En la Palabra de Dios en la Biblia podemos leer en
Mateo los capítulos 5,6 y 7 y comprendemos que Jesús busca el cambio del
corazón en los que le siguen. Destaca cual es la situación del interior del
hombre y exige cambiar el corazón, no el exterior del cuerpo.
En Mateo 5:1-18 vemos el Sermón del Monte:
1 Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a
él sus discípulos.
2 Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:
3 Bienaventurados (felices, bendecidos, dichosos) los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
4 Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
5 Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.
6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
8 Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
9 Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
10 Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.
12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.
13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.
14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.
16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.
5:18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.
2 Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:
3 Bienaventurados (felices, bendecidos, dichosos) los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
4 Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
5 Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.
6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
8 Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
9 Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
10 Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.
12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.
13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.
14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.
16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.
5:18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.
Ser cristiano va mucho más allá de las apariencias
externas. No eres cristiano por congregarte, asistir a los cultos, a
conferencias especiales, reuniones bíblicas, etc. Ser cristiano es conocer la
verdad del Evangelio de Jesús, hablar de ese Evangelio y lo más importante,
vivir conforme al Evangelio.
No se trata de poner cara de santo, ni mudar el
aspecto externo; es una actitud interna de obediencia al Evangelio de Jesús.
He comprendido que el mejor medio para predicar el
verdadero Evangelio de Jesús es con el testimonio personal en la vida diaria.
En tu relación con los hermanos de fe, con tus hermanos en la carne y el resto
de la familia, con los vecinos y resto de conocidos. ¿Por qué? Pues
sencillamente porque nuestro estilo de vida es diferente, marcamos la
diferencia y eso se nota. Los demás que viven conforme al rudimento del mundo,
se dan cuenta, te miran de forma rara al ver que no sigues las mismas pautas de
conducta. Pero todo el merito es por el poder de la Palabra de Dios, que actúa
en el interior del ser humano, en el corazón; transformándolo sin prisa pero
sin pausa, cada día un poco más, para llegar a ser semejantes a Cristo.
En
el Sermón del Monte, Jesús bosqueja los atributos primarios de la gente que
recibe el Reino, la Palabra de Dios en sus vidas; de aquellos que han “nacido
de nuevo”. Nueve referencias directas al «reino» aparecen en este sermón, y
son: humildad, voluntad para sufrir persecución, atención sincera a los
mandamientos de Dios, rechazo a sustituir falsa piedad por comportamiento
genuinamente correcto, una vida de oración, dar prioridad a los valores
espirituales sobre los valores materiales y, por encima de todo, reconocer el
señorío de Cristo obedeciendo la voluntad revelada de Dios. Claramente, la
autoridad que Cristo espera delegar a los suyos, está destinada a discípulos
dispuestos a aceptar la renovación del alma y la conducta, así como a renacer
mediante el perdón divino. Para estos, obviamente, el llamado a un vivir y un
ministrar en el «reino» incluye la esperanza de que el fruto y los dones del
Espíritu Santo se desarrollarán en el creyente. El mismo Espíritu que
distribuye dones de poder para el servicio del reino, también trabaja en
nosotros para producir cualidades reales de vida, amor y un carácter santo.
Este
"sermón" probablemente resume varios días de predicación. En él,
Jesús proclamó su actitud hacia la Ley. La posición social, la autoridad y el
dinero no son importantes en su Reino; lo que importa es la obediencia fiel del
corazón. El Sermón del Monte desafió al orgullo de los líderes religiosos
legalistas de ese entonces. Era un llamado a regresar al mensaje de los
profetas del Antiguo Testamento que, como Jesús, enseñaban que la obediencia de
corazón es más importante que la observancia legalista.
Multitudes
numerosas seguían a Jesús; era el comentario del pueblo y todos querían verlo.
Los discípulos, que eran personas bien cercanas a este hombre popular, se
vieron tentados a sentirse importantes, orgullosos y a ser posesivos. Estar con
Jesús les daba prestigio y una gran oportunidad para obtener riqueza.
La
multitud estaba otra vez reunida, pero antes de dirigirse a ella, Jesús llamó a
sus discípulos a un lado y les advirtió acerca de la tentación que enfrentarían
como ayudantes suyos. No esperen fama y fortuna, les dijo Jesús, sino
aflicción, hambre y persecución. Sin embargo, les aseguró que serían
recompensados, aunque quizás no en esta vida. Habrá momentos en que seguir a
Jesús traerá consigo gran popularidad.
Si
no vivimos tomando en cuenta las palabras de Jesús en este sermón, nos
hallaremos usando el mensaje de Dios solo para promover nuestros intereses
personales.
Jesús
empezó su sermón con palabras que aparentemente se contradecían. Pero la forma
en que Dios quiere que vivamos muchas veces contradice la del mundo.
Si
quiero vivir para Dios debo estar dispuesto a decir y hacer lo que para el
mundo parecerá raro. Deberé estar dispuesto a dar cuando otros desean quitar,
amar cuando otros odian, ayudar cuando otros abusan. Al hacerlo, un día
recibiré todo, mientras los otros terminarán sin nada.
En
su más largo sermón registrado (Mateo 5, 6,7) Jesús comienza describiendo las
características que estaba buscando en sus seguidores. Llama bienaventurados a
todas las personas que tenían estas características porque Dios tiene reservado
algo especial para ellas. Cada bienaventuranza es casi una directa
contradicción a la forma de vida típica de la sociedad. En la última
bienaventuranza, Jesús aun advierte que un esfuerzo serio por desarrollar estos
requisitos provocará oposición. El mejor ejemplo de cada característica se
encuentra en Jesús mismo. Si nuestra meta es ser como Él, las bienaventuranzas
cuestionan nuestra forma cotidiana de vivir.
