} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: SEGÚN S. MATEO 4; 1-25

lunes, 25 de julio de 2016

SEGÚN S. MATEO 4; 1-25


  
El primer evento que S. Mateo refiere del ministerio de nuestro Señor después de su bautismo, es su tentación. Este es un punto profundo y misterioso. Hay  mucho en esta narración que no podemos explicar. Pero por encima se presentan lecciones prácticas y sencillas, que haremos bien en considerar.
Aprendamos en primer lugar, que enemigo tan real y poderoso tenemos en el diablo. En su malignidad asalta aún al mismo Jesús. Tres veces ataca de diversos  modos al Hijo de Dios.
Fue el diablo quien al principio trajo el pecado al mundo. El fue quien hizo padecer a Job, engañó a David y causó a Pedro una grave caída. La Biblia le  llama, "asesino, mentiroso, y león rugidor." En su enemistad contra nuestras almas, jamás duerme. Por cerca de 6,000 años ha estado ocupado en arruinar  hombres y mujeres, para arrastrarlos al infierno. Su astucia y artería sobrepujan a la inteligencia del hombre y a menudo se presenta como "un ángel de luz.
Velemos y oremos diariamente contra sus maquinaciones. El es nuestro más cruel enemigo, y aunque invisible, no descansa en su malignidad y designios  contra nuestras almas. Guardémonos con escrupulosidad de bufonadas y chanzas relativamente al diablo: lo cual es por desgracia común. Recordemos todos  los días, que si queremos salvarnos, debemos no solamente crucificar la carne, y vencer al mundo, sino también "resistir al diablo".
Aprendamos, en segundo lugar, que no debemos considerar las tentaciones como una cosa extraña. "El discípulo no es más que su maestro, ni el criado que su  amo". Si Satanás se acercó a Cristo, se acercará también a los cristianos.
Sería conveniente que todos los creyentes recordaran esto, porque están demasiado propensos a olvidarlo. Descubren frecuentemente malos pensamientos  surgiendo en sus mentes, los cuales pueden decir con verdad que aborrecen. Dudas, cuestiones, fantasía pecaminosas les son sugeridas, contra las cuales sus  almas se rebelan. Pero que estas cosas no destruyan su paz interior, ni los priven de sus consuelos. Recuerden que hay un diablo y no se admiren de hallarle  cerca de ellos. Ser tentados por él no es en sí mismo pecado. Ceder a la tentación y abrigarla en nuestros corazones, es lo que debemos temer.
Aprendamos además, que la gran arma que debemos emplear para resistir a Satanás es la Biblia. Tres veces el gran enemigo presentó tentaciones a nuestro  Señor. Tres veces sus ofertas fueron rechazadas, sirviendo en cada caso como arma para hacerlo así la Palabra de Dios. "Está escrito," le dijo Jesús a Satanás.
He aquí una razón entre muchas, porque deberíamos ser asiduos lectores de las Santas Escrituras. La Biblia es la espada del Espíritu. Nunca libraremos una  buena batalla, si no hacemos uso de la Biblia como nuestra arma principal. La Escritura es lámpara que guía nuestros pasos. Si no viajamos con su luz, nunca  seguiremos rectamente en el camino real del cielo. Bien pueden temerse que nosotros no se lea suficientemente la Biblia. No basta poseerla. Debemos leerla  realmente y acompañar su lectura con fervientes oraciones. No nos hará ningún bien si yace sin leerse en nuestros estantes. Debemos familiarizarnos con su  contenido y atesorar sus verdades en nuestra memoria. La inteligencia de la Biblia nunca se adquiere por intuición. Se adquiere leyéndola con regularidad  todos los días, y pidiendo el auxilio del Espíritu Santo en la oración. Lo que está relacionado con el bien de nuestras almas merece toda nuestra aplicación.
Para ese bien es de suma importancia que nos familiaricemos con lo que nos dice Dios en su santa Palabra.
Aprendamos, finalmente, cuán tierna es la compasión de nuestro Señor Jesucristo. "Porque en cuanto él mismo padeció, siendo tentado, es poderoso para  también socorrer a los que son tentados" Heb.2.18
 Esta verdad no puede menos que ser valiosísima para todos los verdaderos creyentes, pues encierra en sí un caudal de consuelo. Si, los cristianos tenemos en el  cielo un Bienhechor que nos considera en todas nuestras tentaciones y toma parte, por decirlo así, en todas nuestras agonías espirituales. ¿Nos tienta alguna vez Satanás a que desconfiemos de la bondad y protección de Dios? Jesús fue tentado así. ¿Nos vemos tentados a abusar de la misericordia de Dios y a lanzarnos en peligros sin  necesidad? Así también fue tentado Jesús. ¿Nos vemos tentados a cometer en lo secreto algún grave pecado a fin de obtener algún bien aparente? Jesús se vio  tentado de esa manera. ¿O se nos procura inducir a que aceptemos una aplicación errada de las Escrituras como excusa para obrar mal? En iguales circunstancias  se vio Jesús. Por lo tanto, El, y solo El, puede satisfacer las necesidades de la humanidad. Que acudamos, pues, a implorar su auxilio todos los pecadores y le expongamos todos nuestros pesares. A ninguna voz cierra Él los oídos: a todos compadece.
Le plugo a Dios que todos los hombres supieran por experiencia propia lo que es estar bajo el amparo de su Salvador  compasivo. Nada hay que pueda compararse a ese estado en este mundo indiferente y engañoso. Los que buscan la  felicidad en las comodidades y goces de esta vida y miran con desdén la vida cristiana que la Biblia nos enseña, no saben de  cuantos consuelos y de cuenta dicha se están privando.

¡Maranatha!

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