} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS (Capítulo 9; 6-13)

viernes, 5 de agosto de 2022

CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS (Capítulo 9; 6-13)


Romanos 9; 6-13

 6  No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas,

 7  ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia  

 8  Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes.

 9  Porque la palabra de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo.

10  Y no sólo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre

11  (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama),

12  se le dijo: El mayor servirá al menor.

13  Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí

 

         El que los judíos rechazaran y crucificaran a Jesús, el Hijo de Dios, ¿quiere decir que el propósito de Dios quedó frustrado, y fracasado Su plan? Pablo está convencido de que eso no puede ser. De hecho, no todos los judíos rechazaron a Jesús; algunos Le aceptaron, porque no cabe duda que todos Sus primeros seguidores eran judíos, lo mismo que Pablo. «Ahora bien dice-, a lo largo de la historia de Israel vemos el proceso de selección una y otra vez en funcionamiento. Una y otra vez vemos que no eran todos los judíos los que estaban en el designio de Dios. Algunos estaban, y otros no. La línea de la nación con la que Dios contaba, y por medio de la cual obraba para llevar adelante Su plan, no eran todos los descendientes de Abraham. No es la mera descendencia física la que cuenta, sino la selección, la elección de Dios.

Como demostración de esta verdad cita Pablo dos ejemplos de la historia de Israel, y los refuerza con citas bíblicas:

(a) Abraham tuvo dos hijos: Ismael, que le nació de la esclava Agar, e Isaac, que tuvo con su esposa Sara. Los dos eran igualmente descendientes de Abraham. Cuando les nació Isaac, Abraham y Sara eran ya de edad avanzada; tanto es así que, humanamente hablando, ya era imposible que tuvieran un hijo. Cuando Isaac era muchacho, un día Ismael se burló de él; a Sara le dio tanta rabia, que le pidió a Abraham que echara de casa a la esclava y a su hijo, para que Isaac fuera el único heredero. Abraham no quería; pero Dios le dijo que lo hiciera, porque sería la descendencia que tuviera a través de Isaac la que preservaría su nombre (Génesis_21:12  Entonces dijo Dios a Abraham: No te parezca grave a causa del muchacho y de tu sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia.). Ahora bien: Ismael había nacido por un proceso humano natural, mientras que Isaac había nacido en cumplimiento de la promesa de Dios (Génesis18:10-14 10  Entonces dijo: De cierto volveré a ti; y según el tiempo de la vida, he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo.Y Sara escuchaba a la puerta de la tienda, que estaba detrás de él. 11  Y Abraham y Sara eran viejos, de edad avanzada; y a Sara le había cesado ya la costumbre de las mujeres. 12  Se rió, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo? 13  Entonces Jehová dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara diciendo: ¿Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja? 14  ¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo. ). Fue al hijo de la promesa al que se le concedió transmitir la herencia de la elección de Dios. Aquí tenemos la prueba de que no todos los descendientes naturales de Abraham se pueden considerar elegidos. Y dentro de la nación siguió manifestándose la selección y elección de Dios.

(b) Pablo pasa a citar otro ejemplo. Cuando Rebeca, la mujer de Isaac, estaba embarazada, Dios le hizo saber que iba a tener mellizos que serían los patriarcas de dos naciones; pero que, en el tiempo venidero, el que naciera primero serviría y estaría sometido al segundo (Génesis 25:23 y le respondió Jehová:  Dos naciones hay en tu seno,  Y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas;  El un pueblo será más fuerte que el otro pueblo,  Y el mayor servirá al menor. ). Cuando nacieron los mellizos, Esaú nació el primero, y sin embargo la elección de Dios recayó en Jacob; y fue por la línea de Jacob por la que Dios siguió llevando a cabo su plan. Para remachar bien su argumento, Pablo cita Malaquías 1:2-3,  donde Dios le dice al profeta: " 2 Yo os he amado, dice Jehová; y dijisteis: ¿En qué nos amaste? ¿No era Esaú hermano de Jacob? dice Jehová. Y amé a Jacob, 3  y a Esaú aborrecí, y convertí sus montes en desolación, y abandoné su heredad para los chacales del desierto

Pablo sostiene que ser judío es más que formar parte de la descendencia física de Abraham; que el pueblo escogido no es meramente la suma de los descendientes de Abraham, sino que en esa familia se lleva a cabo un proceso de selección a lo largo de la historia. Hasta aquí, un judío aceptaría el argumento de Pablo. Los árabes son los descendientes de Ismael, que fue hijo de Abraham; pero a los judíos no se les pasaría por la cabeza decir que los árabes pertenecían al pueblo escogido. Los edomitas eran los descendientes de Esaú fue es lo que quería decir Malaquías-, y Esaú fue tan hijo de Isaac como Jacob su mellizo; pero a ningún judío se le ocurriría decir que los edomitas tenían parte en el pueblo escogido. Desde el punto de vista judío, Pablo ha demostrado su argumento: había un proceso de elección que se estaba llevando a cabo en la familia de los descendientes de Abraham.

Pablo añade que esa selección no se basa en las obras ni en el mérito. La prueba está en que Jacob fue elegido y Esaú rechazado antes de que naciera ninguno de los dos, cuando estaban en el seno materno. Este argumento sigue siendo válido y concluyente para un judío. Y hasta para nosotros, una gran verdad surge del corazón de este argumento: Todo es de Dios; detrás de todo está Su obrar; aun las cosas que parecen arbitrarias y fortuitas tienen en Él su origen. Nada en el mundo va a la deriva. Tengamos en mente el tipo de Dios que adoramos: es Soberano, no es arbitrario, obra para nuestro bien en todo, es confiable y salva a todos los que creen en El. Cuando entendemos estas cualidades de Dios, concluimos que sus decisiones son buenas aunque no logremos entender todas sus razones.

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