} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: LA VIDA DE ELÍAS X

domingo, 21 de agosto de 2022

LA VIDA DE ELÍAS X

 


1 Reyes17:19  Él (Elías) le dijo: Dame acá tu hijo. Entonces él lo tomó de su regazo, y lo llevó al aposento donde él estaba, y lo puso sobre su cama

 

            Hemos de considerar ahora uno de los incidentes más notables que se registran en el Antiguo Testamento, esto es, la restauración de la vida del hijo de la viuda de Sarepta. Es un incidente desconcertante para el incrédulo; sin embargo, para el que conoce por experiencia al Señor no hay en él dificultad alguna. Cuando Pablo se defendía ante Agripa, preguntó: “¡¡Qué! ¿Se juzga entre vosotros cosa increíble que Dios resucite a los muertos? (Hechos 26:8). Ahí es donde el creyente pone todo el énfasis: en la absoluta suficiencia de Aquél con el cual trata. Recurrid al Dios vivo, y no importa lo drástica y desesperada de la situación; todas las dificultades desaparecen en seguida, porque no hay nada imposible para Él. El que implantó la vida al principio, y el que puso nuestra alma en vida (Salmo 66:9  Él es quien preservó la vida a nuestra alma, Y no permitió que nuestros pies resbalasen.), puede reavivar a los muertos.

El infiel moderno (como los antiguos Saduceos) puede burlarse de la verdad divinamente revelada de la resurrección, pero el cristiano no. ¿Por qué? Porque ha experimentado en su propia alma el poder vivificador de Dios: fue llevado espiritualmente de la muerte a la vida. Aunque Satanás inyecte dudas viles en su mente, y haga tambalear por un tiempo su confianza en la resurrección del Señor Jesús, recobrará pronto el equilibrio; conoce la bendición de aquella gran verdad, y cuando la gracia le ha librado de nuevo del poder de las tinieblas, exclama con el apóstol: "Cristo vive en mi". Además, cuando nació de nuevo, le fue plantando un principio sobrenatural en el corazón -el principio de la fe que hace que reciba la Escritura Santa con confianza plena de que es, en verdad, la Palabra del que no puede mentir, y por consiguiente, cree todo lo que los profetas dijeron.

Aquí está la razón de que lo que desconcierta y hace tropezar al sabio, sea llano y simple para el cristiano. La preservación de Noé y su familia en el arca; el paso de Israel por el Mar Rojo sin mojarse; el que Jonás sobreviviera en el vientre de la ballena, son hechos que no presentan dificultad alguna para él. Sabe que la Palabra de Dios es infalible, porque la verdad que contiene la ha verificado por propia experiencia. Al haber comprobado por sí mismo que el Evangelio de Cristo es “potencia de Dios para salud”, no tiene motivo para dudar de nada de lo que las Escrituras registran acerca de los prodigios de Su poder en el reino material. El creyente tiene seguridad plena en que nada es demasiado difícil para el Creador de cielos y tierra. No es que sea un cándido intelectual, que acepta crédulamente lo que es completamente contrario a la razón, sino que, en el cristiano, la razón es restaurada a su funcionamiento normal: asegurad que Dios es todopoderoso, y el obrar sobrenatural de Su mano es indudable para él.

. El tema entero de los milagros se reduce, así, a su factor más simple. Se ha escrito gran cantidad de jerga erudita sobre este tema: las leyes de la naturaleza, su suspensión, el actuar de Dios contrario a las mismas, y la naturaleza precisa de un milagro. Por nuestra parte, definimos el milagro como algo que sólo Dios puede efectuar. Al hacerlo así, no desestimamos el poder que Satanás posee, ni dejamos de considerar pasajes tales como Apocalipsis 16:14 pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso. y 19:20 Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre.

 Al que esto escribe, le basta lo que la Sagrada Escritura afirma acerca del Señor: “Al único que hace grandes maravillas, Porque para siempre es su misericordia." (Salmo 136:4). En cuanto a las “señales grandes y prodigios” dados por los falsos cristos y los falsos profetas, su naturaleza y designio son el “engañar” (Mateo 24:24 Porque se levantarán falsos cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos.), por cuanto son "milagros mentirosos” (II Tesalonicenses 2:9 inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos ), como también sus predicaciones son falsas. En esto descansamos: sólo Dios hace grandes maravillas; y por ser Dios, esto es lo que la fe espera de Él.

