2:
ELECCIÓN
INCONDICIONAL
Cuando se utilizan los términos Predestinación
o elección Divina, muchas personas se estremecen; y se imaginan al hombre aprisionado
en las garras de un Destino horrible e impersonal. Otros –aun algunos los que
creen en la doctrina- piensan que esto está muy bien pero para las aulas de
teología, pero que no tiene por qué mencionarse desde el púlpito. Preferirían
que la gente lo estudiara en secreto en su propia casa. Una actitud tal no es bíblica y se origina en
la falta de conocimiento de la que la Biblia dice acerca de la elección. Porque
la elección, lejos de ser una doctrina horrible, si se entiende bíblicamente,
es quizás la mejor enseñanza, la más cálida y más alegre de toda la Biblia.
Esta hará que el cristiano alabe a Dios y le agradezca su bondad al salvarlo
gratuitamente, ya que como pecador lo que merecía era el infierno.
A
fin de entender lo que la Biblia dice acerca de la elección divina,
examinémosla bajo los siguientes aspectos: I. Lo qué es. II. Base bíblica. III.
Algunas aclaraciones. IV. Ventajas prácticas.
I.
LO
QUE ES
Para
poder entender claramente lo que es la elección incondicional, ayudará el
conocer el significado de algunos términos:
A. Predeterminación
Predeterminación significa el plan soberano de
Dios, por medio del cual éste decide todo lo que va a suceder en el universo
entero. Nada sucede en este mundo por casualidad. Dios está detrás de todas las
cosas. Él decide y hace que las cosas sucedan. No se sitúa al margen, temiendo
quizá lo que pueda suceder a continuación. No, Él ha predeterminado todas las
cosas “según el designio de su voluntad” (Efesios 1.11 En
él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito
del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad,): el
movimiento de un dedo, el pálpito del corazón, la risa de una niña, el error de
una mecanógrafa-incluso el pecado. (Génesis 45.5-8 Ahora,
pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para
preservación de vida me envió Dios delante de vosotros. 6 Pues ya ha habido dos años de hambre en medio
de la tierra, y aún quedan cinco años en los cuales ni habrá arada ni siega. 7 Y Dios me envió delante de vosotros, para
preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran
liberación. 8 Así, pues, no me
enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón y por
señor de toda su casa, y por gobernador en toda la tierra de Egipto.; Hechos
4.27-28 Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad
contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles
y el pueblo de Israel, 28 para hacer
cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera.; y
el cap. 6 de este libro.)
B._Predestinación
La predestinación es parte de la
predeterminación. En tanto que la predeterminación se refiere a los planes que
Dios tiene para todas las cosas que suceden, la predestinación es la parte de
la predeterminación que se refiere al destino eterno del hombre: cielo o
infierno. La predestinación se compone de dos partes: elección y reprobación.
La elección tiene que ver con los que van al cielo, y la reprobación con los
que van al infierno.
C._Elección incondicional
Para
entender este término, consideramos cada palabra:
1. Elección.
Todos sabemos que es una elección nacional: escoger entre candidatos a uno para
que sea presidente. Elegir significa escoger, seleccionar, optar. La elección
divina significa que Dios escoge a algunos para que vayan al cielo. A otros los
pasa por alto y éstos irán al infierno.
2. Incondicional.
Una elección condicional es una elección que está condicionada por algo que hay
en la persona que es elegida. Por ejemplo, todas las elecciones políticas son
elecciones condicionales, la selección del votante está condicionada por algo
que el candidato es o ha prometido.
Algunos
candidatos prometen el cielo si son elegidos. Otros prometen solamente ser
buenos representantes y hacer todo lo que crean mejor. Otros apelan al hecho de
que son de un grupo determinado o de una clase social determinada. Así pues las
elecciones humanas son siempre elecciones condicionales, ya que la decisión del
votante se basa en las promesas e índole del que va a ser elegido. Pero, por
sorprendente que pueda parecer, la elección divina es siempre elección
incondicional. Dios nunca basa su elección en lo que el hombre piensa,
dice, hace o es. No sabemos en qué basa Dios su selección, pero no es algo que
esté en el hombre. No es que ve algo bueno en un hombre específico, algo que
induce a Dios a decidir elegirlo. ¿Y no es esto maravilloso? Supongamos que la
elección que Dios hace para el cielo se basara en algo que teníamos que ser o
pensar o hacer. ¿Quién se salvaría entonces? ¿Quién podría presentarse delante
de Dios y decirle que ha hecho alguna vez algo siquiera por un instante, que
fuera realmente bueno en el sentido más profundo de esta palabra? Todos nosotros
estamos muertos en nuestros pecados y transgresiones (Efesios 2;1 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en
vuestros delitos y pecados,). No hay nadie que haga el bien, nadie (Romanos
3;12 Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera
uno ) Si la elección de Dios se basara en una sola cosa buena que se
encuentra en nosotros, entonces nadie sería elegido. Entonces nadie iría al
cielo; todos irían al infierno. Porque nadie es bueno. Por lo tanto,
agradezcamos a Dios su elección incondicional. Para dejar bien claro lo que
quiere decir elección incondicional, es necesario referirse al arminianismo. No
me agrada tener que hacerlo, porque puede parecer que sea enemigo de los
arminianos. Por el contrario, creo que los arminianos pueden ser cristianos
nacidos de nuevo. Ellos creen que hay un Dios trino, que Jesús es Dios, y que
murió por los pecados del hombre, sostienen la salvación por la fe sola y no
por las obras. Por consiguiente, todos los verdaderos creyentes los que confían
en Jesús como salvador suyo deberían sentirse en verdadera comunión cristiana
con los arminianos. Son uno en Cristo. Aunque los arminianos son cristianos
sinceros, están completamente equivocados respecto a las siguientes doctrinas
de depravación total, elección incondicional, expiación limitada, gracia
irresistible y perseverancia de los santos. Y la única razón por la que
mencionamos el arminianismo es para mostrar con mayor claridad las enseñanzas
bíblicas.
