} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: LIBRO DE DANIEL Capítulo 9; 25 (Quinta parte)

jueves, 8 de junio de 2023

LIBRO DE DANIEL Capítulo 9; 25 (Quinta parte)


Daniel  9:25  "Entiende y comprende: Desde el instante en que salió la orden de volver a construir Jerusalén, hasta un Príncipe Mesías, siete semanas y sesenta y dos semanas, plaza y foso serán reconstruidos, pero en la angustia de los tiempos.

 

IV. La siguiente pregunta entonces es si, de acuerdo con esta estimación, el tiempo se puede determinar con algún grado de precisión. Se encuentra que la fecha de los decretos de Artajerjes es, según el cómputo común de los cronólogos, 444, 454 o 449 a.C. La suma de 483 años a ellos encontramos que también llegan, respectivamente, al 39 d.C., al 29 d.C. y al 34 d.C. Uno de estos (29) apenas varía del tiempo en que el Salvador fue bautizado, a los treinta años de edad; otro (34) apenas varía desde el momento en que fue ejecutado; y cualquiera de ellos es tan exacto que la mente de cualquiera que hubiera hecho la estimación cuando salió la orden de edificar la ciudad, se habría dirigido con gran precisión a la expectativa del verdadero tiempo de su aparición; y para aquellos que vivieron cuando él apareció, el tiempo era tan preciso que, en el cómputo de cualquiera de los métodos predominantes de cronología, habría sido lo suficientemente claro como para llevarlos a la expectativa de que estaba a punto de llegar. Sin embargo, se pueden hacer dos o tres comentarios con respecto a este punto:

(a) Una es que ahora es, quizás, imposible determinar con precisión precisa el período histórico de eventos tan remotos. El tiempo no se medía entonces con tanta precisión como ahora; los eventos actuales no se registraron tan claramente; las tablas cronológicas no se mantuvieron como ahora; no había un método uniforme para determinar la duración del año, y los registros se guardaban con mucha menos seguridad. Esto es manifiesto, porque aun en un hecho tan importante como la emisión del encomienda de reconstruir la ciudad en tiempo de Artajerjes, hecho que se supondría de suficiente trascendencia para haber merecido un registro exacto, al menos entre los judíos. Ahora hay, entre los mejores cronólogos, una diferencia de diez años en cuanto al cómputo del tiempo.

(b) Hay una variación que surge de la diferencia del año lunar o solar -algunas naciones calculan por el uno, y otras por el otro- y la diferencia entre ellos, en el período que ahora se considera, sería mayor que lo que ahora ocurre en los cómputos ordinarios de la cronología.

(c) Hasta que se determine la duración exacta del año, tal como se entiende entonces, no puede haber esperanza de fijar el tiempo con la exactitud de un mes o un día; y si se adopta el entendimiento habitual y general de la duración del año, entonces el tiempo al que se hace referencia aquí sería tan inteligible que no habría dificultad en determinar aproximadamente en qué tiempo iba a aparecer el Mesías, o cuándo apareció en determinando que era él. Esto era todo lo que era realmente necesario con respecto a la profecía.

(d) Sin embargo, se ha supuesto que el tiempo se puede distinguir, incluso con estas desventajas, con casi total precisión. El examen del caso puede verse en detalle en Hengstenberg, Chris. ii. 394-408. Todos están de acuerdo en que el comienzo del reinado de Jerjes ocurrió en el año 485 antes de Cristo, y que Artajerjes murió en el 423. La diferencia concierne sólo al comienzo del reinado de Ariajerjes. Si eso ocurrió en el año 464 a.C., entonces el problema está resuelto, pues entonces el decreto del año veinte de Artajerjes ocurriría en el 444 a.C.; y si a eso se suma 483, el resultado es 29 d.C. - una diferencia, entonces, incluso al contar años enteros y números redondos, de solo un año entre ese y el tiempo en que Jesús fue bautizado por Juan. La prueba completa de este punto, sobre el comienzo del reinado de Ariajerjes, se puede ver en Hengstenberg, como se indicó anteriormente. El argumento, aunque largo, es tan importante y tan claro que puede insertarse sin falta en este lugar:

“Según la profecía, el “terminus a quo”, el año veinte de Ariajerjes, se separa desde el “terminus ad quem”, la aparición pública de Cristo, por un período de sesenta y nueve semanas de años, o cuatrocientos ochenta y tres años. Si, ahora, comparamos la historia con esto, debe parecer, incluso a los más prejuiciosos, en el más alto grado notable, que, entre todas las determinaciones cronológicas actuales de este período, ninguna difiere en diez años del testimonio de la profecía. Este asombro debe llegar al punto más alto, cuando se desprende de un examen preciso de estas determinaciones, que la única entre ellas que es correcta hace que la profecía y la historia se correspondan entre sí incluso en un año.

“Felizmente, para lograr este fin, no estamos obligados a involucrarnos en un laberinto de investigaciones cronológicas. Nos encontramos, en general, en terreno seguro. Todos los cronólogos están de acuerdo en que el comienzo del reinado de Jerjes cae en el año 485 antes de Cristo, la muerte de Artajerjes, en el año 423. La diferencia se refiere únicamente al año del comienzo del reinado de Artajerjes. Nuestro problema queda completamente resuelto, cuando hemos demostrado que éste cae en el año 474 antes de Cristo. Pues entonces el año veinte de Artajerjes es el año 455 antes de Cristo, según el cómputo habitual:

“Probablemente nos hubiéramos ahorrado el problema de esta investigación, si el error de un hombre agudo y la falta de independencia de sus sucesores no hubieran oscurecido lo que en sí mismo era claro. Según Tucídides, Artajerjes comenzó a reinar poco antes de la huida de Temístocles a Asia. Engañado por ciertos argumentos engañosos, que se examinarán más adelante, Dodwell, en el “Annal. Tucídides”, situó ambos hechos en el año 465 antes de Cristo. La refutación completa de Vitringa, en el tratado citado, permaneció, por extraño que parezca, desconocida para los filólogos e historiadores, incluso como parece para los de Holanda, como Wesseling. El punto de vista de Dodwell, adoptado también por Corsini en la “Fasta Attica”, se convirtió en el prevaleciente, ante lo cual no podemos asombrarnos, cuando consideramos cuán rara vez, en los tiempos modernos, las investigaciones cronológicas en general han sido fundamentales e independientes; cuando observamos que Poppo, un editor generalmente estimado de Tucídides, en un grueso volumen titulado "In Thucydidem Commentarii politici, geograph., chronologici", proporciona, en referencia a este último, nada más que una reimpresión del edición escolar de las tablas cronológicas recopiladas de Dodwell, excusándose con un “odio quodam inveterato totius hujus disciplince”! Clinton también ("Fasti Hellenici, lat. vert. Kruger", Leipz., 1830), aunque percibe claramente que Dodwell ha confundido toda la cronología de este período, no ha podido librarse de él en los puntos más importantes, aunque logró oponerse a él en varios; y así la confusión se vuelve aún mayor, ya que ahora ya no queda ni la sucesión cronológica real de eventos, ni la ingeniosamente inventada por Dodwell.

