} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: LA VIDA DEL CRISTIANO (Rasgos 3)

miércoles, 11 de junio de 2014

LA VIDA DEL CRISTIANO (Rasgos 3)




En la Palabra de Dios en la Biblia versión Palabra de Dios para Todos podemos leer en Mateo 6:1-34:

 1  "Cuidado con lo que hacen. No hagan algo bueno ante la gente sólo para que los demás los vean pues así no recibirán ninguna recompensa de su Padre que está en el cielo.  2  "Cuando des algo a los pobres, no se lo digas a todo el mundo como hacen los hipócritas. Ellos tocan trompeta cuando dan limosna para que la gente los vea. Hacen lo mismo en las sinagogas y en las calles para que los demás les rindan homenaje. Ellos ya han recibido su recompensa. 3  Cuando le des algo a un necesitado, no se lo digas ni siquiera a tu mejor amigo. 4  Lo que hagas debe ser un secreto. Así recibirás recompensa de tu Padre que está en el cielo, porque él ve todo lo que se hace en secreto. 5  "Cuando oren, no sean como los hipócritas, que les gusta pararse en las sinagogas y en las esquinas de las calles a orar en voz alta para que los vean. Les digo la verdad: ellos ya han recibido su recompensa. 6  Pero tú cuando ores, dirígete a tu cuarto, cierra la puerta y habla con tu Padre. Así recibirás recompensa de tu Padre, porque él ve todo lo que se hace en secreto. 7  "Cuando oren, no alarguen demasiado su oración. No hagan como los que no conocen a Dios, que creen que porque hablan mucho Dios les tendrá que hacer caso. 8  No sean como ellos, porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan, incluso antes de que se lo pidan.  9  Ustedes deben orar así: 'Padre nuestro que estás en los cielos, que siempre se dé honra a tu santo nombre. 10  Venga tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como se hace en el cielo. 11  Danos hoy los alimentos que necesitamos cada día, 12  y perdona nuestros pecados como nosotros también perdonamos a los que nos han hecho mal. 13  No nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno'. 14  Porque si ustedes perdonan a los demás el mal que les hagan, su Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. 15  Pero si ustedes no los perdonan, su Padre tampoco los perdonará a ustedes. 16  "Cuando ayunen, no pongan cara de tristeza como los hipócritas que ponen caras afligidas para que la gente vea que están ayunando. Les digo la verdad: ellos ya han recibido su recompensa.17  Pero tú cuando ayunes, arréglate bien y lávate la cara  18  para que así no se den cuenta de que estás ayunando. Así recibirás recompensa de tu Padre, porque él ve todo lo que se hace en secreto. 19  "No guarden tesoros para ustedes aquí en la tierra, donde la polilla y el moho los dañarán. Además, los ladrones pueden entrar a su casa y robárselos. 20  Más bien, guarden tesoros para ustedes en el cielo donde no los dañarán la polilla ni el moho y donde los ladrones no pueden entrar a robárselos. 21  Pues donde esté tu tesoro, allí estará tu corazón. 22  "El ojo es la luz del cuerpo. Si tus ojos ven bien, todo tu cuerpo estará lleno de luz.  23  Pero si tus ojos ven mal, entonces todo tu cuerpo estará lleno de oscuridad. Si la única luz que tienes es la oscuridad, ¡qué horrible oscuridad tendrás!  24  "Nadie puede servir a dos patrones al mismo tiempo. Odiará a uno y amará al otro, o se dedicará a uno y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y a las riquezas. 25  "Por eso les digo: no se preocupen por la comida ni por la bebida ni tampoco por la ropa que se van a poner. Ciertamente la vida es más que la comida y el cuerpo más que la ropa.  26  Miren a las aves, ellas no cultivan ni cosechan ni tampoco guardan nada en graneros. Sin embargo, su Padre que está en el cielo les da alimento. ¿No son ustedes más importantes que ellas?  27  Con sólo preocuparse no van a añadir más tiempo a su vida. 28  "¿Y por qué se preocupan por la ropa? Fíjense cómo crecen las flores del campo. Ellas no trabajan para hacer su vestido. 29  Sin embargo, les aseguro que ni siquiera el rey Salomón con toda su gloria se vistió como una de ellas.  30  Así que, si Dios viste a todo lo que crece en el campo, que hoy tiene vida pero que mañana será quemado en un horno, con mucha más razón cuidará de ustedes. ¡No sean gente de poca fe!  31  Así que no se preocupen ni digan: '¿Qué vamos a comer?' o '¿Qué vamos a beber?' o '¿Qué ropa vamos a usar?' 32  La gente que no conoce a Dios trata de conseguir esas cosas, pero ustedes tienen a su Padre en el cielo que sabe que necesitan todo esto. 33  Así que, primero busquen el reino de Dios y el bien que Dios quiere que hagan, y se les dará todo lo que necesitan. 34  No se preocupen por el día de mañana, porque el mañana traerá sus propias preocupaciones. Cada día tiene sus propios problemas. 

El término hipócrita, se refiere a la persona que hace buenas obras solo por apariencia, no por compasión ni ningún otro motivo bueno. Sus acciones pueden ser buenas pero sus motivos son malos. Esos actos vacíos son su recompensa, mientras que Dios premiará a los que son sinceros en su fe.

 Cuando Jesús dice "no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha", quiere  que nuestros motivos para dar deban ser puros. Es fácil dar con motivos mixtos, hacer algo en favor de alguien si nos va a beneficiar en alguna manera. Los creyentes debiéramos evitar todo artificio y dar solo por la satisfacción de dar y así responder al amor de Dios. 

¿Cuál es nuestra motivación al dar?  

Es muy fácil dar por reconocimiento y alabanza. Para asegurarnos de que nuestros motivos no son egoístas debiéramos realizar nuestras buenas obras quieta y silenciosamente, sin esperar recompensa. Jesús dice que debemos revisar nuestros motivos en cuanto a generosidad, en  oración   y ayuno. Estas obras no deben ser egocéntricas y no para hacernos lucir bien, sino para gloria a Dios pues nos ha dado la oportunidad de realizarlas. La recompensa que Dios promete no es material y nunca es dada a los que la buscan. Hacer algo solo para nosotros no es un sacrificio de amor. Cuando tengo la oportunidad de hacer una buena obra, debo preguntarme: "¿Haría esto aunque nadie lo supiera?" Algunas personas, especialmente los líderes religiosos, querían que los vieran como "santos", y la oración pública era una de las maneras que empleaban para lograrlo. Jesús vio más allá de sus actos de justicia propia y enseñó que la esencia de la oración no radica en lo que se dice (ni cómo ni dónde), sino en la comunicación con Dios. Es válido orar en público, pero orar solo donde vamos a ser vistos es una indicación de que nuestra audiencia verdadera no es Dios, sino los hombres.

Algunas personas  y grupos religiosos piensan que repetir las mismas palabras una y otra vez, como un encantamiento, hará que Dios les oiga. No es erróneo acercarnos a Dios con la misma petición; Jesús nos anima a que elevemos oraciones persistentes. Pero condena las repeticiones triviales que no se elevan con un corazón sincero. Nunca se ora demasiado si nuestras oraciones son sinceras. Debemos alabar a Dios, orar por su obra en el mundo, orar por las autoridades, orar por nuestras necesidades cotidianas y orar solicitando su ayuda en nuestros conflictos diarios.

La frase "Padre nuestro que estás en los cielos" indica que Dios no solo es majestuoso y santo, sino también personal y amoroso.  Honramos el nombre de Dios al usarlo con respeto. Si usamos el nombre de Dios ligeramente, no tomamos en cuenta la santidad de Dios.

 La frase "Venga tu reino" es una referencia al reino espiritual de Dios, no a que Israel fuera liberada del yugo de Roma. El Reino de Dios fue anunciado en el pacto con Abraham , está presente en el reinado de Cristo en el corazón de cada creyente  y será completado cuando la maldad sea destruida y Él establezca nuevos cielos y tierra.  

  Cuando oramos "Hágase tu voluntad", no estamos abandonándonos a la suerte, sino que estamos orando que el propósito perfecto de Dios se cumpla en este mundo como en el más allá.
 
Cuando oramos "El pan nuestro de cada día dánoslo hoy" reconocemos que Dios es nuestro sustentador y proveedor.  Confiamos en que Dios cada día ha de proporcionarnos lo que sabe que necesitamos.

  Todos los cristianos enfrentamos tentaciones. Algunas veces es tan sutil que inclusive no sabemos qué nos está pasando. Dios nos ha prometido que no permitirá que seamos tentados más allá de lo que podamos soportar (1Cor.10:13). Pidamos a Dios que nos permita reconocer la tentación, que nos dé fuerzas suficientes para enfrentarla y que pueda seguir la senda de Dios.  

 Jesús nos pone en alerta en cuanto al perdón se refiere: si no queremos perdonar a los demás, tampoco Dios nos perdonará. ¿Por qué? Porque cuando no perdonamos a otros estamos negando lo que tenemos en común como pecadores necesitados del perdón de Dios. El perdón de Dios no es el resultado directo de nuestro acto perdonador hacia otros, sino que está basado en nuestro entendimiento del significado del perdón. Es fácil pedir a Dios su perdón, pero es difícil darlo a otros. Cuando pidamos a Dios que nos perdone, debemos preguntarnos: "¿He perdonado a las personas que me han herido o agraviado?"

 Ayunar, no tomar alimentos con el propósito de emplear el tiempo en oración, es noble y dificultoso. Nos da tiempo para orar, nos enseña autodisciplina, nos recuerda que podemos vivir con mucho menos y nos ayuda a apreciar los dones de Dios. Jesús no estaba condenando el ayuno sino la hipocresía de ayunar con el fin de ganar la aprobación de la gente. El ayuno era obligatorio para los judíos una vez al año, en el Día de la Expiación (Levi 23:32). Los fariseos ayunaban voluntariamente dos veces a la semana para impresionar a la gente con su "santidad". Jesús recomendó actos de auto sacrificio hechos en silencio y con sinceridad. Buscó personas que lo sirvieran con buenos motivos, no para satisfacer ansias de alabanza.

 Hacer tesoros en el cielo no es solo pagar el diezmo, sino que se logra también con cualquier acto de obediencia a Dios, los frutos del Espíritu . Hay cierto sentido en que al dar a la obra de Dios estamos invirtiendo en el cielo, pero nuestra intención debería ser buscar el cumplimiento de los propósitos de Dios en todo lo que hacemos, no solo en lo que hacemos con nuestro dinero, en todos los momentos del día.
Visión espiritual es nuestra capacidad de ver con claridad lo que Dios quiere hacer en nosotros y ver el mundo a través de sus ojos. Pero este discernimiento espiritual puede ser fácilmente opacado. Los deseos, intereses y metas egoístas bloquean esa visión. Servir a Dios es la mejor manera de restaurarla. El "buen" ojo es el que se fija en Cristo. Los sentidos espirituales deben desarrollarse con el conocimiento profundo de la Palabra de Dios.

Jesús dice que podemos servir solo a un señor. Vivimos en una sociedad materialista donde muchas personas sirven al dinero. Emplean sus vidas en ganar y atesorar, solo para morir y tener que dejarlo todo. Su anhelo de tener dinero y lo que pueden adquirir con él llega a tener mayor importancia que su entrega a Dios y que a los asuntos espirituales. Lo que atesoremos nos  absorberá tiempo y energías para pensar en ello. No caigamos en la trampa del materialismo porque "el amor al dinero es la raíz de todos los males" (1Tim._6:10). 

¿Podríamos asegurar, con toda sinceridad, que Dios es nuestro Señor y no el dinero? 

Una manera de examinarnos es preguntándonos qué ocupa mayormente mis pensamientos, tiempo y esfuerzos.
Jesús contrastó los valores celestiales con los terrenales cuando afirmó que debemos dedicar nuestra lealtad prioritaria a las cosas que no se marchitan, que nadie puede robar y que no envejecen. No debiéramos llegar al extremo de fascinarnos tanto por nuestras posesiones al grado que seamos sus esclavos. Esto significa que debiéramos hacer algunos recortes en caso de que nuestras posesiones estuvieran convirtiéndose en demasiado importantes para nosotros. Jesús está llamando a tomar una decisión que nos permita vivir tranquilamente con lo que tengamos porque hemos elegido lo que es eterno y duradero.

 Debido a sus efectos insalubres, nos sugiere no preocuparnos por aquellas cosas que Dios promete suplir.
La preocupación puede:
 (1) Dañar la salud.
(2) Dar lugar a que el objeto de la angustia consuma los pensamientos.
 (3) Mermar la productividad.
(4) Afectar negativamente la forma en que tratamos  a otros.
 (5) Reducir nuestra capacidad de confiar en Dios. 

Aquí está la diferencia entre la angustia y la preocupación genuina: la angustia inmoviliza pero la preocupación nos mueve a la acción.

  "Buscar el reino de Dios y su justicia" significa buscar su ayuda en primer lugar, saturar nuestros pensamientos con sus deseos, tomar su carácter como modelo y servirle y obedecerle en todo.
¿Qué es lo más importante en mi vida?
Habrá personas, objetos, metas y otros deseos que compitan en cuanto a prioridad. Cualquiera de estos puede sacar a Dios del primer lugar si nosotros  no decidimos enfáticamente darle el primer lugar en todos los aspectos de nuestra vida.
Planear para el mañana es tiempo bien invertido; afanarse por el mañana es tiempo perdido. Algunas veces es dificultoso notar la diferencia. Planear es pensar con antelación en metas, pasos y fechas, y confiar en la dirección de Dios. Cuando se hace bien, el afán disminuye. El que se afana, en cambio, se ve asaltado por el temor y se le hace difícil confiar en Dios. El que se afana deja que sus planes interfieran en su relación con Dios.
No permitamos  que nuestro afán por el mañana afecte las relaciones con Dios.




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