} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: SEGÚN MATEO 3; 1-17

miércoles, 13 de julio de 2016

SEGÚN MATEO 3; 1-17


Estos versículos describen el ministerio de Juan Bautista, el precursor de Nuevo Testamento Señor Jesucristo. Es un ministerio que merece atención detenida.
Pocos predicadores han producido iguales resultados. "Salían hacia el Jerusalén y toda la Judea y todo el país alrededor del Jordán". Ninguno ha recibido igual  alabanza de la Cabeza de la iglesia. Jesús le llama, "lámpara que arde y resplandece". El mismo gran Obispo de las almas declara, "que no se ha levantado  entre los nacidos de mujeres uno mayor que Juan el Bautista". Estudiemos pues los principales rangos de su ministerio.
Juan el Bautista habló claramente sobre el pecado. Enseñó la absoluta necesidad del "arrepentimiento;" predicó que el arrepentimiento se debía probar por sus  "frutos"; amonestó a los hombres que no se apoyaran en privilegios externos, ni en la unión visible con la iglesia.
Este es precisamente la enseñanza que todos necesitamos. Estamos muertos en el pecado y ciegos e indiferentes acerca de las cosas espirituales. Estamos  propensos a contentarnos con una mera religión de forma, y halagarnos con la idea de que si vamos a la iglesia nos salvaremos. Necesitamos se nos diga, que  si no nos "arrepentimos y nos convertimos" pereceremos.
Juan el Bautista habló claramente sobre Nuevo Testamento Señor Jesucristo. Enseñó al pueblo que uno mucho más poderoso que el estaba por venir. El no era  más que un siervo: el que estaba para venir era Rey. El, Juan, solo podía "bautizar con agua": el que estaba para venir bautizaría con Espíritu Santo, salvaría a  su pueblo del pecado, y un día juzgaría al mundo. Esta es la verdadera enseñanza que requiere la naturaleza humana. Necesitamos ser encaminados  directamente hacia Cristo. Todos estamos inclinados a detenernos antes de llegar a ese punto. Queremos contentarnos con nuestra unión a la iglesia. Con un  participar de la santa Cena del Señor, y con asistir al culto establecido. Se necesita que se enseñe la absoluta necesidad de nuestra unión con Cristo mismo por  la fe. El es el manantial de misericordia, vida y paz. Todos debemos comunicarnos con Ela cerca de nuestras almas ¿Qué sabemos acerca de Jesús? ¿Qué  hemos recibido de Él? preguntas son estas relacionadas con el bien de nuestras almas.
Juan el Bautista habló claramente tocante al Espíritu Santo. Predicaba que había bautismo del Espíritu Santo, y enseñaba que administrarlo era función  especial de nuestro Salvador.
Preciso es que nos inculque que el perdón de los pecados no es la única cosa necesaria: que también se necesita el bautismo del Espíritu Santo. Debe haber no  solamente la obra de Cristo por nosotros, sino también la operación el Espíritu Santo en nosotros. Debe haber no solo un título para el cielo por la sangre de  Cristo, sino también una preparación para ese lugar operada en nosotros por el Espíritu Santo. No descansemos mientras no reconozcamos por experiencia  algo del bautismo del Espíritu Santo en nuestras almas. El bautismo de agua es un gran privilegio. Pero debemos recibir también el bautismo del Espíritu  Santo. Sin este bautismo ningún hijo de Adán entrará en el seno de Dios.
Juan el Bautista habló claramente sobre el terrible peligro en que está el impenitente e incrédulo. El habló a sus oyentes de la ira que "estaba cerca" y predicó  de un "fuego inextinguible", en el cual la paja sería quemada algún día.
Este es también un punto sumamente importante. Necesitamos ser amonestados estrictamente, que no es acto de poca entidad el de arrepentirnos. Necesitamos  se nos recuerde, que hay un infierno así como también un cielo, y un castigo eterno para el impío, así como también una vida sempiterna para el cristiano.
Estamos sobre manera inclinados a olvidar esto. Hablamos del amor y de la misericordia de Dios y no nos acordamos bastante de Su justicia y santidad.
Seamos muy cuidadosos acerca de este punto. No es cariño verdadero ocultar los terrores del Señor. Es de suma importancia que se le enseñe al incrédulo su  peligro, que está al borde de un abismo y que si muriere sin convertirse pasará la eternidad en el infierno. Es verdadera caridad advertir el peligro a un ciego  que está al precipitarse. Es mayor caridad advertir al alma incrédula, a la cual le falta la vista espiritual, la fe cristiana, el infierno a que avanza y suplicarle que se convierta al amorosísimos Jesús, para que por los méritos de su preciosa sangre reciba el perdón y la salvación y al fin de la entrada feliz en el cielo donde  está la plenitud de la gracia eterna.
Finalmente, Juan el Bautista habló con precisión sobre la completa seguridad de los verdaderos creyentes. Enseñó, que había un "granero" para todos los que  eran trigo de Cristo y que allí serían recogidos el día de Su venida. Esta también es una doctrina que requiere mucho la humanidad. Los mejores creyentes  necesitan que se les infunda ánimo, pues están todavía revestidos de la carne; viven en el mundo malvado; son tentadas frecuentemente por el demonio. Debe  recordárseles a menudo que Jesús jamás los dejará, ni abandonará y enseñarles que nadie puede arrebatar Sus ovejas de Sus manos. El los guiará felizmente a  través de esta vida y al fin les dará la Gloria eterna.

Serán puestos a cubierto el día de la ira; estarán seguros como Noé en el arca. Que penetren estas cosas profundamente en  nuestros corazones. Vivimos en tiempos en que se enseñan muchos errores. Nunca olvidemos las cualidades distintivas del  ministro que es fiel. Bien hubiera sido para la iglesia de Cristo, que todos sus ministros hubieran sido más semejantes a  Juan el Bautista.

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