} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: PROVERBIOS 6; 1-35

sábado, 27 de febrero de 2016

PROVERBIOS 6; 1-35

Proverbios 6 : 1-35

6.1-5 Estos versículos no van en contra de la generosidad, sino en contra de excedernos en el uso de los recursos financieros y actuar en una forma tan irresponsable que nos conduzca a la pobreza. Es importante mantener un balance entre la generosidad y la buena mayordomía. Dios quiere que ayudemos a nuestros amigos y al necesitado, pero no promete cubrir los costos de cada compromiso irresponsable que hagamos. Debemos actuar con responsabilidad para que así nuestras familias no sufran. La advertencia sobre actuar como fiador de alguien por cuyos actos no podemos responder, suena con la urgencia de algo experimentado en carne propia; por el que escribe o por su hijo.
Si vivimos según nos dirige la Palabra de Dios en la Biblia, encontraremos que es provechosa aun en este mundo presente. Somos mayordomos de nuestra sustancia material y tenemos que responder al Señor por la manera en que disponemos de ella; es malo desperdiciarla con precipitación o en planes que nos enreden en dificultades y tentaciones. El hombre nunca debe ser aval por más de lo que es capaz y está dispuesto a pagar, y puede permitirse pagar sin dañar a su familia; debe considerar cada suma de dinero por la cual esté comprometido como si fuera deuda propia. Si debemos poner todo este cuidado para que sean perdonadas nuestras deudas con los hombres, mucho más para obtener perdón de Dios.
 Humillémonos ante Él; asegurémonos de Cristo como Abogado que presente defensa por nosotros; oremos fervorosamente que nuestros pecados sean perdonados, y que podamos ser resguardados de hundirnos en el abismo.

6.6-11 Esos últimos momentos de sueño son deliciosos, los saboreamos mientras nos resistimos a comenzar un nuevo día de trabajo. Proverbios nos advierte en contra de ceder ante la tentación de la pereza, de dormir en lugar de trabajar. ¡La laboriosidad de la hormiga constituye una vergüenza para los perezosos! Proverbios condena la inactividad, la falta de iniciativa, la maledicencia, la condescendencia con los errores y la falta de disciplina Esto no significa que nunca debamos descansar. Dios les dio a los judíos el día de reposo, un día a la semana de descanso y restauración. Pero no deberíamos descansar cuando deberíamos trabajar. Se usa a la hormiga como ejemplo porque utiliza su energía y recursos económicos. Si la pereza nos hace olvidar nuestras responsabilidades, la pobreza muy pronto será un obstáculo para que podamos tomar el descanso legítimo que debemos disfrutar. La diligencia en los negocios es la sabiduría y el deber de todo hombre; no tanto para obtener riqueza mundana, sino para no ser una carga para los demás, ni un escándalo para la iglesia. Las hormigas son más diligentes que los hombres perezosos. Podemos aprender sabiduría de los insectos más viles y ser avergonzados por ellos.
Los hábitos de la indolencia e indulgencia crecen en la gente. Así la vida se precipita al desperdicio; y la pobreza, aunque primero distante, se acerca paulatinamente, como un viajero y, cuando llega, es como un hombre armado, demasiado fuerte para ser resistido. Todo esto puede aplicarse a las preocupaciones de nuestras almas. ¡Cuántos aman su dormir de pecado, y sus sueños de felicidad mundana! ¿No procuraremos despertar a los tales? ¿No pondremos diligencia para asegurar nuestra propia salvación?