Sin embargo, la verdad es avanzada por esta creciente confusión. Por ahora se destruye la armonía introducida por Dodwell en la historia ficticia. El honor, sin embargo, de haber descubierto de nuevo el verdadero camino, pertenece solo a Kriiger, quien, después de más de cien años, como un investigador totalmente independiente, coincide con Vitringa, en el mismo resultado, y en parte en el empleo de la mismos argumentos. En el agudo tratado “Ueber den Cimonischen Frieden (en el Archiv f. Philologie und Padagog. von Seebode”, I. 2, p. 205, ff.) ubica la muerte de Jerjes en el año 474 o 473, y la huida de Temístocles un año después. Este tratado puede servir para avergonzar a los que rechazan en masa los fundamentos de nuestra opinión (a cuyo establecimiento vamos ahora), con la observación de que el autor sólo ha encontrado lo que buscaba. Cualquiera que no se sienta capaz de emprender independientemente la investigación, al menos debería ser impedido de condenar, por la circunstancia de que un erudito, que no tiene otro propósito en vista que dilucidar un período cronológicamente confuso de la historia griega, da, por el acontecimiento que sirve para determinar el “terminus a quo” de nuestra profecía, el año preciso, que pone profecía y cumplimiento en la más exacta armonía.

“Examinamos primero los motivos que parecen favorecer la opinión de que el reinado de Artajerjes comenzó en el año 465.

(1) ‘La huida de Temístocles debe preceder a la transferencia del dominio de Grecia de Atenas a Esparta por varios años. Porque esto sucedió durante el sitio de Bizancio, cuando comenzaron los traicioneros esfuerzos de Pausanias; la huida de Temístocles, sin embargo, fue consecuencia de la denuncia que se hizo contra él a partir de los documentos encontrados después de la muerte de Pausanias. Pero Isócrates dice, en el “Panathenaikos”, que el dominio de los lacedemonios había durado diez años. La expedición de Jerjes, tomada como el "terminus a quo", esta transferencia cae en el año 470.' Pero podemos ahorrarnos el trabajo que Vitringa toma para invalidar este supuesto testimonio de Isoerates, ya que todos los eruditos recientes, en parte independientes entre sí, están de acuerdo en que Isócrates habla de un dominio de diez años, no antes, sino después del de los atenienses (Corny en "Pan". C. 19; Dahlmann, “Forschungen”, I. p. 45; Kruger, pág. 221; Clinton, pág. 250, ss)

(2) Que Temístocles en el año 472 todavía estaba en Atenas, infiere Corsini (Fasti Att. III. p. 180) de AEl. liberación 9, c. 5. Según esto, Temístocles despidió a Hierón, que venía a los juegos olímpicos, afirmando que quien no había tomado parte en el mayor peligro, no podía ser partícipe de la alegría. (El hecho también está relatado por Plutarco.) Ahora, como Hiere, Ol. 75, 3 (478), comenzó a reinar, sólo el 77 (472) podría estar destinado. Pero, ¿quién no percibe de inmediato que la referencia a los juegos del Olimpo 76 (476) era mucho más obvio, ya que la ocurrencia presuponía que el μέγιστος τῶν κινδύνων megistos tōn kindunōn todavía estaba fresco en el recuerdo?

(3) Según esta suposición, Jerjes reinaría sólo once años; Artajerjes, por el contrario, cincuenta y uno. Esto está en oposición al testimonio del “Can. Ptolomeo.” (comparar al respecto Ideler, I. p. 109, ff.), que le da a Jerjes veintiuno, y a Artajerjes cuarenta y un años, y de Ctesias, quien le da a Artajerjes cuarenta y dos años, y de algunos otros escritores; compare los pasajes en Bahr sobre Ctesias, p. 181. “Ceteris paribus”, este argumento sería totalmente decisivo. Pero cuando otras autoridades de peso se le oponen, no basta por sí sola para superarlas. El canon tiene alta autoridad, sólo donde se basa en observaciones astronómicas, que no es el caso aquí. De lo contrario, se encuentra en el mismo terreno que todas las demás fuentes históricas. Se cometió todo el error, tan pronto como sólo un ιά ia en una autoridad antigua se confundió con un κά ka; porque cuando se atribuyó así a Jerjes un reinado de veintiún años, siguió necesariamente el acortamiento del reinado de Artajerjes a cuarenta y un años. Wesseling (sobre Diod. 12, 64) atribuye cuarenta y cinco años a Artajerjes, rechazando así sin vacilación la autoridad del canon. A estos argumentos, ya aducidos por otros, adjuntamos los siguientes.