En el último capítulo nos ocupábamos de la amarga aflicción que sobrevino a la viuda de Sarepta con la muerte repentina de su hijo, y el efecto inmediato que tuvo sobre ella. Profundamente agitada se volvió a Elías y le acusó de ser la causa de su tremenda pérdida. El profeta no replicó ásperamente a la acusación dura e injusta, sino que, por el contrario, dijo con calma: "Dame acá tu hijo”. Fijémonos que no impuso sus manos sobre el muerto de modo autocrático, sino que, cortésmente, pidió que se le trajera el cuerpo. Creemos que el propósito de Elías era calmar la pasión de ella y hacer que creyera “en esperanza contra esperanza” (Romanos 4:18), como Abraham habla hecho mucho antes cuando creyó a Dios, “el cual da vida a los muertos”, por cuanto fue (en parte) en respuesta a su fe que ella recibió a su muerto por resurrección (Hebreos 11:35). "El le dijo: Dame acá tu hijo. Entonces él lo tomó de su regazo, y lo llevó al aposento donde él estaba, y lo puso sobre su cama. (I Reyes 17:19). Ésta era, evidentemente, una habitación superior reservada para el uso personal del profeta, como Eliseo tenía la suya en otro lugar (II Reyes 4:10 Yo te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes, y pongamos allí cama, mesa, silla y candelero, para que cuando él viniere a nosotros, se quede en él.). Se fue allí, pues, en busca de soledad, como Pedro fue a la azotea, y Cristo al huerto. El profeta debía de estar muy oprimido y desconcertado ante el hecho triste que había ocurrido a su anfitriona. Por muy rígido que fuera Elías en el cumplimiento de su deber, tenía un tierno espíritu (como los hombres así de serios tienen por regla general), lleno de benignidad y sensible a las miserias ajenas. Es evidente por lo que sigue, que Elías estaba apenado de que alguien que habla sido tan bondadoso para con él hubiera de ser tan duramente afligido cuando é1 estaba en su hospitalaria morada; y que ella pensara que era responsable de la pérdida que sufría, no haría más que aumentar su tristeza.

No debe perderse de vista que esta dispensación oscura constituyó una prueba real para la fe de Elías. Jehová es el Dios de la viuda y el galardonador de los que favorecen a Su pueblo, sobre todo de los que muestran benevolencia para con Sus siervos. ¿Por qué, pues, había de venir semejante mal sobre la que le ofrecía albergue? ¿No había venido por propio mandato del Señor como mensajero de misericordia para su casa? Es verdad, y había demostrado serlo; empero, ella lo había olvidado bajo el peso de su prueba presente, ya que ahora lo consideraba emisario de la ira, azote de su pecado, y verdugo de su único hijo. Y, peor aún, ¿no pensaría él que el honor de su Señor estaba también empeñado? ¡Que fuera escandalizado el nombre del Señor! ¿No preguntaría la viuda si es así como recompensa Dios a aquellos que favorecen a Sus siervos? Es una bendición el observar la manera como Elías reaccionó ante la prueba. Cuando la viuda preguntó si la muerte de su hijo era debida a su presencia, no se dio a especulaciones carnales, ni intentó resolver el profundo misterio que ahora tenía ante sí y ante ella. En lugar de esto, se retira a su cámara para poder estar solo con Dios y presentarle su perplejidad. Este es el curso que deberíamos seguir siempre, porque el Señor no sólo es "nuestro pronto auxilio en las tribulaciones", sino que su Palabra requiere que le busquemos primeramente, (Mateo 6:33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.).

