1 Juan 1:6-7
Si decimos que estamos en comunión con
Él y al mismo tiempo andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad;
pero si andamos en la luz como Él está en la luz, tenemos comunión unos con
otros, y la sangre de Su Hijo Jesucristo nos limpia constantemente de todo
pecado.
Aquí está escribiendo Juan para
contrarrestar una manera herética de pensar. Había algunos que pretendían ser
muy avanzados intelectual y espiritualmente, pero cuyas vidas no daban señales
de ello. Pretendían haber avanzado tanto en el camino del conocimiento y de la
espiritualidad que para ellos el pecado había dejado de tener importancia, y
las leyes, de existir. Aquellos herejes pretendían ser tan elevados
que, aunque pecaran, no tenía ninguna importancia. Había herejes que decían que era indiferente
cómo viviera una persona, declaraban que un hombre verdaderamente espiritual
era totalmente incapaz de incurrir nunca en ninguna contaminación,
independientemente de la clase de cosas que hiciera.
En respuesta, Juan insiste en ciertas cosas.
(i) Insiste
en que para tener comunión con el Dios que es luz, una persona debe andar en la
luz; y que, si está todavía andando en las tinieblas morales y éticas
de la vida sin Cristo, no puede tener esa comunión. Esto es precisamente lo que
había dicho el Antiguo Testamento siglos antes. Dios dijo: «Seréis santos;
porque Yo, el Señor vuestro Dios, soy santo» (Lev_19:2).
El que quiera encontrarse en comunión con Dios se compromete a una vida de
bondad que refleje la bondad de Dios. "La Iglesia es una sociedad de personas
que, creyendo en un Dios de pura bondad, aceptan la obligación de ser buenas
como Él." Esto no quiere decir que una persona debe ser perfecta para
poder tener comunión con Dios; porque, en ese caso, todos estaríamos excluidos.
Pero sí quiere decir que toda su vida reconocerá sus obligaciones, y se
esforzará en cumplirlas, y se arrepentirá cuando falle. Querrá decir que nunca
pensará que el pecado no tiene importancia; que, cuanto más cerca se encuentre
de Dios, más terrible le parecerá el pecado.
(ii) Insiste en que estos pensadores equivocados tienen una idea errónea
de la verdad. Dice que, si los que pretenden estar especialmente
avanzados siguen andando en tinieblas, no están haciendo la verdad.
Exactamente la misma frase se usa en el Cuarto Evangelio cuando se habla del
que hace la verdad (Jua_3:21 ). Esto quiere decir que, para el cristiano, la
verdad no es nunca exclusivamente intelectual; es siempre moral. No es algo que
ejercita solamente la mente, sino algo en lo que está implicada toda la
personalidad. La verdad no es sólo el descubrimiento de cosas abstractas; es la
vida concreta. No consiste solamente en pensar, sino también en actuar. Las
palabras que usa el Nuevo Testamento juntamente con verdad son
significativas. Habla de obedecer a la verdad (Rom_2:8 ; Gal_3:7 );
seguir la verdad (Gal_2:14 ; 3Jn_1:4 ); oponerse a la verdad (2 Timoteo_3:8 ); extraviarse
de la verdad (Stg_5:9 ).
Hay algo que podría llamarse
«Cristianismo de tertulia.» Es posible considerar el Cristianismo como una
serie de problemas intelectuales que hay que resolver, y en la Biblia como un
libro sobre el cual hay que apilar información y datos. Pero el Cristianismo es
algo que hay que vivir, y la Biblia es un libro que hay que obedecer. Es
posible que la eminencia intelectual y el fracaso moral vayan de la mano. Para
el cristiano, la verdad es algo, primero, que hay que descubrir; y luego, que
hay que obedecer.
Para Juan hay dos grandes pruebas de la verdad.
(i) La
verdad es la creadora de la comunión.
