} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: "Conferencias sobre el calvinismo" por Abraham Kuyper (6)

jueves, 18 de abril de 2024

"Conferencias sobre el calvinismo" por Abraham Kuyper (6)

 

El calvinismo y la relación con el mundo

 

La tercera relación fundamental que decide sobre la interpretación de la vida es la relación que tenemos con el mundo. Como declaramos previamente, hay tres elementos principales con los cuales estamos en relación: Dios, el hombre, y el mundo. Habiendo revisado la relación con Dios y con el hombre en la cual nos ubica el calvinismo, nos toca ahora la tercera y última relación fundamental: nuestra actitud hacia el mundo.

 Del paganismo se puede decir que tiene una estima demasiado alta del mundo, y entonces tanto está atemorizado por él, como se pierde en él. Por el otro lado, el islamismo tiene una estima demasiado baja del mundo, se burla de él, y triunfa sobre él al estirarse hacia el mundo visionario de un paraíso sensual. Para nuestro propósito no necesitamos decir nada más de ninguno de ellos, porque para la Europa cristiana y para América, la antítesis entre el hombre y el mundo asumió la forma más estrecha de una antítesis entre el mundo y los círculos cristianos. Las tradiciones de la Edad Media dieron origen a esto. Bajo la jerarquía de Roma, la iglesia y el mundo fueron puestos una encima del otro, la primera como siendo santificada y el segundo como estando todavía bajo la maldición. Todo lo que estaba fuera de la iglesia estaba bajo la influencia de los demonios, y el exorcismo expulsó este poder demoniaco de todo lo que vino bajo la protección, influencia e inspiración de la iglesia. Por tanto, en un país cristiano, toda la vida social tenía que ser cubierta por las alas de la iglesia. Los magistrados tenían que ser ungidos y comprometidos confesionalmente; las artes y las ciencias tenían que ser puestas bajo el auspicio y la censura eclesiástica; el comercio tenía que ser atado a la iglesia por los lazos de corporaciones; y desde la cuna hasta la tumba, la  vida familiar tenía que estar bajo la guardia eclesiástica. Este era un esfuerzo gigantesco de reclamar el mundo entero para Cristo, pero que trajo necesariamente consigo el juicio más severo sobre cada tendencia de la vida que se retrajo, sea como herético o como demoniaco, de la bendición de la iglesia. Entonces se alistó la hoguera para la bruja y para el herético igualmente, porque por principio ambos estaban bajo la misma proscripción. Y esta teoría fatal se practicó con una lógica férrea, no por crueldad, ni por alguna ambición baja, sino por el propósito exaltado de salvar al mundo cristianizado, o sea, el mundo bajo la sombra de la iglesia.

 El antídoto consistía en escaparse del mundo, en las órdenes monásticas y clericales, que enfatizaban la santidad en el centro de la iglesia, para pasar por alto con más ligereza los excesos mundanos afuera. Como resultado natural, el mundo corrompió la iglesia, y por su dominio sobre el mundo, la iglesia se convirtió en un obstáculo contra todo desarrollo libre de la vida. Al aparecer en un estado social dualista, el calvinismo obró un cambio completo en los pensamientos y conceptos. Al ubicarse ante el rostro de Dios, no solamente honró al hombre por ser semejanza de Dios, sino también al mundo por ser creación divina, y puso adelante el gran principio de que hay una gracia particular que obra la Salvación, y una gracia común por la cual Dios mantiene la vida del mundo, relaja la maldición que está sobre él, detiene su proceso de corrupción, y así permite el desarrollo de nuestra vida para glorificarle a Él como Creador. Entonces la iglesia se retiró para no ser nada más ni menos que la congregación de los creyentes, y en cada departamento de la vida, el mundo no fue emancipado de Dios, pero del dominio de la iglesia. Entonces la vida doméstica ganó nuevamente su independencia; el comercio realizó su fuerza en libertad; las artes y ciencias fueron liberadas de toda atadura eclesiástica y restauradas a sus propias inspiraciones; y el hombre empezó a entender como un deber sagrado la sujeción de la naturaleza con sus fuerzas y tesoros escondidos, un deber impuesto por las ordenanzas originales del paraíso: "Señoread en ellos." A partir de ahora, la maldición ya no debía permanecer sobre el mundo en sí, sino sobre lo que es pecaminoso en él; y en vez de la huida monástica del mundo, se enfatiza ahora él deber de servir a Dios en el mundo, en cada posición en la vida. Alabar a Dios en la iglesia y servirle en el mundo fue el impulso inspirador, y en la iglesia uno adquiere la fuerza para resistir la tentación y el pecado en el mundo. Así, la sobriedad puritana iba de la mano con la reconquista de la vida entera en el mundo, y el calvinismo dio el impulso para este nuevo desarrollo que se atrevió a enfrentar el mundo con el pensamiento romano: ni humanus a me alien um puto, pero sin permitirse a ser intoxicado por su copa venenosa. Especialmente en su antítesis contra el anabaptismo, el calvinismo se exhibe en alto relieve. Es que el anabaptismo adoptó el método opuesto, y en sus esfuerzos de evadir el mundo, confirmó el punto de partida monástico y lo generalizó y lo convirtió en una regla para todos los creyentes. No era desde el calvinismo, sino desde este principio anabaptista, que el acosmismo surgió entre tantos protestantes en Europa Occidental. De hecho, el anabaptismo adoptó la teoría romana, solo con esta diferencia: que ubicó el Reino de Dios en el local de la iglesia, y abandonó la distinción entre los dos estándares morales, uno para el clero y otro para los laicos.

