} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: JESUCRISTO EL ÚNICO MEDIADOR ENTRE DIOS Y LOS HOMBRES

martes, 15 de septiembre de 2015

JESUCRISTO EL ÚNICO MEDIADOR ENTRE DIOS Y LOS HOMBRES




Juan 10:10  El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. 11  Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.

Juan 17:3  Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.

En medio del silencio de la madrugada percibes con mayor intensidad la voz de Dios a través de su Palabra en la Biblia. 
Cuando hemos aceptado el regalo que Dios nos ofrece de la Salvación por fe en su Hijo Jesucristo, entramos por la única Puerta posible para llegar a Dios.
Nadie nos engañe. Sólo hay dos caminos; el que nos lleva al cielo y el que va al infierno. De nosotros depende elegir uno u otro. Dios no obliga a nadie; Dios te muestra con claridad que Su Hijo es el Camino, y la Verdad, y la Vida. 
Yo sé a quien he creído; mi encuentro personal con Jesucristo en Suiza, cambió mi vida para siempre; nací de nuevo y empecé la carrera de resistencia hasta la meta. Cada día intento ofrecer al Señor lo más excelso, muriendo al viejo hombre; y por sobre todo sembrando la Palabra de Dios; dando a conocer a quien conozco a Jesucristo. Cada uno habla de lo que conoce. Tú que lees esto, ¿Conoces a Jesucristo?
Cristo es el Buen Pastor; muchos no eran ladrones, pero fueron negligentes con su deber, y el rebaño fue muy dañado por su descuido. Los malos principios son la raíz de las malas costumbres.
El Señor Jesús sabe a quienes ha escogido y está seguro de ellos; también nosotros sabemos en quien confiamos y estamos seguros de Él.
Vemos aquí la gracia de Cristo: puesto que nadie podría quitarle la vida, Él la entrega, por sí, para nuestra redención. Él se ofrendó para ser el Salvador: He aquí, Yo vengo.
La necesidad de nuestro caso lo pedía, y Él se ofreció para el Sacrificio. Fue Él que ofrenda y ofrenda, de modo que la entrega de su vida fue la ofrenda de sí mismo. De eso queda en claro que Él murió en el lugar y como sustituto de los hombres para lograr que nosotros fuéramos librados del castigo del pecado, para obtener el perdón del pecado para el género humano; y para que por su muerte adquiriera ese perdón. Nuestro Señor no entregó su vida por su doctrina, sino por sus ovejas. En contraste con el ladrón que viene para arrebatar la vida, Jesús da vida. La vida que El da ahora es abundantemente más rica y plena. Es eterna y, sin embargo, comienza de inmediato. La vida en Cristo se disfruta en un plano más elevado debido a su sobreabundante perdón y amor.
La vida en abundancia habla de una vida que en su totalidad depende de la provisión y protección del Pastor. Jesús se identifica con el Señor y el Pastor mesiánico. Pero a diferencia de los pastores palestinos que en raras ocasiones darían su vida, el propósito de Jesús fue dar su vida en expiación por los pecados y ofrecer salvación a todo aquel que cree en Él 
Jesús dijo que venía para dar vida; no tan solo existencia ordinaria, sino vida en plenitud, abundancia y prosperidad. Por el otro lado, el enemigo (Satanás) viene solamente para robar, matar y destruir. La línea está claramente trazada. Por un lado está Dios ofreciendo bondad, vida y mucho de lo que es necesario para la vida; y por el otro, el enemigo de nuestras almas, quien viene a privarnos de las bendiciones de Dios, a oprimir nuestros cuerpos por medio del pecado de la enfermedad y los accidentes, y a destruir todo aquello que amamos y apreciamos; para por el pecado someternos,;engañarnos con las religiones y conducirnos al infierno.
Más allá de su defensa de la vida, Jesús vino para liberarnos de la muerte y ofrecernos vida en abundancia. Mediante su muerte y resurrección, Cristo ha abierto una nueva dimensión de vida para toda la humanidad, para que todas las cosas sean hechas nuevas.
¿Cómo obtenemos la vida eterna? 
Jesús nos lo dice aquí con claridad: conociendo a Dios el Padre a través de su Hijo, Jesucristo. La vida eterna requiere que los creyentes entremos a una relación personal con Dios en Jesucristo nuestro Señor. Cuando confesamos nuestro pecado y nos apartamos de él, el amor de Cristo vive en nosotros por medio del Espíritu Santo. Esta vida eterna, pues, no es la mera existencia consciente sin fin, sino una vida de conocimiento y trato con Dios en Cristo. Jesús describe la vida eterna, no con términos cronológicos, sino como una relación personal con Dios. Así como hay un sólo camino a Dios, también hay un sólo Dios. Conocer a Dios es reconocer al Hijo que fue enviado del cielo, a Jesucristo.
¿Tú que lees esto has aceptado la vida que te ofrece Cristo? Si no lo has hecho, no demores para otro momento la decisión más importante de tu vida que tiene transcendencia tras tu muerte. ¿Te has preguntado a dónde vas a ir después de la muerte, si al cielo o al infierno? Escoge y decide aquí donde vas a pasar la eternidad. Sólo tienes una oportunidad, quizás hoy sea la última, quién sabe.