2.1-5
Son necesarias la diligencia en el oír y la oración para conseguir el gran
principio de la piedad, el temor de Dios. Escucha tú con atención y reflexión
seriamente, entenderás la debida percepción de la verdad. Debe haber oración
intensa y esfuerzo. Percibirás inteligentemente. Dios está presto (Santiago 1:5; Santiago 4:8) por la revelación que Él
da.
La sabiduría
viene de dos modos: es un regalo de Dios y una búsqueda activa. El punto de
partida de la sabiduría es Dios y su Palabra revelada, la fuente de "el
conocimiento y la inteligencia" . En ese sentido, la sabiduría es su
regalo para nosotros. Pero únicamente se la otorga a quien con sinceridad la
busca. La sabiduría de Dios está escondida de los rebeldes y necios, exige un
esfuerzo para encontrarla y usarla. La senda hacia la sabiduría es difícil.
Cuando estamos en ella, descubrimos que la verdadera sabiduría es la de Dios y
que El nos guiará y recompensará nuestra búsqueda sincera y persistente. Quienes
buscan fervorosamente la sabiduría celestial nunca se quejarán de haber perdido
su esfuerzo; la libertad del don no elimina la necesidad de nuestra diligencia,
Juan 6, 27.
Buscad y
hallaréis; pedid y se os dará. Obsérvese a los que así son favorecidos. Ellos
son los justos, en quienes es renovada la imagen de Dios que consiste en
justicia. Si dependemos de Dios y vamos en pos de la sabiduría, Él nos
capacitará para guardar las sendas del juicio.
2.6, 7
Dios nos da sabiduría y victoria, no por andar por la vida a la deriva ni por
actuar irresponsablemente con sus dones y recursos. Si somos fieles y
conservamos claro en nuestra mente el propósito en la vida, El nos guardará del
orgullo y la avaricia. Si somos verdaderamente sabios tendremos cuidado para
evitar a toda mala compañía y las malas costumbres. Cuando la sabiduría nos
domina, entonces no sólo llena la cabeza; entra en el corazón, y preserva
contra las corrupciones de adentro y de las tentaciones de afuera.
2.8, 10
Dios defiende el camino recto y a los que por él caminan, objetos de su favor (Salmo 4:3) Los guía y los guarda.
La sabiduría
surge de un proceso de crecimiento constante. Primero, debemos confiar y honrar
a Dios. Segundo, debemos darnos cuenta de que la Biblia nos revela la sabiduría
de Dios. Tercero, debemos tomar una serie de buenas decisiones para toda la
vida y evitar peligros morales. Cuarto, al tomar decisiones erróneas o
pecaminosas, debemos aprender de nuestros errores y recuperarnos. La gente no
desarrolla todos los aspectos de la sabiduría de inmediato. Por ejemplo, muchos
tienen más agudeza de ingenio que discreción. Otros tienen más conocimiento que
sentido común. Pero podemos orar para obtener todos los aspectos de la
sabiduría y lograr desarrollarlos en nuestra vida.
2.11-14
Los
caminos del pecado son caminos de tinieblas, incómodos e inseguros; ¡qué necios
son los que dejan las sendas sencillas, placenteras e iluminadas de la rectitud
para andar en semejantes caminos! Ellos se complacen en el pecado; en cometerlo
y ver que los demás lo cometen. Todo hombre sabio evitará tal compañía. Discreción
es la habilidad para diferenciar el bien del mal. Le permite al creyente
detectar motivos malvados en los hombres y mujeres. Cuando lo practicamos, nos ayuda a
evaluar el curso de acción y sus consecuencias. Para algunos es un regalo, la
mayoría lo desarrolla para hacer decisiones sabias cada día. Hebreos 5:14 enfatiza que podemos auto prepararnos a
fin de tener discreción.
2.15 Andan para atrás; no sólo
desviados de lo recto, sino en sentido contrario.
2.16, 17
La sabiduría verdadera también preservará de quienes guían a las lujurias
carnales que corrompen el cuerpo, ese templo vivo, y que batallan contra el
alma. Estos son males que excitan la tristeza de toda mente seria y hacen que
cada padre o madre reflexivo mire a sus hijos con ansiedad, no sea que ellos se
enreden en tales trampas fatales. Que el sufrimiento del prójimo nos sirva de
advertencia. Nuestro Señor Jesús disuade de esos placeres pecaminosos por los
tormentos eternos que les siguen. Muy raro es que se recupere alguien que está
agarrado en esta trampa del diablo; tan endurecido está el corazón, tan ciega
la mente por el engaño de este pecado.
La liberación de otra suerte de peligro este
vocablo se usa a menudo en el sentido de ramera, o mujer disoluta (Jueces 11:1-2), sea casada o no (1Reyes 11:1),
así llamada porque las tales, acaso al principio, eran mujeres extranjeras
aunque extraño puede también
denotar cualquier cosa contraria a lo recto y propio, como fuego extraño (Números 3:4); incienso
extraño (Éxodo 30:9)
Una mujer
extraña es una seductora o prostituta. Dos de los pecados más difíciles
de resistir son la soberbia y la inmoralidad sexual. Ambos son seductores. La
soberbia dice: "Me lo merezco". El deseo sexual dice: "Lo
necesito". En combinación, su llamado es mortal. En efecto, dice Salomón,
solo confiando en la fortaleza de Dios podemos superarlos. La soberbia apela a
una cabeza vacía, la tentación sexual a un corazón vacío. Al mirar a Dios,
podemos llenar nuestra mente de su sabiduría y nuestros corazones con su amor.
No permitamos que nos engañen, recordemos lo que Dios dice acerca de lo que somos
y lo que deberíamos ser. Pidámosle fortaleza para resistir estas tentaciones.
12.18-22
A
semejanza de los contrastes que contiene el Salmo 1 entre los bienaventurados y
los malos, aquí las bendiciones de los rectos son seguidas por la condena de
los impíos. Muchos piensan que esta advertencia, además de su sentido literal,
debe entenderse como advertencia contra la idolatría, y someter el alma al
cuerpo, en la búsqueda de cualquier objeto prohibido.
El justo debe
dejar la tierra como el malo, pero la tierra es cosa muy diferente para ellos.
Para el malo es todo el cielo que tendrán jamás; para el justo es el lugar de
preparación para el cielo. ¿Es toda una para nosotros, sea que la compartamos
con el malo las miserias de su fin postrero o con el deleite eternos que
coronará a los creyentes?
¡Maranatha! ¡Si, ven
Señor Jesús!