} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: CÓMO TERMINAR EL DÍA CON DIOS (segunda parte)

lunes, 19 de febrero de 2024

CÓMO TERMINAR EL DÍA CON DIOS (segunda parte)


Salmo 4:8

«En paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque solo Tú, Jehová, me haces vivir confiado.»

 

   Algunas personas débiles tienen miedo de estar solas, especialmente en la oscuridad, pero la creencia firme en que la presencia de Dios está con nosotros en todas partes, y en la divina protección bajo la que están los suyos, haría desaparecer estos temores y nos haría ruborizar. No, el que Dios nos haya puesto aparte para Él, como el pueblo escogido (Salmo 4; 3 Sabed, pues, que Jehová ha escogido al piadoso para sí;  Jehová oirá cuando yo a él clamare.) nos basta para nuestra seguridad. El ser algo aparte es nuestra seguridad, como lo era para Noé en el mundo antiguo; Israel es un pueblo que morará solo y no será contado entre las naciones, las cuales le serán antagónicas, pero, con todo, morará confiado (Números 23:9 Porque de la cumbre de las peñas lo veré, Y desde los collados lo miraré; He aquí un pueblo que habitará confiado, Y no será contado entre las naciones.). Israel habitará confiado (Deuteronomio 33:28 E Israel habitará confiado, la fuente de Jacob habitará sola En tierra de grano y de vino; También sus cielos destilarán rocío). Cuanto más solos estamos, más seguros. Pero nuestra versión lo hace referir a Dios: Tú solo me haces vivir confiado. ¡Sólo Tú eres el que lo hace! Dios no necesita ayuda alguna para proteger a su pueblo, aunque a veces usa medios distintos. Y cuando todos los otros refugios fallan, con sus propios brazos nos puede dar la salvación. « A Benjamín dijo: El amado de Jehová habitará confiado cerca de él;  Lo cubrirá siempre, Y entre sus hombros morará..» (Deuteronomio 33:12.) Y esto no es todo, yo confío sólo en que Tú lo harás, por tanto, estoy tranquilo y me considero seguro, no porque hay ejércitos a mi lado, sino simplemente porque Tú eres el Señor de los ejércitos que está a mi lado. Tú me haces morar en seguridad; esto puede considerarse hacia atrás o hacia adelante, o los dos: Tú me has hecho morar en seguridad todo el día, de modo que el sol no me ha herido de día, por lo que es el lenguaje de agradecimiento por las mercedes recibidas; o Tú me harás descansar en seguridad toda la noche, de modo que la luna no me hiera con su rayo durante la noche; y éste es el lenguaje de la dependencia en Dios para mercedes futuras, y ambos casos van juntos, y nuestros ojos deben seguir puestos en Dios, como siempre, antes y después, el cual nos ha libertado en el pasado y lo hará en el futuro. Observamos también que está tranquilo y podemos inferirlo de esto: me acuesto y dormiré: Los que tienen abundancia de trigo y de vino, y que aumenta con las nuevas cosechas, tienen abundancia de riqueza y placer de este mundo, se acuestan y duermen tranquilos, como Booz, a un lado del montón. (Rut 3:7 Y cuando Booz hubo comido y bebido, y su corazón estuvo contento, se retiró a dormir a un lado del montón. Entonces ella vino calladamente, y le descubrió los pies y se acostó.) Pero, aunque yo no tengo lo que ellos tienen, puedo acostarme en paz y dormir como ellos. Juntamos aquí los dos, el acostarse y el dormir; no sólo me acostaré, sino que también dormiré. De la misma forma que hemos de empezar el día con Dios y esperar en Él todo el día, también hemos de procurar terminarlo con Él. Este deber de terminar el día con Dios y en buen espíritu, no creo que pueda ser demostrado mejor que entrando en los detalles del texto, y recomendando seguir el ejemplo de David.

