Mateo 5:9 Bienaventurados los pacificadores; porque
ellos serán llamados hijos de Dios.
(La Biblia de Casiodoro de Reina 1569)
LOS
PACIFICADORES
Los judíos no querían paz, sino guerra;
querían ganar otra vez su independencia. Querían obligar a Jesús a ser rey con
este propósito, Juan_6:15. Sin duda les
extrañó mucho la enseñanza de Jesús acerca de la necesidad de ser humildes,
mansos, misericordiosos y pacificadores. Los profetas hablaron de paz (Isaías_2:2-4; Isaías_9:6).
Estas profecías se cumplieron cuando Jesús efectuó la paz con Dios por medio de
su muerte, y reconcilió a los judíos y gentiles en un cuerpo, la iglesia (Efesios_2:14-17; Efesios_4:4).
Había mucho odio entre judíos y samaritanos,
entre judíos y romanos, entre griegos y no griegos, etc. Los judíos esperaban
que el Mesías viniera para destruir a los romanos, pero el Mesías vino para
destruir la enemistad entre todos los hombres.
Es necesario tener paz con Dios para poder
tener paz entre los hombres. Los que tienen paz con Dios deben tener paz
también unos con otros.
Cristo
se llama "Príncipe de paz", Isaías_9:6.
Trajo paz a los hombres obedientes. Lucas_2:14, "en la tierra paz entre los
hombres en quienes Él se complace". Pero, "No hay paz para los malos,
dijo Jehová". 1Tesalonicenses_5:3,
"cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción
repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán".
Efesios_2:14-18, Cristo vino para reconciliarnos
con Dios, haciendo la paz. A través de Cristo, tenemos el perdón de Dios, y
así tenemos la paz, Romanos_5:1.
Efectuó esta paz por medio de la cruz, le costó su vida. Efesios_6:15, Pablo habla "del evangelio de
paz". Romanos_14:17, "el
reino de Dios es paz y gozo en el Espíritu Santo".
¡Compárese la paz que Jesús nos trae, y la
ambición nacionalista de los judíos!
Los
pacificadores no son pasivos, sino militantes.
Cristo
trajo paz, pero en forma de una espada. Lucas_2:35,
una espada traspasó el alma de María. Mateo_10:16-28,
trae persecuciones severas para sus discípulos. Mateo_10:34-37,
trae disensión al hogar. No hay paz con Dios hasta que los rebeldes se sometan
a la voluntad divina. La paz lograda por Cristo es una lucha contra el pecado y
una victoria sobre lo mismo. No hay paz para los que todavía aman el pecado, el
error, y la apostasía. Con éstos hay una lucha continua 2Corintios_10:3-5, "derribando argumentos y
toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios". Es necesario
derribar los argumentos de los incrédulos, humanistas, sectarios, y hermanos
liberales.
Efesios_6:10-12, nuestra lucha es "contra
principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de
este siglo". Los incrédulos más peligrosos de la actualidad son los humanistas,
porque estos enemigos de Dios pelean vigorosamente contra la moralidad bíblica
y todo "conocimiento de Dios" en el gobierno, en las escuelas, y a
través de todos los medios de comunicación y diversión (periódicos, revistas,
televisión, cine, canciones). Tienen mucho poder político y legal. Son riquísimos, nunca les faltan fondos.
Fuertemente promueven el aborto. Promueven toda forma de inmoralidad sexual y
defienden los "derechos" de los homosexuales. En fin, promueven toda
forma de pecado. Es necesario ser verdaderos soldados militantes para
combatir este movimiento.
2Corintios_5:18-20, el mensaje para el mundo
rebelde es "reconciliaos con Dios". Dios es mucho más fuerte
que nosotros (1Corintios_10:21);
conviene, pues, someternos a Él.
Trabajemos por la paz con todos los hombres.
En
el hogar.
Seamos pacificadores en el
hogar. Debe haber paz y armonía entre esposos, y entre padres e hijos. Es
posible si todos aceptan el orden divino. Seamos pacificadores para ayudar a los
familiares, vecinos y otros conocidos con sus problemas. Se necesitan
urgentemente pacificadores para solucionar problemas domésticos,
enseñando tales textos como Mateo_19:9;
Efesio_5:22-33; Efesios_6:1-4; Colosenses_3:18-21
Hay muchos que destruyen sus hogares
pero hay pocos pacificadores.
En la iglesia.
Efesios_4:2-4,
"con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a
los otros en amor, solícitos en guardarla unidad del Espíritu en el vínculo de
la paz; un cuerpo..." Para ser pacificadores en la iglesia, primeramente
debemos limpiar nuestro corazón de todo odio, enojo, amargura, resentimientos,
y niñerías, Gálatas_5:19-21; Efesios_4:31-32. El miembro carnal no puede ser
pacificador porque no tiene paz con Dios ni con los miembros. Es necesario
estudiar bien la instrucción divina para poder efectuar la paz entre hermanos: Romanos_14:19; Gálatas_5:14-15.
Todo miembro de la iglesia debe ser pacificador pero, lamentablemente, muchos
prefieren causar problemas en lugar de resolverlos.
Los
que no son pacificadores son los siguientes: los que quieren vengarse,
Romanos_12:19-21; los perversos y
chismosos, Proverbios_16:28; los
que siembran discordia entre hermanos, Proverbios_6:19;
los iracundos y rencillosos, Proverbios_26:21;
Proverbios_29:22; y los que propagan
y discuten cuestiones necias, 2Timoteo_2:23.
