Mientras
existen otras doctrinas de gran importancia, estas cinco son las básicas para
su desenvolvimiento como cristiano frente a Dios y el mundo. Al no conocerlas
no sólo en forma intelectual sino también en su propia vida, ellas amoldarán su
manera de pensar como también servirán de base para las demás doctrinas
bíblicas.
La
primera doctrina se enfoca sobre la condición del hombre, es decir, su depravación total. Actualmente
escritores en las ciencias humanas tratan de describir lo que es el hombre
dentro de su realidad actual. Para Freud, el problema del hombre está al nivel sexual.
Para Marx, la realidad socioeconómica amolda al hombre. Él es nada más o menos
que el reflejo de su realidad. La palabra de Dios entra en juicio sobre el
hombre por su estado de rebelión frente a Dios, y su degeneración personal y
social. La Biblia nos presenta un retrato completo del estado del hombre – su
depravación total.
La segunda doctrina nos presenta un Dios de
amor y misericordia. Un Dios que incondicionalmente elige del fango del
mundo, a su pueblo, para rescatarlo, regenerarlo y restaurarlo a la plenitud de
vida. Mientras Dios ama a todas sus criaturas, El antes de la fundación del
mundo, se fijó en su pueblo preferido. Un pueblo que en si no tuvo nada de qué
jactarse. Un pueblo sin valor antes de que Dios extendiera su amor en elección.
Un amor que ha elegido personas de toda tribu, nación y lenguaje para compartir
en su pueblo. Una amor que ha elegido “una gran multitud, la cual nadie podrá
contar” (Apocalipsis 7.9).
La
tercera doctrina nos muestra cómo Dios salvó a su pueblo. La salvación para
su pueblo se consiguió en la Cruz del Calvario. Cristo murió en la cruz en el
lugar del pecador, aquella persona que Dios el Padre eligió en su amor.
Cristo tomó sobre sí, el castigo que el pecador merece para que él recibiera la
justicia de Cristo, Ahora el pecador, conoce perdón de pecados, restauración
con Dios y la gracia de Dios sobre su vida. Cristo en verdad murió por su
pueblo para que sea verdaderamente un pueblo de Dios.
La
cuarta doctrina nos señala la obra del Espíritu Santo al atraer el pecador a
Cristo. Él es el que da la nueva vida que hace posible escuchar y
entender el mensaje del Evangelio. Él
es el que convencerá al pecador de su pecado y su situación trágica. Él es el
que da fe al pecador para confiar en el Señor como también arrepentirse. Sin la
obra del Espíritu Santo eficazmente atrae al Señor en una forma suave y dulce,
a los pecadores elegidos al señor.
La quinta doctrina da mucha confianza como
también esperanza al verdadero cristiano, elegido por el amor de Dios,
justificado por la muerte de Cristo en la Cruz y la regeneración por el
Espíritu Santo. Es la doctrina que nos muestra el verdadero cristiano es
salvo para siempre. Su salvación verdaderamente es asegurada, no sobre
cualquier esfuerzo humano, sino por la intervención constante del poder de
Dios. El que Dios el Padre ama, le protege. El que Dios el Hijo rescató, le
sostendrá. El que Dios el Espíritu Santo regeneró, le santificará. Todo viene
al cristiano por la gracia no merecida de Dios para con él. ¡Oh profundidad de
las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus
juicios, e inescrutables sus caminos! Porque de Él, y por El y para El son
todas las cosas. A Él sea la gloria por los siglos. Amén.
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