(4) Parece ser evidente a partir de Ctesias, capítulo 20, que Artajerjes nació un tiempo considerable después del comienzo del reinado de Jerjes. Ctesias, después de relatarlo, procede - γαμεῖ δὲ Ξέρξης Ὀνόφα θυγατέρα Αμιστριν καὶ γίνεται αὐτῷ παῖς Δαρειαῖος, καὶ ἕτερος ματὰ δύο ἔτη Υ̓στασπης, καὶ ἔτι Ἀρταξέρξης gamei de Xerxē s Onofa thugatera Amistrin kai ginetai autō pais Dareiaios, kai heteros meta duo etē Ustaspē, kai eti Artajerjes. Si relata los hechos en el verdadero orden cronológico, Artajerjes en el año 474 a.c. podría haber tenido como máximo siete años. Por el contrario, sin embargo, todos los relatos concuerdan en que a la muerte de Jerjes, aunque todavía joven (compárese con Justino, 3, 1), todavía tenía la edad suficiente para ser capaz de reinar por sí mismo. No debemos contentarnos con la respuesta de que es muy improbable que Jerjes, que nació a principios del año treinta y seis del reinado de Darío (comparar Herodes 7, 2), y ya tenía treinta y cuatro o treinta -cinco años a su muerte, no se casó hasta tan tarde. El mismo Ctesias nos libera del bochorno en el que nos sumió su inexactitud. Según el capítulo 22, Megabiso ya estaba casado, antes de la expedición contra Grecia, con una hija de Jerjes, quien, ya mencionado (capítulo 20), si Ctesias está allí cronológicamente exacto, no podría haber nacido antes de esa época. Según el capítulo 28, Megabyzus, inmediatamente después del regreso de Jerjes de Grecia, se quejó ante él de la vergonzosa conducta de esta esposa suya.

(5) No puede haber duda de que el Asuero del libro de Ester es el mismo que Jerjes. Pero allí se menciona expresamente el año doce de este rey, Ester 3:7 En el mes primero, que es el mes de Nisán, en el año duodécimo del rey Asuero, fue echada Pur, esto es, la suerte, delante de Amán, de día en día y de mes en mes; y salió el mes duodécimo, que es el mes de Adar, y los eventos relatados en el siguiente contexto caen, en parte, hacia el final del mismo año. Pero esta dificultad se desvanece, tan pronto como incluimos los años de la corregencia de Jerjes con Darío. Según el relato de la caída en Herodoto 7, capítulos 2-4, Jerjes, dos años antes de la muerte de Darío, fue establecido por él como rey: comparar e. ej., capítulo 4 - ἀπέδεξε δὲ βασιλῆα Πέρσῃσι Δαρεῖος Ξέρξεα apedexe de basilēa Persēsi Dareios Xerxea. De la costumbre de los escritores hebreos de incluir los años de una corregencia, donde existió, tenemos un ejemplo notable en el relato de Nabucodonosor (comparar Bietr. I. p. 63). Pero encontramos incluso en el mismo libro de Ester claras indicaciones de este modo de cálculo. El relato de la gran fiesta Ester 1 es puesto en su verdadera luz por esta suposición. La ocasión de ello fue el comienzo real del reinado de Jerjes, aunque no necesitamos en esta cuentat excluir, lo que hasta ahora se ha considerado como el objeto exclusivo, consultas con los nobles respecto de las expediciones a emprender. Lo que se relata Ester 2:16 (Fue, pues, Ester llevada al rey Asuero a su casa real en el mes décimo, que es el mes de Tebet, en el año séptimo de su reinado.) entonces cae precisamente en el tiempo del regreso de Jerjes de Grecia, mientras que por lo demás, y esto se atiende con dificultad, unos dos años después de ese evento. (Continuará)

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