Estad
en paz con todos.
Romanos_12:18,
"Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los
hombres". Recuérdese que Jesús se asociaba con los peores de los
hombres. Se preocupaba por su dolor y miseria. Quería ayudarles. Jesús, el
Príncipe de Paz, era el perfecto Pacificador. Evangelizó a los pecadores para
que tuvieran paz con Dios y luego paz unos con otros. Seamos pacificadores,
pues, entre los familiares, entre los vecinos, entre los compañeros de trabajo,
entre los amigos en la escuela, y dondequiera que estemos. Debemos trabajar
por la paz.
Serán
llamados hijos de Dios.
¿No son
llamados "hijos de Dios" todos los miembros de la iglesia? ¿No son
llamados "hijos de Dios" todos los bautizados? ¿Por qué dice Jesús
que los pacificadores serán llamados hijos de Dios?
En este
texto la palabra "hijo" significa imitador; es decir, los
pacificadores son como Dios, semejantes a Dios. Véase la palabra
"hijos" usada en este sentido en Mateo_5:45;
Lucas_6:35-36. Dios es benigno para con
los injustos y malos. Si hacemos lo mismo, somos hijos (imitadores) de Dios. Si
algún miembro de la iglesia no es pacificador, sino que promueve la disensión y
la discordia, ¿no será de cualquier manera hijo de Dios en virtud de su
obediencia al evangelio? Ser hijo de Dios no es cuestión de profesión, sino de
práctica. Si no imitamos a Dios, no
somos hijos de Dios, aunque digamos que somos
"cristianos" y "miembros de la iglesia verdadera".
Estudiemos con mucho cuidado 1Juan_3:9-10.
Los hijos de Dios se distinguen de los hijos del diablo no meramente por ser
"miembros de la iglesia", sino por practicar la justicia, hacer la
voluntad de Dios.
Dios es
el Gran Pacificador, y en esto nos deja el perfecto ejemplo. Romanos_15:33; Romanos_16:20;Hebreos_13:20.
Los
pacificadores son bienaventurados. Ellos aman, desean y se deleitan en la paz;
y les agrada tener quietud. Mantienen la paz para que no sea rota y la
recuperan cuando es quebrantada. Si los pacificadores son bienaventurados, ¡ay
de los que quebrantan la paz! «Dios es un Dios de paz, tiene designios de paz,
y no de aflicción» (Jeremías_29:11). En
él está la plenitud de la vida, pero ningún antagonismo ni contradicción.
En nuestro mundo y en la sociedad humana hay
discordias y contiendas bulliciosas. Se ha roto la unidad, se ha perturbado la
paz. No solamente se trata de sentimientos benignos, de tolerancia o
disposición para ceder. La paz es un bien excelso, en último término un bien
divino como la justicia y la verdad, una prenda de la salvación, que el hombre
debe seguir dando. Nuestra aspiración tiende a una paz en la que Dios esté incluido
y los hombres estén de acuerdo entre sí y con Dios. Cuando éste no es el caso,
incluso puede suceder que surja la división entre los padres y los hijos, entre
los esposos, «y serán enemigos del hombre los de su propia casa».
Bienaventurados los que traen la paz, reconcilian a los contendientes, apagan
el odio, unen lo que está separado. En la vida cotidiana normal, con un pequeño
gesto, con una palabra conciliadora, que procede de un corazón lleno de Dios.
Bienaventurados los que sienten estas ansias y velan por la paz entre las
naciones y trabajan por ella con intención pura. Sobre todo bienaventurados los
que ponen paz entre Dios y el hombre. Éste es el especial encargo de cualquier
servicio por amor a Cristo, que según dice san Pablo, en el fondo es «servicio
de la reconciliación» y «mensaje de la reconciliación» (2Corintios_5:18-21). Pero también puede decirse
de cualquier cristiano. El que irradia la propia paz en Dios, no necesita
abundar en palabras: será camino y puente para que muchos encuentren esta paz. Bendita la persona que hace la paz en su
propio corazón y alma. En cada uno de nosotros hay un conflicto interior entre
el bien y el mal, que tiran de nosotros en sentidos opuestos; todos somos hasta
cierto punto una guerra civil en marcha. Feliz, por tanto, es el que ha ganado
la paz interior en la que ha quedado superado su conflicto íntimo, y puede
darle todo su corazón a Dios.
Hay personas que
son siempre centros tempestuosos de problemas y amargura y lucha. Dondequiera
que están, están siempre metidos en peleas entre ellos o provocándolas entre
los demás. Son personas que causan problemas. Hay muchas así en casi todas las
sociedades e iglesias, que están realmente haciéndole al diablo su trabajo. Por
otra parte -gracias a Dios- hay personas en cuya presencia no puede sobrevivir
la amargura, personas que hacen de puentes, que cierran las grietas, que
endulzan las amarguras. Tales personas hacen un trabajo semejante al de Dios,
porque el gran propósito de Dios es hacer que haya paz para cada persona
consigo misma y entre unas y otras personas. El que divide a las personas está
haciendo la obra del diablo; el que une a las personas está haciendo la obra de
Dios.
Así pues, esta bienaventuranza
podría leerse:
BIENAVENTURADOS LOS
QUE PRODUCEN RELACIONES COMO ES DEBIDO ENTRE LAS PERSONAS PORQUE ESTÁN HACIENDO
ALGO QUE RECUERDA A DIOS
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