"Alma mía, en Dios solamente reposa” es aplicable doblemente en el tiempo de la perplejidad y la tristeza. Vana es la ayuda del hombre; sin valor las conjeturas carnales. En la hora de la prueba más aguda, el Salvador se retiró de sus discípulos, y vertió en secreto su corazón al Padre. A la viuda no le era permitido presenciar los ejercicios más hondos del alma del profeta ante su Señor. "   Y clamando a Jehová, dijo: Jehová Dios mío, ¿aun a la viuda en cuya casa estoy hospedado has afligido, haciéndole morir su hijo? ( 1 Reyes 17;20). Hasta entonces, el profeta no había comprendido el significado de ese misterio, pero sí sabía qué hacer ante esa dificultad. Acudió a su Dios y presentó su lamento ante Él. Buscó alivio con gran sinceridad y porfía, razonando humildemente acerca de la muerte del niño. Pero notemos su reverente lenguaje. No preguntó: ¿Por qué has infligido esta funesta disposición sobre nosotros?; sino que dijo: “Jehová Dios mío, ¿aun a la viuda en cuya casa estoy hospedado has afligido, haciéndole morir su hijo? (v. 20). El porqué de ello no era de su incumbencia. No podemos objetar a los caminos del Altísimo ni inquirir con curiosidad en sus consejos secretos. Bástenos saber que el Señor no se equivoca nunca, y que siempre hay un motivo por todo lo que hace; por lo tanto, debemos someternos con mansedumbre a su voluntad soberana. El preguntar "¿Por qué?” es altercar con Dios (Romanos 9:19, 20 Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad?Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así?).

En las palabras de Elías a Dios hallamos, primero, de qué modo se acogió a la relación especial que el Señor sostenía con él: “Jehová Dios mío”, clamó. Ello era una apelación a su interés personal en Dios, por cuanto esas palabras son siempre la expresión de una relación basada en un pacto. Poder decir "Jehová Dios mío” es de más valor que el oro o los rubíes. En segundo lugar, buscó la razón de la calamidad en su causa original: “¿Aun a la viuda en cuya casa yo estoy hospedado has afligido? (v. 20); vio que la muerte hería por mandato divino: “¿Habrá algún mal en la ciudad, el cual Jehová no haya hecho?” (Amós 3:6). Qué consuelo cuando podemos darnos cuenta de que ningún mal puede sobrevenir a los hijos de Dios sino el que É1 les envía. En tercer lugar, alegó la severidad de la aflicción: este mal ha venido, no sólo sobre una mujer, ni siquiera sobre una madre, sino sobre una “viuda”, a quien Tú has socorrido de modo especial. Además, es aquella "en cuya casa yo estoy hospedado”: mí bondadosa bienhechora. " Y se tendió sobre el niño tres veces, y clamó a Jehová y dijo: Jehová Dios mío, te ruego que hagas volver el alma de este niño a él. (1 Reyes 17; 21). ¿Era ésta una prueba de la humildad del profeta? ¡Qué notable que un hombre tan grande gastara tanto tiempo y pensara tanto en esa figura débil, y se pusiera en contacto inmediato con lo que, ceremonialmente, contaminaba! ¿Era una indicación de su propio afecto por el niño, y para mostrar cuán profundamente le habla afectado su muerte? ¿Era una muestra del fervor de su apelación a Dios, como si quisiera, si podía, poner vida en su cuerpo de la vida y el calor del suyo? ¿No parece indicarlo el hecho de que lo hiciera tres veces? ¿Era una señal de lo que Dios haría por su poder y lo que lograría por su gracia al traer a los pecadores de la muerte a la vida, con el Espíritu Santo haciéndoles sombra e impartiéndoles su propia vida? Si así es, ¿no hay aquí algo más que una indicación de que los que Dios usa como instrumentos en la conversión deben venir a ser como niños, descendiendo al nivel de aquellos a los que sirven, en vez de estar sobre un pedestal como si fueran seres superiores? " y clamó a Jehová y dijo: Jehová Dios mío, te ruego que hagas volver el alma de este niño a él” (v. 21).

 Qué prueba de que Elías estaba acostumbrado a esperar bendiciones maravillosas de Dios en respuesta a sus súplicas, considerando que nada era demasiado difícil para Él, nada demasiado grande para conceder en respuesta a la oración. Sin duda, esta petición estaba movida por el Espíritu Santo; con todo, el que el profeta esperara la restauración de la vida al niño era un efecto maravilloso de su fe, por cuanto la Escritura no dice que alguien hubiera sido levantado de los muertos antes de ese tiempo.

Recuerda, lector cristiano, que esto está escrito para nuestra instrucción y aliento: la oración eficaz y ferviente del justo puede mucho. Cuando vamos al trono de la gracia, nos allegamos a un gran Rey; así pues, traigamos peticiones grandes. Cuanto más confía la fe en el poder infinito y en la suficiencia del Señor, más honrado es Él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario