SU POSICIÓN PROMOVIDA
Nombre reconocido, propiedad redimida y posición promovida, son algunas de las bendiciones que disfruta esta humilde y valerosa mujer. Es interesante que se legisle a favor de las dos. Ambas, son beneficiarias del cuidado, misericordia y bendición de Booz. Las leyes son aplicadas para favorecer a las mujeres que han sido afectadas por situaciones normales de la providencia. En este sentido, las dos disfrutan de los beneficios de la tierra, la familia, la descendencia y la redención. De desconocidas y marginales mujeres, pasan a ser protagonistas. Su historia periférica se constituye en eje de la vida de Israel y centro de la historia de redención. Su nombre es reconocido y recordado, su propiedad restaurada para su disfrute y bendición, su posición promovida a los más altos niveles.
De viudas son promovidas a casadas. De pobres a ricas. De amargadas a gozosas. De vacías a llenas. De estériles a fructíferas. De desconocidas a bien conocidas. De solas a acompañadas. La posición de ellas, es puesta en los lugares más altos de la ciudad, de Judá, de Israel, y de la historia de la salvación. El capítulo cuatro, comienza contándonos como Booz sube y se sienta en un lugar de justicia. Sube a este lugar con estas mujeres en la memoria. Sus rostros, sus historias, sus problemas, son considerados en este lugar de justicia. “Noemí, que ha vuelto del campo de Moab…” (3). Se relaciona su nombre al comienzo de la diligencia pública, como regresando de los campos de Moab. En este sentido, su nombre se asocia con el destierro, las pérdidas, la aflicción, la amargura y la miseria, según ella misma lo manifestó audiblemente en el capítulo uno.
Su nombre se relaciona con sus circunstancias de dolor y depresión, con las cuales regresa de Moab. Luego la relacionan con su difunto esposo. Su relación en consecuencia, es con su dolor y los muertos. No tiene identidad propia. Su identidad es puesta en relación a terceras personas y a circunstancias nada alentadoras.
Luego se relaciona su nombre y posición en asocio a Rut una mujer extranjera, viuda y desposeída. “…mano de Noemí, debes tomar también a Rut la moabita, mujer del difunto, para que restaures el nombre del muerto sobre su posesión” (5). Las mujeres de la narración, no tienen posición digna y renombrada entre la sociedad de Belén. Son insignificantes, pobres y solas. Por tanto, su posición siempre se presenta en sociedad a las circunstancias que las aquejan, mortifican y afrentan. Sus nombres se relacionan con el dolor, las muertes, sus soledades y amarguras. Eso las une y las identifica.
Al concluirse el caso legal, nuevamente se relacionan con muertos, tierras, y con ese sobrenombre que a lo largo del libro se le da, el cual la ubica como una extranjera; la moabita. “…Vosotros sois testigos hoy, de que he adquirido de mano de Noemí todo lo que fue de Elimelec, y todo lo que fue de Quelión y de Mahlón. Y que también tomo por mi mujer a Rut la moabita, mujer de Mahlón, para restaurar el nombre del difunto sobre su heredad, para que el nombre del muerto no se borre de entre sus hermanos y de la puerta de su lugar. Vosotros sois testigos hoy” (Rut 4; 9-10). Las dos mujeres están permanentemente asociadas con sus trágicas circunstancias, los muertos y las tierras.
Luego, al cierre de la escena, su nombre es omitido en la bendición de los ancianos del pueblo. Ella es considerada mujer. Se declara que sea fructífera, que la casa de ellos sea duradera y su descendencia sea fuerte, renombrada e ilustre. “…Jehová haga a la mujer que entra en tu casa…” (11). La bendición es significativa, en cuanto se pide para ellos que sean fructíferos y bendecidos con su descendencia. Parece que los ancianos de Belén están pensando en la bendición para Israel, más que para Rut y Noemí. Por tanto, la llaman mujer. Es de la mujer, que sale la simiente procreadora. A ella se le dio el don de dar vida y su simiente es señal de esperanza y posteridad, según la primera promesa de redención. “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3:15).
