Hebreos 13:20,21 " Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor
Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, 21 os haga aptos en toda obra buena para que
hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él
por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén”.
Ahora
tenemos que considerar cuidadosamente la obra de Dios realizada para con
nuestro Salvador Y Señor Jesucristo, la que el apóstol Pablo usa aquí como la
base para la petición que sigue después. En el gran misterio de la redención,
Dios el Padre ocupa el oficio de Juez Supremo (Hebreos
12:23 a la
congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el
Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,). Fue Él quien cargó sobre el Fiador los pecados de
su pueblo, y quien llamó a la espada para que se levantara contra el Pastor (Zacarías 13:7
Levántate, oh espada, contra
el pastor, y contra el hombre compañero mío, dice Jehová de los ejércitos.
Hiere al pastor, y serán dispersadas las ovejas; y haré volver mi mano contra
los pequeñitos.). Fue él quien lo
recompensó y honró en gran manera. “Por tanto, sépalo
bien todo Israel, que a este Jesús a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha
hecho Señor y Mesías” Hechos. 2:36; Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el
evangelio de la paz por medio de Jesucristo; éste es Señor de todos. Hechos 10:36 . Lo mismo ocurre con el texto que
tenemos ante nosotros: la resurrección de Cristo no es considerada como una
obra del poder divino, sino de la justicia divina. Los términos que se usan
indican claramente que Dios está ejerciendo su autoridad judicial. Saldremos
perdiendo si en nuestro descuido pasamos por alto o evaluamos a la ligera los
casos en que la Escritura varía su lenguaje. Como dijimos, nuestro texto no
dice que Dios “resucitó” a nuestro Señor Jesús, sino que lo “trajo de vuelta de
los muertos” (versión King James) o que lo “sacó de la muerte” (Nueva Biblia
Española). Esto nos presenta un aspecto de la verdad asombrosamente diferente y
bendito, es decir, la liberación legal del cuerpo de nuestro Fiador, que estaba
prisionero en la muerte.
Cristo fue sometido
a un proceso legal formal. Jehová cargó
sobre él todas las iniquidades de sus elegidos. En consecuencia, la ley divina
lo declaró culpable. Por lo tanto, la justicia divina lo condenó justamente y
lo llevó a prisión. Como él cargaba con la culpa del pecado, Dios estaba airado
con él. Dios lo castigó hasta que pagara toda la pena impuesta por la ley. Pero pagada la deuda, y habiéndosele
infligido la pena establecida por la ley, se satisfizo la justicia y se aplacó
a Dios. Así que, Dios el Padre llegó
a ser “el Dios de paz", tanto para Cristo como para sus representados (Efesios 2:15-18 aboliendo
en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en
ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo
la paz, 16 y mediante la cruz
reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. 17 Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a
vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; 18 porque por medio de él los unos y los otros
tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.). Como la ira de Dios
fue aplacada y su ley fue engrandecida y vindicada (Isaías
42:21 Jehová se complació por amor de su
justicia en magnificar la ley y engrandecerla.). Dios procedió a
exonerar al Fiador, justificándolo y poniéndolo en libertad (Isaías. 50:8 Cercano está
de mí el que me salva; ¿quién contenderá conmigo? Juntémonos. ¿Quién es el
adversario de mi causa? Acérquese a mí.: 1 Timoteo
3:16 E indiscutiblemente, grande es el misterio
de la piedad:
Dios fue manifestado en carne,
Justificado en el Espíritu,
Visto de los ángeles,
Predicado a los gentiles,
Creído en el mundo,
Recibido arriba en gloria.
Tal cual había sido predicho: “Fue tomado de la cárcel y del juicio: ¿y quién contará su
generación? porque fue cortado de la tierra de los vivientes; por la
transgresión de mi pueblo fue herido. (Isaías
53:8, He was taken from prison and from
judgment: and who shall declare his generation? for he was cut off out of the
land of the living: for the transgression of my people was he stricken. versión King James). James Durbam, escribió (1682)
una excelente exposición de Isaías 53 -casi imposible de obtener en la actualidad.
En su exposición, Durham demostró en forma concluyente que Isaías 53:8 describe
la exaltación de Cristo, después de su humillación. Demostró que el término
generación se usa en el sentido de duración o continuación (tal como ocurre en
Josué 22:27, “los que vendrán después” en RV60). “Así como su humillación fue
profunda, también su exaltación fue inefable; no puede ser declarada, ni
concebida adecuadamente siendo su continuación para siempre". Condensando
las palabras de Durham, su análisis de Isaías 53:8 es como sigue:
1. Aquí se afirma algo acerca de Cristo: “fue tomado (o 1evantado') de la cárcel y del juicio.”
2.
Se señala algo que no puede ser expresado: “¿quién declarará su generación
[continuación]?”
3.
