Daniel
9:25
"Entiende y comprende: Desde el instante en que salió la orden de
volver a construir Jerusalén, hasta un Príncipe Mesías, siete semanas y sesenta
y dos semanas, plaza y foso serán reconstruidos, pero en la angustia de los tiempos.
IV. La siguiente
pregunta entonces es si, de acuerdo con esta estimación, el tiempo se puede
determinar con algún grado de precisión. Se encuentra que la fecha de los
decretos de Artajerjes es, según el cómputo común de los cronólogos, 444, 454 o
449 a.C. La suma de 483 años a ellos encontramos que también llegan,
respectivamente, al 39 d.C., al 29 d.C. y al 34 d.C. Uno de estos (29) apenas
varía del tiempo en que el Salvador fue bautizado, a los treinta años de edad;
otro (34) apenas varía desde el momento en que fue ejecutado; y cualquiera de
ellos es tan exacto que la mente de cualquiera que hubiera hecho la estimación
cuando salió la orden de edificar la ciudad, se habría dirigido con gran
precisión a la expectativa del verdadero tiempo de su aparición; y para
aquellos que vivieron cuando él apareció, el tiempo era tan preciso que, en el
cómputo de cualquiera de los métodos predominantes de cronología, habría sido
lo suficientemente claro como para llevarlos a la expectativa de que estaba a
punto de llegar. Sin embargo, se pueden hacer dos o tres comentarios con
respecto a este punto:
(a) Una es que
ahora es, quizás, imposible determinar con precisión precisa el período
histórico de eventos tan remotos. El tiempo no se medía entonces con tanta
precisión como ahora; los eventos actuales no se registraron tan claramente;
las tablas cronológicas no se mantuvieron como ahora; no había un método
uniforme para determinar la duración del año, y los registros se guardaban con
mucha menos seguridad. Esto es manifiesto, porque aun en un hecho tan
importante como la emisión del encomienda de reconstruir la ciudad en tiempo de
Artajerjes, hecho que se supondría de suficiente trascendencia para haber
merecido un registro exacto, al menos entre los judíos. Ahora hay, entre los
mejores cronólogos, una diferencia de diez años en cuanto al cómputo del
tiempo.
(b) Hay una
variación que surge de la diferencia del año lunar o solar -algunas naciones
calculan por el uno, y otras por el otro- y la diferencia entre ellos, en el
período que ahora se considera, sería mayor que lo que ahora ocurre en los
cómputos ordinarios de la cronología.
(c) Hasta que se
determine la duración exacta del año, tal como se entiende entonces, no puede
haber esperanza de fijar el tiempo con la exactitud de un mes o un día; y si se
adopta el entendimiento habitual y general de la duración del año, entonces el
tiempo al que se hace referencia aquí sería tan inteligible que no habría
dificultad en determinar aproximadamente en qué tiempo iba a aparecer el Mesías,
o cuándo apareció en determinando que era él. Esto era todo lo que era
realmente necesario con respecto a la profecía.
(d) Sin embargo,
se ha supuesto que el tiempo se puede distinguir, incluso con estas
desventajas, con casi total precisión. El examen del caso puede verse en
detalle en Hengstenberg, Chris. ii. 394-408. Todos están de acuerdo en que el
comienzo del reinado de Jerjes ocurrió en el año 485 antes de Cristo, y que Artajerjes
murió en el 423. La diferencia concierne sólo al comienzo del reinado de
Ariajerjes. Si eso ocurrió en el año 464 a.C., entonces el problema está
resuelto, pues entonces el decreto del año veinte de Artajerjes ocurriría en el
444 a.C.; y si a eso se suma 483, el resultado es 29 d.C. - una diferencia,
entonces, incluso al contar años enteros y números redondos, de solo un año
entre ese y el tiempo en que Jesús fue bautizado por Juan. La prueba completa
de este punto, sobre el comienzo del reinado de Ariajerjes, se puede ver en
Hengstenberg, como se indicó anteriormente. El argumento, aunque largo, es tan
importante y tan claro que puede insertarse sin falta en este lugar:
“Según la
profecía, el “terminus a quo”, el año veinte de Ariajerjes, se separa desde el
“terminus ad quem”, la aparición pública de Cristo, por un período de sesenta y
nueve semanas de años, o cuatrocientos ochenta y tres años. Si, ahora,
comparamos la historia con esto, debe parecer, incluso a los más prejuiciosos,
en el más alto grado notable, que, entre todas las determinaciones cronológicas
actuales de este período, ninguna difiere en diez años del testimonio de la
profecía. Este asombro debe llegar al punto más alto, cuando se desprende de un
examen preciso de estas determinaciones, que la única entre ellas que es
correcta hace que la profecía y la historia se correspondan entre sí incluso en
un año.
