(Estudio
bíblico familiar 27/10/2016)
1 Juan 2:6
El que dice que permanece en él, debe
andar como él anduvo.
Los
creyentes sabremos cuan llenos de él (Jesús) está nuestro corazón (Juan 20:15). “Así como él
anduvo” cuando estuvo en la tierra, especialmente con respecto al amor.
Juan se deleita en referirse a Cristo como al hombre modelo, con las palabras,
“así como él”. “No es su caminar sobre la mar, sino su caminar ordinario, el
que se nos manda imitar.” Se refiere a la jactancia de los gnósticos que
reclamaban permanecer en Dios solamente por medio de su profesado conocimiento.
La profesión de permanecer en Dios demanda la manera de vida que Cristo nos
dejó como ejemplo. Indica estar unido con Dios por medio de vivir de día en día
conforme a la vida ejemplar de Jesús. El que confiesa que está en Cristo, está obligado
a caminar según el modelo de Cristo. «Como Cristo caminó»: ¿Qué se nos quiere
decir con ello? ¿Se nos quiere indicar una multitud de conductas ejemplares?
¡No! Tan sólo una. Cristo entregó su vida, nos amó hasta el
extremo, hasta la consumación. Quien dice que «permanece en él», que tiene comunión
con Cristo, debe realizar el amor, tal como Cristo lo realizó.
¿Cómo podemos estar seguros de que pertenecemos a
Cristo? Este pasaje menciona dos modos de saberlo: si hacemos lo que Cristo
dice y vivimos como Cristo quiere. ¿Y qué quiere Cristo que hagamos? Juan
responde en el 3.23 "que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos
amemos unos a otros". La fe cristiana verdadera se traduce en una conducta
afectuosa; esa es la razón por la que Juan dice que nuestra conducta nos otorga
la seguridad de que pertenecemos a Cristo. La obediencia a los mandamientos prueba nuestro conocimiento
de Dios. El amor genuino a Dios y una verdadera relación con él, deben
evidenciarse en la lealtad que le profesamos.
"Andar como El anduvo" o vivir como
vivió Cristo no significa escoger doce discípulos, realizar grandes milagros y
ser crucificado. No podemos tratar de imitar la vida de Cristo, porque mucho de
ella tuvo que ver con su identidad como Hijo de Dios, su misión especial al
morir por el pecado y el contexto cultural del primer siglo del mundo romano.
Para vivir hoy como Cristo vivió en el primer siglo, debemos seguir su ejemplo
de total obediencia a Dios y de servicio afectuoso a las personas.
El cristiano que
permanezca en Cristo y Cristo en él podrá ir transformándose y uniéndose de
modo tan íntimo a Dios como los sarmientos están unidos a la vid. Pero para
conseguir esta permanencia en Cristo ha de imitarlo — andar como El anduvo —
lo más exactamente posible. Según esto, la imitación de Cristo, criterio de la
comunión con Dios, corresponde a la práctica de los mandamientos, criterio del
conocimiento y del verdadero amor de Dios.
La imitación de Cristo nos impone a los cristianos
la práctica del amor fraterno. No es una misión fácil, pero contamos con la presencia del Espíritu Santo con el cual fuimos sellados y que nos capacita para andar en obediencia a la Palabra de Dios en la Biblia para ser imitadores siguiendo las huellas de Jesús como hombre.
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