Para ambas cosas se ofrece una razón: “porque fue cortado de la tierra de los
vivientes." La cláusula “fue tomado de la cárcel y del juicio” no sólo nos
recuerda que Cristo fue arrestado, mantenido en custodia y llevado a juicio
ante el Sanedrín y los magistrados civiles. Ante todo, nos recuerda que los
rigores de la humillación y del sufrimiento al que fue sometido Cristo, se
debieron a su comparecimiento ante el tribunal de Dios en su calidad de Esposo
y Fiador legal de su pueblo (sus ovejas, Juan. 10:
14,15 Yo soy el
buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, 15 así como el Padre me conoce, y yo conozco al
Padre;(B) y pongo mi vida por las ovejas.). Legalmente
estaba obligado a pagar las deudas del pecado de su pueblo (puesto que había
aceptado voluntariamente ser su esposo): “Por la
rebelión de mi pueblo fue herido…” (Isaías 53:8).
Los envidiosos líderes judíos (y sus seguidores), que con manos impías
crucificaron y golpearon al Príncipe de la vida (Hechos.
2:23 a éste,
entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios,
prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole; Hechos 3:15 y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los
muertos, de lo cual nosotros somos testigos.), no tenían ni la
menor idea de la gran transacción habida entre el Padre y el Hijo, a la cual
ellos ahora daban cumplimiento. Ellos sólo se estaban rebelando contra el Hijo
de David, el popularmente aclamado Rey de Israel (Juan.
1:49 Respondió
Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel.; Juan 12:13 tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle,
y clamaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de
Israel!), y lo hacían de modo
congruente con la preservación de sus propios intereses egoístas como hombres
de poder, riqueza y prestigio entre los judíos. Sin embargo, en su alta traición
contra el Señor de la gloria, a quien no conocían (I
Corintios 1; 18 Porque la palabra de la cruz es locura a
los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de
Dios.), estaban cumpliendo lo
que Dios había determinado (Hechos. 2:23 a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado
conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos,
crucificándole; Hechos 4:25-28 25 que por boca
de David tu siervo dijiste:
¿Por qué se amotinan las gentes,
Y
los pueblos piensan cosas vanas?
26
Se reunieron los reyes de la tierra,
Y
los príncipes se juntaron en uno
Contra el Señor, y contra su Cristo.
27
Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús,
a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de
Israel, 28 para hacer cuanto tu mano y
tu consejo habían antes determinado que sucediera.; Génesis. 50:19,20 Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? 20 Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios
lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho
pueblo). Llevaron a juicio al
Substituto designado como si fuese un criminal común. Se puede tomar la palabra
cárcel (Isaías 53:8) en el sentido más
general de dolores y las angustias de
espíritu que el Señor Jesús padeció bajo la maldición de la ley; y juicio debe
apuntar a la horrenda sentencia que fue pronuncia sobre él. Cristo se refería a
su inminente juicio cuando dijo: “De un bautismo ten
que ser bautizado; y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla!” (Lucas 12:50). Su agonía en el huerto y su grito de
angustia en la cruz pueden atribuir a los dolores y confinamiento en la cárcel.
Finalmente, la tumba fue su prisión.
En la oración
“fue tomado de la cárcel y del juicio” aparece el verbo hebreo laqah, que se
traduce “fue tomado”. Esta palabra a veces significa soltar libertar, como
cuando se libera a un cautivo (Isaías 49:24,25 24 ¿Será quitado el
botín al valiente? ¿Será rescatado el cautivo de un tirano? 25 Pero así dice Jehová: Ciertamente el cautivo
será rescatado del valiente, y el botín será arrebatado al tirano; y tu pleito
yo lo defenderé, y yo salvaré a tus hijos. Jeremías.
37:1 En lugar de Conías hijo de Joacim reinó el
rey Sedequías hijo de Josías, al cual Nabucodonosor rey de Babilonia constituyó
por rey en la tierra de Judá.; Jeremías 39:14
enviaron entonces y tomaron a
Jeremías del patio de la cárcel, y lo entregaron a Gedalías hijo de Ahicam,
hijo de Safán, para que lo sacase a casa; y vivió entre el pueblo.).