“Felizmente,
para lograr este fin, no estamos obligados a involucrarnos en un laberinto de
investigaciones cronológicas. Nos encontramos, en general, en terreno seguro.
Todos los cronólogos están de acuerdo en que el comienzo del reinado de Jerjes
cae en el año 485 antes de Cristo, la muerte de Artajerjes, en el año 423. La
diferencia se refiere únicamente al año del comienzo del reinado de Artajerjes.
Nuestro problema queda completamente resuelto, cuando hemos demostrado que éste
cae en el año 474 antes de Cristo. Pues entonces el año veinte de Artajerjes es
el año 455 antes de Cristo, según el cómputo habitual:
“Probablemente
nos hubiéramos ahorrado el problema de esta investigación, si el error de un
hombre agudo y la falta de independencia de sus sucesores no hubieran
oscurecido lo que en sí mismo era claro. Según Tucídides, Artajerjes comenzó a
reinar poco antes de la huida de Temístocles a Asia. Engañado por ciertos
argumentos engañosos, que se examinarán más adelante, Dodwell, en el “Annal.
Tucídides”, situó ambos hechos en el año 465 antes de Cristo. La refutación
completa de Vitringa, en el tratado citado, permaneció, por extraño que parezca,
desconocida para los filólogos e historiadores, incluso como parece para los de
Holanda, como Wesseling. El punto de vista de Dodwell, adoptado también por
Corsini en la “Fasta Attica”, se convirtió en el prevaleciente, ante lo cual no
podemos asombrarnos, cuando consideramos cuán rara vez, en los tiempos
modernos, las investigaciones cronológicas en general han sido fundamentales e
independientes; cuando observamos que Poppo, un editor generalmente estimado de
Tucídides, en un grueso volumen titulado "In Thucydidem Commentarii
politici, geograph., chronologici", proporciona, en referencia a este
último, nada más que una reimpresión del edición escolar de las tablas
cronológicas recopiladas de Dodwell, excusándose con un “odio quodam inveterato
totius hujus disciplince”! Clinton también ("Fasti Hellenici, lat. vert.
Kruger", Leipz., 1830), aunque percibe claramente que Dodwell ha
confundido toda la cronología de este período, no ha podido librarse de él en los
puntos más importantes, aunque logró oponerse a él en varios; y así la
confusión se vuelve aún mayor, ya que ahora ya no queda ni la sucesión
cronológica real de eventos, ni la ingeniosamente inventada por Dodwell.
Sin embargo, la
verdad es avanzada por esta creciente confusión. Por ahora se destruye la
armonía introducida por Dodwell en la historia ficticia. El honor, sin embargo,
de haber descubierto de nuevo el verdadero camino, pertenece solo a Kriiger,
quien, después de más de cien años, como un investigador totalmente
independiente, coincide con Vitringa, en el mismo resultado, y en parte en el
empleo de la mismos argumentos. En el agudo tratado “Ueber den Cimonischen
Frieden (en el Archiv f. Philologie und Padagog. von Seebode”, I. 2, p. 205,
ff.) ubica la muerte de Jerjes en el año 474 o 473, y la huida de Temístocles
un año después. Este tratado puede servir para avergonzar a los que rechazan en
masa los fundamentos de nuestra opinión (a cuyo establecimiento vamos ahora),
con la observación de que el autor sólo ha encontrado lo que buscaba.
