Mar 10:24 Los discípulos se espantaron de sus palabras,
pero Jesús les volvió a decir: "¡Hijos, cuán difícil es entrar en el reino
de Dios [a los que confían en las riquezas]!
Mar 10:25 "Es más fácil pasar un camello por el
ojo de una aguja, que un rico entrar en el reino de Dios".
Mar 10:26 Ellos se espantaron aún más, y decían:
"Entonces, ¿quién podrá ser salvo?"
Mar 10:27 Jesús los miró, y les dijo: "Para los
hombres es imposible, para Dios, no. Para Dios todo es posible".
El joven aristócrata que no había aceptado el desafío de Jesús se había
marchado triste, y sin duda Jesús y Sus discípulos le siguieron con la mirada
hasta que se perdió en la distancia. Entonces Jesús Se volvió y miró a Su
alrededor a Sus hombres. " ¡Qué difícil les es -les dijo- entrar en el
Reino de Dios a los que tienen dinero!» La palabra que se usa para dinero es
jrémata, que Aristóteles definía como " todas aquellas cosas cuyo valor se
mide por el dinero.»
Tal vez nos preguntemos por qué este dicho
sorprendió tanto a los discípulos. Dos veces se subraya su sorpresa. La razón
era que Jesús estaba poniendo patas arriba los baremos judíos corrientes. La
moralidad popular judía era bien sencilla. Se creía que la prosperidad era
señal de que se era buena persona. Si uno era rico, era porque Dios le había
honrado y bendecido. La riqueza era una prueba de la excelencia del carácter de
la persona y del favor de Dios. El salmista lo resumía: " Joven fui y me
he hecho viejo, y no he visto a ningún justo desamparado, ni a sus
descendientes pidiendo limosna» (Salmo 37:25 ).
¡No nos sorprende que los discípulos se
sorprendieran! Creerían que, cuanto más próspera fuera la vida de un hombre,
tanto más seguro estaría de entrar en el Reino. Así es que Jesús repitió Su
dicho de una manera ligeramente diferente para aclarar lo que quería decir:
" ¡Qué difícil les es entrar en el Reino de Dios a los que confían en el
dinero!»
Nadie ha visto más claramente que Jesús los
peligros de la prosperidad material. ¿Cuáles son esos peligros?
(i) Las
posesiones materiales tienden a hacer que se apegue a este mundo el corazón del
hombre. Tiene tantos intereses en él, está tan involucrado en él, que le es
difícil dejar de pensar en él, y le es especialmente difícil salir de él. El
doctor Johnson estaba una vez visitando un famoso castillo y sus maravillosos
jardines. Después de verlo todo, se volvió a sus amigos y les dijo: «Estas son las
cosas que le hacen a uno difícil morir.» El peligro de las posesiones es que
fijan los pensamientos e intereses de la persona a este mundo.
(ii) Si
el principal interés de la persona está en las cosas materiales, esto tiende a
hacerle pensar en todo en términos de precio. La mujer de un pastor de
ovejas de las montañas escribió a un periódico una carta sumamente interesante.
Sus hijos se habían criado en la soledad de las montañas. Eran sencillos y
naturales. Luego su marido consiguió un trabajo en el pueblo, y los niños se
fueron introduciendo en la nueva vida. Cambiaron muy considerablemente -a peor.
El último párrafo de su carta rezaba: " ¿Qué es preferible para la
educación de un niño: la falta de cosas mundanas, pero con mejores modales y
pensamientos sencillos y sinceros, o todo lo mundano, con el hábito de hoy en
día de saber el precio de las cosas pero no su verdadero valor?» Como decía
Antonio Machado: " Sólo un necio - confunde valor y precio.»
Si el interés principal de una persona está en
las cosas materiales pensará en términos de precio y no en términos de valor;
pensará en términos de lo que se puede conseguir con dinero. Y bien puede ser
que olvide que hay cosas más valiosas en este mundo que el dinero, que hay
cosas que no tienen precio, y que hay cosas preciosas que no se compran con
dinero. Es fatal el empezar a pensar que todo lo que vale la pena
tiene un precio en dinero.
(iii) Jesús
habría dicho dos cosas de las posesiones materiales.
(a) Son
la piedra de toque de una persona. Por cada cien personas que pueden
soportar la adversidad no hay más que una que pueda soportar la prosperidad. La
prosperidad puede hacer a una persona muy fácilmente arrogante, orgullosa,
satisfecha de sí misma, mundana. Hay que ser una persona como Dios manda para
soportarla dignamente.
(b) Es
una responsabilidad. Una persona siempre será juzgada por dos baremos: Cómo
obtuvo su riqueza, y cómo la usa. Cuanto más tenga, mayor será la
responsabilidad que se le imponga. ¿Usará lo que tiene egoísta o generosamente?
¿Lo usará como si fuera el dueño indiscutible, o recordando que es Dios Quien
se lo ha dejado en depósito?
La reacción de los discípulos fue que, si lo
que Jesús estaba diciendo era cierto, era prácticamente imposible salvarse.
Entonces Jesús resumió en pocas palabras toda la doctrina de la salvación. «Si -dijo- la salvación dependiera de los
esfuerzos de una persona, sería imposible; pero la salvación es el don de Dios,
y todas las cosas son posibles para Dios.» El que confía en sí mismo y
en su riqueza nunca puede estar seguro de salvarse. El que confía en el poder salvador y en el
amor redentor de Dios puede entrar gratis en la salvación. Este
es el pensamiento que expresó Jesús, y lo que Pablo escribió en todas sus
cartas. Y esta es la verdad que sigue siendo para nosotros la base fundamental
de la fe cristiana.
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