} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: DE LOS TALES ES EL REINO DEL CIELO

lunes, 17 de mayo de 2021

DE LOS TALES ES EL REINO DEL CIELO

 

 

Mar 10:13  Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reprendían a los que los presentaban.

Mar 10:14  Viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios.

Mar 10:15  De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.(E)

Mar 10:16  Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.  

 

            Era natural que las madres judías quisieran que un gran rabino distinguido bendijera a sus hijos. Especialmente traían a sus hijos a una persona así en su primer cumpleaños. Así fue como Le trajeron a Jesús a los niños aquel día.

Entenderemos más plenamente la conmovedora belleza de este pasaje si recordamos cuándo sucedió. Jesús iba de camino a la Cruz y lo sabía. Su sombra cruel puede que no se apartara nunca de Su mente. Fue en un momento así cuando tuvo tiempo para los niños. Aun con tal tensión en Su mente, estuvo dispuesto a tomarlos en Sus brazos, y sonreírles de corazón, y puede que hasta jugar con ellos.

Los discípulos no eran unos antipáticos ni unos amargados. Sencillamente querían proteger a Jesús. No comprendían del todo lo que estaba pasando, pero presentían claramente la tragedia que los esperaba, y podían  percibir la tensión que embargaba a Jesús. No querían que se Le molestara. No podían figurarse que Él pudiera querer tener niños a Su alrededor en tal ocasión; pero Jesús les dijo: «¡Dejad que vengan a Mí los chiquillos y no tratéis de impedírselo!»

Incidentalmente, esto nos dice un montón acerca de Jesús. Nos dice que era la clase de Persona a la Que Le importan los niños, y Que importa a los niños. No puede haber sido una persona sombría y desagradable. Tiene que haber habido una amable luminosidad en Él. Tiene que haberle resultado fácil sonreír y reír de alegría.

George Macdonald dice en algún sitio que no cree en el Cristianismo de una persona a cuya puerta no hay nunca niños jugando. Este breve, precioso incidente arroja un torrente de luz sobre la clase de Persona humana Que era Jesús.

" De los tales -dijo Jesús- es el Reino de Dios." ¿Qué hay en un niño que a Jesús le gustara y que valorara tanto?

(i) Está la humildad del niño. Hay niños exhibicionistas, pero son raros, y casi siempre son el producto del trato equivocado de los adultos. Lo normal es que a un niño le cohíba la prominencia y la publicidad. Todavía no ha aprendido a pensar en términos de nivel y orgullo y prestigio, ni a descubrir la importancia del yo.

(ii) Está la obediencia del niño. Es verdad que un niño es a veces desobediente; pero, aunque parezca una paradoja, su instinto natural le mueve a obedecer. Todavía no ha aprendido el orgullo y la falsa independencia que separan a un hombre de sus semejantes y de Dios.

(iii) Está la confianza del niño. Esto se ve en dos cosas.

(a) Se ve en la manera que tiene un niño de aceptar la autoridad. Hay un tiempo cuando cree que su padre lo sabe todo y siempre tiene razón. Para nuestra vergüenza, pronto supera esa etapa. Pero el niño se da cuenta instintivamente de su propia ignorancia y de su propia indefensión, y confía en los que él cree que saben.

(b) Se ve en la confianza que tiene un niño en otras personas. No supone que nadie pueda ser malo. Se hace amigo de un perfecto extraño. Un gran hombre dijo una vez que el más grande elogio que se le había dirigido jamás fue el de un chiquillo que se le dirigió, a un completo extraño, y le pidió que le atara el zapato. El niño no ha aprendido todavía a sospechar que el mundo es malo. Todavía cree lo mejor de los demás. Algunas veces esa misma confianza le conduce a peligros, porque hay algunos que son totalmente indignos de ella y que abusan de ella; pero esa confianza es algo precioso.

