Solamente
a un hombre se le designa en la Biblia como alguien próximo al corazón de Dios;
el hombre que disfrutó de dicha tan grande fue David, el rey de Israel. A David
se le recuerda más bien como un hombre muy pecador; cometió adulterio, mató a
otros, mintió, traicionó a su nación, cometió varios errores de juicio, no se
desempeñó como un administrador excelente y, finalmente, ni siquiera pudo
atender adecuadamente su hogar. Y, no obstante, Dios dijo de él, «He hallado a
David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que quiero».
Casi siempre que leemos acerca de David, está haciendo algo equivocado; sin
embargo, Dios elogió lo esencial de su liderazgo. ¿Cómo se explica esto? La
respuesta reside en el hecho de que después de cada error David se arrepintió;
y algo igualmente importante: aprendió de sus propios errores. No solamente fue
humilde y se mostró capaz de aprender, sino que escuchó a sus críticos, así
como a sus enemigos. Y por encima de todo, prestó atención y oyó a los profetas
de Dios. Esta disposición a recibir enseñanza es el rasgo de carácter que movió
a Dios a clasificar al rey David como el mejor de los líderes de Israel.
Así
tendríamos que ser cada uno de nosotros,
para eso necesitamos pedir ayuda al Señor para que nos capacite para
obedecerle, acudiendo en todo momento a su Palabra para entender como vivir
conforme a su Voluntad.
Cuantas veces a lo largo del día nos acordamos de lo que hemos
escuchado en la última lectura de la Biblia. Digo bien, escuchado. Porque no es
sólo leer los versículos escritos por hombres inspirados por el Espíritu Santo;
es más que eso, es oir la voz de Dios dirigida a ti en el momento preciso, guiándote allí donde encontrarás conocimiento. Los minerales más preciados se esconden
en las entrañas de la tierra, que debe ser horadada para sacarlos a la luz. Las
riquezas de la Palabra de Dios, se encuentran escondidas y sólo por la gracia
de Dios, eres empujado a encontrarlas, siempre con la guía del Espíritu. No es
de extrañar que cuando comienzas a gustar semejantes manjares, te conviertas en
un asiduo al banquete del saber, preparado para ponerlo en acción. Sólo así,
desgustándolo, encuentras el beneficio para aplicarlo en la vida.
Con la ayuda del Señor, me gustaría reflexionar sobre estos versículos
que he leido en Hechos 13; 15-16:
Y
después de la lectura de la ley y de los profetas, los principales de la
sinagoga mandaron a decirles: Varones hermanos, si tenéis alguna palabra de
exhortación para el pueblo, hablad 16 Entonces Pablo,
levantándose, hecha señal de silencio con la mano, dijo: Varones israelitas, y
los que teméis a Dios, oíd
Cuando nos reunimos para adorar a Dios debemos hacerlo no sólo con
oración y alabanza, sino para leer y oír la palabra de Dios. El centro de toda
exposición tiene que ser sobre el arrepentimiento, el Evangelio de Jesús, su
Obra, su Sacrificio en la Cruz, el Perdón de los pecados y su Resurrección. No
basta con la sola lectura de las Escrituras en las asambleas públicas, ellas
deben ser expuestas y se debe exhortar a la gente con ellas. Esto es ayudar a
que los oyentes hagan lo necesario para sacar provecho de la palabra, para
aplicarla a sí mismos según sus necesidades. El tiempo que dediquemos a
escuchar o estudiar la Palabra de Dios en la Biblia, será de tanta bendición en
nuestra vida, que su fruto no tardará en brotar.
Toda opinión, no importa cuán breve o débil
sea, sobre los tratos del Señor con su Iglesia, nos recuerda su misericordia y
paciencia, y la ingratitud y perversidad del hombre, lo engañoso de su corazón,
que nunca es fiel ni fiable; por eso hacemos bien en poner nuestra confianza en
el Señor Jesús, para que derrame y nos
conforte con su gracia vivificante.
Pablo va desde David al Hijo de David, y demuestra que este Jesús es
su Simiente prometida; el Salvador que hace por ellos, sus peores enemigos, lo
que no podían hacer los jueces de antes, para salvarlos de sus pecados. Cuando
los apóstoles predicaban a Cristo como el Salvador, distaban mucho de ocultar
su muerte, tanto que siempre predicaban a Cristo crucificado.
Pero hoy, en muchos sitios se predica y presenta a un Cristo muy
distinto al de la Biblia; es más, incluso hay religiones sectarias que lo
presenta nada más que como un ser superior; como un ángel poderoso. Incluso la
iglesia romanista, le ha quitado el papel principal para suplantarlo por otros
mediadores cuyos cuerpos fueron pasto de la corrupción por los gusanos. Otros
niegan la resurrección de Jesús, y le atribuyen falsas situaciones, como que se
había casado, etc. Basta pronunciar el nombre de Jesús para que todo el mundo
oculto de maldad se ponga nervioso y su órbita de acción afecte a la humanidad
incrédula. Ningún otro es tan atacado y blasfemado como Jesús. Se puede ver
claramente el efecto que su nombre produce, cuando le hablas a alguien de Él.
Puedes intentar invitar a tus conocidos o vecinos a leer la Biblia en tu casa y
verás que nadie acepta; pero ahora invítales a hablar de filosofías orientales
o de algo intrascendente, tele, futbol etc,
y verás como se apuntan todos.
La simplicidad y la falta de prioridades en la vida de muchos, no les
permite ver más allá de esta vida efímera. No debe decaer nuestro ánimo, e
insistir con la Palabra de Dios que es para Vida, apartados de la esclavitud
del pecado que es para muerte.
Nuestra completa separación del pecado la representa el que somos
sepultados con Cristo. Pero Él resucitó de entre los muertos y no vio
corrupción: esta es la gran verdad que hay que predicar en todo momento y
lugar.