Jeremías 23:29 ¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová,
y como martillo que quebranta la piedra?
Colosenses 3:16 La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros,
enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia
en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales
2 Timoteo 3; 16-17
16 Toda la Escritura
es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para
instruir en justicia, 17 a fin de que el
hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
Hebreos 4; 12
Porque la palabra de Dios es viva y
eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el
alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos
y las intenciones del corazón.
En
la historia de Abraham se nos muestra cómo la gracia puede someter un corazón
incrédulo, cómo el espíritu puede salir victorioso de la carne, cómo los frutos
sobrenaturales de una fe dada y sostenida por Dios pueden ser producidos por un
hombre con pasiones o debilidades como las nuestras. Esto se nos presenta para
animarnos, para que oremos que Dios quiera obrar en nosotros lo que obró en el
padre de los fieles. No hay nada que complazca, honre y glorifique a Cristo
como la confianza firme y expectante, cuál de un niño, por parte de aquellos a
quienes ha dado motivo para que confíen en El de todo su corazón. Y nada
evidencia mejor que nos hemos beneficiado de las Escrituras que una fe
creciente en Cristo.
6.
Un individuo se beneficia de las Escrituras cuando éstas engendran en él un
deseo cada vez más profundo de agradar a Cristo.
«19 ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del
Espíritu Santo que está en vosotros, y que lo tenéis recibido de Dios, y que no
os pertenecéis a vosotros mismos? 20
Porque habéis sido comprados a precio. Glorificad, pues, a Dios en
vuestro cuerpo.» (1ª Corintios 6:19, 20),
Es el primer gran hecho que el cristiano tiene que entender bien. Para ello no
debe « Y por todos murió, para que los que viven no vivan
ya para sí mismos, sino para aquel que por ellos murió y fue resucitado.
» (2ª Corintios 5:15). El amor se deleita en
agradar lo que ama, y cuanto más el afecto nos atraiga a Cristo más desearemos
honrarle por medio de una vida de obediencia a su voluntad, según la conocemos.
« Jesús le contestó: «Si uno me ama, guardará mi palabra,
y mi Padre lo amará, y vendremos a él para fijar morada en él. » (Juan 14:23). No es en emociones alegres y felices
o en profesiones verbales de devoción, sino en el tomar su yugo y someternos
prácticamente a sus preceptos que honramos a Cristo principalmente. En este
punto es, precisamente, que se comprueba la autenticidad de nuestra profesión
de fe. ¿Tiene fe en Cristo aquél que no hace ningún esfuerzo para conocer su
voluntad? ¡Qué desprecio para un rey si sus súbditos rehusaran leer sus
proclamas! Donde hay fe en Cristo habrá deleite en sus mandamientos y tristeza
cuando son quebrantados. Cuando desagradamos a Cristo lamentamos nuestro fallo.
Es imposible creer seriamente que fueron mis pecados los que causaron que el Hijo
de Dios derramara su preciosa sangre sin que yo aborrezca estos pecados. Si
Cristo sufrió bajo el pecado, también hemos de sufrir nosotros. Y cuanto más
sinceros son estos gemidos, más sinceramente buscaremos gracia para ser
librados de todo lo que desagrada al Redentor, y reforzar nuestra decisión para
hacer todo lo que le complace.
7.
Un individuo se beneficia de las Escrituras cuando le hacen anhelar la segunda
venida de Cristo. El amor puede
satisfacerse sólo con la vista del objeto amado. Es verdad que incluso ahora
contemplamos a Cristo por la fe; sin embargo es «Porque
ahora vemos, mediante un espejo, borrosamente; entonces, cara a cara. Ahora
conozco imperfectamente; entonces conoceré cabalmente, con la perfección con
que fui conocido. » (1ª Corintios 13:12).
Entonces se cumplirán sus propias palabras: «Padre,
aquellos que me has dado, quiero que dónde yo estoy, también ellos estén
conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde
antes de la fundación del mundo» (Juan 17:24).
Sólo esto satisfará plenamente los deseos de su corazón, y sólo esto llenará
los anhelos de los redimidos. Sólo entonces «Libre de
los trabajos de su alma, verá la luz, y se saciará de conocimiento. Como justo,
mi siervo justificará a muchos, y sus iniquidades él mismo se las cargará. »
Isaías 53: 1l); y « Por
mi parte, en rectitud, podré ver tu presencia y, al despertar, saciarme con tu
vista. » (Salmo 17: 15). Al retorno
de Cristo habremos terminado con el pecado para siempre. Los elegidos son
predestinados a ser conformados a la imagen del Hijo de Dios, y el propósito
divino será realizado sólo cuando Cristo reciba a su pueblo a sí mismo. «Seremos como Él es, porque le veremos tal como Él es.»
Nunca más nuestra comunión con El será interrumpida, nunca más habrá gemido o
clamor sobre nuestra corrupción; nunca más nos acusará la incredulidad. El
presentará a sí mismo «para presentársela a sí mismo
toda gloriosa, sin mancha, sin arruga o cosa parecida, sino, por el contrario,
santa e inmaculada» (Efesios 5:27).
Este es un momento que estamos esperando ávidamente. Esperamos con amor a
nuestro Redentor. Cuanto más anhelamos al que ha de venir, más despabilamos
nuestras lámparas en la ávida expectativa de su llegada, más evidencia damos de
que nos beneficiamos del conocimiento de la Palabra. Que el lector y el autor
busquen sinceramente la presencia de Dios en sí mismos. Que busquemos
respuestas verídicas a estas preguntas. ¿Tenemos un sentido más profundo de
nuestra necesidad de Cristo? ¿Se vuelve Cristo para nosotros una realidad más
brillante y viva? ¿Estamos hallando más deleite al ocuparnos de sus
perfecciones? ¿Está Cristo haciéndose más y más precioso para nosotros
diariamente? ¿Crece nuestra fe en El de modo que confiamos más en El para todo?
¿Estamos buscando realmente complacerle en todos los detalles de nuestras
vidas? ¿Estamos deseándole tan ardientemente que nos llenaría de gozo si
regresara durante las próximas veinticuatro horas? ¡Que el Espíritu Santo
escudriñe nuestros corazones con estas preguntas específicas!
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