Mateo_5:10- 12, Bienaventurados los que padecen
persecución por causa de la justicia o rectitud porque de ellos es el Reino de
los Cielos. Bienaventurados
sois cuando os vituperen y os persigan, y se dijere toda clase de mal de
vosotros por mi causa, mintiendo. Gozaos y alegraos; porque vuestro galardón es
grande en los cielos; que así persiguieron a los profetas que estuvieron
antes de vosotros.
(La Biblia de Casiodoro de
Reina 1569)
LOS QUE PADECEN PERSECUCIÓN
Jesús
no engaña a nadie, sino que explica con toda franqueza que el discipulado
cuesta, que sus discípulos serán maltrados. Una de las cualidades
sobresalientes de Jesús era su honradez diáfana. Nunca dejó a nadie en duda en
cuanto a lo que le sucedería si escogía seguirle. Estaba seguro de que había
venido " No para hacer la vida fácil, sino para hacer a la gente grande.»
Nos cuesta darnos
cuenta de lo que tuvieron que sufrir los primeros cristianos. Todos los
compartimientos de su vida se desquiciaron.
El
seguirle significa llevar una cruz (Mat_16:24;
Luc_9:23). No debe haber sorpresas para
los que obedecen al evangelio; deben esperar la oposición y el
sufrimiento porque es ineludible (1Ts_3:3;
2Ti_3:12). Si leemos el libro de Hechos
podemos observar que en todo lugar cuando el evangelio fue predicado, se
levantó toda clase de persecución contra los mensajeros de Cristo. Fueron
azotados, encarcelados, apedreados, y degollados.
Las primeras siete bienaventuranzas presentan
rasgos de carácter, condiciones de corazón y de disposición. En los versículos
10-12 Jesús habla de las pruebas de ese carácter. Los que optan por imitar a
Cristo serán probados, siendo "perseguidos". ¡Qué pensamiento
ilógico! Los animales y los criminales son "perseguidos", pero
los discípulos de Jesús no deben ser perseguidos. Sin embargo, si los hombres
aborrecieron y persiguieron a Jesucristo, entonces harán lo mismo con sus
seguidores.
La oposición que sufre el discípulo de Jesús
es evidencia de que los discípulos de Jesús no son pasivos, sino activos y
militantes.
Los discípulos perseguidos son discípulos bendecidos.
Es interesante observar que la maldición del hombre y la bendición de Cristo se
encuentran en las mismas personas.
¿Por qué padecen persecución los discípulos
de Cristo?
¿Cómo es posible que gente buena
sea perseguida y maltratada?
Por Cristo, por justicia. Mat_5:10, "por causa de la justicia";
5:11, "por mi causa"; Juan_15:21,
"por causa de mi nombre". Juan_15:20,
"El siervo no es mayor que su señor", nos persiguen, porque
persiguieron a Cristo y somos sus seguidores. Somos como El.
Su cristianismo
descabalaría su trabajo. Supongamos que uno era mampostero. Esa parece
una profesión bastante inofensiva. Pero supongamos que su empresa tenía un
contrato para construir un templo de uno de los dioses paganos. ¿Qué haría ese
hombre? Supongamos que un cristiano era sastre, y que encargaban en su taller
túnicas para los sacerdotes paganos. ¿Qué haría ese hombre? En una situación
semejante en la que los primeros cristianos se encontrarían, apenas existiría
algún trabajo en el que un cristiano no tuviera conflicto entre sus intereses
comerciales y su lealtad a Jesucristo.
La Iglesia estaría sin duda donde estaba la
obligación de la persona. Más de cien años después de esto, un hombre le fue a
Tertuliano con este mismo problema. Le hablo de sus dificultades comerciales.
Acabó diciendo: «¿Qué puedo hacer? ¡Tengo que vivir!» «¿Estás seguro?», dijo
Tertuliano. Si había que escoger entre la lealtad y la vida, un verdadero
cristiano no dudaba nunca en escoger la lealtad
No somos del mundo. Juan_15:19-21, "Si fuerais del mundo, el
mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo... por eso el mundo os
aborrece". Los miembros de la iglesia que son mundanos son amados por el
mundo. "¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de
vosotros!" Luc_6:26.
