Leyendo diversas versiones de la Palabra de Dios en
la Biblia podemos ver lo que dice en Juan 3:3:
Versión Reina Valera 1960
Juan 3:3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo,
no puede ver el reino de Dios.
Versión Biblia Traducción Lenguaje Actual
Juan 3:3 Jesús le dijo: —Te aseguro que si una persona no
nace de nuevo no podrá ver el reino de Dios.
Versión Biblia Palabra de Dios para Todos
Juan 3:3 Jesús le respondió: -Te digo la verdad: el que no
nace de nuevo, no puede tener parte en el reino de Dios.
La Santa Biblia Dios Habla Hoy
Juan 3:3 Jesús le dijo:
–Te aseguro que el
que no nace de nuevo, no puede ver el
reino de Dios.
Biblia Nueva
Versión Internacional
Juan 3:3 —De veras
te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el
reino de Dios —dijo Jesús.
Nicodemo
era fariseo y miembro del concilio (llamado Sanedrín), un grupo de líderes
religiosos que Jesús y Juan el Bautista criticaron a menudo por su
hipocresía. Muchos fariseos estaban
celosos de Jesús porque socavaba su autoridad y rebatía sus puntos de vista.
Pero Nicodemo indagaba y creía que Jesús tenía respuestas. Aunque era un
erudito, fue a Jesús para instruirse. En este miembro del Sanedrín se ven
luchando juntas la sinceridad y la timidez. Uno de aquellos “creyentes”
superficiales mas, anhelando
interiormente más satisfacción, viene a Jesús en busca de ella, pero viene “de
noche”; confiesa su convicción de que Jesús era “venido de Dios”, expresión
nunca referida a un mensajero meramente humano, y que probablemente quiere
decir más aquí, mas sólo como “maestro”, y en sus milagros él ve pruebas
solamente de que “Dios está con él”.
No importa cuán inteligente o educado uno sea,
debe acercarse a Cristo con un corazón abierto y dispuesto a fin de que le
enseñe la verdad acerca de Dios.
Nicodemo fue a Jesús pese a que pudo haber
enviado a uno de sus asistentes. Quiso examinar a Jesús personalmente para
distinguir entre hecho y rumor. Quizás temía que sus colegas, los fariseos,
criticaran su visita, y por eso fue cuando ya era de noche. Más tarde, cuando
entendió que Jesús era en realidad el Mesías, habló abiertamente en su defensa.
Como Nicodemo,
debemos examinar a Jesús personalmente; otros no lo pueden hacer en nuestro
lugar. Nuestra relación es personal; nuestra salvación es personal, así como
nuestra conversión, justificación y perdón de los pecados. Luego, si creemos
que es lo que El dice ser, querremos hablar en público a su favor.
¿Qué sabía Nicodemo acerca del Reino? Por las
Escrituras sabía que Dios lo gobernaría, que lo restauraría en la tierra y que
pertenecería al pueblo de Dios. Jesús reveló a su devoto fariseo que el Reino
sería para todo el mundo (Juan 3:16 “Porque
tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree
en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”) no solo para los judíos, y que Nicodemo podía
pertenecer a él si personalmente nacía de nuevo.
Este era un concepto
revolucionario: el Reino es algo personal, no nacional ni étnico, y para entrar
en él se requiere arrepentimiento y renacimiento espiritual. Jesús más tarde
anunció que el reino de Dios está en el corazón de los creyentes
mediante la presencia del Espíritu Santo (Lucas 17:21 ni dirán: '¡Miren, aquí está!'
o: '¡Allí está!' Porque, el reino de Dios está entre ustedes.").
Su pleno cumplimiento será cuando Jesús regrese a juzgar al mundo y destruya
para siempre al maligno. (Apocalipsis 21; 22-23 No vi en ella templo alguno, porque su templo
es el Señor, el Dios Todopoderoso, y el Cordero. La
ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que la ilumine, porque la gloria de
Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera).
Una explicación doble del “nuevo
nacimiento”, tan sorprendente a Nicodemo a un eclesiástico judío, tan familiar
con la aplicación simbólica del agua, en toda variedad de manera y forma de
expresión, este lenguaje era adaptado para mostrar que la cosa propuesta no era
sino una completa purificación espiritual mediante la operación del Espíritu
Santo. En efecto, el elemento de agua y la operación del Espíritu
son unidos en una gloriosa predicción evangélica de Ezequiel (Ezq. 36:25-27 Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de
todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. 26 Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu
nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os
daré un corazón de carne. 27 Y pondré
dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis
mis preceptos, y los pongáis por obra. ), de la cual Nicodemo se habría
acordado.
Jesús
explica la importancia del nuevo nacimiento espiritual, manifestando que no
entraremos al Reino por ser buenos, sino por experimentar ese nuevo nacimiento.
Dios es
especialista en hallar y cambiar a personas que consideramos difíciles de
alcanzar. En el caso de Nicodemo, le tomó un poco de tiempo salir de la
oscuridad, pero Dios fue paciente con su creyente "encubierto".
Temeroso de ser
descubierto, Nicodemo procuró ver a Jesús de noche. Las conversaciones diurnas
entre los fariseos y Jesús tendían a ser antagónicas, pero Nicodemo en verdad
quería aprender. Tal vez consiguió mucho más de lo esperado: ¡un desafío a una
nueva vida! Sabemos muy poco de Nicodemo, pero sí sabemos que de ese encuentro
nocturno salió un hombre cambiado. Se marchó con una comprensión nueva de Dios
y de sí mismo.
Nicodemo aparece
más tarde como parte del concilio. En medio de la discusión en que se buscaba
formas de eliminar a Jesús, planteó el asunto de la justicia. Habló en su favor
a pesar de que rechazaron su objeción. Empezaba a cambiar.
La última
semblanza de Nicodemo nos muestra que se une a José de Arimatea en el trámite
de solicitar el cuerpo de Jesús para sepultarlo. Tomando en cuenta el riesgo
que esto significaba, Nicodemo daba un paso audaz. Su crecimiento espiritual no
se detenía.
Dios busca un
crecimiento paulatino no una perfección instantánea. ¿De qué manera nuestro crecimiento espiritual concuerda con el tiempo
que llevamos desde que hemos conocido a Jesús?
¿Quién es el Espíritu Santo? Dios es tres personas
en una: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Dios se hizo hombre en Jesús a
fin de morir por nuestros pecados. Resucitó de la muerte para ofrecer salvación
a todos mediante la renovación espiritual y el nuevo nacimiento. Cuando Jesús
ascendió al cielo, su presencia física dejó la tierra, pero prometió enviar al
Espíritu Santo al grado que su presencia espiritual continuaría entre los seres
humanos ( Lucas 24:49 He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre
vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis
investidos de poder desde lo alto. ). El Espíritu Santo por primera vez
vino para estar a disposición de todos los creyentes en el Pentecostés.
En los tiempos del Antiguo Testamento el
Espíritu Santo dotaba de poder a ciertas personas y solo por asuntos
determinados, pero ahora todos los creyentes tienen el poder del Espíritu Santo
a su disposición.
Jesús explicó que no podemos controlar la obra
del Espíritu Santo. El obra de maneras imprevisibles o incomprensibles. Así
como uno no pudo controlar su nacimiento físico, tampoco podrá controlar su
nacimiento espiritual. Es un regalo de Dios, dado por el Espíritu Santo (Rom 8:16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro
espíritu, de que somos hijos de Dios.)
Este maestro judío conocía muy bien el Antiguo
Testamento, pero no había entendido lo que decía del Mesías. Conocimiento no es
salvación. Debiera usted conocer la Biblia, pero algo mucho más importante es
entender al Dios que revela y la salvación que ofrece.
Cuando los israelitas
vagaban por el desierto, Dios envió una plaga de serpientes para castigarlos
por su actitud rebelde. Los sentenciados a muerte por causa de la mordedura de
serpientes podían curarse al obedecer a Dios y mirar a la serpiente de bronce
que se levantó, creyendo que El podría sanarlos si lo hacían ( Num_21:8-9
Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y
cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá. Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la
puso sobre un asta; y cuando
alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía).
Mirar a Jesús en busca de salvación tiene los mismos efectos. Dios nos preparó
este modo de ser salvos de los efectos mortíferos de la "mordedura"
del pecado.
Juan 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna.
Todo el
evangelio se centra en este versículo. El amor de Dios no es estático ni
egoísta, sino que se extiende y atrae a otros a sí. Dios establece aquí el
verdadero molde del amor, la base de toda relación de amor. Si uno ama a
alguien profundamente, está dispuesto a darle amor a cualquier precio. Dios
pagó, con la vida de su Hijo, el más alto precio que se puede pagar. Jesús
aceptó nuestro castigo, pagó el precio de nuestros pecados, y luego nos ofreció
una nueva vida que nos compró con su muerte.
Cuando
predicamos el evangelio a otros, nuestro amor debe de ser como el suyo, y estar
dispuestos a renunciar a nuestra comodidad y seguridad para que otros reciban
el amor de Dios como nosotros.