 Primero. Retirémonos para acostarnos; la naturaleza nos llama para el descanso como para el alimento; el hombre va a su trabajo y se desplaza activamente durante el mismo, pero sólo hasta la noche, entonces llega el momento de acostarse. Leemos de Mefi-boset que estaba durmiendo la siesta al mediodía (2ª. Samuel 4:5-6 Los hijos, pues, de Rimón beerotita, Recab y Baana, fueron y entraron en el mayor calor del día en casa de Is-boset, el cual estaba durmiendo la siesta en su cámara. 6  Y he aquí la portera de la casa había estado limpiando trigo, pero se durmió; y fue así como Recab y Baana su hermano se introdujeron en la casa.), y la muerte le alcanzó mientras dormía; y también de David, que al caer de la tarde, salió de su lecho y se metió en un pecado peor que la muerte (2ª Samuel 11:2  Y sucedió un día, al caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa). Hemos de trabajar durante el día para hacer la obra que nos ha sido mandada, porque viene la noche, en la cual el hombre no trabaja, y éste es el momento apropiado para acostarse; esto nos ha sido prometido (Sofonías 2:7 Será aquel lugar para el remanente de la casa de Judá; allí apacentarán; en las casas de Ascalón dormirán de noche; porque Jehová su Dios los visitará, y levantará su cautiverio.). Se acostarán por la noche y con esta promesa hemos de considerar que la noche es el momento apropiado para el descanso; y no hemos de hacer del día noche y de la noche día, como algunos intentan hacer. Algunos se levantan para maquinar contra sus vecinos: para matar, robar y destruir; en la oscuridad minan las casas que de día para sí señalaron (Job 24:16 En las tinieblas minan las casas Que de día para sí señalaron;  No conocen la luz.).

David se queja de sus enemigos de que por la noche rondan por la ciudad (Salmo 59:6 Volverán a la tarde, ladrarán como perros, Y rodearán la ciudad). Los que obran mal aborrecen la luz. Judas, el traidor, fue a buscar a su Maestro, con su pandilla, cuando tenía que haberse retirado a la cama. En Proverbios 4:16 se nos habla de los que « Porque no duermen ellos si no han hecho mal, Y pierden el sueño si no han hecho caer a alguno.». Otros maquinan en sus afanes de conquistar el mundo y sus riquezas. No sólo se levantan de madrugada, sino que retrasan el descanso, para conseguir ejecutar sus planes (Salmo 127:2 Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, Y que comáis pan de dolores; Pues que a su amado dará Dios el sueño.), y no tienen inconveniente en negarse el sueño necesario, y ésta es su locura, pues se privan de aquello de que pueden disfrutar, con miras a obtener más.

Salomón habla de aquellos que ni de día ni de noche ven sueño en sus ojos (Eclesiastés 8:16 Yo, pues, dediqué mi corazón a conocer sabiduría, y a ver la faena que se hace sobre la tierra (porque hay quien ni de noche ni de día ve sueño en sus ojos);), con miras a adquirir sabiduría y ver todas las cosas que se hacen sobre la tierra. Lo cual se nos dice no es más que vanidad y aflicción de espíritu. Consideremos, pues, la locura de estas cosas, y no trabajemos por la carne que perece, y la abundancia que impide el sueño, sino trabajemos para lo que pertenece a la vida eterna, y la gracia que es la anticipación de la gloria, cuya abundancia hará dulce nuestro sueño.

