En
la Biblia, versión Palabra de Dios para Todos, podemos leer en Mateo 5:19-48
19 "Así que
cualquiera que desobedezca alguno de los mandamientos más pequeños y les enseñe
a otros a desobedecerlo, será llamado el más pequeño en el reino de Dios. En
cambio el que los obedezca todos y enseñe a obedecerlos, será llamado grande en
el reino de Dios. 20 Porque les digo, no tendrán parte en el reino de
Dios a menos que hagan lo que Dios quiere de una manera mejor que los maestros
de la ley y los fariseos. 21 "Ustedes saben que se les dijo a sus
antepasados: 'No mates, y el que cometa un asesinato tendrá que presentarse
ante un juez'. 22 Pero, ahora yo
te digo que aun si te enojas contra alguien, serás juzgado, porque esa persona
es tu hermano. Si insultas a alguien, tendrás que presentarte ante el Consejo.
Y si maldices a alguien, tendrás que responder por eso en el fuego del
infierno. 23 "Así que si vas
a dar una ofrenda a Dios y te acuerdas de que alguien tiene algo contra ti, 24 deja ahí tu ofrenda y ve a hacer las
paces con esa persona. Luego sí, regresa para dar tu ofrenda a Dios. 25
"Reconcíliate pronto con tu enemigo. Llega a un acuerdo con él mientras van
hacia el juzgado, porque si no, él te entregará al juez, y el juez te entregará
al guardia para que te meta a la cárcel. 26 Te digo la verdad: no saldrás
de allí hasta que hayas pagado hasta el último centavo. 27 "Ustedes saben que a nuestro
pueblo se le dijo: 'No tengas relaciones sexuales con quien no sea tu cónyuge'.
28 Pero ahora yo te digo que si alguno mira a una mujer con el deseo de
tener relaciones sexuales con ella, en su mente ya ha cometido pecado con ella.
29 Así que si tu ojo derecho te
hace pecar, sácalo y tíralo. Es mejor que pierdas parte de tu cuerpo a que todo
el cuerpo sea echado al infierno. 30
Y si tu mano derecha te hace pecar, córtala y tírala. Es mejor que pierdas
parte de tu cuerpo a que todo el cuerpo sea echado al infierno. 31
"También se dijo antes: 'Cualquiera que se divorcie de su esposa, debe
darle un certificado de divorcio'. 32 Pero ahora yo digo que el hombre
que se divorcie de su esposa, a no ser que ella le sea infiel, hace que el la
cometa adulterio. El hombre que se case con una mujer divorciada también está
cometiendo adulterio. 33 "Ustedes también saben que antiguamente se
le dijo a nuestro pueblo: 'No dejes de cumplir ningún juramento, sino cumple
tus juramentos a Dios'. 34 Pero ahora yo te digo que es mejor no jurar
por nada. No jures por el cielo, porque es donde está sentado Dios. 35 No
jures tampoco por la tierra, porque es de Dios. No jures por Jerusalén, porque
es la ciudad del gran Rey. 36 Tampoco jures por tu cabeza, porque ni
siquiera puedes hacer que un cabello sea negro o blanco. 37 Si quieres decir 'sí', solamente di
'sí', y si quieres decir 'no', solamente di 'no'. Todo lo que se diga además de
eso, viene del maligno. 38 "Ustedes saben que se le dijo a nuestro
pueblo: 'Ojo por ojo y diente por diente'. 39 Pero ahora yo les digo: no
te pongas en contra de una persona mala. Mejor, si alguien te da una bofetada
en la mejilla derecha, deja que te pegue en la otra. 40 Si alguien trata
de ponerte una demanda para quedarse con tu camisa, entrégale también tu
abrigo. 41 Si alguien te obliga a caminar un kilómetro con él, camina
dos. 42 Al que te pida algo, dáselo; y al que te pida algo prestado,
préstaselo. 43 "Ustedes también saben que se dijo: 'Ama a tus amigos
pero odia a tus enemigos'. 44 Pero
ahora yo les digo que amen a sus enemigos y pidan en sus oraciones por los que
los persiguen. 45 De esta forma, ustedes serán hijos del Padre que está
en el cielo. Él hace que el sol salga tanto para los malos como para los
buenos. Él es también quien hace que la lluvia caiga tanto para los que hacen
el bien como para los que hacen el mal. 46 Si ustedes solamente aman a
quienes los aman, ¿creen que merecen alguna recompensa por eso? Incluso los
cobradores de impuestos aman a sus amigos. 47 Y si ustedes sólo son buena
gente con sus amigos, ¿creen que están haciendo algo fuera de lo común? Hasta
los que no están con Dios, son buena gente con sus amigos. 48 Por esto, ustedes deben ser perfectos
como su Padre que está en el cielo.