Es interesante, con relación a la posición de ellas promovida, como al final del capítulo hay manifestaciones públicas, donde se pronuncian bendiciones, profecías y alabanzas para Rut y su descendencia. En esta parte del escrito, el nombre de ella es promovido y asociado en sentido diferente a como se ha presentado en el libro. “…como a Raquel y a Lea, las cuales edificaron la casa de Israel… Y sea tu casa como la casa de Fares, el que Tamar dio a luz a Judá, por la descendencia que de esa joven te dé Jehová” (Rut 4; 11-12). Ya no es relacionada con las circunstancias pasajeras, naturales y familiares, sino con su procedencia. Su nueva relación es con mujeres de la historia redentora de Israel. Con las matriarcas de Israel, de donde provienen príncipes renombrados e históricos hombres.
Su nombre resuena no en la periferia, ni con los personajes laterales del relato, como hasta ahora. En esta instancia, su nombre es elevado, a la categoría de las mujeres más reconocidas, ilustres y amadas de Israel. Son dos los pares de personajes de la antigüedad los cuales se asocia. Raquel y Lea; Tamar y Judá. Los pares de personajes, son ilustres en la historia israelita, por su relación con las descendencia del pueblo escogido y por el matrimonio leviritico. En consecuencia, su nombre no es anónimo, ni marginal.
El nombre de la mujer, ahora suena y resuena con los más altos acordes históricos de la nación. Antes su nombre esta asociado a personajes pasajeros como criados, mujeres, muertos, segadores, hombres en la ciudad, mayordomo, incluido un fulano pariente. Sin embargo, su posición ha sido promovida por la gracia del Señor. Su asocio con las grandes mujeres y personajes de la historia de Israel, hacen que su posición, se establezca como un icono para las futuras generaciones y señal de salvación y esperanza para la nación. Esta relación, pone de manifiesto una idea salvifica.
Posteriormente, su posición se relaciona con la vida matrimonial. Allí recobra su nombre propio sin ninguna comparación o asociación con su procedencia o circunstancias. “Booz, pues, tomó a Rut, y ella fue su mujer; y se llegó a ella, y Jehová le dio que concibiese y diese a luz un hijo” (13). Aquí es una mujer de nombre Rut. Sencillamente es Rut. Es relacionada por la bendición que Dios le da de tener hijos. Es asociada con la vida, la posteridad, la fertilidad, la bendición del Todopoderoso. En la primera parte, ella y su suegra están asociadas a la muerte y falta de hijos. Incluso Noemí es asociada a su incapacidad para tener hijos, y a sus nueras en la resignación a quedarse sin esposo y sin hijos. Sin embargo, termina el libro promoviendo notablemente la posición e identidad de ellas, al punto culminante de ser relacionadas con la gran bendición del Señor.
A la entrada a Belén, Noemí expresa que Dios ha salido contra ella y la tiene con las manos vacías. En el final de la historia, se narra que el Todopoderoso Dios, mencionado por Noemí en el capítulo uno, ha visitado a Rut para darle un hijo. Las dos visitas y acciones directamente asignadas a Dios en el libro se relacionan con el pan y la vida. De esta manera, su nombre, posición, realidad, identidad y vida son promovidos y puestos en lo más alto de la historia y vida en Belén. Las visitas de Dios son para responder poderosa y milagrosamente a las dos tragedias que se presentan en el inicio del libro.
Las mujeres que aceptan y reconocen la amargura de Noemí en su entrada a Belén, son las que reconocen ahora la dulzura de su nombre, por la bendición del Señor. Ellas mismas invocan al dador del pan y la vida y por tanto de la dulzura a estas viudas. “Y las mujeres decían a Noemí: Loado sea Jehová, que hizo que no te faltase hoy pariente, cuyo nombre será celebrado en Israel” (14). El nombre de la amargada Noemí es promovido a ser pariente de un nombre celebrado en Israel. Es asociado su nombre a las mieles de la gloria, por ser pariente de un renombrado e ilustre hombre en Israel; David y Cristo.
Nuevamente su nombre tiene relación con la salvación, redención y esperanza. Como han cambiado las cosas. Del estado depresivo, frustrante y amargado con el cual regreso a Belén se ha cambiado a la felicidad, realización y hermosura. “…el cual será restaurador de tu alma, y sustentará tu vejez; pues tu nuera, que te ama, lo ha dado a luz; y ella es de más valor para ti que siete hijos” (16). La restauración, edificación y construcción de nueva vida, relaciones y nación se hacen evidentes por la presencia de este niño.
