Estos
versículos describen el ministerio de Juan Bautista, el precursor de Nuevo
Testamento Señor Jesucristo. Es un ministerio que merece atención detenida.
Pocos
predicadores han producido iguales resultados. "Salían hacia el Jerusalén
y toda la Judea y todo el país alrededor del Jordán". Ninguno ha recibido
igual alabanza de la Cabeza de la
iglesia. Jesús le llama, "lámpara que arde y resplandece". El mismo
gran Obispo de las almas declara, "que no se ha levantado entre los nacidos de mujeres uno mayor que
Juan el Bautista". Estudiemos pues los principales rangos de su
ministerio.
Juan
el Bautista habló claramente sobre el pecado. Enseñó la absoluta necesidad del
"arrepentimiento;" predicó que el arrepentimiento se debía probar por
sus "frutos"; amonestó a los
hombres que no se apoyaran en privilegios externos, ni en la unión visible con
la iglesia.
Este
es precisamente la enseñanza que todos necesitamos. Estamos muertos en el
pecado y ciegos e indiferentes acerca de las cosas espirituales. Estamos propensos a contentarnos con una mera
religión de forma, y halagarnos con la idea de que si vamos a la iglesia nos salvaremos.
Necesitamos se nos diga, que si no nos
"arrepentimos y nos convertimos" pereceremos.
Juan
el Bautista habló claramente sobre Nuevo Testamento Señor Jesucristo. Enseñó al
pueblo que uno mucho más poderoso que el estaba por venir. El no era más que un siervo: el que estaba para venir
era Rey. El, Juan, solo podía "bautizar con agua": el que estaba para
venir bautizaría con Espíritu Santo, salvaría a
su pueblo del pecado, y un día juzgaría al mundo. Esta es la verdadera
enseñanza que requiere la naturaleza humana. Necesitamos ser encaminados directamente hacia Cristo. Todos estamos
inclinados a detenernos antes de llegar a ese punto. Queremos contentarnos con
nuestra unión a la iglesia. Con un
participar de la santa Cena del Señor, y con asistir al culto
establecido. Se necesita que se enseñe la absoluta necesidad de nuestra unión
con Cristo mismo por la fe. El es el
manantial de misericordia, vida y paz. Todos debemos comunicarnos con Ela cerca
de nuestras almas ¿Qué sabemos acerca de Jesús? ¿Qué hemos recibido de Él? preguntas son estas
relacionadas con el bien de nuestras almas.
Juan
el Bautista habló claramente tocante al Espíritu Santo. Predicaba que había
bautismo del Espíritu Santo, y enseñaba que administrarlo era función especial de nuestro Salvador.
Preciso
es que nos inculque que el perdón de los pecados no es la única cosa necesaria:
que también se necesita el bautismo del Espíritu Santo. Debe haber no solamente la obra de Cristo por nosotros,
sino también la operación el Espíritu Santo en nosotros. Debe haber no solo un
título para el cielo por la sangre de
Cristo, sino también una preparación para ese lugar operada en nosotros
por el Espíritu Santo. No descansemos mientras no reconozcamos por
experiencia algo del bautismo del
Espíritu Santo en nuestras almas. El bautismo de agua es un gran privilegio.
Pero debemos recibir también el bautismo del Espíritu Santo. Sin este bautismo ningún hijo de Adán
entrará en el seno de Dios.
Juan
el Bautista habló claramente sobre el terrible peligro en que está el
impenitente e incrédulo. El habló a sus oyentes de la ira que "estaba
cerca" y predicó de un "fuego
inextinguible", en el cual la paja sería quemada algún día.
Este
es también un punto sumamente importante. Necesitamos ser amonestados
estrictamente, que no es acto de poca entidad el de arrepentirnos.
Necesitamos se nos recuerde, que hay un
infierno así como también un cielo, y un castigo eterno para el impío, así como
también una vida sempiterna para el cristiano.
Estamos
sobre manera inclinados a olvidar esto. Hablamos del amor y de la misericordia
de Dios y no nos acordamos bastante de Su justicia y santidad.
Seamos
muy cuidadosos acerca de este punto. No es cariño verdadero ocultar los
terrores del Señor. Es de suma importancia que se le enseñe al incrédulo
su peligro, que está al borde de un
abismo y que si muriere sin convertirse pasará la eternidad en el infierno. Es
verdadera caridad advertir el peligro a un ciego que está al precipitarse. Es mayor caridad
advertir al alma incrédula, a la cual le falta la vista espiritual, la fe
cristiana, el infierno a que avanza y suplicarle que se convierta al
amorosísimos Jesús, para que por los méritos de su preciosa sangre reciba el
perdón y la salvación y al fin de la entrada feliz en el cielo donde está la plenitud de la gracia eterna.
Finalmente,
Juan el Bautista habló con precisión sobre la completa seguridad de los
verdaderos creyentes. Enseñó, que había un "granero" para todos los
que eran trigo de Cristo y que allí
serían recogidos el día de Su venida. Esta también es una doctrina que requiere
mucho la humanidad. Los mejores creyentes
necesitan que se les infunda ánimo, pues están todavía revestidos de la
carne; viven en el mundo malvado; son tentadas frecuentemente por el demonio.
Debe recordárseles a menudo que Jesús
jamás los dejará, ni abandonará y enseñarles que nadie puede arrebatar Sus
ovejas de Sus manos. El los guiará felizmente a
través de esta vida y al fin les dará la Gloria eterna.
Serán
puestos a cubierto el día de la ira; estarán seguros como Noé en el arca. Que
penetren estas cosas profundamente en
nuestros corazones. Vivimos en tiempos en que se enseñan muchos errores.
Nunca olvidemos las cualidades distintivas del
ministro que es fiel. Bien hubiera sido para la iglesia de Cristo, que
todos sus ministros hubieran sido más semejantes a Juan el Bautista.
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