Dios
nos dio las leyes morales y ceremoniales para ayudarnos a amarle con todo el
corazón. A través de la historia de Israel, sin embargo, estas leyes fueron
citadas inexactamente y aplicadas erróneamente. En el tiempo de Jesús, los
líderes religiosos habían convertido la Ley en una masa confusa de reglas.
Cuando Jesús se refirió a una nueva forma de comprender la Ley de Dios, no
estaba sino llevando a la gente a su propósito original. No habló contra la Ley
en sí misma, sino contra los abusos y excesos a los que ella estaba sujeta. Si
Jesús no hubiera venido a abolir la Ley, ¿estarían todas las leyes del Antiguo
Testamento todavía en vigencia?
En
el Antiguo Testamento, había tres categorías de Ley: ceremonial, civil y moral.
1) La ley ceremonial estaba relacionada específicamente con la adoración de
Israel ( Levítico
1:2-3, ejemplo). Su propósito primario fue señalar a Cristo Jesús. Estas
leyes, sin embargo, dejaron de ser necesarias después de la muerte y
resurrección de Jesús. Si bien es cierto que ya no estamos atados por las leyes
ceremoniales, los principios que los respaldan, adorar y amar al Dios santo,
son todavía aplicables. Los fariseos con frecuencia acusaban a Jesús de violar
las leyes ceremoniales.
(2)
La ley civil era la Ley de Dios que tenía que ver con el vivir diario de Israel
( Deut.
24:10-11, por ejemplo).
Por
el hecho de que la cultura y la sociedad modernas son radicalmente diferentes,
todas estas directivas no pueden seguirse al pie de la letra. Pero los
principios que las sustentan no tienen fin y deben guiar nuestra conducta. Jesús
los cumplió para dar el ejemplo.
(3)
La ley moral (como los Diez Mandamientos) es mandato directo de Dios y requiere
obediencia estricta (Exo 20:13,
ejemplo). Como revela la naturaleza y la voluntad de Dios, se aplica todavía
hoy. Jesús obedeció la ley moral en su totalidad.
Algunos
en el grupo eran expertos en decir a los demás lo que debían hacer, pero
pasaban por alto lo más importante de las Leyes de Dios. Jesús clarificó que
obedecer la Ley de Dios era más importante que explicarla. Es mucho más fácil
estudiar la Ley de Dios y decir a otros que la obedezcan que ponerla en
práctica.
¿Cómo
va nuestra obediencia a Dios?
Los
fariseos eran exigentes y escrupulosos en el cumplimiento de la Ley. ¿Cómo
puede Jesús, razonablemente, llamarnos a una mayor justicia que la de ellos? La
debilidad de los fariseos radicaba en que se sentían satisfechos obedeciendo la
Ley en lo exterior sin permitir que cambiara sus corazones (actitudes).
Jesús
dijo que la calidad de nuestra piedad tiene que ser superior a la de los
fariseos. Podemos aparentar piedad y seguir lejos del Reino de Dios. El juzga
nuestros corazones y nuestras obras. Es en el corazón donde en verdad radica la
sumisión. Cuidemos nuestras actitudes, que la gente no ve, y las acciones que
todos ven.
Jesús
decía a sus oyentes que necesitaban una piedad totalmente distinta (amor y
obediencia), no una versión más intensa de la piedad de los fariseos.
Nuestra
bondad debe:
(1)
Proceder de lo que Dios hace en nosotros, no de lo que podemos hacer nosotros
mismos.
(2)
Estar centrada en Dios, no en nosotros.
(3)
Estar basada en la reverencia a Dios, no en la aprobación de la gente, (4)
Ir más allá del solo hecho de cumplir con la Ley amando los principios
que la respaldan.
Cuando
Jesús dijo: "Pero yo os digo" no estaba aboliendo la Ley ni agregando
sus propias opiniones. Más bien estaba ofreciendo una explicación completa de
por qué Dios hizo tal Ley.
Por
ejemplo, refiriéndose a que Moisés dijo: "No matarás", Jesús enseñó que
"cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio".
Los fariseos leían esta Ley y, como jamás habían matado, se sentían muy rectos.
Sin embargo estaban tan enojados con Jesús que ya pronto estarían planeando
matarlo, aunque no con sus propias manos.
Perdemos
la verdadera intención de la Palabra de Dios cuando leemos sus normas para la
vida sin procurar comprender por qué las dio.
¿Cuándo
guarda uno las normas de Dios pero pasamos por alto su verdadera intención?
Asesinar
es un pecado terrible pero la cólera es un gran pecado también porque viola el
mandato de Dios de amar. La ira, en este caso, se refiere a la amargura
creciente en contra de alguien. Es una emoción peligrosa que puede llevar a la
pérdida de dominio propio, y puede conducir a la violencia, al daño emocional,
a una tensión mental creciente y a otros resultados destructivos. La cólera
impide que desarrollemos un espíritu agradable para Dios.
¿Alguna
vez te has sentido orgulloso de no haber cometido el error de decir lo que
tenías en la mente?
El
dominio propio es bueno pero Cristo quiere que dominemos también nuestros
pensamientos. Jesús dijo que seremos juzgados aún por nuestras actitudes.
Cualquier
ruptura de relaciones puede afectar nuestra relación con Dios. Si tenemos un
problema con un amigo, debemos resolverlo lo antes posible. Somos hipócritas si
manifestamos tener buenas relaciones con Dios mientras no las tenemos con otra
persona. Nuestras relaciones con los demás reflejan nuestra relación con Dios.
En
los días de Jesús, si alguien no podía pagar sus deudas, iba a la cárcel hasta
que la deuda fuera saldada. A menos que alguien pagara la deuda, el prisionero
moría preso.
Es
un consejo sabio resolver nuestras diferencias con nuestros enemigos antes de
que su cólera cause más problemas (Prov.25:8-10).
Sus
desacuerdos pudieran no llevarlo hasta el tribunal, pero aun los conflictos
pequeños se solucionan más fácilmente si tratamos de arreglarlos de inmediato.
En un sentido amplio, estos versículos nos aconsejan arreglarnos con nuestro
prójimo antes de presentarnos delante de Dios.
La
Ley del Antiguo Testamento dice que no se puede tener relaciones sexuales con
otra persona que no sea su cónyuge (Éxodo 20:14).
Pero
Jesús dijo que el deseo de tener relaciones sexuales con otra persona es
adulterio mental y pecado. Jesús enfatizó que si el acto es equivocado, también
lo es la intención. Ser fiel al cónyuge con el cuerpo y no con la mente es
romper la confianza que es vital para un matrimonio sólido. Jesús no está
condenando el interés natural en el sexo opuesto ni el deseo sexual sano. Está
condenando el dejar deliberada y repetidamente que la mente se llene de
fantasías que serían malas si se hicieran realidad.
Algunos
creen que si los pensamientos lujuriosos son pecado, ¿por qué no consumarlos de
una vez?
Porque
es peligroso en varios sentidos:
(1)
Sería excusar el pecado en vez de buscar formas de evitarlo.
(2)
Destruye matrimonios.
(3)
Es una rebelión deliberada contra la Palabra de Dios.
(4)
Siempre hiere a otro, además de a uno mismo.
El
acto pecaminoso es más peligroso que el deseo pecaminoso, y por eso no debe
consumarse. Sin embargo, los deseos pecaminosos son igualmente dañinos a la
virtud. Descuidarlos podría traer como consecuencia acciones erróneas y
alejamiento de Dios.
El
divorcio es tan hiriente y destructivo hoy como lo fue en los días de Jesús.
Dios quería que el matrimonio fuera una entrega de por vida (Gen 2:24).
Cuando
se opta por el matrimonio, las personas nunca deben tener el divorcio como una
opción para resolver sus problemas ni como una forma de escapar de una relación
que aparentemente está muerta.