Otros se quedan en vela para dedicarse a los placeres; no se acuestan a su debido tiempo, porque no pueden hallar en sus corazones descanso a menos que prosigan en sus vanos pasatiempos y diversiones, su música, su baile, sus juegos, naipes y dados, o lo que es peor, orgías y excesos, porque los que se emborrachan, se emborrachan por la noche. Es malo que estas satisfacciones de los bajos instintos, o por lo menos de la mente vana, consigan devorar la velada y luego nos dejen en sopor el alma, como acostumbran hacer de modo solapado; de modo que no hay tiempo en el corazón para las devociones nocturnas, sea en el propio aposento o con la familia, pero es peor aún, porque socavando las horas de sueño, lo más probable es que tampoco haya oportunidad para ningún ejercicio religioso a la mañana siguiente. Los que pueden permitirse pasar la noche en jolgorio, cosas necias o inmundas, considerarían que se les somete a un trato duro si se les ocupara el tiempo con un sermón más largo de la cuenta, cuando algún predicador hiciera lo que Pablo, seguir hablando hasta la media noche. (Hechos 20:7 El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche) ¡Y cuan poco dispuestos se sentirían a hacer como David, levantarse a medianoche para dar gracias a Dios, o, como su Maestro, continuar orando toda la noche! Hay que mortificar estos afectos pecaminosos, no satisfacerlos. Los que se permiten estas irregularidades, si dedican unos momentos a reflexión imparcial, no podrán por menos que ver los inconvenientes de los mismos y que son un daño a la prosperidad de su alma, y que deberían negarse a ellos para su propio bien. Una buena regla para el final del día es no dilatar demasiado la hora del descanso: todo es bueno a su sazón. He oído decir desde hace mucho, y voy a repetirlo: Hay que ir pronto a la cama y salir de ella temprano. De este modo se está sano, riqueza y fama se gana. Vamos, pues, a dar por sentado que a menos que interfiera algún asunto inesperado y necesario, o alguna obra de misericordia, o algún acto especial de devoción, seguirás en vela hasta el momento apropiado y entonces irás a acostarte. Y has de hacerlo con agradecimiento a Dios, dedicando pensamientos a la muerte, reflexiones penitentes por los pecados del día y humildes suplicaciones de misericordia durante la noche. Acuéstate con agradecimiento a Dios.

