El acontecimiento más
importante en la vida de una persona es, sin lugar a dudas, tener un encuentro
personal con Jesús, porque desde ese momento ya nada es igual que antes. Jesús viene a mostrarte que el camino que
llevabas te dirigía a la separación eterna de Dios. Jesús restaura tu vida
desde el momento en que arrepentido te rindes a sus pies, cuando caes humillado
a los pies de la cruz, donde Cristo derramó su preciosa sangre para limpiar
para siempre tus pecados. Desde ese momento, el más importante de tu vida, el
toque de Jesús, modifica tu presente y tu futuro, borrando tu pasado. Nadie
puede permanecer impasible ante su manifestación.
En la Palabra de Dios en la
Biblia encontramos multitud de ejemplos que nos sirven para abrir nuestros
ojos, y darnos cuenta que si no ha habido cambio alguno en nuestra vida desde
ese encuentro especial con Jesús, indica que nuestro arrepentimiento no ha sido
sincero. Pero veamos pasajes de la Palabra que sirvan para que reflexionemos y
examinemos a la Luz de la sana doctrina en la Biblia. Así podemos comenzar en Hechos 9; 32 – 35:
32 Pedro viajaba por muchos lugares, para
visitar a los seguidores del Señor Jesús. En cierta ocasión, pasó a la ciudad
de Lida, para visitar a los miembros de la iglesia en ese lugar.
33 Allí conoció a un hombre llamado Eneas, que
desde hacía ocho años estaba enfermo y no podía levantarse de su cama.
34 Pedro le dijo: «Eneas, Jesús el Mesías te ha
sanado. Levántate y arregla tu cama.» Al instante, Eneas se levantó.
35 Al ver ese milagro, todos los que vivían en
Lida y en la región de Sarón creyeron en el Señor Jesús.
Cristo nos eligió como a pacientes con enfermedades incurables según el
curso natural, para mostrar cuán desesperada era la situación de la humanidad
caída. Cuando éramos completamente débiles, como este pobre hombre de los
versículos, Él mandó su palabra para sanarnos. Por su Misericordia se acordó de
nuestras debilidades.
Pedro no pretende sanar por
poder propio, pero dirige a Eneas a que mire a Cristo en busca de ayuda, pues
conociendo las necesidades y el corazón de cada individuo obrará según su Voluntad,
para ser glorificado a través de su obra. El que recibe todo honor y toda
gloria es Dios Padre en el nombre de Jesús.
Cuando alguien se quiere apropiar de un ápice de vanagloria, o
presumir que por su poder se manifiesta el Señor, el tal será considerado un
simonita.
Nadie diga que por cuanto es Cristo el que por el poder de su gracia,
obra todas nuestras obras en nosotros, no tenemos obra que hacer, ni deber que
cumplir; porque, aunque Jesucristo te haga íntegro, tú debes levantarte, y usar
el poder que Él te da.
Tenemos muchos más ejemplos en
la Palabra de Dios en la Biblia, de lo que acontece cuando hemos recibido un toque de Jesús; diría que hay tres características fundamentales en todas las personas que hemos
tenido un encuentro personal con el Señor Jesús:
La primera de ellas, es que el
toque de Jesús cambia tu vida:
En Mateo 20: 29-34 Muchos
están espiritualmente ciegos, pero dicen que ven. Jesús curó a estos ciegos y
cuando hubieron recibido la vista, lo siguieron. Nadie sigue ciegamente a
Cristo. Primero, por gracia Él abre los ojos de los hombres, y así atrae hacia
Él sus corazones. Estos milagros son nuestro llamamiento a Jesús; podemos oírlo
y hacer nuestra oración diaria para
crecer en gracia y en el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo. No basta
con ir a Cristo por salud espiritual, sino que, cuando estemos sanados, debemos
continuar siguiéndole, para que podamos honrarle y recibir instrucción de Él. La ceguera se consideraba un castigo de Dios
por el pecado (Juan 9:2 Y
le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres,
para que haya nacido ciego?); pero Jesús rechazó la idea cuando se
mostró dispuesto a sanar a los ciegos.
En Marcos 10; 46-52 vemos al
ciego Bartimeo como Jesús le toca con su Palabra curándolo. Sus ojos fueron abiertos. Tu fe te
ha hecho salvo: la fe en Cristo como el Hijo de David, y en su compasión y
poder; no tus palabras repetidas, sino tu fe; Cristo pone a trabajar tu fe. Al ir a Cristo a pedir ayuda y salud, debemos
mirarlo como el Mesías prometido. Los llamados de gracia que Cristo nos hace
para que vayamos a Él, animan nuestra esperanza de que si vamos al Señor
tendremos aquello por lo cual fuimos a Él. Quienes vayanos a Jesús debemos desechar
el ropaje de propia suficiencia, debemos librarnos de todo peso, y del pecado
que, como ropajes largos, nos asedian más fácilmente,
Los pecadores somos llamados a imitar al ciego Bartimeo. Jesús pasa
por donde se predica el evangelio o circulan las palabras escritas de la
verdad, y esta es la oportunidad.