En
estos versículos, Jesús también está atacando a los que a propósito quebrantan
el contrato matrimonial, y se divorcian para satisfacer sus deseos lujuriosos
contrayendo matrimonio con otra persona.
¿Están
nuestras acciones fortaleciendo nuestro matrimonio o lo están desgarrando?
Jesús
dijo que el divorcio no es permitido "salvo por causa de
fornicación". Esto no significa que el divorcio debiera ocurrir al
instante en que uno se entera de la infidelidad del cónyuge. Uno debiera
primero intentar perdonar, reconciliarse y restaurar las relaciones. Debemos
buscar maneras de restaurar nuestro matrimonio en vez de buscar excusas para
romperlo.
Jesús
enfatiza la importancia de decir la verdad. La gente rompía sus promesas y
empleaba un lenguaje sagrado ligero y descuidado. Mantener los votos y las
promesas es importante, porque ayuda a establecer confianza y hace posible las
relaciones humanas serias. La Biblia condena el hacer votos a la ligera, el dar
la palabra y no cumplirla y el jurar en vano por el nombre de Dios.
El
juramento es necesario en ciertas situaciones solo porque vivimos en una
sociedad pecaminosa que engendra desconfianza.
¿Se
nos conoce como una persona de palabra?
La
veracidad parece ser algo tan raro que sentimos que debemos finalizar nuestra
declaración con un "lo juro". Si decimos siempre la verdad, no
tendremos necesidad de respaldar nuestras palabras con una promesa o juramento.
Cuando
somos agraviados, con frecuencia nuestra primera reacción es buscar desquite.
Jesús nos dice que debiéramos hacer el bien a los que nos causan daño. No
debemos guardar resentimientos, sino amar y perdonar. Esto no es natural: es
sobrenatural, y solo Dios puede darnos la fuerza para amar como El lo hace. En
lugar de buscar venganza, oremos por los que nos hieren.
Para
muchos judíos de ese tiempo, estas declaraciones eran ofensivas. Un mesías que
daba la otra mejilla no podía ser el líder militar que esperaban que encabezara
una revuelta contra Roma. Como estaban bajo la opresión romana, soñaban con
represalias contra sus enemigos. Pero Jesús sugirió una nueva respuesta a la
injusticia. En lugar de demandar nuestros derechos, debemos cederlos. La
declaración radical de Jesús dice que es más importante impartir justicia y
misericordia que demandarlas.
Al
llamarnos a no tomar represalias, Jesús nos libra de tomar la justicia en
nuestras manos. Al orar y amar a nuestros enemigos en lugar de buscar
represalias podemos vencer el mal con el bien.
Los
fariseos interpretaban que Levítico 19:18 enseñaba que se debía amar a los que
amaban, instaba a odiar a los enemigos. Pero Jesús les dijo que debían
amar a sus enemigos. Si amas a tus enemigos y los tratas bien, demuestras que
Jesús es el Señor de tu vida. Esto lo logran los que se dan totalmente a Dios,
porque solo Él puede liberar al hombre de su egoísmo natural. Debemos confiar
en que el Espíritu Santo nos ayuda a amar a aquellos por quienes no sentimos
amor.
¿Cómo
podemos ser perfectos?
(1)
En carácter. En esta vida no podemos ser impecables, pero podemos aspirar a ser
más semejantes a Cristo.
(2)
En santidad. Como los fariseos, debemos separarnos de los valores
pecaminosos del mundo.
(3) En
madurez. No podemos lograr tener el carácter de Cristo y vivir en santidad
de golpe y porrazo, pero podemos luchar por la perfección. Así como esperamos
una conducta diferente de un bebé, de un niño, de un adolescente y de un
adulto, Dios espera actitudes diferentes de nosotros, según nuestro nivel de
desarrollo espiritual.
(4)
En amor. Podemos buscar amar a los demás como Dios nos ama. Uno es si su
conducta es apropiada para su nivel de madurez: perfectos, pero aún con mucho
espacio para crecer. Nuestra tendencia a pecar nunca debe detenernos en el
empeño de ser cada vez más semejantes a Cristo. Él llama a todos los cristianos
a la excelencia, a superar el nivel de mediocridad y a madurar en todo, hasta
llegar a ser como Él es.
Los
que nos esforzamos por llegar a la perfección un día lograremos ser perfectos
como Jesús es perfecto.
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