Si estamos realmente andando en la luz,
tenemos comunión unos con otros. Ninguna creencia que separe a una persona de
las demás puede ser plenamente cristiana. Ninguna iglesia puede ser exclusiva, y seguir siendo Iglesia de
Cristo. Lo que destruye la comunión no puede ser verdadero.
(ii) La sangre de Jesús le va limpiando cada día más y más del pecado al
que de veras conoce la verdad.
Dice: " La sangre de Jesucristo, Su
Hijo, nos limpia de todo pecado.» Eso se puede tomar como un gran principio;
pero se refiere a lo que debería suceder en la vida individual. Lo que quiere
decir es que todo el tiempo, día a día, constante y consistentemente, la sangre
de Jesucristo lleva a cabo un proceso purificador en la vida del cristiano
individual.
La palabra griega para limpiar es
katharízein, que era en su origen una palabra ritual que describía las
ceremonias y lavatorios que cualificaban a un hombre para acercarse a sus
dioses. Pero la palabra, conforme fue desarrollándose la religión, adquirió un
sentido moral, y describe la bondad que permite a una persona entrar a la
presencia de Dios. Así es que, lo que Juan está diciendo es: "Si realmente
sabes lo que ha obrado el sacrificio de Cristo, y estás experimentando de veras
Su poder, día a día irás añadiendo santidad a tu vida, y capacitándote más para
entrar a la presencia de Dios."
Aquí se nos presenta una gran
concepción. Considera el sacrificio de Cristo como algo que, no solamente expía
los pecados pasados, sino que nos equipa de santidad día a día.
La verdadera FE es la que acerca más y
más, día a día, a la persona a sus semejantes y a Dios. Produce la comunión con
Dios y con los hombres. Y no existe la una sin la otra.
Juan acusa cuatro veces en su carta sin reparo
a los falsos maestros de ser mentirosos; y la primera de estas cuatro se
encuentra en este pasaje.
Los
que pretenden tener comunión con el Dios Que es totalmente luz, y sin embargo
andan en la oscuridad, están mintiendo.
Un poco más tarde repite esta acusación
de una manera un poco diferente. El que diga que conoce a Dios, y sin embargo
no guarde Sus mandamientos, es un mentiroso (1Jn_2:4 ). Juan está estableciendo la verdad indiscutible de
que el que diga una cosa con sus labios y otra con sus obras es un mentiroso.
No está pensando en la persona que hace todo lo posible, pero a veces falla.
" Uno puede que sea un mal músico, y sin embargo esté apasionadamente
enamorado de la música.» Y uno puede que sea muy consciente de sus fallos, y
sin embargo esté apasionadamente enamorado de Cristo y de Su camino. Juan está
pensando en la persona que presenta las más elevadas pretensiones de
conocimiento, de eminencia intelectual y espiritual, y que sin embargo se
permite cosas que sabe muy bien que están prohibidas. El que profese amar a
Cristo y Le desobedezca a sabiendas es culpable de falsedad.
El
que niegue que Jesús es el Cristo es un mentiroso (1Jn_2:22 ).
Aquí tenemos algo que discurre por todo
el Nuevo Testamento. La piedra de toque definitiva de una persona es su
reacción a Jesús. La pregunta clave que Jesús dirige a cada persona es: "
¿Quién dices tú que soy Yo?" (Mat_16:13 ). Cuando uno se encuentra cara a cara con Cristo no
pude por menos de, ver Su grandeza; y si la niega, es un mentiroso.
El
que diga que ama a Dios, y al mismo tiempo aborrezca a su hermano, es un
mentiroso (1Jn_4:20).
El
amor a Dios y el odio a un semejante no pueden coexistir en la misma persona.
Si hay rencor en el corazón de alguien hacia algún otro, eso es prueba de que
no ama de veras a Dios. Todas nuestras protestas de amor a Dios son inútiles y
falsas si hay odio en nuestro corazón hacia algún otro.
¡Maranatha!
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