} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: EL ÚLTIMO TIEMPO (Estudio bíblico familiar 9 noviembre 2016)

miércoles, 9 de noviembre de 2016

EL ÚLTIMO TIEMPO (Estudio bíblico familiar 9 noviembre 2016)



1 Juan 2:18  Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo.

Juan habla del último tiempo, el período entre la primera y la segunda venidas de Cristo. Los lectores de 1 Juan en el primer siglo vivían en el último tiempo al igual que nosotros. Durante este tiempo aparecerán "anticristos" (falsos maestros que pretendían ser cristianos y que engañaban a miembros débiles, alejándolos de Cristo). Por último, antes que el mundo termine, surgirá un gran anticristo (Apoc_13:19-20; Apoc_20:10). Sin embargo, no debemos temer a ese maligno. El Espíritu Santo muestra sus errores para que no seamos engañados. No obstante, debemos enseñar la Palabra de Dios con claridad y con cuidado a los débiles que están entre nosotros, de modo que no sean presa de esos falsos maestros, que "vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces" (Mat_7:15).

Es importante que entendamos lo que Juan quiere decir cuando habla del último tiempo. La idea de los últimos días y de la última hora aparece en toda la Biblia; pero su significado tiene un desarrollo de lo más interesante.

  La frase se encuentra frecuentemente en los primeros libros del Antiguo Testamento. Jacob, por ejemplo, antes de su muerte reunió a sus hijos para decirles lo que les sucedería en los últimos días (Gen_49:1;  Num_24:14 ). En aquel tiempo, los últimos días se refería a cuando el pueblo de Israel entrara en la Tierra Prometida, y llegara por fin a disfrutar de las bendiciones prometidas por Dios.

  La frase aparece frecuentemente en los profetas. En los últimos días el Monte del Señor será establecido como el más alto de los montes, y se remontará por encima de las colinas, y todas las naciones fluirán hacia él (Isa_2:2 ; Miq_4:1 ). En los últimos días la Santa Ciudad de Dios será suprema. E Israel ofrecerá a Dios la perfecta obediencia que Le es debida (Jer_23:20 ; Jer_30:24 ; Jer_48:47 ). En los últimos días se manifestará la soberanía de Dios.

  En el Antiguo Testamento mismo y en el período entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, los últimos días llegaron a asociarse con el Día del Señor. Esta es una concepción que se encuentra entretejida en la Escritura. Los judíos habían llegado a creer que todo el tiempo estaba dividido en dos edades. Entre esta edad presente, que era totalmente mala, y la edad por venir, que sería el tiempo dorado de la supremacía de Dios estaba el Día del Señor, los últimos días, que serían un tiempo de terror, de disolución cósmica y de juicio, los dolores de parto de la nueva edad.

El último tiempo no quiere decir un tiempo de aniquilación cuyo final fuera la gran nada total que hubo antes del principio. En el pensamiento bíblico, el último tiempo es el final de una edad y el principio de otra. Pero conduce, no a la destrucción del mundo, sino a la re-creación del mundo.

Aquí está el centro de la cuestión. Entonces se plantea la pregunta: " ¿Será un hombre borrado en el juicio de lo viejo, o entrará en la gloria de lo nuevo?" Esa es la alternativa con que Juan confronta a los hombres. Los hombres tienen la posibilidad de aliarse con el mundo antiguo, que está abocado a la disolución, o de aliarse con Cristo y entrar en el nuevo mundo, el verdadero mundo de Dios. Aquí está la urgencia. Si fuera un asunto sencillo de oclusión social, no se podría evitar; pero es cuestión de recreación, y el que una persona entre o no en el nuevo mundo depende de que Le dé su vida a Cristo o no.

De hecho, Juan estaba equivocado. Aquella no era la última hora para el mundo. Han transcurrido diecinueve siglos, y el mundo sigue existiendo. ¿Pertenece toda esta idea a una esfera de pensamiento que hay que descartar? La respuesta es que en ella se encuentra algo de importancia eterna. Todas las horas son la última hora. Hay un conflicto continuo en el mundo entre el bien y el mal, entre Dios y lo que es anti-Dios. Y cada momento y en cada decisión una persona se enfrenta con la decisión de aliarse, ya sea con Dios, o con las fuerzas malas que están contra Dios; y de ahí saldrá, o dejará de salir, su participación en la vida eterna. El conflicto entre el bien y el mal no acaba nunca; por tanto, en un sentido muy real, cada hora es la última hora.
 Juan advierte a sus lectores que en el mundo existen ya muchos anticristos, conforme a la predicación de nuestro Señor. Son todos aquellos que se oponen a Jesucristo y a su doctrina. Son todos los impostores, los falsos profetas y falsos mesías, que circulan por un lado y por otro difundiendo falsas doctrinas contra la divinidad de Jesucristo. De la existencia de muchos anticristos, los fieles han de concluir que ésta es la hora postrera.

Juan tiene un punto vista del Anticristo que le es característico. Para él la señal de que el Anticristo está en el mundo es la doctrina falsa y la enseñanza peligrosa de los herejes. La Iglesia había recibido suficientes advertencias de que en los últimos días surgirían falsos maestros. Jesús había dicho: «Vendrán muchos en Mi nombre diciendo: "Yo soy el Cristo;" y engañarán a muchos» (Mar_13:6 ; Mat_24:5 ). Antes de marcharse, Pablo había advertido a sus amigos de Éfeso: «Después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces que no perdonarán al rebaño. Y de entre vosotros mismos se levantarán hombres que hablarán cosas perversas para arrastrar tras sí discípulos» (Hec_20:29). La situación que había sido anunciada había surgido.

Pero Juan tenía una opinión especial de esta situación. No pensaba en el Anticristo como una figura única e individual, sino más bien como un poder de falsedad que hablaba por medio de los falsos maestros. De la misma manera que el Espíritu Santo inspiraba a los verdaderos maestros y profetas, también había un mal espíritu inspirando a los falsos maestros y profetas.

El gran interés y relevancia de esto es que para Juan el campo de batalla era la mente. El espíritu del Anticristo estaba luchando con el Espíritu de Dios por la posesión de las mentes humanas. Lo que hace que esto sea tan significativo es que podemos ver exactamente este proceso en operación hoy. Se ha hecho una ciencia de la técnica de introducir ideas en la mente humana. Vemos a personas que toman una idea, y la repiten y la repiten y la repiten hasta que se asienta en las mentes de otros que empiezan a aceptarla como verdadera simplemente porque la han oído tan a menudo. Esto es hoy más fácil que nunca debido a la proliferación de los medios de comunicación de masas -libros, periódicos, radio, televisión, ordenadores y los innumerables recursos modernos de publicidad. Un propagandista habilidoso puede tomar una idea e infiltrarla en las mentes de las personas hasta que, sin ellos darse cuenta, la aceptan como propia. No decimos que Juan previera todo esto; pero sí vio la mente como el campo de operaciones del Anticristo. Juan ya no pensaba en términos de una figura demoníaca individual, sino en términos de una fuerza de maldad buscando insistentemente introducirse en las mentes de las personas. Y no hay nada más potente que esto para el mal.

Si hay una tarea especial que se le presente a la Iglesia hoy es aprender a usar el poder de los medios de comunicación de masas para contrarrestar las malas ideas con que se están bombardeando las mentes.



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