Cada
Bienaventuranza habla de cómo ser afortunado y feliz. Algunas
versiones dicen felices o dichosos en vez de bienaventurados.
Estas palabras no prometen carcajadas, placer ni prosperidad terrena. Jesús
pone de cabeza el concepto terreno de la felicidad. Para Jesús, felicidad es
esperanza y gozo, independientemente de las circunstancias externas. Para
hallar esperanza y gozo, la forma más profunda de la felicidad, sigue a Jesús a cualquier precio.
Bienaventurados,
del griego makarios: De la
raíz mak, que indica
algo grande o de larga duración. Se trata de un adjetivo que denota felicidad,
alguien muy bendecido, digno de ser congratulado. Es una palabra de gracia que
expresa un regocijo y una satisfacción especiales, concedidos a la persona que
experimenta la salvación.
Cada bienaventuranza
incluye una bendición, una descripción de quienes se consideran bendecidos, y
una explicación de la bendición. Los pobres en espíritu son los que
reconocen su pobreza espiritual y, dejando a un lado toda autosuficiencia,
buscan la gracia de Dios.
Los
que lloran no son necesariamente los agraviados, sino los que experimentan
la pena del arrepentimiento. Son los cristianos que luchan contra las
tentaciones, contra el pecado, en medio de las aflicciones y les duele haber
caído, por eso lloran, mejor dicho lloramos ansiando el perdón.
Mansos:
No significa debilidad, sino fortaleza sujeta a control. La palabra lleva la
idea de humildad y autodisciplina. Son aquellos cristianos que reciben la
Palabra tal y como es, sin entrar en discusiones de palabras que lo único que
lleva es a disputas necias. Aceptan y se limitan a obedecerla para ponerla en
práctica.
Dios
es el supremo pacificador, y sus hijos siguen su ejemplo.
Misericordiosos,
del griego eleemon:
Relacionado a las palabras eleeo,
(tener misericordia) eleos
(compasión activa), y eleemosune
(compasión hacia los pobres). Eleemon es una palabra compasiva, de
simpatía, misericordiosa y sensitiva, que combina las inclinaciones con la
acción. Una persona que posee esta cualidad siempre encuentra la forma de
expresar su naturaleza misericordiosa. Se compadece del afligido, pero no sólo
se limita a ver sino que actúa para aliviar esa situación.
Limpio, del griego katharos:
Sin mancha, limpio, puro, sin contaminación. El corazón libre de amargura, de
envidia, de avaricia experimenta un gozo y una paz espiritual que el mundo no
puede entender. La felicidad espiritual se deja sentir aun más en las
circunstancias adversas, por medio de la paz espiritual. Gracias a Dios en el
nombre de Jesús que ha llegado a mi vida. Sé de lo que hablo. De otro modo
sería imposible siquiera el día a día.
La
causa de la persecución es la lealtad a la justicia, a la predicación del
verdadero Evangelio de Jesús. El mismo Jesús nos enseña que los cristianos
vamos a sufrir en distintas medidas e intensidad la persecución del mundo,
usando las religiones, el fanatismo y por lobos disfrazados de ovejas. Pero
cuando esto suceda debemos estar gozosos y alegres como los primeros cristianos
cuando cantando eran echados al circo romano, donde las fieras los
descuartizaban.
Jesús
dijo que nos regocijáramos cuando somos perseguidos. La persecución puede ser
provechosa porque:
(1)
Aparta nuestros ojos de las recompensas terrenas.
(2)
Aleja a los creyentes superficiales.
(3)
Fortalece la fe de los que permanecen.
(4)
Sirve como ejemplo a los que vendrán después de nosotros.
Podemos
ser confortados al saber que los grandes profetas de Dios sufrieron persecución
(Elías, Jeremías, Daniel). La persecución demuestra nuestra fidelidad. Por ser
fieles, en el futuro Dios nos premiará dejándonos entrar en su reino eterno,
donde no hay más persecución.
Las
Bienaventuranzas describen el carácter esencial de los ciudadanos del reino, y
las metáforas de sal y luz indican su saludable influencia sobre
la sociedad secular a medida que se ponen en contacto con ella.
El
imperativo negativo indica que alguna gente, perturbada por las enseñanzas de
Jesús, lo acusó de estar abrogando la ley y los profetas. Sin
embargo, el Señor vino a cumplir el AT, en el sentido de completar su
parcial revelación, al realizar sus predicciones mesiánicas y ofrecer la
verdadera interpretación de sus preceptos morales.
La
jota se refiere tanto a la iota griega como a la hebrea yod,
las letras más pequeñas en sus respectivos alfabetos. Una tilde es una
pequeña marca usada para distinguir algunas letras hebreas.
Con
el anuncio de Jesús de que el Reino se había acercado naturalmente, la
gente preguntaba: "¿Qué necesito hacer para ser parte del Reino de
Dios?" Jesús dijo que en el Reino de Dios las cosas no son como en los
reinos terrenales. Debían buscar beneficios y recompensas muy distintas de los
que los fariseos y publicanos estaban buscando. Mucha gente busca felicidad
pero esta fácilmente se desvanece. Muy pocos buscan el gozo de Dios que nunca
se desvanece. ¿Son nuestras actitudes una copia del egoísmo, el orgullo y
las ansias de poder del mundo, o reflejan el ideal al que Dios nos llamó?
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