6.12-19 Si los perezosos deben ser condenados, que nada hacen, mucho más los que hacen todo el mal que pueden. Veamos cómo se describe a tal hombre: Dice y hace todo astutamente y con intenciones. Su ruina vendrá sin advertencia y sin alivio. Un hombre de Belial, u hombre inútil para lo bueno, ya depravado o malvado (1Samuel 25:25; 1Samuel 30:22). La indolencia y el vicio son aliados. Aunque es ocioso de hechos, es  activo y habitualmente de mal hablar.
Aquí hay una lista de cosas que Dios abomina. Una referencia a la innata tendencia humana de hablar sin cuidar la veracidad de lo que se dice. Y la maldad del falso testigo  lo que implica perjurio deliberado para causar daño a otra persona. Ambas formas de falsedad están en la lista de cosas horrendas. Y peor aun es aquel que siembra discordias. Son pecados especialmente provocadores para Dios los que son dañinos para el bienestar de la vida humana. Debemos odiar en nosotros lo que Dios odia; es nada odiarlas en los demás. Desechemos todas esas costumbres, y velemos y oremos contra ellas; evitemos con marcada desaprobación, a todos los culpables de ellas, cualquiera sea su rango.


6.20-23 Otra vez aparece la apelación a tomar seriamente lo que enseñan los padres: en sus mandamientos y reprensiones hay guía. Ello evita la entrada del mal, dando buenos pensamientos, aun en los sueños (Salmo 19:9; 2Pedro 1:19).  Es natural y bueno para los niños, a medida que maduran, ir independizándose poco a poco de sus padres. Sin embargo, los adultos jóvenes, deben cuidarse de no tener oídos sordos para sus padres: rechazar su consejo cuando más lo necesitan. Si luchamos con una decisión o buscamos un consejo, analícemoslo connuestros padres o con otros adultos mayores que nos conozcan bien. Los años de experiencia que nos llevan de ventaja pueden haberles dado la sabiduría que buscamos.

6.25 Consideremos la codicia de la hermosura (lujuria) como una señal de peligro en camino. Una de las precauciones de esta instrucción: evitar la hermosura seductora. Cuando notamos que nos sentimos atraídos a una persona del sexo opuesto o nos preocupamos con pensamientos sobre ella, nuestros deseos pueden llevarnos a pecar. Entonces, pidamos a Dios quenos ayude a cambiar esos nuestros deseos antes de que el pecado nos atraiga.

6.26-35 Algunas personas argumentan que no es malo quebrantar la ley de Dios en contra del pecado sexual si nadie resulta herido. La verdad es que siempre alguien resulta herido. Los cónyuges se devastan. Los hijos se hieren. Las mismas parejas, aun cuando escapen de enfermedades o embarazos no deseados, sufren las consecuencias.
Este largo y elocuente llamado contra el adulterio está basado en las consecuencias que siguen a un acto de esa naturaleza: pobreza, burla  y retribución amarga. El adúltero es peor que el ladrón, el ignorante y el corruptor. Se vuelve  falto de entendimiento o de corazón; carece  de todo principio moral y de prudencia. Pierden su capacidad de cumplir sus compromisos, sentir el deseo sexual, confiar y franquearse por completo a otra persona.
 Las leyes de Dios no son arbitrarias. No prohíben una diversión buena y sana. Más bien nos previenen para que no nos destruyamos cuando llevamos a cabo acciones irresponsables o al adelantarnos al tiempo de Dios. La palabra de Dios tiene algo que decirnos sobre todas las ocasiones. Que la reprensión fiel nunca nos incomode.
Cuando considaremos cuánto abunda este pecado, cuán odioso es el adulterio en su propia naturaleza, qué mala consecuencia trae, y cuán ciertamente destruye la vida espiritual en el alma, no nos asombra que las advertencias en su contra sean repetidas tan a menudo.
Recordemos a quien voluntariamente se hizo nuestro fiador cuando nosotros éramos extraños y enemigos, ¿y los cristianos, con las perspectivas, motivos y ejemplos que tenemos, seremos perezosos y negligentes? ¿Descuidaremos lo que agrada a Dios y lo que Él recompensa bondadosamente?
Vigilemos muy de cerca cada sentido por el cual puede entrar veneno a nuestras mentes o afectos.


¡Maranatha! ¡Si, ven Señor Jesús!