Su cristianismo
descabalaría sin duda su vida social. En el mundo antiguo, la mayor
parte de las fiestas se celebraban en el templo de algún dios. En muy pocos
sacrificios se quemaba todo el animal en el altar. A veces no se quemaban más
que unos pelillos de la cabeza de la bestia como un sacrificio simbólico. Los
sacerdotes recibían como gajes de su oficio parte de la carne, y otra parte se
le devolvía al adorador. Con su parte, hacía una fiesta con sus parientes y
amigos. Cuando la fiesta se celebraba en su templo, las invitaciones decían
algo así: " Te invito a cenar conmigo a la mesa de nuestro señor X.»
¿Podría un cristiano
participar en una fiesta que se celebraba en un templo pagano? Hasta las
comidas ordinarias en las casas empezaban con una libación, una copa de vino
que se derramaba en honor de los dioses. Era como nuestro dar gracias a Dios
por la comida. ¿Podía un cristiano participar en un gesto de culto pagano así?
De nuevo vemos que la respuesta cristiana era clara. Un cristiano tenía que
desconectarse de sus compañeros antes que prestar su aprobación a tales cosas
con su presencia. Uno tenía que estar dispuesto a quedarse solo para ser
cristiano.
El
buen ejemplo ofende al mundo. A los mundanos no les gusta la
"luz" (el buen ejemplo) de los cristianos. Podemos ver el ejemplo Daniel_6:1-17. ¿Por qué aborrecieron a Daniel?
También Hebreos_11:7, con el ejemplo
de obediencia Noé condenó al mundo de desobedientes. Los malvados persiguen a
los hijos de Dios, porque el buen ejemplo de éstos sirve como conciencia
para aquéllos, y la quieren callar. Les molesta, les irrita, y no quieren ser
estorbados.
No quieren ser enseñados y reprendidos.
Nos persiguen porque les enseñamos, les exhortamos y les reprendemos, Juan_3:19-21, y no les gusta. No es
placentero que los pecados sean expuestos y reprendidos. Mat_14:4; Mat_14:10-11,
Juan dijo a Herodes, "No te es lícito tenerla... y ordenó decapitar a Juan
en la cárcel". Jesús fue crucificado por reprender la hipocresía de los
judíos, Mat_23:1-39. Jesús amaba a
todos, pero no dejó de reprender el pecado en todos. Esteban fue apedreado por
reprender a los judíos, Hch_7:51-60.
Desde luego, los del mundo no nos perseguirán si no les exhortamos.
Hay varias clases de persecución.
La
persecución física. Mat_10:17; Mat_10:28; Hch_5:40;
Hch_7:58; Hch_12:2;
Hch_14:19. Lo peor de todo: su
cristianismo podía llegar a traerle problemas en su vida familiar. Sucedía
una y otra vez el que un miembro de la familia se hacía cristiano y los otros
no. Una mujer se podía hacer cristiana y su marido no. Lo mismo podía suceder
con un hijo o una hija. Inmediatamente surgía una división en la familia. A
menudo se le cerraba la puerta en la cara para siempre al que había aceptado a
Cristo.
El cristianismo
traía a menudo, no paz, sino una espada que dividía las familias. Era
literalmente cierto que una persona tenía que amar a Cristo más que a su padre,
madre, esposa, hermano o hermana. El cristianismo suponía a menudo escoger
entre las personas más queridas y Jesucristo. Además, los castigos que tenía
que sufrir un cristiano eran terribles más allá de toda descripción. Todo el
mundo sabe de los cristianos que se les echaban a los leones o se quemaban en
el patíbulo; pero éstas eran muertes piadosas. Nerón envolvía a los cristianos
en betún y les prendía fuego para usarlos como antorchas vivientes en sus
jardines. Los cubría con pieles de animales salvajes y les lanzaba perros de
caza para que los descuartizaran. Eran torturados en el potro; les arrancaban
la piel con garfios; les echaban por encima plomo derretido; les fijaban
planchas de bronce al rojo vivo en las partes más sensibles del cuerpo; les
vaciaban los ojos; les cortaban partes del cuerpo y las asaban ante sus ojos;
les abrasaban las manos y los pies mientras les echaban agua fría para
prolongar su agonía. No es agradable pensar en estas cosas; pero uno tenía que
estar dispuesto a sufrirlas si estaba de parte de Cristo. Podríamos muy bien
preguntarnos por qué perseguían los Romanos a los cristianos. Parece algo
extraordinario el que una persona que viviera la vida cristiana se considerara
una víctima apropiada para la persecución y la muerte.
