Salmo 38
1 Oración
de un penitente Jehová, no me
reprendas en tu furor, Ni me castigues
en tu ira.
2
Porque tus saetas cayeron sobre mí, Y sobre mí ha descendido tu mano.
3
Nada hay sano en mi carne, a causa de tu ira; Ni hay paz en mis huesos,
a causa de mi pecado.
4
Porque mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza; Como carga pesada se han agravado sobre mí.
5
Hieden y supuran mis llagas, A
causa de mi locura.
6
Estoy encorvado, estoy humillado en gran manera, Ando enlutado todo el
día.
7
Porque mis lomos están llenos de ardor, Y nada hay sano en mi carne.
8
Estoy debilitado y molido en gran manera; Gimo a causa de la conmoción
de mi corazón.
9
Señor, delante de ti están todos mis deseos, Y mi suspiro no te es oculto.
10
Mi corazón está acongojado, me ha dejado mi vigor, Y aun la luz de mis
ojos me falta ya.
11
Mis amigos y mis compañeros se mantienen lejos de mi plaga, Y mis
cercanos se han alejado.
El
salmista sufre una enfermedad desoladora. Describe de manera enérgica su
sufrimiento intenso. Se alejan de él sus amigos y familiares; tiene un sentido
de culpa por su pecado; sus enemigos, que también son enemigos de Dios, se
aprovechan de su calamidad; entonces confiesa su pecado y pide socorro de Dios.
Así como un niño llora ante su padre, David
también lo hizo ante Dios. David no decía: "No me castigues", sino:
"No me castigues mientras estés enojado". Reconoció que merecía el
castigo, pero pidió que Dios moderara su disciplina con misericordia. Como hijos,
somos libres de pedir misericordia, pero no debemos negar que merecemos el
castigo.
Nada
inquietará tanto el corazón de un hombre bueno como sentir la ira de Dios. La
manera de tener el corazón tranquilo es mantenernos en el amor de Dios. Sin
embargo, el sentido de culpa es demasiado pesado para soportarlo; y hundirá al
hombre en la desesperación y la ruina a menos que lo quite la misericordia
perdonadora de Dios.
Aún bajo el castigo de Dios, el salmista
recuerda la misericordia de Dios. Flechas y mano son metáforas para describir
la gravedad de la enfermedad física. No hay parte sana… se usa en Isa_6:1. El
salmista reconoce que sufre a causa de su pecado. La Biblia enseña que Dios
castiga al que ama. La enfermedad puede ser por causa de pecado, pero
igualmente clara es la enseñanza que no es siempre por esta causa.
El verso 3 muestra cómo su enfermedad afecta
su cuerpo y su espíritu. Para el creyente que ha conocido la comunión con Dios,
la culpa de pecado no confesado es una carga pesada. David vio su angustia como
juicio de Dios por sus pecados. Si bien Dios no siempre envía una enfermedad
física para castigarnos por el pecado, este versículo y otros de las Escrituras
(Hch_12:21-23; 1Co_11:30-32) indican que lo hizo en algunas circunstancias.
Nuestro pecado puede causar efectos secundarios mentales o físicos que nos
ocasionen un sufrimiento mayor. Algunas veces Dios tiene que castigar a sus
hijos para que vuelvan a Él (Heb_12:5-11). Cuando nos arrepentimos de nuestro
pecado, Dios promete perdonarnos, aun cuando no promete deshacer las
consecuencias directas del pecado.
Aquí, su enfermedad hizo entender al salmista
la gravedad de su pecado (verso 4).Si no hubiera pecado en nuestra alma, no
habría dolor en nuestros huesos, ni enfermedad en nuestros cuerpos. La culpa
del pecado es una carga para toda la creación, que gime bajo ella. Es una carga
para los pecadores mismos, cuando están trabajados y cargados por ella, y será
una carga de ruina cuando los hunda en el infierno. Cuando nos damos cuenta de
nuestra verdadera condición, valoramos, buscamos y obedecemos al Buen Médico.
Pero muchos dejan que sus heridas apesten, porque tardan en ir a su Amigo
misericordioso. En cualquier momento que estamos enfermos en nuestros cuerpos,
debemos recordar cómo ha sido deshonrado Dios, en nuestros cuerpos y por ellos.
Mi locura (verso 5) indica que su pecado y su
enfermedad afectan su estado emocional. También está pensando en lo insensato
de su pecado. Desobedecer a Dios siempre es una locura. Por el fuerte dolor y la tristeza está
encorvado (verso 6) y no puede pensar en otra cosa. Espaldas (verso 7) habla de
los músculos de su espalda o ijares. Siente un ardor que empieza allí y se
extiende por todo su cuerpo. Está tan debilitado que no puede cumplir su
trabajo.
Esta estrofa incluye varios temas. Al
principio el salmista está abriendo su corazón. Al abrirse el corazón y ser
franco con Dios es donde empieza su sanidad (Jer. 15). Pero todavía le cuesta
pensar claramente (verso 10).
Más síntomas de enfermedad: Palpitaciones,
pérdida de vitalidad y problemas con la vista. Verso11 A veces
las cosas que proclaman la necesidad de un amigo comprensivo hacen que la gente
se aparte. No sabemos qué hacer o decir y nuestra preocupación por nuestra
propia reacción anula nuestra preocupación por los necesitados. Pero la persona
afligida no necesita discursos largos; sólo la presión de una mano amiga, la
compañía de un corazón comprensivo. Amigos, “mis amados” una relación más
cercana que la de los compañeros, “semejantes”. Parientes, cercanos, los que
tienen derecho de hacer suyos los problemas de un familiar.
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