La expresión “últimos días” u otras
expresiones similares a veces guardan relación con la apostasía que surgiría
dentro de la congregación cristiana. El apóstol Pablo escribió a Timoteo: “La
expresión inspirada dice definitivamente que en períodos posteriores algunos se
apartarán de la fe, prestando atención a expresiones inspiradas que extravían y
a enseñanzas de demonios”. En una carta posterior a Timoteo, Pablo de nuevo
analizó esta cuestión, y se refirió a los “últimos días” como un período
todavía futuro. Debido a que para ese entonces las personas se comportarían
impropiamente, serían “tiempos críticos, difíciles de manejar”, o, más
literalmente, “tiempos señalados fieros”. (2Ti 3:1)
Después de mencionar con todo detalle el
proceder descarriado y pervertido que prevalecería entre las personas que
vivieran en ese tiempo, Pablo continuó: “De estos se levantan aquellos hombres
que astutamente logran introducirse en las casas y se llevan como cautivas
suyas a mujeres débiles cargadas de pecados, llevadas de diversos deseos, que
siempre están aprendiendo y, sin embargo, nunca pueden llegar a un conocimiento
exacto de la verdad”. (2Ti 3:1-7.)
A
continuación contrastó a estas personas corruptas con Timoteo, quien había
seguido fielmente la enseñanza del apóstol, y le animó a ‘continuar en las
cosas que había aprendido y había sido persuadido a creer’. El contexto muestra claramente que el apóstol
estaba informando a Timoteo con gran antelación de las condiciones que se
darían entre los que profesarían ser cristianos y de los resultados finales de
la apostasía.
De manera similar, el apóstol Pedro les
anticipó a sus compañeros cristianos las presiones que vendrían de dentro de la
congregación: “También habrá falsos maestros entre ustedes. Estos mismísimos
introducirán calladamente sectas destructivas y repudiarán hasta al dueño que
los compró, trayendo sobre sí mismos destrucción acelerada. Además, muchos
seguirán los actos de conducta relajada de ellos”. (2Pe 2:1, 2.)
Esta misma advertencia se repite en las
palabras de Judas, quien anima a los cristianos a que “luchen tenazmente por la
fe”: “En cuanto a ustedes, amados, recuerden los dichos que han sido declarados
previamente por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo, que ellos solían decirles:
‘En el último tiempo habrá burlones, que procederán según sus propios deseos de
cosas impías’”. (Jud 3, 17, 18.)
En las postrimerías del siglo I, E.C., la
clase apóstata era ya una realidad irreversible. El fruto de aquella apostasía
es hoy un hecho manifiesto; los “últimos días” a los que Pablo se había
referido han llegado.
“La conclusión del sistema
de cosas.”
Sin
embargo, como Jesucristo había predicho, la apostasía no afectaría a todos los
cristianos; los verdaderos serían como “trigo” entre “mala hierba”. Después de
comenzar la presencia invisible de Cristo en espíritu y durante “la conclusión
del sistema de cosas” (que existiría entonces), se tendría que poner de
manifiesto una clara separación entre ambas clases. La “mala hierba”, “los hijos
del inicuo”, serían ‘juntados del reino del Hijo del hombre’. Esta limpieza de
la verdadera congregación cristiana dejaría un campo de trigo limpio. Los
cristianos falsos quedarían fuera de la congregación cristiana verdadera.
Finalmente, los que fuesen como “la mala hierba” serían arrojados en el “horno
de fuego”, en tanto que los que se asemejasen al “trigo” “resplandecerían tan
brillantemente como el sol en el reino de su Padre”. (Mt 13:24-30, 37-43.)
Todo esto señalaría claramente la parte final
del sistema de cosas bajo el gobierno inicuo de Satanás antes de que fuese
destruido.
Además, la ilustración da a entender que la
apostasía produciría su fruto completo de iniquidad durante la “conclusión del
sistema de cosas” dominado por Satanás. Por lo tanto, sería en aquel tiempo
cuando las condiciones de las que hablaron los escritores de las Escrituras
Griegas Cristianas como señal de los “últimos días” se manifestarían a gran
escala entre los que profesaran ser cristianos. Aumentarían el desafuero y la desobediencia
a los padres; y los hombres serían “amadores de placeres más bien que amadores
de Dios, teniendo una forma de devoción piadosa, pero resultando falsos a su
poder”. (2Ti 3:2-5.) También aparecerían “burlones con su burla, procediendo
según sus propios deseos y diciendo: ‘¿Dónde está esa prometida presencia de
él? Pues, desde el día en que nuestros antepasados se durmieron en la muerte,
todas las cosas continúan exactamente como desde el principio de la creación’”.
(2Pe 3:3, 4.)
La ilustración profética de Jesús mostró
asimismo que pasaría cierto tiempo antes de que se manifestasen por completo
los que eran semejantes a la mala hierba y finalmente se les destruyese. Como
los apóstoles sabían esto, el uso que ellos hicieron de expresiones como “últimos
días”, “última hora” y otras similares con relación a la apostasía, no
significaba que pensaban que era inminente la presencia de Jesús y la posterior
destrucción de los impíos. Pablo señaló a los tesalonicenses: “Sin embargo,
hermanos, tocante a la presencia de nuestro Señor Jesucristo y el ser nosotros
reunidos a él, les solicitamos que no se dejen sacudir prontamente de su razón,
ni se dejen excitar tampoco mediante una expresión inspirada, ni mediante un
mensaje verbal, ni mediante una carta como si fuera de nosotros, en el sentido
de que el día de Jehová esté aquí. Que nadie los seduzca de manera alguna,
porque no vendrá a menos que primero venga la apostasía y el hombre del
desafuero quede revelado, el hijo de la destrucción”. (2Te 2:1-3.)
“Último día.”
La Biblia también se refiere a un “último día”
durante el cual tendrá lugar la resurrección de los muertos. En Juan
12:48 este “último día” se relaciona con un tiempo de juicio. Por lo tanto, es
obvio que aplica a un tiempo futuro mucho más distante que el fin del período
apostólico.
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