manifestación pública de Cristo: “Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”(Juan. 1:29). Isaías 53 había anunciado al Señor
Jesucristo en términos de este doble carácter (con Ezequiel 34 como telón de
fondo): “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas,
cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él [es decir, en
el pastor de las ovejas] el pecado de todos nosotros”(Isaías 53:6, los corchetes son míos; Zacarias 13:7 Levántate, oh espada, contra el pastor, y contra el hombre
compañero mío, dice Jehová de los ejércitos. Hiere al pastor, y serán
dispersadas las ovejas; y haré volver mi mano contra los pequeñitos. ).
Ahora notemos la maravillosa concordancia que se da entre el siguiente
versículo de la profecía de Isaías 53; 7 y la oración que estamos estudiando: “Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue
llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y
no abrió su boca”. Notemos cómo el mismo Espíritu que inspiró a Isaías,
también impulsó a Pablo a decir en Hebreos 13:20 que Dios “trajo de vuelta de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, al
gran Pastor de las ovejas”. Porque el texto original no dice “resucitó,
sino “sacó de entre los muertos- (Versión Nácar-Colunga). “sacó de la
muerte”(Nueva Biblia Española), o: “volvió a traer de entre los
muertos”(Versión Moderna). El hecho de que Dios haya traído de la muerte a este
gran Pastor, significa que previamente el
Padre lo había llevado a la muerte como Substituto, como cordero propiciatorio,
por los pecados de sus ovejas. ¡Cuán minuciosamente adecuado es el lenguaje
de la Santa Escritura y cuán perfecta es la armonía verbal entre ambos
Testamentos! El Espíritu guió a Pedro a que en su primera epístola utilizara la
misma maravillosa profecía referida al Señor Jesús. Primero se refiere al Señor
diciendo que fuimos rescatados por un “sabiendo que
fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas
corruptibles, como oro o plata, 19 sino
con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin
contaminación”(1Pedro1: 18,19),
después pasa a citar algunas de las expresiones proféticas de Isaías 53, como
la que habla de nosotros: quien llevó él mismo
nuestros pecados en su cuerpo sobre el
madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la
justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.25
Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora
habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.”(I Pedro 2:24,25). Pedro fue guiado a hacer una
exposición de Isaías, retratando al Salvador como Cordero en la muerte y como
Pastor en la resurrección. Era inexcusable que los judíos no supieran del
Cristo en este particular oficio. Esta ignorancia es evidencia, si se tiene en
cuenta que fue uno de sus profetas el que anunció que Dios diría: “Levántate, oh espada, contra el pastor, y contra el hombre
compañero mío, dice Jehová de los ejércitos. Hiere al pastor, y serán
dispersadas las ovejas; y haré volver mi mano contra los pequeñitos (Zacarias 13:7). Allí se presenta a Dios en su
carácter judicial, como enojado con el pastor por amor a nosotros. Puesto que
él cargó con la responsabilidad de nuestros pecados, la justicia tenía que ser
satisfecha a costa suya. Ese fue “el castigo de nuestra paz” impuesto sobre él,
y el buen pastor dio su vida por las ovejas para satisfacer los justos
requerimientos de Dios.
Lo
expuesto nos hará percibir mejor por qué el apóstol Pablo designó a Cristo como
“el gran Pastor". No sólo fue anunciado por Abel, por los pastores
patriarcales; no sólo fue tipificado por David, sino que las predicciones
mesiánicas lo retrataron como el pastor de Jehová. Debemos notar que este
título muestra sus dos naturalezas, la divina y la humana, pues dice: “Levántate, oh espada, contra el pastor, y contra el hombre
compañero mío, dice Jehová de los ejércitos. Hiere al pastor, y serán
dispersadas las ovejas; y haré volver mi mano contra los pequeñitos”(Zacarias 13:7).
Como Thomas Goodwin (1600-1680 d.C.) señaló
hace algunos siglos, este título también implica todos los oficios de Cristo:
su oficio profético, “Como pastor apacentará su rebaño;
en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará
suavemente a las recién paridas.” Isaías 40:
11; Jehová es mi
pastor; nada me faltará. 2 En lugares de
delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará. Salmo 23:1,2; su oficio sacerdotal, “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las
ovejas.”(Juan. 10: 11); su oficio
real, el mismo texto que lo anuncia como pastor sobre el pueblo de Dios también
lo denomina “Y levantaré sobre ellas a un pastor, y él
las apacentará; a mi siervo David, él las apacentará, y él les será por pastor.
24 Yo Jehová les seré por Dios, y mi
siervo David príncipe en medio de ellos. Yo Jehová he hablado”(Ezequiel 34:23,24). Cristo mismo señala la
conexión entre su oficio real y la descripción que de él se hace como pastor: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos
ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria,32 y serán reunidas delante de él todas las
naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de
los cabritos.”(Mateo. 25:31,32).
Ciertamente, él es el “gran Pastor,” todo suficiente para su rebaño. "Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor
Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno,”(Hebreos. 13:20). Notemos la relación entre
Redentor y redimidos. Pastor y ovejas son términos correlativos: a nadie se le
puede llamar pastor si no tiene ovejas. La idea de Cristo como pastor
necesariamente implica la existencia de un rebaño escogido. Cristo es el pastor
de las ovejas, no de los lobos (Lucas 10:3 Id; he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos.),
ni siquiera de las cabras (Mateo 25:32,33 y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará
los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. 33 Y pondrá las ovejas a su derecha, y los
cabritos a su izquierda.), puesto que
Dios no le encomendó la salvación de ellos.
En
innumerables textos a lo largo de las Escrituras se nos confronta con la verdad
fundamental de la redención particular! “Cristo no entregó su vida por todo el
ganado de la humanidad, sino sólo por el rebaño de los elegidos que el Padre le
dio, tal como lo declaró en Juan 10: 14-16.26 14 Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas,
y las mías me conocen, 15 así como el
Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. 16 También tengo otras ovejas que no son de este
redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un
pastor. 26 pero vosotros no creéis,
porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. ”. Obsérvese también
cómo este título nos sugiere su oficio de Mediador. Como Pastor no es el Señor
final del rebaño, sino el Siervo del Padre que se hace cargo y cuida de él: “He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me
diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra. Juan. 17:6. Además la siguiente frase nos mostrará
qué relación tiene para con nosotros: “Y el Dios de paz
que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las
ovejas, por la sangre del pacto eterno” Hebreos
13:20). Por eso, es nuestro pastor, es nuestro en su oficio pastoral,
oficio que todavía desempeña; nuestro, como aquel que fue traído desde los
muertos, porque nosotros resucitamos en él (Colosenses
3:1 Si,
pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está
Cristo sentado a la diestra de Dios).
La frase “el gran pastor de las ovejas” acentúa
la superioridad inconmensurable de Cristo sobre todos los otros pastores que
eran sólo un tipo del que habría de venir, sobre los pastores ministeriales de
Israel, así como las palabras “un gran sumo sacerdote” (Hebreos. 4:14 Por tanto, teniendo un
gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos
nuestra profesión.) destacan la
eminencia de Cristo sobre Aarón y los sacerdotes levíticos. De la misma manera,
denota su autoridad sobre los pastores que él establece sobre sus iglesias,
porque él es el “Pastor supremo”( Y cuando aparezca el
Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.
1 Pedro. 5:4) con relación a todos los
pastores subordinados. Él es el Pastor de almas, y una de ellas vale mucho más
que todo el mundo puesto que es el valor que les asigna al redimirlas con su
propia sangre. El adjetivo gran también señala la excelencia de su rebaño: es
el gran pastor de todo un rebaño indivisible, compuesto de judíos y gentiles.
Por eso, declaró: “también tengo otras ovejas que no
son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un
rebaño, y un pastor.” Juan. 10: 16. Este “solo rebaño,” este solo redil,
incluye a todos los santos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. La
frase “el gran pastor también se refiere a sus capacidades, pues Cristo tiene
un conocimiento particular de toda y cada una de sus ovejas (A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus
ovejas llama por nombre, y las saca. Juan.
10:3) tiene la capacidad de juntarlas, alimentarlas y curarlas (Ezequiel 34:11-16 11 Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí
yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré. 12 Como reconoce su rebaño el pastor el día que
está en medio de sus ovejas esparcidas, así reconoceré mis ovejas, y las
libraré de todos los lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de
la oscuridad. 13 Y yo las sacaré de los
pueblos, y las juntaré de las tierras; las traeré a su propia tierra, y las
apacentaré en los montes de Israel, por las riberas, y en todos los lugares
habitados del país. 14 En buenos pastos
las apacentaré, y en los altos montes de Israel estará su aprisco; allí dormirán
en buen redil, y en pastos suculentos serán apacentadas sobre los montes de
Israel. 15 Yo apacentaré mis ovejas, y
yo les daré aprisco, dice Jehová el Señor. 16
Yo buscaré la perdida, y haré volver al redil la descarriada; vendaré la
perniquebrada, y fortaleceré la débil; mas a la engordada y a la fuerte
destruiré; las apacentaré con justicia.);
y tiene el poder de preservarlas eficazmente: “y yo les
doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.”
Juan. 10:28. Ellos nunca perecerán - ¿Por
qué? Porque oyen mi voz, y me siguen; por eso los conozco, los apruebo y los
amo, y les doy vida eterna. Aquellos que continúen escuchando la voz de Cristo
y siguiéndolo, nunca perecerán. Ellos se entregan a Dios - crean en Jesús que
él vive en sus corazones: Dios les ha dado vida eterna, y esta vida está en su
Hijo; y el que tiene al Hijo, tiene la vida, (1Juan_5:11-12
Y este es el
testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo 12 El
que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la
vida). Ahora bien, es evidente que sólo aquellos que tienen a Cristo
viviendo en sus almas y gobernando sus almas, de modo que poseen la mente que
había en él, son sus ovejas, son aquellos que no perecerán jamás, porque tienen
esta vida eterna morando en ellos: por lo tanto, hablar de que un hombre es uno
de los elegidos, uno que nunca perecerá, uno que tendrá vida eterna, que nunca
será arrebatado de la mano de Dios, etc., mientras vive en pecado, no tiene a
Cristo en su corazón, nunca ha recibido la gracia de Dios o se ha apartado de
ella, es tan contrario al sentido común como a la naturaleza y los testimonios
del Altísimo. La perseverancia final implica la fidelidad final - el que
persevere hasta el fin será salvo - el que sea fiel hasta la muerte tendrá la
corona de la vida. ¿Y tratará alguien de decir que el que no persevere hasta el
fin, y sea infiel, entrará jamás en la vida?
Entonces,
conociendo todas estas promesas, ¡Cuánto debemos confiar en Él, amarle,
adorarle y obedecerle!
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