Cualquiera que no se sienta capaz de emprender independientemente la
investigación, al menos debería ser impedido de condenar, por la circunstancia
de que un erudito, que no tiene otro propósito en vista que dilucidar un
período cronológicamente confuso de la historia griega, da, por el
acontecimiento que sirve para determinar el “terminus a quo” de nuestra
profecía, el año preciso, que pone profecía y cumplimiento en la más exacta
armonía.
“Examinamos
primero los motivos que parecen favorecer la opinión de que el reinado de
Artajerjes comenzó en el año 465.
(1) ‘La huida de
Temístocles debe preceder a la transferencia del dominio de Grecia de Atenas a
Esparta por varios años. Porque esto sucedió durante el sitio de Bizancio,
cuando comenzaron los traicioneros esfuerzos de Pausanias; la huida de
Temístocles, sin embargo, fue consecuencia de la denuncia que se hizo contra él
a partir de los documentos encontrados después de la muerte de Pausanias. Pero
Isócrates dice, en el “Panathenaikos”, que el dominio de los lacedemonios había
durado diez años. La expedición de Jerjes, tomada como el "terminus a
quo", esta transferencia cae en el año 470.' Pero podemos ahorrarnos el
trabajo que Vitringa toma para invalidar este supuesto testimonio de Isoerates,
ya que todos los eruditos recientes, en parte independientes entre sí, están de
acuerdo en que Isócrates habla de un dominio de diez años, no antes, sino
después del de los atenienses (Corny en "Pan". C. 19; Dahlmann,
“Forschungen”, I. p. 45; Kruger, pág. 221; Clinton, pág. 250, ss)
(2) Que
Temístocles en el año 472 todavía estaba en Atenas, infiere Corsini (Fasti Att.
III. p. 180) de AEl. liberación 9, c. 5. Según esto, Temístocles despidió a
Hierón, que venía a los juegos olímpicos, afirmando que quien no había tomado
parte en el mayor peligro, no podía ser partícipe de la alegría. (El hecho
también está relatado por Plutarco.) Ahora, como Hiere, Ol. 75, 3 (478),
comenzó a reinar, sólo el 77 (472) podría estar destinado. Pero, ¿quién no
percibe de inmediato que la referencia a los juegos del Olimpo 76 (476) era
mucho más obvio, ya que la ocurrencia presuponía que el μέγιστος τῶν κινδύνων
megistos tōn kindunōn todavía estaba fresco en el recuerdo?
(3) Según esta
suposición, Jerjes reinaría sólo once años; Artajerjes, por el contrario,
cincuenta y uno. Esto está en oposición al testimonio del “Can. Ptolomeo.”
(comparar al respecto Ideler, I. p. 109, ff.), que le da a Jerjes veintiuno, y
a Artajerjes cuarenta y un años, y de Ctesias, quien le da a Artajerjes
cuarenta y dos años, y de algunos otros escritores; compare los pasajes en Bahr
sobre Ctesias, p. 181. “Ceteris paribus”, este argumento sería totalmente
decisivo. Pero cuando otras autoridades de peso se le oponen, no basta por sí
sola para superarlas. El canon tiene alta autoridad, sólo donde se basa en
observaciones astronómicas, que no es el caso aquí. De lo contrario, se
encuentra en el mismo terreno que todas las demás fuentes históricas. Se
cometió todo el error, tan pronto como sólo un ιά ia en una autoridad antigua
se confundió con un κά ka; porque cuando se atribuyó así a Jerjes un reinado de
veintiún años, siguió necesariamente el acortamiento del reinado de Artajerjes
a cuarenta y un años. Wesseling (sobre Diod. 12, 64) atribuye cuarenta y cinco
años a Artajerjes, rechazando así sin vacilación la autoridad del canon. A
estos argumentos, ya aducidos por otros, adjuntamos los siguientes.