Del resto, el punto de vista anabaptista era:

 (1) Que el mundo no bautizado estaba bajo la maldición, por lo que se retrajo de todas las instituciones civiles; y

(2) que el círculo de los creyentes bautizados - para Roma, la iglesia; pero para ellos, el Reino de Dios - estaba obligado a tomar toda la vida civil bajo su guardia y a remodelarla; y así Juan de Leyden estableció violentamente su poder sin vergüenza en Munster como el rey de la Nueva Sión, y sus devotos corrieron desnudos por las calles de Amsterdam.

Entonces, con las mismas razones con las cuales el calvinismo rechazó la teoría de Roma en cuanto al mundo, rechazó la teoría de los anabaptistas, y proclamó que la iglesia tiene que retirarse nuevamente en su dominio espiritual, y que en el mundo debemos realizar las potencias de la gracia común de Dios. Así queda demostrado que el calvinismo tiene un propio punto de partida claramente definido para las tres relaciones fundamentales de la existencia humana: nuestra relación con Dios, con el hombre y con el mundo. Para nuestra relación con Dios: una comunión inmediata del hombre con el Eterno, independientemente de sacerdote o iglesia. Para la relación del hombre con el hombre: el reconocimiento del valor humano en cada persona, por ser creado según la semejanza de Dios, y por tanto, de la igualdad de todos los hombres ante Dios. Y para nuestra relación con el mundo: el reconocimiento de que en el mundo entero la maldición es restringida por gracia, que la vida del mundo tiene que ser honrada en su independencia, y que en cada área tenemos que descubrir los tesoros y desarrollar las potencias que Dios escondió en la naturaleza y en la vida humana. Esto justifica plenamente nuestra declaración de que el calvinismo responde debidamente a las tres condiciones nombradas arriba, y por tanto es incontestablemente autorizado a asumir su posición al lado del paganismo, islamismo, romanismo y modernismo, y a reclamar para sí mismo la gloria de poseer un principio bien definido y una cosmovisión que abarca todo.