El Fiador fue tomado o liberado tanto de la cárcel como de juicio, de modo que
“sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los
muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él.” Romanos 6:9. Cristo
recibió la absolución divina, así como cuando una persona es absuelta por la
corte por haber cumplido su condena. Cristo no solamente recibió absolución,
sino que fue concretamente librado de la prisión, habiendo paga hasta el último
centavo de lo que se le había demandado. Aunque fue llevado la cárcel y a
juicio, cuando cumplió con todas las demandas de la justicia, no pudo ser
detenido allí por más tiempo. El apóstol Pedro lo expresó de siguiente manera:
“Dios lo resucitó, librándolo de las angustias [o
“cuerdas de la muerte], porque era imposible que la muerte lo mantuviera bajo
dominio” (Hechos. 2:24,). Matthew
Henry declara: “Por una orden
extraordinaria del cielo fue sacado de la cárcel del sepulcro; un ángel fue
enviado a quitar la piedra y a ponerlo en libertad, con lo cual fue anulado
revertido el juicio contra él". En este sentido, Thomas Manton
insiste en siguiente: “así como las
palabras anteriores declaran su humillación, sufrimiento y muerte, la cláusula
“y ¿quién declarará su generación?” (Isaías 53: Versión King James) significa: ¿quién declarará la gloria de
su resurrección? Manton afirma correctamente: “Mientras Cristo permaneció en el estado muerte, en realidad era un
prisionero, confinado por la venganza divina, pe cuando nuestro Fiador se
levantó, fue sacado de la cárcel” De manera muy ilustrativa Manton
explica que la fuerza peculiar de la frase “sacó de la muerte ... a nuestro Señor Jesús” (Hebreos 13:20,
Nueva Biblia Española) se explica con
mayor eficacia mediante el porte digno que mostraron los apóstoles cuando, en
una oportunidad, fueron arrojados ilegalmente al calabozo (Hechos 16:22ss. Y se
agolpó el pueblo contra ellos; y los magistrados, rasgándoles las ropas,
ordenaron azotarles con varas.). Al
día siguiente, los magistrados enviaron alguaciles a la prisión para ordenarle
al carcelero que los dejara en libertad. Pero Pablo se rehusó a ser sacado “a
escondidas” (Hechos 16:37 Pero Pablo les dijo: Después de azotarnos
públicamente sin sentencia judicial, siendo ciudadanos romanos, nos echaron en
la cárcel, ¿y ahora nos echan encubiertamente? No, por cierto, sino vengan
ellos mismos a sacarnos.), y permanecieron
allí hasta que los magistrados mismos fueron: “Y
viniendo, les rogaron; y sacándolos, les pidieron que salieran de la ciudad.”
(Hechos. 16:39). Algo similar le ocurrió a
Cristo. El Señor no tuvo necesidad de escaparse de la prisión. Así como Dios lo
había “entregado” a la muerte (Romanos 8:32 El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó
por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?), así
también lo “sacó de la muerte". Manton escribe: En realidad fue la absolución de nuestras
deudas lo que él se dispuso a pagar. Algo similar ocurrió cuando Simeón fue
puesto en libertad. Cuando se cumplieron las condiciones y José quedó
satisfecho al ver a su hermano, “sacó a Simeón a ellos” (Génesis. 43:23 El les respondió: Paz a vosotros, no
temáis; vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os dio el tesoro en vuestros
costales; yo recibí vuestro dinero. Y sacó a Simeón a ellos ). Fue Dios
quien, en su carácter oficial de Juez de todos, puso en libertad justamente a
nuestro Sustituto. Aunque Cristo, como Fiador nuestro, era oficialmente culpable,
siendo condenado por ese motivo, personalmente
era inocente y, por tanto, fue absuelto por su resurrección (Hebreos 4:15 porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de
nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza,
pero sin pecado.; Hebreos
7:26-28 26 Porque tal sumo sacerdote
nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho
más sublime que los cielos; 27 que no
tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero
sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo
hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. 28 Porque la ley constituye sumos sacerdotes a
débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo,
hecho perfecto para siempre. ; Hebreos
9:14 ¿cuánto más la sangre de
Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a
Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios
vivo? ; 1 Pedro
1: 18,19 18 sabiendo que fuisteis
rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros
padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como
de un cordero sin mancha y sin contaminación,).
Al sacar a su
Hijo del sepulcro, Dios estaba diciendo que este Jesús, el verdadero Mesías, no
murió por causa de sus propios pecados, sino por los pecados de otros.
Ahora observemos brevemente que fue en su carácter
de Dios de paz que el Padre actuó cuando “Y el Dios de
paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de
las ovejas, por la sangre del pacto eterno,” (Hebreos
13:20).
La obediencia perfecta y la oblación expiatoria de
Cristo habían cumplido con todos los requerimientos de la ley, habían quitado
las iniquidades de aquellos por quienes habían sido ofrecidas, y habían aplacado
a Dios reconciliándolo con ellos. Mientras se mantuviera el pecado, no podía
haber paz; pero cuando el pecado fue borrado por la sangre del Cordero, Dios fue
hecho propicio. Cristo hizo la paz mediante la sangre que derramó en la cruz” (Colosenses 1:20 y por
medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra
como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su
cruz.), pero mientras permaneció en el sepulcro no hubo de ello
proclamación abierta. Fue cuando Dios sacó Cristo de los muertos que se dio a
conocer al universo que su sacrificio había sido aceptado. Mediante la resurrección de su
Hijo, Dios el Padre declaró públicamente que la enemistad había llegado a su
fin y que la paz se había establecido. Allí estaba la gran evidencia y
la prueba de que Dios estaba en paz con su pueblo. Cristo había conseguido una
paz honorable. “con la mira de manifestar en este
tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es
de la fe de Jesús.” (Romanos 3:26).
Nótese también la relación que Cristo mantenía, cuando Dios lo libró de la
muerte. Dios no lo trató como a una persona particular, sino como a la cabeza
corporativa de su pueblo. Lo trató como al “gran Pastor de las ovejas".
Así, su pueblo fue legalmente librado junto con él, de la prisión de la muerte
(Efesios 1; 5, 6, 7 en
amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de
Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, 6 para alabanza de la gloria de su gracia, con
la cual nos hizo aceptos en el Amado, 7
en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las
riquezas de su gracia,).
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