} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: EL OBRERO ES DIGNO DE SU ALIMENTO

jueves, 10 de noviembre de 2016

EL OBRERO ES DIGNO DE SU ALIMENTO



Mateo 10; 8b-10
8b Gratis recibisteis, dad gratis. 9 No os procuréis oro, plata, ni moneda de cobre para vuestros cinturones; 10 ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; pues el obrero merece su sustento.

La predicación debe quedar libre de toda apariencia de codicia. Jesús comunica gratuitamente sus dones, y así deben también ser retransmitidos. Este es un pasaje en el que cada oración y cada frase les sonarían familiar a los judíos que lo escucharon. En él Jesús está dándoles a Sus hombres las instrucciones que daban los mejores rabinos a sus estudiantes y discípulos.
"De gracia recibisteis -les dice Jesús-, dad de gracia.» Un rabino estaba obligado por la ley a dar su enseñanza gratuitamente y sin cobrar nada; al rabino le estaba prohibido terminantemente recibir dinero por enseñar la Ley que Moisés había recibido gratuitamente de Dios. Sólo en un caso podía un rabino aceptar que se le pagara: por enseñar a un niño, porque eso era la obligación de los padres, y a ningún otro se le podía exigir que dedicara tiempo y trabajo haciéndoles a los padres lo que era su obligación; pero la enseñanza más elevada tenían que darla sin dinero y sin precio.
Jesús les dijo a los Doce que no se les ocurriera recibir oro o plata o bronce para sus bolsas; la palabra griega quiere decir literalmente para sus cintos. El cinturón que llevaban los judíos a la cintura era más bien ancho; y era doble por los dos extremos, para llevar allí el dinero; así es que el cinturón era el equivalente del monedero o la cartera. Jesús les dijo también a los Doce que no llevaran bolsa para el viaje. Esto se puede referir a una de dos cosas. Puede que fuera como una mochila en la que se llevaban corrientemente provisiones; pero hay otra posibilidad. La palabra original es péra, que puede querer decir la bolsa de un mendigo; a veces los filósofos ambulantes recogían una colecta después de dirigirse al público.
En todas estas instrucciones Jesús no estaba imponiéndoles a Sus hombres incomodidades deliberadas y calculadas. Les estaba diciendo cosas que les sonarían familiares, como judíos que eran. El Talmud nos dice: «Nadie puede ir al recinto del templo con bastón, cinturón con dinero o pies polvorientos.» La idea era que, cuando se entraba en el templo, se tenía que haber dejado atrás todo lo que tuviera que ver con su trabajo o negocio u ocupación temporal. Lo que Jesús les estaba diciendo a Sus hombres era: «Tenéis que tratar todo el mundo como el templo de Dios. Si sois hombres de Dios, no debéis nunca dar la impresión de que sois hombres de negocios y vais buscando ganancias materiales.» Las instrucciones de Jesús quieren decir que un hombre o una mujer de Dios deben mostrar en su actitud hacia las cosas materiales que no le interesa nada más que Dios.
Para terminar, Jesús dice que el obrero merece su sustento. También esto les sonaría familiar a los judíos. Es verdad que a un rabino no se le permitía recibir salario por enseñar, pero también es verdad que se consideraba un privilegio y una obligación el mantener a un rabino si era de veras un hombre de Dios. Rabí Eliezer
 También ha sido un principio del tiempo apostólico que el misionero actúe sin remuneración, pero que sea sustentado por los fieles. Como sucedió a Jesús, la predicación sólo puede tener éxito si no se lleva a cabo por la ganancia como negocio. Al proclamar el evangelio de la gracia gratuita para sanidad y salvación de las almas de los hombres, debemos por sobre todo evitar la aparición del espíritu del asalariado.
 No deben ganar ninguna cantidad de dinero, ni monedas de plata, ni de oro, por tanto monedas de valor más elevado, ni tampoco las menos valiosas de cobre, la calderilla. Cuando emprendan el viaje, deben confiar plenamente en Dios. Él los alimentará, como alimenta a los pájaros y a los lirios del campo. Cuando estén enteramente entregados a su servicio, Dios se cuidará de todo lo demás. La sobriedad y la sencillez también son distintivos del equipo que prescribe Jesús. Los apóstoles deben dejar en casa la alforja para llevar las provisiones de boca y otros accesorios de viaje, como la segunda túnica de recambio. Causa extrañeza que tampoco puedan llevar sandalias ni bastón, que no son precisamente un lujo. Quizás las sandalias haya que entenderlas como calzado duradero, resistente por un largo tiempo y para la montaña, no como las sandalias ligeras sin las que no se puede correr por las melladas rocas calcáreas. ¿Y el bastón? ¿Debe quedarse en casa para no molestar a los apóstoles? En cualquier caso se exige una pobreza extremada. Pues el obrero merece su sustento. Los misioneros recibirán en el camino todo lo que se requiere además de lo absolutamente necesario. Más aún, tienen un derecho, que más tarde también usan, fuera de san Pablo. La regla apostólica sobrevive en diferentes formas hasta nuestros días. Las comunidades sustentan a todos los que les sirven con la palabra y los ministran. Ambas partes habrían de tener en cuenta que en los sentimientos fraternales hay una correspondencia de dar y tomar, la cual está limitada a lo necesario por la regla apostólica. El hombre de Dios no debe estar excesivamente pendiente de las cosas materiales, pero el pueblo de Dios no debe nunca faltar a su deber de asegurarse que el hombre o la mujer de Dios reciben un apoyo razonable. Este pasaje impone una obligación tanto en el obrero del Señor como en los que se benefician de su servicio.








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