(iv) El niño tiene una memoria muy corta. Todavía no ha aprendido a guardar rencor ni a abrigar resentimiento. Hasta cuando se le trata injustamente -y cuál de nosotros no es a veces injusto con sus hijos-, olvida, y tan totalmente que no necesita ni perdonar.

Sin duda, de los tales es el Reino de Dios.

 

La escena que nos presentan estos cuatro versículos es interesante en extremo. Vemos que presentan a Cristo unos niños "para que los toque," y a los  discípulos reñir a los que los habían traído. Se nos dice que Jesús vio aquello "muy disgustado," y reconvino a sus discípulos con palabras muy notables.

Finalmente se nos relata, "que tomándolos en sus brazos, puso sus mano sobre ellos, y los bendijo...

Aprendamos, ante todo, en este pasaje, cuanta atención debe la iglesia de Cristo prestar a las almas de los niños. La Gran Cabeza de la Iglesia tuvo tiempo  para ocuparse de ellos, aunque le era tan precioso mientras estuvo en la tierra, y aunque había tantos hombres y tantas mujeres que por todas partes perecían  por falta de conocimiento, no creyó que era de poca importancia ocuparse de los niños. En su corazón infinito había lugar también para ellos, y manifestó la  buena voluntad que les tenía con sus hechos y con sus acciones; y lo que no es menos, ha dejado consignadas respecto á ellos unas palabras que nunca  olvidará su iglesia, "De tales es el reino de Dios...

No vayamos ni por un momento a imaginarnos que se puede con seguridad dejar abandonadas las almas de los niños. El carácter que en ellos se desarrolla y  los distingue durante la vida depende muy mucho de lo que han visto y oído durante sus siete años primeros. Nunca son demasiado jóvenes para aprender el  mal y el pecado; nunca tampoco lo son para recibir impresiones religiosas. Piensan a su manera, puerilmente, en Dios, y en sus almas y en un mundo  venidero, más pronto y con más profundidad que lo que se imaginan muchos. Saben responder con más prontitud de lo que algunos piensan a los  llamamientos que se dirigen a sus sentimientos de lo bueno y de lo malo; tienen conciencia. Dios en su misericordia no los ha dejado sin un testigo en sus  corazones, aunque sus naturalezas estén corrompidas por la caída. Tienen un alma que vivirá eternamente en el cielo o en el infierno. Nunca es demasiado  pronto para empezar a guiarlos a Cristo.

Estas verdades deben ser profundamente meditadas por todos los que forman la iglesia de Cristo. Es deber preeminente de toda congregación cristiana  ocuparse de la educación religiosa de los niños y proveer medios para ello. Los niños de ambos sexos de todas las familias deben ser enseñados tan pronto  como puedan aprender, conducidos al culto público tan pronto como puedan estar en él con respeto, pues debe mirárseles con interés y afecto como la  congregación futura que ocupará los lugares que dejemos vacíos con nuestra muerte. Esperemos confiados que Cristo bendiga todos los esfuerzos que  hagamos en hacer bien a los niños.

Ninguna iglesia puede considerarse en una condición moralmente saludable que descuida a sus niños y jóvenes, y excusa  su pereza alegando "que los jóvenes tienen que ser jóvenes," y que es inútil empeñarse en hacerles bien; tal iglesia muestra  claramente que no ha comprendido el espíritu de Cristo. Una congregación que no se compone sino de personas crecidas,  cuyos hijos están holgazaneando en casa o corriendo por campos y por calles, es el espectáculo más deplorable y más poco  satisfactorio que se puede contemplar. Los miembros de congregaciones tales podrán estar orgullosos por su número o por  la ortodoxia de sus creencias; estar satisfechos con las repetidas aserciones de la imposibilidad de cambiar el corazón de  sus hijos, y que Dios los convertirá el día que así lo juzgue conveniente; pero sepan que tienen aún que aprender que  Cristo, los mira como infractores de un deber solemne, y que los cristianos que no emplean todos los medios de que  pueden disponer para conducir sus hijos a Cristo están cometiendo un pecado muy grave.

No hay comentarios:

Publicar un comentario