Pero esto todavía no es todo. El hecho de que en un círculo dado, el calvinismo formó una interpretación propia de la vida, de la cual tanto en el dominio espiritual como secular se levantó un sistema especial para la vida doméstica y social, justifica su derecho de asegurarse como una formación independiente. Pero esto todavía no le atribuye el honor de haber guiado a la humanidad a un nivel más elevado de desarrollo; y por tanto, esta cosmovisión, hasta donde la hemos considerado, todavía no alcanzó esta posición que únicamente podría darle el derecho de reclamar la energía y devoción de nuestros corazones. En China se puede asegurar con el mismo derecho que el confucianismo produjo una forma propia para la vida en un círculo dado, y que en la raza mongola esta forma de vida descansa sobre una teoría propia. ¿Pero qué hizo China para la humanidad en general, y para el desarrollo continuo de nuestra raza?  Hasta donde las aguas de su vida estaban claras, no formaron nada sino una laguna aislada. Casi el mismo comentario se aplica al alto desarrollo que era una vez el orgullo de India, y al estado de México y de Perú en los tiempos de Montezuma y de los Incas. En todas estas regiones, la gente alcanzó un alto grado de desarrollo, pero se quedó allí, y al permanecer aislados, de ninguna manera demostraron ser un beneficio para la humanidad en general. Esto se aplica más todavía a la vida de las razas coloradas en la costa y el interior de África, una forma de existencia mucho inferior, que ni siquiera nos hace recordar una laguna, sino más bien pozos y pantanos. Hay un solo río mundial, ancho y fresco, que desde el inicio llevó la promesa del futuro. Este río se levantó en Asia Central y el Medio Oriente, y continuó constantemente su curso de este a oeste. De Europa Occidental pasó a vuestros estados orientales, y de allí a California. Las fuentes de este río de desarrollo se encuentran en Babilonia y en el valle del Nilo. De allí fluyó a Grecia. De Grecia pasó al Imperio Romano. De las naciones romanas continuó su camino hacia el noroeste de Europa, y de Holanda e Inglaterra alcanzó al fin vuestro continente. Al presente, este río está estancado. Su curso hacia al oeste a Japón y China es impedido; mientras nadie puede decir qué fuerzas para el futuro podrían todavía estar dormidas en las razas eslavas que hasta ahora fallaron en progresar. Pero mientras este secreto del futuro sigue siendo un misterio, nadie puede negar el curso de este río mundial de este a oeste. Y por tanto estoy justificado al decir que el paganismo, el islamismo y el romanismo son las tres formaciones sucesivas que alcanzó este desarrollo, cuando su dirección posterior pasó a las manos del calvinismo; y que al calvinismo a su vez ahora se le niega esta influencia dominante, por parte del modernismo, el hijo de la Revolución Francesa. La sucesión de estas cuatro fases de desarrollo no sucedió mecánicamente, con divisiones y partes claramente trazadas. Este desarrollo de la vida es orgánico, y por tanto cada nuevo período tiene raíces en el pasado. En su lógica más profunda, el calvinismo ya fue aprehendido por Agustín; y mucho antes de Agustín, había sido proclamado a la ciudad de los siete montes por el apóstol en su Epístola a los Romanos; y a Pablo le llegó desde Israel y sus profetas, aun desde las tiendas de los patriarcas. El romanismo, igualmente, no hace su aparición repentinamente, sino es el producto de las tres potencias del sacerdocio de Israel, la cruz del Calvario, y la organización mundial del Imperio Romano. El islam, de la misma manera, junta el monismo de Israel, el profeta de Nazaret, y la tradición de los kuraishitas. Y aun el paganismo de Babilonia y Egipto por un lado, y de Grecia y Roma por el otro lado, está orgánicamente relacionado con lo que estaba detrás de estas naciones, precediendo la prosperidad de sus vidas. Pero aun así es obvio que la fuerza suprema en el desarrollo central de la raza humana se movió sucesivamente de Babilonia y Egipto a Grecia y Roma, después a las regiones principales del dominio papal, y finalmente a las naciones calvinistas de Europa Occidental. Si Israel floreció en los días de Babilonia y Egipto, por más alto que era su estándar, la dirección y el desarrollo de nuestra raza humana no estaban en las manos de los hijos de Abraham, sino en las manos de los Belsazares y Faraones. Una vez más, este liderazgo no pasa de Babilonia y Egipto a Israel, sino a Grecia y Roma. - No importa cuán alto había subido el río del cristianismo cuando el islam apareció, en los siglos VIII y IX los seguidores de Mahoma eran nuestros maestros, y en ellos descansaban los asuntos del mundo. Y aunque la hegemonía del romanismo se mantuvo todavía un corto tiempo después de la paz de Munster, nadie cuestiona el hecho de que el desarrollo más avanzado que disfrutamos ahora, no lo debemos ni a España ni a Austria, ni aun a la Alemania de aquel tiempo, sino a los países calvinistas de Holanda e Inglaterra del siglo XVI. Bajo Luis XIV, el romanismo detuvo este desarrollo avanzado en Francia, pero solamente para que exhibiese en la Revolución Francesa una caricatura atroz del calvinismo, que en sus tristes consecuencias quebrantó la fuerza de Francia como nación, y debilitó su significancia internacional. La idea fundamental del calvinismo fue trasplantada de Holanda e Inglaterra a América, empujando nuestro desarrollo avanzado aún más hacia el oeste, hasta las orillas del Pacífico donde ahora espera reverentemente a lo que Dios ordenó. Pero no importa qué misterios el futuro todavía revelará, el hecho permanece de que el río ancho del desarrollo de nuestra raza corre de Babilonia a San Francisco, por las cinco etapas de las civilizaciones Babilonia-Egipcia, Griega-Romana, Islámica, Romanista y Calvinista; y el conflicto presente en Europa y América tiene su causa principal en la antítesis fundamental entre la energía del calvinismo que procede del trono de Dios, encontró la fuente de su poder en la Palabra de Dios, y en cada esfera de la vida humana exalta la gloria de Dios; y su caricatura en la Revolución Francesa, que proclamó su incredulidad en el grito de "Ningún dios, ningún maestro", y que al presente en la forma del panteísmo alemán se reduce a sí mismo más y más a un paganismo moderno.

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