 Cuando te retiras a tu aposento has de elevar tu corazón a Dios, el Dios de toda misericordia, y hacerle objeto de tu alabanza cuando te vas a la cama. Estoy seguro de que no nos faltan asuntos para darle alabanza, si no nos falta corazón. Por tanto, dirijámonos a este agradable deber, este trabajo que es en sí su propia remuneración. El sacrificio de la noche había de ser un sacrificio de alabanza.  Tenemos razones para estar agradecidos por las muchas mercedes del día que ha pasado, que tendríamos que revisar ahora, y decir: bendito sea el Señor que me ha colmado el día de beneficios. Observa la serie ininterrumpida de misericordias durante todo el día. Observa los ejemplos particulares de misericordias con que algunos días quedan destacados. Es el que nos concede vida y favor, y su presencia que mantiene nuestro espíritu. Piensa en las calamidades de que te guarda cada día; las calamidades a que estás expuesto, y de cuyo peligro inminente te ha librado, y aquellas, desconocidas, por las que no hemos sentido aprensión, de las cuales sufren muchos que son mejores que nosotros. Todos nuestros huesos tienen motivos de decir al Señor: ¿Quién como Tú? Porque Dios ha guardado nuestros huesos y ninguno de ellos ha sido fracturado. Es por su misericordia que no somos consumidos. Piensa también en los beneficios que te rodean y que debes a su divina providencia, lo que comes y bebes, los pasos que das y el aire que respiras, todas las satisfacciones que hacen tu vida placentera, la sociedad y los amigos, los éxitos en la profesión y el placer que tienes en ellos. Todo el gozo de que disfrutamos, como se dice de Zabulón en sus salidas, y de Isacar en sus tiendas, es por lo que hemos de estar agradecidos y dar alabanza a Dios. Es posible que el día haya pasado con algún accidente, algo que nos ha afligido y decepcionado, pero esto no nos ha de indisponer para la alabanza; como sea, Dios es bueno y es nuestro deber darle gracias y bendecir su nombre: el Señor dio, el Señor quitó. Sea alabado el nombre del Señor. Nuestras aflicciones son pocas y merecidas; nuestras mercedes muchas y ninguna merecida. Tenemos motivos para agradecer las sombras del atardecer, que nos llaman a retirarnos, a descansar. La misma sabiduría, poder y bondad que hace la mañana, hace la noche también para gozarnos, y nos da motivo para agradecer el cerrar los ojos como el abrirlos por la mañana. Dios dividió la luz de las tinieblas, e hizo que se alternaran; esto era bueno. Agradezcamos, pues, a Dios las dos cosas, y así como en las revoluciones del tiempo, en las de los sucesos en el tiempo, la oscuridad de la aflicción es necesaria a su sazón, como la luz de la prosperidad. Si el mercenario espera ansioso que las sombras se alarguen porque con ellas viene el descanso, que lo agradezca, y sepamos que el calor y la carga del día no son perpetuos. Tenemos razones por el aposento quieto en que nos echamos. Nabucodonosor se echaba entre las bestias del campo. Y aunque nacemos desnudos como los animales, no dormimos como ellos en cuevas o desiertos o páramos o montañas. Muchos santos y siervos de Dios han tenido que hacerlo, aunque el mundo no era digno de ellos. Pero el Buen Pastor nos hace echar en verdes prados y nuestra almohada no es una dura piedra como la de Jacob. Hemos de estar agradecidos de que no nos vemos forzados a permanecer en vela; que se nos da permiso para descansar y aún se nos manda hacerlo. Muchos van a la cama, pero no a descansar, debido a enfermedades penosas y de tal naturaleza que no pueden echarse y respirar. Muchos tienen familiares enfermos, muchas veces sus propios hijos, a los que tienen que cuidar. Muchos temen: enemigos, ladrones, soldados. Nuestro sueño no es perturbado por alarmas de guerra. Hemos de acostarnos pensando en la muerte y en el gran cambio que tendrá lugar en nosotros al morir. El día tendría que concluir poniendo en nuestra mente la conclusión de todos nuestros días. Es bueno pensar con frecuencia en la muerte, especialmente al ir a la cama. Esto aligerará nuestras fatigas y cruces, nos protegerá contra las tentaciones, nos familiarizará con la muerte y nos hará perder el miedo a la misma. Al morir nos retiraremos, como hacemos al acostarnos. «El hombre yace y no vuelve a levantarse; hasta que pasen los cielos no despertará ni se levantará de su sueño.» (Job 14:12.)  Salimos para ver y ser vistos, y algunos pasan su vida sin mayor interés hasta que viene la muerte y pone fin a los dos. « Dije: No veré a JAH, a JAH en la tierra de los vivientes; ya no veré más hombre con los moradores del mundo..» (Isaías 38:11.) «Los ojos de los que me ven no me verán más; fijarás en mí tus ojos, y habré dejado de existir.» (Job 7:8.) Nos esconderán en la tumba y seremos cortados de entre los vivos. Morir es decir adiós a los amigos, poner un punto en nuestra conversación con ellos. Pero gracias sean dadas a Dios, no es una despedida eterna. Esperamos verlos otra vez la mañana de la resurrección para no despedirnos más de ellos. Al morir nos despertamos del cuerpo, como ahora nos quitamos los vestidos cuando vamos a descansar. El alma es el hombre, el cuerpo es su vestido; al morir seremos desnudados, la casa terrenal de este tabernáculo será disuelta, y el vestido del cuerpo será puesto de lado; la muerte nos desnuda y nos envía fuera del mundo tal como llegamos a él; limpia el alma de todos los disfraces con que aparece ante los hombres, y así nos envía a Dios. La carga de los vestidos en un día caluroso, el tabernáculo bajo el cual gemimos y que estorba nuestras satisfacciones espirituales, todo ello será puesto de lado. Quedaremos libres para ser revestidos de la gracia de Cristo y de inmortalidad. Nuestro vestido será un cuerpo glorioso como el de Cristo. Al morir descansaremos en la tumba, ya que nuestro cuerpo descansará en el polvo (Job 20:11 Sus huesos están llenos de su juventud, Mas con él en el polvo yacerán).

Para los que se mueren en pecado e incrédulos, la tumba es un calabozo, sus iniquidades están sobre sus huesos y yacen con ellos, pero para los que mueren en Cristo, en la fe, la tumba es un lugar de descanso donde no hay inquietudes hasta la mañana del gran día; donde no hay pesadillas y visiones nocturnas de terror; donde hay paz y descanso (Isaías 57:2 Entrará en la paz; descansarán en sus lechos todos los que andan delante de Dios). El santo Job se consuela con esto en su agonía, que pronto tendrá su lecho en la oscuridad, y allí tendrá descanso. Es un lecho suave, cual rosa de Sarón, cual lirio de los valles. Puedes decirte, pues, que la tumba es un lugar de descanso para el cansado, cuando te vas a la cama, con esta consolación, además, que poco después despertarás descansado para reunirte con el amado de tu alma, para estar siempre con Él. Te despertarás a un día que no renovará tus cuidados, sino que te proporcionará gozo eterno y sin mezcla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario