Cada día, por la gracia de
Dios, me concede conocer más de su Palabra y el tiempo para estar
escudriñando sin descanso como si cada día fuera el último. Cuánto tiempo malgastado en mi vida alejado de la Palabra de Dios
en la Biblia sin escuchar las riquezas que encierra en su escritura para vivir
como es digno, obedeciendo a Dios. ¿Cómo vamos a obedecer si no dedicamos
tiempo a conocer sus enseñanzas? Es
lógico que nuestra rebeldía y desobediencia traiga consecuencias a nuestras
vidas, viviendo como a nosotros mejor nos parece.
Me llaman poderosamente la
atención los siguientes versículos:
Salmo 138:8 Jehová cumplirá su
propósito en mí; Tu misericordia, oh Jehová, es para siempre; No desampares la
obra de tus manos.
Salmo 139:13 Porque tú formaste
mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. 14 Te alabaré; porque
formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien.
Filipenses1:6 estando persuadido de
esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el
día de Jesucristo;
Efesios
2:10 Porque
somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios
preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
Juan 1:12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su
nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son
engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino
de Dios.
Jeremias 1:5 Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que
nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones.
1Pedro 5:10 Mas el Dios de toda
gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis
padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y
establezca.
Todos soñamos y hacemos planes para el futuro y la mayoria de las
veces trabajamos arduamente para ver que esos sueños y planes se vuelvan
realidad. Pero para hacer lo mejor de esta vida, debemos incluir los planes de
Dios en los nuestros. Solo El sabe lo mejor para nosotros. Solo Dios puede cumplir
su propósito en nosotros. Cuando hagamos planes y soñemos, hablemos con Dios
acerca de ello. Dios es Omnipresente, está en todas partes. Debido a que es
así, nunca nos podremos apartar de su
Espíritu. Estas son buenas nuevas para los que conocemos y amamos a Dios pues
no importa lo que hagamos ni a dónde vayamos, nunca estaremos lejos de la
presencia consoladora de Dios. El carácter de Dios está dentro de la creación
de cada persona. Somo hechura suya; un poema donde queda la huella de Dios Creador,
a imagen suya. Cuando creamos que no
valemos nada o hasta comencemos a odiarnos, recordemos que el Espíritu de Dios
está listo y dispuesto a trabajar en nosotros para hacer que niestro carácter
sea todo lo que Dios desea. Debemos tener tanto respeto por nosotros mismos
como lo tiene nuestro Hacedor. Y cuando el enemigo susurre al oído, sus
insidias, para chinchar, hagámosle frente con la Palabra, diciéndole: Escrito
está, que la obra que Dios ha comenzado en mí la perfeccionará por el resto de
mi vida.
El Señor que nos formó sabe para qué servicio y propósito particular
nos concibió. Sin embargo, a menos que nos santifique por su Espíritu que nos
crea de nuevo, no seremos aptos para su santo servicio en la tierra ni para la
santa dicha del cielo. Muchas veces somos nosotros que por naturaleza rebelde y
desobediente impedimos se cumplan los planes de Dios en nuestras vidas. Otras veces
estorbamos su planes ciando no prestamos atención a su Palabra en la Biblia.
En muchas otras somos cristianos estancados durante muchos años, sin avanzar lo
más mínimo en absoluto; sin poner los talentos recibidos a trabajar, los
guardamos para nosotros impidiendo que por gracia desarrollemos el carácter cristiano
que nos identifica con Cristo. Cuantos
llevan 40 o 50 años en el mismo estado desde que nacieron de nuevo. No son
serviciales, no participan; se creen muy espirituales nada más.
Nos conviene pensar con humildad de nosotros mismos. Aunque
el sentido de nuestra propia debilidad e insuficiencia debiera hacernos
humildes acerca de nuestro trabajo, no debe hacernos retroceder cuando Dios nos
llama. Los que tienen mensajes que entregar de parte de Dios no deben temer el
rostro del hombre cuando sobre él recaigan las miradas de aquellos que reciben
su testimonio.
Por una señal el Señor dio a Jeremías el don según era necesario. El
mensaje de Dios debe ser entregado en sus propias palabras, no en las que cada
uno de nosotros formulemos o pensemos en nuestra mente. Sea lo que sea que
piensen los sabios o políticos del mundo, la seguridad del mundo se decide
según el propósito y la palabra de Dios. Aunque el Señor es alto,
tiene respeto por todo pecador bajo y abatido que le implora su Misericordia;
pero el orgulloso e incrédulo será echado de su bendita presencia. Los
consuelos divinos tienen suficiente en sí para revivirnos, por la gracia de
Dios, aunque andemos en medio de problemas o cualquier circunstancia nos
aprisione. Y Dios salvará a su pueblo, para que sea revivido por el Espíritu
Santo, el Dador de vida y santidad.