La segunda es que el
toque de Jesús mejora tu vida:
En Hechos 9; 34 Pedro le dijo: «Eneas, Jesús el Mesías te ha sanado... El encuentro con el Señor mejora tus
circunstancias espirituales y físicas. No siempre la manifestación es física,
que también; tampoco son sensaciones emocionales, ni experiencias metafísicas;
no, es más simple por el poder de Dios. La mejoría se produce porque nacen los
frutos de justicia; si robabas dejas de robar; si adulterabas dejas de hacerlo
y respetas a tu esposa; si holgazaneabas comienzas a buscar trabajo; la
soberbia deja paso a la humildad; los deseos carnales y pasiones irrefrenables son sujetos por el dominio propio, todo ello por la gracia que emana del favor
de Dios. En el siguiente pasaje del libro de Isaías podemos leer:
Isaias 61:3 a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en
lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del
espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová,
para gloria suya.
La tercera es que el toque de Jesús ordena tu vida:
En Hechos 9; 34 Pedro le dijo: «Eneas, Jesús el Mesías te ha
sanado. Levántate y arregla tu cama.»
Al instante, Eneas se levantó.
Toda
la Creación, las galaxias, las estrellas han sido diseñadas y colocadas por
Dios en su sitio exacto, están bajo su
cotrol y nada escapa de su Soberanía. El encuentro con Jesús revoluciona de tal
manera las prioridades, que comienza a ordenar las piezas desordenadas que
formaban el puzle de tu vida. A través de la Palabra de Dios en la Biblia te
enseña el orden primigenio del huerto del Edén. El primer lugar en tu mente y
corazón lo ocupará Dios, hasta el punto que tu dependencia sea absoluta de Él.
Dios te ha creado, dado vida y Vida Eterna por su Hijo Jesucristo por gracia. Tu
vida es el tiempo de Dios, es suyo; si es suyo, no es tu vida, ni tu tiempo; dale de su tiempo,
dedícaselo a Él, a escuchar su voz, a buscar su Voluntad, a estudiar su Palabra
que es fuente de sabiduría.
No
entiendo y cada vez me cuesta más comprender como puede una persona que se dice
cristiana, sacar tiempo para asistir a actividades del mundo para mayores, y no
tienen tiempo para conocer más de la Palabra de Dios en la Biblia. Otros que
acuden, enmudecen y tan siquiera participan en los cultos de oración. La
salvación no se hereda por haber nacido en una familia evangélica; ni se
trasmite de generación a otra por los genes. Una semilla cuando germina,
necesita ser cuidada, regada y alimentada para que se desarrolle fuerte y sana,
para que cuando lleguen las enfermedades, sus efectos sean los menores
posibles. Si con el paso del tiempo descuidamos esa planta que se ha convertido
en árbol, y no podamos aquellas ramas muertas y aireamos su copa, ocurrirá que
habrá una maraña de ramas que impedirán se oxigene en codiciones y sea un foco
de enfermedades, que puedan poner en peligro su supervivencia. Así entiendo que
ocurre en la vida espiritual de una persona. Sé lo que es pasar por ese “desierto
o estancamiento” espiritual y veo a mi alrededor quién está cayendo en el mismo error. Ojalá esta reflexión sirviera para que se sintieran aludidos, no
por criticarlos sino para restaurarlos y volvieran a su primer amor, como
cuando nacieron de nuevo, cuando recibieron el toque de Jesús.
En
segundo lugar, tu ayuda idónea,
la esposa o el marido que Dios ha puesto ante ti; amor, respeto, fidelidad,
comprensión...es lo que como cristianos Dios espera de nosotros.
En tercer lugar, los hijos. Ellos no aprenderán por tus palabras, sino a través del ejemplo que reciban en casa.
Seamos testimonio hacia ellos con nuestro ejemplo de vida tal y como nos enseña
la Biblia. Practiquemos la oración a diario; demos gracias de forma conjunta
por los alimentos, por la salud, por los dones que Dios en su gracia nos
concede y pidámosle abra nuestro entendimiento, nos conceda sabiduría para
obedecer su Palabra en nuestras vidas. Que nuestros hijos sean partícipes de
esas oraciones y alabanzas. Serán el mejor legado que les podamos dejar.
Y
así podría seguir con la Iglesia local, el trabajo, la familia de la fe, la
familia de la carne, los vecinos etc.
El
toque de Jesús trae el Reino de Dios a tu corazón, produciendo en ti la
necesidad de estar a cuentas con Dios; es decir limpio para poder estar en su
presencia; limpiando cada día los pies del polvo que se pega al caminar por los
senderos de esta vida, en la Fuente de agua, en Jesús, para poder acercarnos a
su Presencia, escuchar su voz y auxiliados por su gracia, obedecerla y ponerla
en practica en nuestras vidas.
Padre
Eterno, pon orden en nuestras vidas, en nuestro tiempo, en nuestras mentes, en
nuestros corazones y en nuestros espíritus. En el nombre de Jesús. Amén.