Mateo 1: 18 El nacimiento de Jesucristo fue
así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló
que había concebido del Espíritu Santo.
Para nuestra manera occidental de pensar, las
relaciones que salen en este pasaje son muy extrañas. En primer lugar, se nos
dice que María estaba desposada con José; luego hemos traducido que él estaba
haciendo los preparativos para divorciarse de ella en secreto; y luego se la
llama su mujer o esposa. Pero la relación entre ambos representa el procedimiento
judío normal, en el que había tres pasos.
(i) Estaba
el compromiso. Este se hacía a menudo cuando la pareja no eran más que
niños. Lo hacían corrientemente los padres, o por medio de un casamentero
profesional. Y se hacía a menudo sin que los que formaban la pareja se hubieran
visto nunca. El matrimonio se consideraba que era un paso demasiado serio para
dejarlo a los dictados del corazón humano.
(ii) Estaba
el desposorio. Este era lo que podríamos llamar la ratificación del
compromiso que ya había contraído la pareja. Hasta este momento, el compromiso
que se había establecido por medio de los padres o del casamentero, se podía
romper si una de las dos partes no quería continuar con él. Pero una vez que se
llegaba al desposorio era absolutamente vinculante. Duraba un año. Durante ese
año la pareja se consideraban marido y mujer, aunque todavía no tenían esa
relación. El desposorio no se podía dar por concluido de ninguna manera más que
por el divorcio. En la ley judía nos encontramos frecuentemente lo que nos
parece una frase curiosa. Una chica cuyo prometido había muerto durante el año
de los desposorios se llamaba «una virgen que es viuda.» En esta etapa se
encontraban José y María. Estaban desposados; y si José quería acabar el
desposorio no lo podía hacer más que con el divorcio; y ese año de desposorio a
María se la conocía legalmente como su esposa.
(iii) La
tercera etapa era el matrimonio propiamente dicho, que tenía lugar al
final del año de desposorio.
Si tenemos presentes las costumbres matrimoniales
normales de los judíos, entonces la relación que se indica en este pasaje está
perfectamente clara.
Así que en esta etapa se le dijo a José que María iba
a tener un Niño, que había sido concebido por obra del Espíritu Santo, y que
él, José, debería ponerle por nombre Jesús. Jesús es la forma griega del nombre
hebreo Josué, que quiere decir Jehová es salvación. Hacía mucho tiempo, el
salmista había oído decir a Dios: "El redimirá a
Israel de todos sus pecados» (Salmo 130:8 ). Y a José se le dijo que el
Niño que nacería llegaría a ser el Que salvara al pueblo de Dios de sus
pecados. Jesús fue, aún más que el Hombre nacido para ser Rey, el Hombre nacido
para ser Salvador. Vino a este mundo no por Su propia cuenta, sino por la de
los hombres y su salvación.
Este pasaje nos dice que Jesús nació por la acción del
Espíritu Santo. Nos habla de lo que llamamos el Nacimiento Virginal. De momento
lo único que nos concierne es descubrir lo que quiere decir para nosotros.
Si miramos este pasaje con naturalidad y lo leemos
como si fuera la primera vez encontramos que lo que subraya no es tanto que
Jesús naciera de una mujer virgen como que el nacimiento de Jesús fue la obra
del Espíritu Santo. «Se supo que María estaba embarazada del Espíritu Santo. »
«Lo que ella ha concebido es del Espíritu Santo.» Es como si estas frases
estuvieran subrayadas o impresas en tipo grande. Eso es lo que Mateo quiere
decirnos en este pasaje. Entonces, ¿qué quiere decir que en el nacimiento de
Jesús el Espíritu Santo de Dios estuvo especialmente operativo? Dejemos las
cuestiones dudosas o debatibles, y concentrémonos en esa gran verdad, como
Mateo querría que hiciéramos.
En el pensamiento judío el Espíritu Santo tenía
ciertas funciones muy definidas. No podemos traer a este pasaje la idea
cristiana del Espíritu Santo en toda su plenitud, porque José no sabría nada de
eso. Debemos interpretarlo a la luz de la idea judía del Espíritu Santo, porque
esa sería la interpretación que José le daría inevitablemente a este pasaje,
porque era la única que conocía.
(i) Según la idea judía, el Espíritu Santo era la
Persona Que traía a los hombres la verdad de Dios. Era el Espíritu Santo el
Que enseñaba a los profetas lo que habían de decir; era el Espíritu Santo el
Que enseñaba a los hombres lo que debían hacer; era el Espíritu Santo Quien a
lo largo de edades y generaciones traía la verdad de Dios a la humanidad. Así que Jesús es la única Persona que trae
la verdad de Dios a la humanidad.