Si damos a Dios la gloria por su Misericordia, podemos recibir el
consuelo, la gracia que nos capacita. Lo bueno que hay en nosotros es Dios, que
obra en nosotros así el querer como el hacer, ya que las sendas de buenas obras
ya fueron creadas por Dios y puestas ante nuestras narices para que andemos por
ellas, porque eso agrada y glorifica a Dios. Vemos que Dios no obliga a nadie a
transitar por ellas, ni a realizar las buenas obras. Cuantas personas no
reciben el llamado del Señor; y aún los llamados tenemos libertad para obedecer
o no. El Señor perfeccionará la salvación de todo creyente verdadero y nunca
abandonará a los que ha creado en Cristo Jesús para buenas obras.
Perfeccione quiere decir su progreso hacia la perfección. Afirme se refiere a la cura de nuestra natural ligereza e
inconstancia. Fortalezca tiene
que ver con el crecimiento de las virtudes, especialmente en las que estamos
más bajos y débiles. Establezca significa
fijarse sobre un fundamento firme, roca firme, a aquel que es el fundamento y
fuerza del creyente, Cristo.
La conservación y el
crecimiento en el amor cristiano, y en el afecto mutuo, no es cuestión de un
saludo vacío, sino la marca y signo de Jesús sobre sus seguidores. Otros pueden
tener una falsa paz por un tiempo, y los malvados pueden desearla para sí
mismos y para sus iguales; pero la de ellos es una vana esperanza, y llegará a
nada. En Cristo se encuentra una paz sólida, la cual fluye de Él.
Cuando sufrimos, sentimos a veces como que el dolor nunca terminará. Todos los seguidores fieles de Dios, sin
embargo, tenemos asegurada una vida eterna con Cristo donde no habrá sufrimiento.
Seguridad consoladora de que Dios al fin “perfeccionará” su obra de
“gracia” en nosotros cuando hayamos pasado las necesarias aflicciones previas. Sólo
velad vosotros y resistid al enemigo: Dios hará lo demás de
toda gracia. El Dios a quien, en gracia cumple lo que en gracia comenzó.
Desde el principio “os” llamó para su
eterna gloria. El no dejará fracasar su propósito antes de terminarlo. Si
cumple su propósito en el castigo, cuánto más en la gracia. Las tres cosas se
coordinan bien: el llamamiento, la gloria a la que son llamadas, y el camino; la
cuarta es la base del llamamiento, a saber, la gracia de Dios en Cristo.
El griego dice que “él
mismo os perfeccionará”: aunque os toca velar y resistir al enemigo, Dios mismo debe en verdad hacerlo
todo en vosotros y por medio de vosotros. El mismo Dios que comienza debe él
mismo terminar la obra. El griego
por “confirmar” (afín de ser “firmes” en la fe) se halla en Lucas 22:32 pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez
vuelto, confirma a tus hermanos.
“Confirma a tus hermanos”,
palabras que Pedro tiene ahora en la mente. Su exhortación concuerda con su
nombre de Podro, “Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia”.
No podemos ver a Dios, pero Él puede vernos. El salmista no desea irse
del Señor. ¿Adónde puedo ir? En los rincones más distantes del mundo, en el
cielo o en el infierno, no puedo escapar de tu alcance. Ningún velo puede
taparnos de Dios; ni siquiera la oscuridad más densa. Ningún disfraz puede
salvar a una persona, o evitar que un hecho sea visto a la verdadera luz por
Él. Los acosos secretos del pecado son tan abiertos ante Dios como las
villanías más francas. Por otro lado, el creyente no puede ser quitado de la
presencia consoladora y sostenedora de su Amigo Omnipotente. Si el perseguidor
le quita la vida, su alma ascenderá muy presta al cielo. La tumba no puede
separar su cuerpo del amor de su Salvador, que lo levantará como cuerpo
glorioso. Ninguna circunstancia externa puede separarlo de su Señor. Mientras
esté en la senda del deber, puede estar feliz en cualquier situación por el ejercicio
de la fe, la esperanza y la oración por la gracia de Dios derramada en cada uno
de nosotros.