2 Timoteo 3; 16-17
16 Toda la Escritura
es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para
instruir en justicia,
17 a
fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda
buena obra.
Hebreos 4; 12
Porque la palabra de Dios es viva y
eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el
alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos
y las intenciones del corazón.
Aquel que se está beneficiando de las Escrituras tiene:
5. Mayor deleite en las perfecciones de Dios. Aquello en lo que se deleita un hombre es su
«dios». La persona mundana busca su satisfacción en sus pesquisas, sus
placeres, sus posesiones. Ignorando la sustancia, persigue vanamente las
sombras. Pero, el cristiano se deleita
en las maravillosas perfecciones de Dios. El confesar a Dios como nuestro
Dios de verdad, no es sólo someterse a su cetro, sino amarle más que al mundo,
valorarle por encima de todo lo demás. Es tener con el salmista una comprensión
por experiencia de que «Y cantores y tañedores en ella
dirán: Todas mis fuentes están en ti. » (Salmo
87:7). Los redimidos no sólo han recibido de Dios un gozo tal como este
pobre mundo no puede impartir sino que se «Y no sólo
esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo,
por quien hemos recibido ahora la reconciliación» (Romanos 5:11) y de esto la persona mundana no sabe
nada. El lenguaje de los tales es «Mi posesión es
Yahvéh, dice mi alma, por eso espero en él. » (Lamentaciones
3:24). Los ejercicios espirituales son enojosos para la carne. Pero, el
cristiano real dice: «Por mi parte, mi bienes la divina
cercanía. En el Señor yo pongo mi refugio, para poder contar todas sus obras.» (Salmo 73:28). El hombre
carnal tiene muchos deseos y ambiciones; el alma regenerada declara: ¿A quién
tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra.
» (Salmo 73:25).
Ah, lector, si tu corazón no ha sido acercado a Dios
y se deleita en Dios, entonces todavía está muerto para El. El lenguaje de los
santos es: «La higuera no echará brotes, no darán fruto
las viñas, fallará el producto del olivo, los campos no darán alimentos,
faltarán las ovejas en el aprisco, no habrá ganado mayor en los establos; 18 pero yo me alegraré en Yahvéh, me gozaré en
Dios mi salvador. » (Habacuc 3:17,18).
Ah, ésta es sin duda una experiencia espiritual. Sí, el cristiano puede
regocijarse cuando todas sus posesiones mundanas le son quitadas (Hebreos 10:34 Porque,
realmente, compartisteis los sufrimientos de los presos y aceptasteis con gozo
el despojo de vuestros bienes, conscientes de poseer un patrimonio mejor y
permanente.). Cuando yace en una mazmorra, con la espalda sangrando, todavía
canta alabanzas a Dios (Hechos 16:25 Alrededor de la
medianoche Pablo y Silas, puestos en oración, cantaban himnos a Dios, y los
presos los estaban escuchando.).
Así que, en la medida en que has sido destetado de
los placeres vacíos de este mundo, estás aprendiendo que no hay bendición
aparte de Dios, estás descubriendo que Él es la fuente y suma de toda
excelencia, y tu corazón se acerca a Él, tu mente está en El, tu alma encuentra
su satisfacción y gozo en El, estás realmente sacando beneficio de las
Escrituras.
6.
Una mayor sumisión a la providencia de Dios. Es natural murmurar cuando las cosas van mal; es
sobrenatural el quedarse callado (Levítico 10:3
Dijo Moisés a Aarón: Esto es lo que había dicho Yahvéh:
En los que se me acercan demostraré que yo soy santo, y a los ojos de todo el
pueblo seré glorificado. Y Aarón calló). Es natural quedar
decepcionado cuando nuestros planes fracasan; es sobrenatural inclinarse a sus
instrucciones. Es natural querer uno hacer la suya; es sobrenatural decir:
«Hágase Tu voluntad, no la mía.» Es natural rebelarse cuando un ser querido nos
es arrebatado por la muerte; es sobrenatural saber decir: «y dijo: Desnudo salí del seno de mi madre y desnudo allá
volveré. Yahvéh me lo dio, Yahvéh me lo quitó. ¡Bendito sea el nombre de
Yahvéh! » (Job 1:21). Cuando Dios es
verdaderamente nuestra porción, aprendemos a admirar su sabiduría, y a conocer
que El hace todas las cosas bien. Así el corazón se mantiene en «perfecta paz»,
cuando la mente está en El (Isaías 26:3 Con propósito firme aseguras la paz, la paz, pues en ti se
confía). Aquí, pues, hay otra prueba segura: si tu estudio te enseña que el camino de Dios es
mejor, si es causa de que te sometas sin refunfuñar a sus dispensaciones, si
eres capaz de darle gracias por todas las cosas (Efesios 5:20 dando siempre gracias por
todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo ), entonces estás sacando beneficio sin la menor duda.
7.
Una alabanza más ferviente por la bondad de Dios. La alabanza es lo que sale del corazón que
encuentra satisfacción en Dios. El lenguaje del tal es: «Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de
continuo en mi boca. » (Salmo 34: l).
¡Qué abundancia de causas tiene el pueblo de Dios, para alabarle! Amados con un
amor eterno, hechos hijos y herederos, todas las cosas obrando juntamente para
bien, toda necesidad provista, una eternidad de bienaventuranza asegurada. No
debería cesar nunca el arpa de la que arrancan su alabanza. Nunca debería quedar
en silencio. Ni tampoco deben callar cuando gozan de la comunión con El, que es
«altamente suave». Cuanto más «para que andéis como es
digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y
creciendo en el conocimiento de Dios; » (Colosenses
1:10), más le adoramos. Pero, es sólo cuando la Palabra mora en nosotros
en abundancia que estamos llenos de cánticos espirituales (Colosenses 3:16 La palabra de Cristo
more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda
sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos
y cánticos espirituales) y hacemos melodía en nuestros corazones al
Señor. Cuando más nuestras
almas son atraídas a la verdadera adoración, más nos encontramos dando gracias
y alabando a nuestro gran Dios, clara evidencia de que estamos beneficiándonos
del estudio de su Palabra.
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