Para decirlo de otra manera: Jesús es la única Persona que nos puede decir cómo es Dios y lo que
Dios quiere que seamos. Solamente en Él podemos ver cómo es Dios y cómo debemos
ser nosotros. Antes de que Jesús viniera, la humanidad no tenía más que
unas ideas vagas e imprecisas, y a menudo erróneas, acerca de Dios; lo único
que podía era suponer y andar a tientas; pero Jesús pudo decir: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has
conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues,
dices tú: Muéstranos el Padre?» (Juan 14:9 ). En Jesús vemos el amor, la
compasión, la misericordia, el corazón buscador, la pureza de Dios, como no los
podemos ver en ningún otro lugar del mundo. Con la venida de Jesús, el tiempo
de las suposiciones ha terminado, y ha llegado el de las certezas. Antes de que
Jesús viniera no sabíamos realmente lo que era la bondad. Solamente en Jesús
podemos ver lo que son la verdadera humanidad, la verdadera bondad, la
verdadera obediencia a la voluntad de Dios. Jesús vino al mundo a decirnos la verdad acerca de Dios y acerca de
nosotros mismos.
(ii) Los judíos creían que el Espíritu Santo no
sólo traía la verdad de Dios a los hombres, sino también capacitaba a los
hombres para reconocer esa verdad cuando la vieran. Así es que Jesús nos
abre los ojos a la verdad. Los hombres son cegados por su propia ignorancia;
son descarriados por sus propios prejuicios; tienen la mente y los ojos
oscurecidos por su propio pecado y por sus pasiones. Jesús puede abrir nuestros ojos para que podamos ver la verdad. La
vida se convierte en algo totalmente diferente cuando Jesús nos enseña a mirar
las cosas. Cuando Jesús viene a nuestro
corazón, nos abre los ojos para que veamos las cosas tal como son de veras.
(iii) Especialmente, los judíos conectaban al
Espíritu de Dios con la obra de la creación. Fue por medio de Su Espíritu como
Dios realizo Su obra creadora. Y la tierra estaba
desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el
Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas (Genesis 1:2 ). «Por la palabra del Señor fueron Hechos los cielos -dijo el
salmista-; y todo el ejército de ellos por el aliento de Su boca» (Salmo
33:6 ). (Tanto en hebreo, rúaj, como en griego, pneuma, la palabra para aliento
y espíritu es la misma). «Envías Tu Espíritu, son
creados y renuevas la faz de la tierra» (Salmo 104:30 ). "El Espíritu de Dios me hizo -decía Job- y el soplo del
Omnipotente me dio vida» (Job 33:4 ).
El Espíritu es el Creador del mundo y el Dador de la
vida. Así que en Jesús vino al mundo el poder vivificador y creador de Dios.
Ese poder, que convirtió en orden el caos primigenio, ha venido a traer orden a
nuestra desordenada vida. Ese poder, que alentó vida donde antes no la había,
ha venido a alentar vida en nuestra debilidad y frustración. Podríamos decir realmente que no estamos
vivos de veras hasta que Jesús entra en nuestras vidas.
(iv) Los judíos conectaban al Espíritu especialmente,
no sólo con la obra de la creación, sino también con la obra de la re-creación.
Ezequiel traza un cuadro sombrío del valle de los huesos secos. Pasa luego a
contar cómo los huesos secos volvieron a la vida; y entonces oye decir a Dios:
" Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y
os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice,
dice Jehová. » (Ezequiel 37: 14). Los rabinos tenían un dicho: «Dios
dijo a Israel: "En este mundo Mi Espíritu ha puesto sabiduría en vosotros,
pero en el futuro Mi Espíritu os hará vivir de nuevo."» Cuando los hombres están muertos en pecado
y en letargo, es el Espíritu de Dios el Que puede despertarlos a una vida
nueva.
Así
pues, en Jesús vino a este mundo el poder que puede re-crear la vida. Puede traer otra vez a la vida al alma que está muerta
en pecado; puede reavivar otra vez los ideales que han muerto; puede hacer
fuerte otra vez la voluntad de la bondad que ha perecido. Puede renovar la
vida, cuando las personas han perdido todo lo que la vida representa.
Hay mucho más en este capítulo que el hecho escueto de
que Jesucristo nació de una madre virgen. La esencia de la historia de Mateo es
que, en el nacimiento de Jesús, el Espíritu de Dios estuvo operativo como nunca
antes en este mundo. Es el Espíritu el
Que trae a la humanidad la verdad de Dios; el Que capacita a las personas a
reconocer esa verdad cuando la ven; el Que fue el Agente de Dios en la creación
del mundo; el único Que puede re-crear el alma humana que ha perdido la vida
que debería tener.
Jesús nos capacita para ver cómo es Dios y cómo
debemos ser nosotros; nos abre los ojos de la mente para que podamos ver la
verdad de Dios para nosotros; es el poder creador venido entre los hombres; es
el poder re-creador que puede liberar las almas humanas de la muerte del
pecado.
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