} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: ¿INFANTILES O NIÑOS?

miércoles, 2 de septiembre de 2015

¿INFANTILES O NIÑOS?

Marcos 9:36  Y tomó a un niño, y lo puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dijo: 37  El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió. 

Jesús tomó a un niño para ayudar a sus egocéntricos discípulos a captar la idea. No necesitamos ser infantiles (como los discípulos, que discutían asuntos insignificantes, mirándose por encima del hombro) sino más bien como niños de corazón humilde y sincero. 
Y nosotros qué ¿Somos infantiles o como niños?
Los discípulos estaban tan preocupados con la organización del reino terrenal de Jesús que perdieron la visión de su propósito divino. En lugar de buscar cómo servir mejor, discutían en cuanto a puestos. Cuán fácil es perder nuestra perspectiva eterna y competir por puestos en la iglesia menospreciando al resto de hermanos. Cuán difícil es identificarnos con los "niños", gente débil y dependiente sin posición social ni influencia.
Los niños confían por naturaleza. Confían en los adultos, y al hacerlo estos crecen en su capacidad de confiar en Dios. Por la influencia que tienen en los niños, los padres y los adultos darán cuenta a Dios de la forma en que afecten la capacidad de confiar de estos pequeños. Jesús advierte que cualquiera que aparte de la fe a algún niño recibirá un severo castigo.
Jesús advirtió a los discípulos que hay diferentes maneras de causar pérdida de fe en los "niños": por tentación (Mateo 18.7-9), por menosprecio y por degradación (Mateo 18.10-14). Los líderes, deben ayudar a los creyentes jóvenes o nuevos a evitar cualquier cosa o cualquier persona que podría causarles daño en su fe y conducirlos al pecado. Nunca debiéramos tomar superficialmente la educación y protección espiritual de los niños en edad y de los niños en la fe.
Jesús enseñó a sus discípulos a recibir a los niños. Esto fue algo nuevo en una sociedad donde los niños por lo general se trataban como ciudadanos de segunda clase. Es importante no solo tratar bien a los niños, sino enseñarles acerca de Jesús. La Escuela Dominical para niños nunca debe considerarse menos importante que el estudio bíblico de los adultos.
Muchos siguen siendo ignorantes porque les da vergüenza preguntar. ¡Qué cosa! Aunque el Salvador enseña tan claramente las cosas que corresponden a su amor y gracia, los hombres están tan cegados que no entienden sus palabras.
Seremos llamados a rendir cuentas de lo que hablamos, y a dar cuenta de nuestras disputas, especialmente sobre quién es más grande. Los más humildes y abnegados se parecen más a Cristo y Él los reconocerá más tierna mente. Esto les enseñó Jesús por medio de una señal: El que reciba a un niño como éste, me recibe a mí.
La conversión tiene que ser cabal; el corazón no sólo tiene que volverse a Dios en un sentido general, dejando las cosas terrenales por las celestiales, sino en lo particular, si no os convirtiéreis de aquella ambición carnal que todavía arde dentro de vosotros, a aquella libertad de todo sentimiento similar como este niño, no tenéis ni parte ni suerte en el reino mismo; y el que más se parezca a un niño en su carácter, será el más importante allá. “Así que, cualquiera que se humillare como este niño, éste es el mayor en el reino de los cielos” (Mateo 18:4); “porque el que fuere o estuviere dispuesto a ser el menor entre vosotros, éste será el grande” (Lucas 9:48). 
Jesús ilustra muy efectivamente la lección que acaba de ofrecer. Servir a aquellos que el mundo considera insignificantes, en el nombre de Cristo y por amor a él, equivale de hecho a servir a Jesús.
Nuestro amor a Dios será medido por cómo tratamos a los demás. El ejemplo de Jesús en cuanto a dar un vaso de agua a un niño nos ilustra lo que es servir desinteresadamente. Un niño por lo general no puede pagar favores. Dios toma las buenas obras que hacemos o que no hacemos como si se lo hiciéramos a El. ¿Hay algo que podemos hacer hoy a favor de alguien? Aunque nadie nos vea, no pasará inadvertido para Dios.