De igual manera, el nombre de Rut es asociado nuevamente por su parentesco con Noemí, su nuera; y por su fertilidad, como madre. Se dice de Rut que es más valiosa para Noemí que siete hijos. Se habla de la plenitud de la bendición familiar y de la familia. Una familia plena, completa y realizada, se da en esta comparación, relacionando a las dos mujeres y la gracia de Dios. Así como comienza la narración con las dos mujeres en circunstancias similares, termina el escrito con las dos juntas, asociadas e íntimamente relacionadas en situaciones similares pero distintas. Ahora las une la bendición, abundancia, alimento, familia, hijo y su posición eminentemente promovida para el bien de la nación.
El nombre de Noemí desaparece de la narración, en relación al hijo que ha nacido, él cual ella considera como su hijo. También, esta asociado con labores de crianza, enseñanza y preparación. “Y tomando Noemí el hijo, lo puso en su regazo, y fue su aya” (16). Se encarga de cuidar a este hijo que es siervo. No renuncia a su condición de mujer y su carácter maternal. Comienza con hijos y termina con hijo.
Su nieto esta emparentado con el futuro rey David, del cual nacería el Salvador. El nombre de esta mujer extranjera y de su suegra Noemí, quedan de esta forma en su lugar más prominente. La razón no es de ellas mismas. Lo único que hace que ellas vivan y sean exaltadas como mujeres, es en relación al acto de redención, al hijo que ha nacido y a la noticia de la venida del rey más grande de Israel. De esta forma, podemos concluir diciendo, que el nombre de estas mujeres humildes, sencillas y menesterosas, termina siendo puesto en los lugares más altos de la historia, la vida y la salvación eterna.
La promoción del nombre de ellas, es muy significativo y alentador. Tanto así, que este libro se sigue leyendo en la fiesta de las cosechas. Su importancia radica en la acción directa y providente de Dios para guiar la historia, gobernar las circunstancias y cumplir su voluntad. Una de las razones por las cuales se leía en la fiesta del Pentecostés. Además, nos plantea una razón y forma de leerlo en nuestros días.
El libro de RUT puede leerse todo él como una historia que justifica el origen misericordioso de la dinastía de David, y por tanto de la genealogía de Jesús. Por tanto podemos dividirlo en dos partes, un largo preludio y la meta hacia la que se encaminan todos los sucesos de ese preludio. En el preludio, concurren las circunstancias de un determinado momento histórico, la fidelidad que permite dar humanidad a la implacable marcha de los hechos, el azar y la misma ley, en su cumplimiento (levirato) y en su incumplimiento (Rut es una extranjera). Todas estas fuerzas convergen en un desenlace que da comienzo a una otra historia que no se cuenta, pero que está formada por los mismos ingredientes de misericordia, solidaridad, acompañamiento de Dios con los débiles... la historia de Jesús de Nazaret.
De esta forma, llegamos al final del estudio de esta apasionante historia real. En el contexto salvífico, podemos ver en el libro de Rut la figura de la iglesia de los gentiles.
Es posible hacer una comparación entre Cristo y su iglesia. Así como Booz, se ofreció como esposo para Rut, en cumplimiento de la ley del levirato; también Cristo, se ofreció libre y voluntariamente por la iglesia de los gentiles. Esta interpretación da la apertura al evangelio cristiano para todas las naciones. Su nombre es puesto y arraigado en la misma genealogía del Salvador. En este sentido, la ascendencia biológica de Jesús, incluye a esta mujer extranjera, como parte de la línea humana de donde provino el Salvador.
Después de un buen recorrido por las líneas del libro de Rut, llegamos al final. Este tiempo ha sido enriquecedor, en la medida que nos ha permitido ahondar en aspectos bíblicos, históricos, teológicos, pastorales, pedagógicos, gramaticales, contextuales y escatológicos relacionados con este corto pero significativo libro de la Biblia. Su análisis en la perspectiva teológica y pastoral, nos ha permitido aclarar conceptos, definir posturas, establecer paralelos y fortalecer nuestro quehacer pastoral.
