} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: LA SERENIDAD DE LA BENDICIÓN

viernes, 22 de noviembre de 2019

LA SERENIDAD DE LA BENDICIÓN



2 Corintios 13:10  Por esto os escribo estando ausente, para no usar de severidad cuando esté presente, conforme a la autoridad que el Señor me ha dado para edificación, y no para destrucción.

2 Corintios 13:11  Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros.


         El propósito de Pablo en escribirles estas cosas de la epístola fue darles la oportunidad de hacer las correcciones necesarias y así evitar el castigo que seguramente Pablo tendría que dispensar. El uso de la severidad (disciplina correctiva) sería conforme a su autoridad apostólica (Jn_20:21-23; Hch_2:42; 1Jn_1:1-6). Esa autoridad era para edificar, y no destruir. Los falsos apóstoles en Corinto destruían la obra de Dios; Pablo como fiel siervo de Dios, buscaba solamente edificar almas para la salvación eterna. Esto en parte requería a veces la disciplina severa. El no aplicarla en el caso necesario, equivaldría a destruir (la obra de Dios), porque el propósito de la disciplina correctiva es ganar y salvar almas perdidas (1Co_5:5; 2Co_2:6-8). Los corintios se habían juntado con Pablo para disciplinar al fornicario en la iglesia (1Co_5:1-13); ahora esperaba Pablo que ellos harían lo necesario antes de su llegada, para evitar más disciplina severa.

 Pablo termina la carta severa con cuatro cosas:

(i) Termina con una advertencia. Va a ir a Corinto otra vez, y ésta no habrá tiempo para andarse por las ramas. Lo que se diga se atestiguará y decidirá definitivamente. Tendrá que haber una confrontación. No se debe permitir que la situación se haga crónica. Pablo sabía muy bien que hay un momento en el que hay que dar cara a las situaciones desagradables.

(ii) Termina con un deseo. Su deseo es que los corintios actúen como es debido. En ese caso, él no tendrá que imponer su autoridad, y eso no será ningún chasco para él sino una gran satisfacción y alegría. Pablo no quería imponer su autoridad sólo por hacer gala. Lo hacía todo para construir, y no para destruir. La disciplina debe tener siempre como objetivo el levantar a las personas, y no el hundirlas.

(iii) Termina con una esperanza. Espera tres cosas de los corintios. (a) Espera que sigan adelante hacia la perfección. No debe haber parones en la vida cristiana. El que no avanza, se queda atrás. Los cristianos siempre van de camino hacia Dios; por tanto cada día, por la gracia de Cristo, deben estar un poco más listos para enfrentarse con el escrutinio de Dios. (b) Espera que escuchen la exhortación que les ha dirigido. Hay que ser una persona como Dios manda para prestar atención a consejos difíciles. Estaríamos mucho mejor si dejáramos de una vez de hablar de lo que queremos y empezáramos a escuchar a los sabios, y especialmente a Jesucristo. (c) Espera que vivan en armonía y en paz. Ninguna congregación puede dar culto al Dios de la paz con un espíritu de amargura. Tenemos que amarnos unos a otros para que el amor de Dios tenga realidad entre nosotros.

(iv) Por último, acaba con una bendición. Después de la severidad, de la lucha y del debate, llega la firmeza de la aprobación. Una de las mejores maneras de hacer la paz con nuestros enemigos es orar por ellos; porque nadie puede odiar a una persona y orar por ella al mismo tiempo.

El versículo 11 vibra con emoción y amor al desearles:

 (1) Gozo   espiritual en Cristo, su Salvador y Redentor; en su persona, en quien fueron aceptados; en su justicia, por la cual fueron justificados; en su sangre, por la cual fueron lavados y limpiados; y en su plenitud, de la cual fueron provistos; y en particular, que tenían un monitor tan fiel, tan cordial y conocedor del bienestar de sus almas, y que estaba tan natural y cariñosamente preocupado por su bien. La emoción infalible que puede mantener a una iglesia unida y celebrando su fe en el Señor Jesucristo.

(2) Madurez cristiana. Una meta hacia la cual deben enfocarse y esforzarse por alcanzar con diligencia perseverante. Busquen la perfección en conocimiento, gracia y santidad, y en la realización de buenas obras: o "sea restaurado"; o articulado y tejer juntos, como antes; ( 2 Corintios 13: 9 ) que cada diferencia disminuya, que se arreglen todas las infracciones, que cada miembro tome y ocupe su lugar, y que todas las cosas se hagan decentemente y en orden.

(3) Consuelo y bienestar. O "exhortarse" unos a otros al cumplimiento diligente del deber, al amor y las buenas obras; o consolarse mutuamente en todas las angustias, internas y externas, tanto con palabras como con hechos, de acuerdo con la capacidad que Dios les ha dado; o consuélese, sea de buen corazón, no se niegue a ser consolado ni por Dios ni por los hombres.

(4) Unidad. Que remediaría sus discordias y los soldaría en un solo cuerpo. Sé de una sola mente en sentimientos fraternales, en las doctrinas y principios de la gracia, y en las ordenanzas del Evangelio; porque como solo hay que creer en "un Señor", así es, y debe haber, pero se debe recibir "un" sistema de "fe" y "un solo bautismo" para ser administrado de la misma manera , a una y la misma clase de personas; qué igualdad de juicio, en fe y adoración, es muy necesaria para la comunión de la iglesia y la comodidad de la misma; porque ¿cómo pueden dos, y mucho menos más, caminar cómodamente juntos, a menos que estén de acuerdo en estas cosas?

(5) Armonía y paz. Elementos que pueden crear el espíritu apropiado para la adoración y el servicio. Vive en paz tanto con los que están afuera como con los que están dentro, con todos los hombres y con los miembros de la iglesia; qué hacer, es por el crédito del Evangelio, el consuelo de los miembros de la iglesia y la alegría de los ministros de Cristo

 (6) La presencia del Dios de paz y de amor, de quien “es poderoso para guardaros sin caída y para presentaros irreprensibles delante de su gloria con grande alegría” (Heb_13:20-21). El que es amor en sí mismo, y ha amado a su pueblo con un amor eterno, y que es el autor y donante de la paz espiritual y eterna, y que ha llamado a su pueblo a la paz, y lo espera y lo exige entre ellos y todos los hombres, le otorgará a su graciosa presencia; que nada puede ser más agradecido y deseable.

Su palabra final es evocar sobre los corintios las bendiciones de la Trinidad (aunque la palabra no se menciona): “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”; y todo el pueblo debió decir: “Amén”.

Las palabras finales de Pablo -lo que quiere que los corintios recuerden acerca de las necesidades de su iglesia-, todavía se aplican a la iglesia de hoy. Cuando estas cualidades están ausentes, hay problemas que deben enfrentarse dentro de la iglesia. Estos rasgos no vienen a la iglesia como producto de mirar para otro lado, de barnizar los problemas, conflictos y dificultades. No son producidos por la negligencia, negativa, retiro o amargura. Son el producto de una labor extremadamente ardua resolviendo problemas. Así como Pablo y los corintios debieron batallar arduamente con las dificultades para conseguir la paz, de igual modo debemos recibir y obedecer los principios de la Palabra de Dios y no sólo escucharlos.
Aquellas comunidades apenas tenían unos decenios de vida, y ya está la Iglesia desunida y dividida por corrientes opuestas. ¿Era una realidad, siquiera entonces, la unidad de la Iglesia? ¿O ha sido siempre sólo el ideal supremo por el que suspiraban y suspiran la nostalgia y la fe?

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