EL VERDADERO EVANGELIO DE JESÚS (3)
1 Corintios 1:18-24 RVR1960:
“Porque la palabra de la
cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a
nosotros, es poder de Dios. Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los
sabios, Y desecharé el entendimiento de los entendidos. ¿Dónde está el sabio?
¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha
enloquecido Dios la sabiduría del mundo? Pues ya que en la sabiduría de Dios,
el mundo no conoció a Dios
mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.”
mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.”
¿Qué es la crucifixión? (Breve comentario) Según
lo que he podido leer, revisando en la biblioteca pública, este castigo
fue utilizado por primera vez por el pueblo persa seis siglos antes de
Jesucristo. El rey persa Darío, crucificó a más de tres mil babilonios. Alejandro
Magno a más de dos mil.
En el año 63 A.C los romanos conquistaron el territorio judío y subyugaron al pueblo tras crucificar a más de treinta mil judíos. En el año 70 D.C Tito conquistó Jerusalén y crucificó a tantísimos judíos que aunque talaron los bosques cercanos no hubo suficientes cruces para tanta barbarie. En la toma de Jerusalén murieron un millón cien mil personas, mayormente judíos.
En el año 63 A.C los romanos conquistaron el territorio judío y subyugaron al pueblo tras crucificar a más de treinta mil judíos. En el año 70 D.C Tito conquistó Jerusalén y crucificó a tantísimos judíos que aunque talaron los bosques cercanos no hubo suficientes cruces para tanta barbarie. En la toma de Jerusalén murieron un millón cien mil personas, mayormente judíos.
Un historiador romano llamado Flavio Josefo relata
cómo era el proceso de la crucifixión. Es espeluznante. Voy a
copiar algo nada más.
“El reo era condenado a la cruz cuando entre otros cometía los siguientes delitos: robaba, violaba, asesinaba, traicionaba o blasfemaba sobre Roma. Primero lo azotaban con un látigo llamado "flagelium" que tenía en el extremo final cinco tiras de cuero con una bolita de plomo en cada tira, que al golpear el cuerpo de la víctima se incrustaban en la carne y al jalar el látigo rasgaba la carne arrancándola. Los rudos soldados romanos quedaban rendidos dando puntapiés en los genitales de los sentenciados. Muchos morían antes de llegar a ser crucificados, pero eran clavados en el mástil. El suplicio de la cruz sólo se utilizaba para las clases bajas de la sociedad y los esclavos. Normalmente los ciudadanos romanos estaban exentos de él, a menos que la gravedad de su delito les hiciera ser considerados desposeídos de sus derechos civiles. Se aplicaba también a los extranjeros sediciosos, a los criminales y a los bandidos.”
“El reo era condenado a la cruz cuando entre otros cometía los siguientes delitos: robaba, violaba, asesinaba, traicionaba o blasfemaba sobre Roma. Primero lo azotaban con un látigo llamado "flagelium" que tenía en el extremo final cinco tiras de cuero con una bolita de plomo en cada tira, que al golpear el cuerpo de la víctima se incrustaban en la carne y al jalar el látigo rasgaba la carne arrancándola. Los rudos soldados romanos quedaban rendidos dando puntapiés en los genitales de los sentenciados. Muchos morían antes de llegar a ser crucificados, pero eran clavados en el mástil. El suplicio de la cruz sólo se utilizaba para las clases bajas de la sociedad y los esclavos. Normalmente los ciudadanos romanos estaban exentos de él, a menos que la gravedad de su delito les hiciera ser considerados desposeídos de sus derechos civiles. Se aplicaba también a los extranjeros sediciosos, a los criminales y a los bandidos.”
Fue lo que ocurrió
en Judea con motivo de diferentes revueltas políticas en época de Jesús. Las
fuerzas romanas lo aplicaron en muchas ocasiones en contra de los judíos.
A la crueldad propia del suplicio de la crucifixión -suplicio de muerte lenta que daba curso a numerosos gestos de sadismo- se unía su carácter infamante (Celso), escandaloso e incluso 'obsceno'. El crucificado quedaba privado normalmente de sepultura y era abandonado a las bestias salvajes y a las aves de presa.
La cruz era un
«signo de vergüenza», un «poste infame», un «madero criminal» (Séneca), «el
suplicio más cruel y más repugnante» (Cicerón). «La muerte en cruz, suprema
infamia», dice Orígenes. Se le atribuía por eso un gran poder de
disuasión. Era casi una forma de sacrificio humano y tenía como objetivo
deshumanizar al máximo la muerte y quitarle al ajusticiado toda dignidad en su
manera de morir. Éste, por lo general, se debatía en medio de gritos
atroces.
En la tradición judía, el que
cuelga del madero es maldito de Dios (Deut 21,23). Pablo retomará este tema diciendo que Cristo se ha hecho «maldición por nosotros», porque está escrito: «Maldito el que está colgado de un madero» (Gal 3,13).
Salvo raras
excepciones, el tema de la crucifixión está ausente de la mitología griega,
aunque Platón, pensando en Sócrates, percibiera la grandeza del justo
sufriente. Cuando Pablo habla de «locura» y de «escándalo» a los ojos de
los paganos y de los judíos, no está incurriendo en ninguna exageración
retórica. Los judíos tienen exactamente la misma reacción: «Ponéis vuestra
esperanza en un hombre que ha sido crucificado».
En la colina romana
del Palatino se ha encontrado, entre otras pintadas, una caricatura que
representa a un hombre en oración, levantando los brazos en gesto de adoración
delante de la imagen de un crucificado con cabeza de burro. Una inscripción
dice: «Alexámenes adora a su Dios». Esta sátira revela la reacción popular de
los paganos. La crucifixión de Jesús constituirá durante mucho tiempo una
objeción radical a la predicación del cristianismo.
(Continuará)
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