} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: TESTIMONIO CLARO

viernes, 4 de septiembre de 2015

TESTIMONIO CLARO

1 Corintios 2:11  Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.


El desarrollo intelectual griego fue un elemento importante en la preparación del camino para el evangelio, pero no logró regenerar al mundo, lo que demostró que para esto hacía falta un poder sobrehumano. 
Ni ángel, ni hombre conoce lo profundo de Dios. Esto prueba la imposibilidad de conocer las cosas de Dios salvo por la gracia capacitante del Espíritu de Dios, quien es el único que las conoce, puesto que aun en el caso del hombre, tan infinitamente inferior en la mente a Dios, ninguno de sus semejantes sino solamente su propio espíritu conoce las cosas que están ocultas en su interior. 
Dios nos ha revelado Sabiduría verdadera por su Espíritu. Esta es una prueba de la autoridad divina de las Sagradas Escrituras (2 Pedro 1; 21).
Vemos como prueba de la divinidad del Espíritu Santo, que conoce todas las cosas y escudriña todas las cosas, aun las cosas profundas de Dios. Nadie puede saber las cosas de Dios, sino su Espíritu Santo, que es uno con el Padre y el Hijo, y que da a conocer los misterios divinos a su Iglesia. Igual que los pensamientos de cada uno sólo uno mismo los conoce, así lo que está en la mente de Dios sólo lo conoce el Espíritu Santo. Dios ha escogido revelarse en Jesucristo, y el Espíritu Santo ha traído esta revelación de Cristo a la iglesia por medio de los apóstoles.
Este es un testimonio muy claro de la verdadera divinidad y de la personalidad del Espíritu Santo.
Los apóstoles no fueron guiados por principios mundanos. Recibieron del Espíritu de Dios la revelación de estas cosas, y del mismo Espíritu recibieron su impresión salvadora. Estas cosas son las que declararon con un lenguaje claro y sencillo, enseñado por el Espíritu Santo, totalmente diferente de la oratoria o palabras seductoras de la humana sabiduría. 
Los secretos de la revelación están velados para algunos, no porque aquellos que los conocen no quieran revelarlos, sino porque aquellos que los escuchan no tienen la voluntad, o el poder, para comprenderlos. Por tanto, sólo aquellos que son enseñados del Espíritu conocen estos secretos El hombre natural, el hombre sabio del mundo, no recibe las cosas del Espíritu de Dios, porque es necesario discernirlas espiritualmente, y para eso es necesario nacer de nuevo por fe en Jesucristo.
Los inteligentes podrán entender el bosquejo de las doctrinas, pero sin la revelación del Espíritu Santo seguirá para ellos un mero bosquejo, correcto acaso, pero sin vida
La soberbia del razonamiento carnal es tan opuesta a la espiritualidad como la sensualidad más baja.
La mente santa discierne las bellezas verdaderas de la santidad, pero no pierde el poder de discernir y juzgar las cosas comunes y naturales. El hombre carnal es extraño a los principios, goces y actos de la vida divina. Sólo el hombre espiritual es una persona a quien Dios da el conocimiento de su voluntad.
¡Nadie ha conocido la mente de Dios por el poder natural! 
El Espíritu capacitó a los apóstoles para dar a conocer su mente. La mente de Cristo y la mente de Dios en Cristo nos son dadas a conocer plenamente en las Sagradas Escrituras. El gran privilegio de los cristianos es que tenemos la mente de Cristo, revelada a nosotros por su Espíritu para poder experimentar su poder santificador en nuestros corazones y dando buen fruto en nuestras vidas.
Aquellos que creemos en la muerte y resurrección de Cristo y ponemos nuesta fe en El, sabremos todo lo que necesitamos saber para ser salvos. Este conocimiento, sin embargo, no lo podrá poseer aun la gente más sabia, a menos que acepten el mensaje de Dios. Todos aquellos que lo rechacen son necios, sin importar cuán sabios los considere el mundo. 
El Espíritu responde al espíritu, no a la mente. El Espíritu Santo interpreta las cosas espirituales a la gente espiritual. Este texto también describe las vías a través de las cuales la Palabra de Dios nos ha sido dada en la Biblia, al comunicarnos el Espíritu «ideas» espirituales por medio de las «palabras» espirituales específicas que escoge.
Así se manifiesta el poder de la Palabra de Dios en la Biblia, por medio del Espíritu Santo; el mismo Dios hablando por medio de su Hijo Jesucristo.