Muchas personas rechazan la idea de vivir para
siempre porque viven vidas tristes. Pero la vida eterna no es la extensión de
la miserable vida mortal del hombre; vida eterna es la vida de Dios encarnada
en Cristo que se da a todos los que creen como garantía de que vivirán para
siempre. En esa vida no hay muerte, enfermedad, enemigo, demonios ni pecado.
Cuando no conocemos a Cristo, tomamos decisiones pensando que esta vida es todo
lo que tenemos. En realidad, esta vida es solo el comienzo de la eternidad.
Empiece, por lo tanto, a valorar todo lo que le sucede desde una perspectiva
eterna.
"Creer" es más que una reflexión
intelectual de que Jesús es Dios. Significa depositar nuestra confianza en El,
que es el único que nos puede salvar. Es poner a Cristo al frente de nuestros
planes presentes y nuestro destino eterno. Creer es confiar en su palabra y
depender de Él para cambiar. Si nunca has confiado en Cristo, piensa en esta
promesa de vida eterna y créela.
Muchas veces la gente trata de salvarse de lo
que teme poniendo su fe en cosas que tienen o hacen: buenas obras, capacidad o
inteligencia, dinero o posesiones. Pero solo Dios puede salvarnos de lo que en
verdad debemos temer: la condenación eterna. Confiamos en Dios reconociendo la
insuficiencia de nuestros esfuerzos por alcanzar la salvación y pidiéndole que
haga su obra en nuestro favor. Cuando Jesús habla acerca del "que no
cree", se refiere a quien le rechaza por completo o hace caso omiso de Él,
no al que tiene dudas momentáneas.
Muchas personas no quieren que sus vidas
queden expuestas a la luz de Dios porque temen lo que esta pueda revelar. No
quieren cambiar. No me sorprende de que personas así se sientan
amenazadas por el deseo que uno tiene de obedecer a Dios y hacer lo que es
bueno. Temen que la luz que tenemos ponga al descubierto algo oscuro en sus
vidas. No me desanimo.
Mantengámonos en
oración por ellas para que comprendan que es mejor vivir en la luz que en la
oscuridad.
Algunas personas buscan puntos discrepantes
para sembrar semillas de discordia, descontento y duda. Juan el Bautista
terminó esta discusión teológica hablando de su devoción a Cristo. Es
contraproducente forzar a otros a que crean como nosotros. Es mejor hablarles
de nuestra entrega personal a Cristo y lo que Él ha hecho por nosotros. Después
de todo, ¿quién puede desmentirnos eso?
Los discípulos de Juan el Bautista estaban
confundidos porque la gente seguía a Jesús y no a Juan. Es fácil que nuestros celos
germinen cuando aumenta la popularidad del ministerio de otra persona. Sin
embargo, debemos recordar que nuestra verdadera misión es lograr que las
personas sigan a Cristo y no a nosotros.
La disposición de Juan a menguar en
importancia muestra su humildad. Los pastores y otros cristianos pueden
sentirse tentados a enfatizar más el éxito de su ministerio que a Cristo.
El testimonio de Jesús era confiable porque
vino del cielo y hablaba de lo que vio allí. Sus palabras eran las mismas de
Dios. Toda nuestra vida espiritual depende de cómo respondemos a una sola pregunta: "¿Quién es
Jesucristo?" Si aceptamos a Jesús únicamente como un profeta o un maestro,
tendremos que rechazar su enseñanza, puesto que El declaró que era el Hijo de
Dios, incluso que era Dios mismo. La esencia del Evangelio de Juan es la verdad
dinámica de que Jesucristo es el Hijo de Dios, el Mesías, el Salvador, el que
fue desde el principio y seguirá viviendo para siempre. Este mismo Jesús nos ha
invitado a aceptarlo y vivir con El eternamente.
El Espíritu de Dios estaba sobre Jesús sin
límite y sin medida. Por lo tanto, Jesús fue la suprema revelación de Dios a la
humanidad
(Heb_1:2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien
constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo).
Jesús dice que todo el que cree en El tiene
(no dice que tendrá) vida eterna. La vida eterna se recibe cuando uno se
une a la vida de Dios, la cual por naturaleza es eterna. Así que la vida eterna
comienza en el momento del nacimiento espiritual.
Juan, el escritor de este Evangelio, demostró que
Jesús es el verdadero Hijo de Dios. Establece ante nosotros la gran alternativa
en la vida. A nosotros nos toca elegir hoy a quién obedeceremos y Dios quiere que lo elijamos a Él. Postergar nuestra elección es decidir no seguir
a Cristo. La indecisión es una decisión fatal.
Así que, tú que
lees estas líneas, te apremio a que tomes una decisión, de la cual dependerá tu
vida después de la muerte; para vida eterna o muerte eterna. De ti depende.
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