El conocimiento de la Palabra de Dios en la Biblia es para mi tan necesario como el aire que respiro. Recuerdo cuando me convertí que escuché un lema que se convirtió pronto en parte de mi vida, era así: CORTA EL ROLLO, ENGANCHATE A JESÚS.
Digo esto porque, es cierto que la Palabra engancha, cuanto más escudriño y me implico en el vocabulario, en las palabras de origen, hebreo, griego, arameo más necesito conocer, más tiempo dedico a empaparme, parece como si cuanto más me alimento de la Palabra ´más hambre me produce, me deja con el gusanillo de seguir adelante. Con la ayuda de Dios Padre voy a intentar seguir escribiendo, aunque me sigan criticando. No me importa la opinion de los hombres ni el concepto que tengan de mi; ya hace un tiempo que lo único que me importa es el concepto y la opinion que Mi Señor Jesús tenga de mí.. Voy a comenzar por el principio, poco a poco, pero sin pausa.
Comencemos:
El primer
versículo de la Biblia nos da un relato satisfactorio y útil del origen de la
tierra y de los cielos. La fe, como cristiano humilde, me hace entender esto
mejor que la fantasía y literatura de los hombres más doctos. De lo que vemos
del cielo y la tierra aprendemos el poder del gran y único Dios Creador. Al
despertar por la mañana, sólo el hecho de abrir los ojos ya es una bendición.
Simplemente despertar, es por sí ya una obra maestra que ningún ser humano
puede reproducir. El hecho de ser creados por Dios debe hacernos recordar
nuestro lugar como hombres y el deber cristiano de mantener siempre la vista en
el cielo y los pies en la tierra.
La simple
afirmación de que Dios creó los cielos y la tierra es uno de los conceptos más desafiantes
que enfrenta la mente moderna. Los grandes sabios y científicos se enredan en
teorías, que sólo son eso, que al no poder reproducirlas en laboratorio quedan
sin ser contrastadas. Pero, a la luz de los datos que podemos obtener, las
magnitudes y cantidades que resultan nuestra mente limitada jamás las podremos
asimilar.
Por ejemplo:
La grandiosa galaxia en la que vivimos gira a
la increíble velocidad de 784.000 km por hora. Pero incluso a esta velocidad
vertiginosa, nuestra galaxia igualmente necesita 200 millones de años para
hacer una rotación. Y existen más de 1000 millones de galaxias como la nuestra.
Algunos científicos dicen que el número de estrellas que hay en la creación es
igual a todos los granos de todas las arenas de todas las playas del mundo. Aun
así este complejo mar de estrellas giratorias funciona con un orden y una
eficiencia sorprendentes.
Decir que el
universo "sólo apareció" o "evolucionó" requiere mucha más
fe que creer que Dios está detrás de todas estas estadísticas asombrosas.
Ciertamente Dios ha creado un universo maravilloso.
¿Exactamente cómo creó Dios al mundo? Este
sigue siendo un asunto de gran debate. Algunos dicen que hubo una repentina
explosión y el universo apareció. Otros dicen que Dios inició el proceso y que
el universo evolucionó a lo largo de miles de millones de años. Casi cualquier
religión antigua cuenta con su propia historia para explicar cómo llegó a ser
el mundo. Y casi todos los científicos tienen una opinión sobre el origen del
universo. Pero sólo la Biblia muestra un
Dios supremo que creó la tierra por su gran amor y que dio a toda la gente un
lugar especial en él. Nunca sabremos todas las respuestas de cómo Dios creó
al mundo. Pero la Biblia nos dice que Dios sí lo creó. Y a mí me basta. Este
hecho por sí solo da a la gente valor y dignidad.
La Biblia no
aborda el tema de la evolución. Más bien su cosmovisión da por sentado que Dios
lo creó. El punto de vista bíblico de la creación no está en conflicto con la
ciencia, pero sí está en conflicto con cualquier visión del mundo que principie
sin un creador.
Los estudiosos
de la Biblia y de la ciencia deberían evitar pensamientos extremistas. Los
primeros deben tener cuidado de no hacer que la Biblia diga cosas que no dice,
así como los segundos no deben forzar a la ciencia a decir cosas que tampoco
dice.
El aspecto más
importante de esta discusión continua no es el proceso de la creación, sino el origen de la creación. El mundo no es un producto de la
casualidad ni de la probabilidad; Dios
lo creó.
La Biblia no
sólo nos dice que Dios creó el mundo; más importante aún, nos dice quién es ese
Dios. Nos revela la personalidad de Dios, su carácter y su plan para la
creación. Además nos revela el deseo más profundo de Dios: relacionarse y tener
comunión con la gente por medio de su visita histórica a este planeta en la
persona de Su Hijo Jesucristo. Podemos conocer de una forma muy personal a este
Dios que creó el universo.
Los cielos y la
tierra están aquí. Nosotros estamos aquí. Dios creó todo lo que vemos y
experimentamos. El libro de Génesis comienza, "En el principio creó Dios
los cielos y la tierra".
Aquí
comenzamos la más emocionante y plena de todas las aventuras.
La historia de
la creación nos enseña mucho acerca de Dios y de nosotros mismos. Primero,
aprendemos acerca de Dios: El es creativo; como Creador es diferente a su
creación; El es eterno y controla al mundo. También aprendemos de nosotros
mismos: ya que Dios decidió crearnos, somos valiosos ante sus ojos; somos más
importantes que los animales
El Hijo de Dios,
uno con el Padre, estaba con Él cuando éste hizo el mundo; mejor dicho, a
menudo se nos dice que el mundo fue hecho por Él y que sin Él nada fue hecho.
¡Oh, qué elevados pensamientos debería haber en nuestra mente hacia el gran
Dios que adoramos, y hacia ese gran Mediador en cuyo nombre oramos!
Aquí, en el
principio mismo del texto sagrado, leemos de ese Espíritu Divino cuya obra en
el corazón del hombre se menciona tan a menudo en otras partes de la Biblia.
Vemos que, al
principio no había nada apasionante para
ver, pues el mundo estaba imperfecto y vacío; era confusión y desolación. De
modo similar, la obra de la gracia en el alma es una nueva creación: y en un
alma sin gracia, que no ha nacido de nuevo, hay desorden, confusión y toda mala
obra: está vacía de todo bien porque está sin Dios; es oscura, es las tinieblas
mismas: este es nuestro estado por naturaleza, hasta que la gracia del
Todopoderoso efectúa en nosotros un cambio.
Dios no necesitaba
crear el universo; El decidió crearlo. ¿Por qué? Dios es amor y el amor
se expresa mejor hacia algo o hacia alguien, así que Dios creó al mundo y a la
gente como una expresión de su amor. Debemos evitar reducir la creación de Dios
a términos meramente científicos. Recordemos que Dios creó el universo porque nos
ama a cada uno de nosotros, a ti y a mí.
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