Los
insultos, las calumnias, etc. Mat_5:11,
"Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y
digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo". Luc_6:22, "Bienaventurados seréis cuando
los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y
desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre". Luc_6:26, "¡Ay de vosotros, cuando todos
los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los
falsos profetas". La palabra "vituperar" significa insultar,
afrentar, deshonrar, burlar (Heb_11:36).
¿Por qué nos vituperan? 1Pe_4:4,
"A éstos les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el
mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan (insultar, injuriar de
palabra)". ¿Qué decían de Jesús? Jua_8:48,
"eres samaritano, y que tienes demonio". Jua_10:20,
"Demonio tiene, y está fuera de sí, ¿por qué le oís"? Mat_11:19, "un hombre comilón, y bebedor de
vino". Mat_27:39-44, falsa
acusación. Hch_17:18, decían que Pablo
era "palabrero"; 2Co_10:10,
decían que "las cartas son duras y fuertes; mas la presencia corporal
débil, y la palabra menospreciable". Los evangélicos nos llaman
“legalistas” porque enseñamos que es necesario ser bautizados para ser salvos (Mar_16:16; Hch_2:38).
Los hermanos liberales nos aplican el epíteto, "antis", término de desprecio,
simplemente porque nos oponemos a sus prácticas que carecen de autoridad
bíblica. Los humanistas que destronan a Dios y exaltan al hombre nos llaman
"fanáticos", "radicales", "derechistas", etc.,
porque defendemos la moralidad bíblica, la santidad del matrimonio, la
disciplina de los hijos, etc., y porque condenamos el aborto, toda clase de
inmoralidad sexual (incluyendo la homosexualidad), el uso de drogas, el
suicidio, la eutanasia, etc. Tales incrédulos nos dicen, “No impongan su
moralidad sobre nosotros”, pero por todo lodo ellos imponen su inmoralidad
sobre otros.
Heb_10:34,
"y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo". Mat_10:34-39, problemas y disensiones en la
propia familia. Stg_5:1-5, "¿No os
oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales?
¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?"
El imperio romano
abarcaba a casi todo el mundo conocido, desde las Islas Británicas hasta el
Éufrates, y desde Alemania hasta el Norte de África. ¿Cómo podía amasarse hasta
cierto punto una amalgama tan vasta de pueblos? ¿Qué principio unificador se
podía encontrar? En un principio se encontró en el culto de la diosa Roma, el
espíritu de Roma. Este era un culto que los pueblos de las provincias daban de
buena voluntad, porque Roma les había traído paz y buen gobierno, orden y
justicia. Se limpiaron las carreteras de bandidos y los mares de piratas; los
déspotas y tiranos fueron desterrados por la imparcial justicia romana. La
gente de las provincias estaba muy dispuesta a ofrecer sacrificios al espíritu
del Imperio que había hecho tanto por ella.
Pero del culto de
Roma se pasó a otro objeto. Había un hombre que era la personificación del
imperio romano, en quien podría decirse que Roma se encarnaba, y ese hombre era
el emperador; así es que llegó a considerársele un dios, y se le empezaron a
dar honores divinos y a levantarse templos a su divinidad. No fue el gobierno
romano el que inició este culto; de hecho, en su principio, hizo todo lo posible
para desanimarlo. El emperador Claudio, decía que lamentaba que se le dieran
honores divinos a cualquier ser humano. Pero, con el paso de los años, el
gobierno romano vio en el culto al emperador la única práctica que podía
unificar el vasto imperio romano; ahí había un centro en el que se podían
reunir todos sus habitantes. Así es que acabó por, no sólo aceptar, sino
imponer el culto al emperador. Una vez al año, todas las personas tenían que
presentarse y quemar una pizca de incienso a la divinidad del césar y decir:
«César es señor.» Y eso era precisamente lo que los cristianos se negaban a
hacer. Para ellos, Jesucristo era el único Señor, y no le darían a ningún ser
humano ese título que pertenecía exclusivamente a Cristo.