(4) Parece ser
evidente a partir de Ctesias, capítulo 20, que Artajerjes nació un tiempo
considerable después del comienzo del reinado de Jerjes. Ctesias, después de
relatarlo, procede - γαμεῖ δὲ Ξέρξης Ὀνόφα θυγατέρα Αμιστριν καὶ γίνεται αὐτῷ
παῖς Δαρειαῖος, καὶ ἕτερος ματὰ δύο ἔτη Υ̓στασπης, καὶ ἔτι Ἀρταξέρξης gamei de
Xerxē s Onofa thugatera Amistrin kai ginetai autō pais Dareiaios, kai heteros
meta duo etē Ustaspē, kai eti Artajerjes. Si relata los hechos en el verdadero
orden cronológico, Artajerjes en el año 474 a.c. podría haber tenido como
máximo siete años. Por el contrario, sin embargo, todos los relatos concuerdan
en que a la muerte de Jerjes, aunque todavía joven (compárese con Justino, 3,
1), todavía tenía la edad suficiente para ser capaz de reinar por sí mismo. No
debemos contentarnos con la respuesta de que es muy improbable que Jerjes, que
nació a principios del año treinta y seis del reinado de Darío (comparar
Herodes 7, 2), y ya tenía treinta y cuatro o treinta -cinco años a su muerte,
no se casó hasta tan tarde. El mismo Ctesias nos libera del bochorno en el que
nos sumió su inexactitud. Según el capítulo 22, Megabiso ya estaba casado,
antes de la expedición contra Grecia, con una hija de Jerjes, quien, ya
mencionado (capítulo 20), si Ctesias está allí cronológicamente exacto, no
podría haber nacido antes de esa época. Según el capítulo 28, Megabyzus,
inmediatamente después del regreso de Jerjes de Grecia, se quejó ante él de la
vergonzosa conducta de esta esposa suya.
(5) No puede haber
duda de que el Asuero del libro de Ester es el mismo que Jerjes. Pero allí se
menciona expresamente el año doce de este rey, Ester 3:7 En el mes primero, que es el mes de Nisán, en el año
duodécimo del rey Asuero, fue echada Pur, esto es, la suerte, delante de Amán,
de día en día y de mes en mes; y salió el mes duodécimo, que es el mes de Adar,
y los eventos relatados en el siguiente contexto caen, en parte, hacia el final
del mismo año. Pero esta dificultad se desvanece, tan pronto como incluimos los
años de la corregencia de Jerjes con Darío. Según el relato de la caída en
Herodoto 7, capítulos 2-4, Jerjes, dos años antes de la muerte de Darío, fue
establecido por él como rey: comparar e. ej., capítulo 4 - ἀπέδεξε δὲ βασιλῆα
Πέρσῃσι Δαρεῖος Ξέρξεα apedexe de basilēa Persēsi Dareios Xerxea. De la
costumbre de los escritores hebreos de incluir los años de una corregencia,
donde existió, tenemos un ejemplo notable en el relato de Nabucodonosor
(comparar Bietr. I. p. 63). Pero encontramos incluso en el mismo libro de Ester
claras indicaciones de este modo de cálculo. El relato de la gran fiesta Ester
1 es puesto en su verdadera luz por esta suposición. La ocasión de ello fue el
comienzo real del reinado de Jerjes, aunque no necesitamos en esta cuentat
excluir, lo que hasta ahora se ha considerado como el objeto exclusivo,
consultas con los nobles respecto de las expediciones a emprender. Lo que se
relata Ester 2:16 (Fue, pues, Ester llevada al rey
Asuero a su casa real en el mes décimo, que es el mes de Tebet, en el año
séptimo de su reinado.) entonces cae precisamente en el tiempo del
regreso de Jerjes de Grecia, mientras que por lo demás, y esto se atiende con
dificultad, unos dos años después de ese evento. (Continuará)
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