El estudio de este libro ha sido una gran contribución para identificar elementos básicos para el quehacer pastoral con personas viudas, extranjeras, mujeres, inmigrantes, desplazados, ancianas, entre otros. La comprensión de estos grupos sociales y fenómenos contextuales, nos ha llevado a una reflexión sobre sus realidades y meditar en las dinámicas de vida cristiana, para incluirlas en nuestras agendas de trabajo y ministerio eclesial.
La afirmación de valores, principios bíblicos y formas de ministerio, nos sensibilizan hacia el servicio abnegado para ellos y la apropiación de los recursos legales, pastorales y pedagógicos para su desarrollo y bienestar. Desde la óptica teológica hemos podido profundizar en la forma como Dios se presenta en cada momento de la historia de la humanidad. Su carácter, perfecciones, dinámicas de acción y providencia, han sido altamente significativas y alentadores en el transcurso del curso de Rut.
Por medio de la perspectiva pastoral, se nos ha facilitado la comprensión del accionar cuidadoso, protector, redentor y misericordioso del Señor a favor de su pueblo. La bendición, misericordia, fidelidad y provisión han sido tratadas y estudiadas en detalle para reconocer la justicia y el amor de Dios a favor de sus hijos, a los cuales les da su cobijo, sin ningún merecimiento de parte de ellos. Los fenómenos sociales han sido vistos como eslabones del cuidado pastoral del Señor para sus elegidos. De esta forma, su accionar esta enmarcado dentro de la realidad, contexto y cotidianidad.
Entender, disfrutar, deleitarnos y confiar en la voluntad de Dios, es un tanto difícil. Sin embargo, este libro nos ha planteado desafíos de comprensión de nuestras propias realidades como cristianos y nos ha establecido un desafío de trabajo a favor de quienes enfrentan situaciones económicas, sociales, legales, familiares, emocionales, y espirituales similares a las que enfrentan los protagonistas de la historia.
La actuación principal del libro y la más protagónica es la de Dios. Su omnipresencia, poderío, señorío, omnisciente y providente comienzan y terminan la obra. Cada momento, circunstancia, etapa, pensamiento y decisión esta siendo milagrosamente dirigido, guiado y establecido por su soberanía. De esta forma, hemos podido concluir que la soberanía y providencia de Dios no se contradicen, si no que son una la expresión de la otra. Además, meditamos en las implicaciones, desafíos, resultados y compromiso de la responsabilidad humana. En este sentido, para muchos, los protagonistas de la historia no es Dios si no Noemí y Rut. Lo que si podemos decir, es que ellas, junto a Booz, están siendo capacitados para ejercer la responsabilidad humana, frente a la voluntad divina. En este sentido, soberanía de Dios y responsabilidad humana quedan articuladas en toda la narración, hasta llevarnos a los buenos resultados al final de la carta.
El estudio del libro de Rut, tiene elementos simbólicos, Cristológicos y escatológicos muy significativos. Una de las razones que hace que sus personajes, descansen y confíen en el Señor a pesar de las circunstancias adversas y trágicas que están viviendo, es la seguridad de la redención. De esta forma, tomamos elementos alegóricos y simbólicos para establecer dinámicas de dependencia espiritual y principios de confianza y descanso en la siempre buena y agradable voluntad de Duitos, aunque no la entendamos.
Una mirada a los énfasis escatológicos y redentivos definitivos hace que sus mujeres descansen y esperen en el Señor. Consideramos la importancia de vivir la vida cristiana con visión escatológica, esto es, esperando el cumplimiento pleno de todas las cosas y descansando en la gracia perfecta, plena y total que se cumplirá en Jesucristo. Así como el pueblo de Belén proclama proféticamente la redención definitiva y el reino firme de la descendencia del hijo de Booz y Rut, de igual manera, los creyentes, estamos convencidos que en Jesucristo el hijo de Dios, hay salvación definitiva y segura. Su advenimiento y promesas estamos esperando. En este sentido, el método histórico redentivo de estudio bíblico nos ha sido de gran ayuda. Partimos de la creación, pasamos por la caída, la redención y esperamos la glorificación. Esta esperanza nos alienta y sostiene.
Vemos una permanente contextualización con la realidad del momento y su aplicación a nuestra vida y nos permite articular una mayor confianza en la soberanía de Dios, su control providente y su total redención para sus hijos. Además, nos desafía a ser responsables en el ejercicio de lo que se nos ha delegado como portadores del mensaje del reino al ser redimidos por su gracia.
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