Está claro que el culto al césar era una prueba
de lealtad política más que ninguna otra cosa. De hecho, cuando un hombre había
quemado su pizquita de incienso y repetido la fórmula, recibía un certificado,
un libellus, de que lo había hecho, y luego podía ir y dar culto a
cualquier dios, siempre que no fuera contra la decencia y el orden público. Los
cristianos se negaron a someterse. Al enfrentarse con el dilema «César o
Cristo» no vacilaban en su elección: sólo Cristo. Se negaban en redondo a una
componenda. El resultado era que, por muy bueno que fuera el hombre, aunque
fuera un ciudadano excelente, quedaba fuera de la ley automáticamente. En el
vasto imperio romano no se podían tolerar bloques de desafectos, y eso era
exactamente lo que las autoridades romanas consideraban ser las congregaciones
cristianas.
Bienaventurados sois, gozaos y alegraos.
No
somos bienaventurados por sufrir por el mal. 1Pe_2:20, "Pues ¿qué gloria es, si pecando
sois abofeteados, y lo soportáis? Mas si haciendo lo bueno sufrís, y lo
soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios".1Pe_4:15, "Así que, ninguno de vosotros
padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo
ajeno".
Muchos de nosotros
puede que no hayamos hecho nunca en nuestra vida nada que pudiera considerarse
un verdadero sacrificio por Jesucristo. El momento en que parece probable que
el Cristianismo nos cueste algo es el momento cuando tenemos la posibilidad de
demostrar nuestra lealtad a Jesucristo de una manera que otros puedan ver.
Cuando uno es llamado a sufrir algo por el Evangelio, ese es siempre un momento
crucial. Es la gran ocasión; es la colisión entre el mundo y Cristo; es un
momento del drama de la eternidad. Tener un papel en tal escena no es un
castigo, sino una gloria. «Alegraos de ese momento -dice Jesús- y estad
contentos.»
El tener que sufrir
persecución es, como dijo el mismo Jesús, recorrer el mismo camino que
recorrieron los profetas, y los santos, y los mártires. El sufrir por lo justo
es ganarse un puesto en una gran sucesión. La persona que tiene que sufrir algo
por su fe puede levantar bien alta la cabeza y decir
" Hermanos,
vamos marchando por la senda que abrieron los santos.»
Sino por sufrir como cristiano. 1Pe_4:16, "pero si alguno padece como
cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello". El único
crimen de los cristianos era que colocaban a Cristo por encima del césar; y por
esa suprema lealtad murieron los cristianos a millares y arrostraron la tortura
por causa de la exclusiva supremacía de Jesucristo. Sufrir persecución es
ponérselo más fácil a los que vendrán detrás: Hoy disfrutamos la bendición de
la libertad gracias a las personas que estuvieron dispuestas a pagar por ella
sangre, sudor y lágrimas. Nos lo pusieron más fácil; y mediante un firme e
inalterable testimonio de Cristo nosotros también se lo pondremos más fácil a
los que vengan detrás.
Una
recompensa triple. En este texto (Mat_5:10;
Mat_5:12) Jesús habla de tres grandes
bendiciones para los que padecen por El: "porque de ellos es el reino de los cielos". Los que sufren por causa
de la justicia (por Cristo) dan evidencia segura de pertenecer al reino de los
cielos, "vuestro
galardón es grande en los cielos". Luc_6:23,
"Alegraos en ese día, y saltad de gozo, porque he aquí, vuestra recompensa
es grande en el cielo”. ¿Cuántas veces hemos saltado de gozo por haber sido
perseguidos? (Hch_5:41, "Y ellos
salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos
de padecer afrenta por causa del Nombre". Mat_5:12 , "porque así persiguieron a los
profetas que fueron antes de vosotros". Debemos recordar los ejemplos de
Elías (1Re_19:2); de Jeremías (Jer_20:2); de Zacarías (2Cr_24:21); Stg_5:10-11.
¡Qué gozo de ser identificados con los profetas fieles, con Cristo y con los
apóstoles al sufrir por la causa de justicia!
Por lo
tanto, el pensamiento de sufrir por el nombre de Cristo (o por la causa de
justicia) debe llenar el corazón de gozo. Podemos ver en Hch_5:41; Hch_16:25;
Heb_10:34; 1Pe_4:16.
El tener que sufrir
persecución era una oportunidad de demostrar la fidelidad a Jesucristo. Uno de
los mártires más famosos fue Policarpo, el anciano obispo de Esmirna. El
populacho le arrastró al tribunal del magistrado romano. Se le presentó la disyuntiva
de costumbre: ofrecer sacrificio a la divinidad del césar o morir. «Ochenta y
seis años -fue su respuesta inmortal- he servido a Cristo, y jamás me ha hecho
ningún mal. ¿Cómo voy a blasfemar a mi Rey, Que me salvó?» Así es que le
llevaron al patíbulo, donde él hizo su última oración: "¡Oh Señor Dios
todopoderoso, Padre de Tu muy amado y siempre bendito Hijo, por medio de Quien
hemos recibido Tu conocimiento... Te doy gracias por considerarme digno en Tu
gracia de este día y hora.» Se le había concedido la oportunidad suprema de
demostrar su lealtad a Jesucristo.
En todos los tiempos ha habido persecuciones, por
enemistad personal, por aversión racial, por discordias sobre la propiedad
entre tribus o naciones, pero ¿se puede ser perseguido por «causa de la
justicia»? Se trata de aquella justicia de Dios, de la que debemos tener hambre
y sed; la entrega a Dios y la perfecta pureza y orden en la vida, a imitación
de Jesús. Esta justicia ¿no tendría que acuciar a los demás, en vez de
repudiarlos? ¿No tendría que entusiasmar a los demás, en vez de excitarlos al
odio? Jesús sabe y atestigua aquí que incluso la mayor honradez puede
convertirse en motivo de enemistad. Juan el Bautista fue encarcelado por su
integridad, y por ella fue muerto. El mismo Jesús tuvo que experimentarlo en su
propio destino. También puede aplicarse a los que son sus discípulos. A pesar
de todo son bienaventurados. Su futura exaltación estará en vivo contraste con
su humillación actual. Todos los que por causa de aquella justicia han sufrido
el oprobio y la persecución, recibirán el reino de Dios. Aunque en su vida
terrena exteriormente no se pueda ver nada de su gloria, aquella promesa se
mantiene firme y está asegurada por la palabra del Señor.
Cuando un cristiano
tiene que sufrir algo por su fe, es entonces cuando se encuentra en la más
íntima compañía posible con Cristo.
Sólo nos queda por
hacer una pregunta: ¿Por qué es esta persecución tan inevitable? Lo es porque
la Iglesia, cuando es realmente la Iglesia, no tiene más remedio que ser la
conciencia de la nación y de la sociedad. La Iglesia debe alabar lo bueno; pero
debe igualmente condenar lo malo, y se hará todo lo posible para silenciar la
molesta voz de la conciencia. No es el deber del cristiano individual el
descubrir las faltas, criticar y condenar; pero bien puede ser que su misma
actitud y conducta sea una condena tácita de las vidas de los no cristianos, y
él no podrá escapar a su odio.
No es probable que
nos espere la muerte por nuestra lealtad a la fe cristiana; pero los insultos
le esperan siempre al que es fiel al honor cristiano. Las burlas le esperan al
que practica el amor y el perdón cristiano. Puede que al cristiano le espere
una persecución real en la industria si insiste en cumplir fielmente con su
trabajo diario. Cristo sigue necesitando Sus testigos; Necesita personas que
estén dispuestas, no sólo a morir por Él, sino también a vivir por Él. La
contienda cristiana y la gloria cristiana siguen existiendo como entonces en la
Iglesia primitiva.
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