(El arminianismo recibió el nombre del
teólogo Holandés, Jacobus Arminius, quien vivió de 1560 a 1609. Desarrolló los
Cinco Puntos del Arminianismo, contra los cuales se pronunció el concilio de la
iglesia de Dort (Holanda) en 1618-19)
Porque
lo blanco nuca es tan blanco como cuando se contrapone a lo negro. Así también,
las verdades bíblicas del Calvinismo nunca se ven tan claras como cuando se le
contrapone a las ideas erróneas del arminianismo. De esta manera, no es sino
con renuencia que menciono tanto al arminianismo, pero lo hacemos por amor y
aprecio por ellos. Simplemente deseamos presentar el gozo pleno de la fe
cristiana que no sea oscurecido con la idea errónea de la elección condicional.
Según el arminiano, la elección divina y si creen en la elección es
incondicional. Creen que Dios prevé quien creerá en Cristo, y entonces, basado
en ese conocimiento previo, Dios decide elegir a los creyentes para el cielo. Creen
que a veces el hombre natural y no regenerado posee suficiente bondad en sí
mismo para que, si el Espíritu Santo lo ayuda, desee elegir a Jesús. El hombre
elige a Dios, y entonces Dios elige al hombre. La elección de Dios queda
condicionada por la elección del hombre. El arminiano, pues enseña la
elección condicional; en tanto que el calvinista enseña la elección
incondicional.
II.
BASE BÍBLICA
Los
Cinco Puntos del Calvinismo están íntimamente ligados entre sí. El que acepta
uno de los puntos aceptará los demás. La elección incondicional se desprende
necesariamente de la depravación total. Si los hombres son totalmente
depravados y sin embargo, algunos se salvan, entonces es obvio que la razón de
que algunos se salven y otros se pierdan descansa enteramente en Dios. Todo el
género humano continuaría perdido si quedara abandonado a sí mismo y Dios no
escogiera a algunos para que se salvaran. Porque por naturaleza el hombre está
espiritualmente muerto (Ef. 2; 1 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,) y no
sólo enfermo. No posee en sí mismo ni vida ni bondad espirituales. No puede
hacer nada que sea verdaderamente bueno, nada, ni siquiera entender las cosas de Dios y
de Cristo, y mucho menos desear a Cristo o la salvación. Sólo cuando el Espíritu Santo regenera al hombre tiene fe en Cristo
y es salvo. Por consiguiente, si la depravación total es bíblicamente
verdadera, entonces la fe y la
salvación consiguiente se dan sólo cuando el Espíritu Santo actúa por medio de
la regeneración. Y la decisión respecto a qué personas serán objeto de
su acción debe pertenecer por completo, ciento por ciento, a Dios, ya que el hombre, como está espiritualmente
muerto, no puede pedir ayuda. Esto es elección incondicional: La elección de Dios no depende de nada
de lo que el hombre hace.
A._Juan
6.37-39 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. 38 Porque he descendido del cielo, no para hacer
mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me
envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en
el día postrero.
Jesús
prometió a sus oyentes, “Todo lo que el padre me da, vendrá a mí; y al que a mi
viene, no le hecho fuera… Y ésta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que
de todo lo que me diere, no pierda yo nada sino que lo resucite en el día postrero.”
Se ve muy claramente que aquellos que resucitarán en el último día- todos los
creyentes verdaderos- el Padre se los da a Cristo. Y sólo aquellos que el Padre da Cristo pueden venir a Él. La
salvación está por completo en las manos del Padre. Él es quien se los da a
Jesús para que se salven. Una vez que hayan sido entregados a Jesús, éste se
preocupará entonces de que ninguno de ellos se pierda. Así pues, la
salvación depende por completo de que el Padre entregue a algunos a Cristo.
Esto no es más que la elección incondicional.
B._Juan
15.16 No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro
fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os
lo dé.
Cristo dijo, “No me elegisteis vosotros a mí,
sino que yo os elegí a vosotros.” Si hay algún texto que señale claramente la
elección incondicional es éste. El
arminiano dice que él escoge a Cristo. Cristo dice, “No, vosotros no me elegisteis a mí. Al contrario, yo os elegí
a vosotros.” Es cierto que el cristiano elige a Cristo. Cree en él.
Es decisión suya. Y sin embargo Cristo dice, “No, no me elegisteis vosotros
a mí.” La observación negativa de Cristo es una forma de decir que si bien
el cristiano cree a veces que él mismo es el factor decisivo en elegir a
Cristo, la verdad es que en último término, es Cristo quien escoge al creyente. Y entonces después de
esto, el creyente elige a Cristo. Nosotros pensamos que todas las cosas buenas
que hacemos en la vida, tal como creer en Cristo las logramos por nuestros
propios medios; pero debemos recordar
que Dios es quien produce en nosotros tanto el querer como el hacer, según su buena
voluntad (Filipenses 2. 12- 13 Por tanto, amados
míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino
mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y
temblor, 13 porque Dios es el que en
vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.). Juan
lo expresó de otra forma en su primera carta, “Nosotros le amamos a él, porque
él nos amó primero.” El amor de Dios es anterior al amor del hombre. Este es el
amor selectivo de Dios.
C:_Hechos
13.48 Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y
glorificaban la palabra del Señor, y
creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.
Lucas informó, “Creyeron todos los que estaban
ordenados para vida eterna.” He aquí otro texto de una claridad total para
quienquiera que lea la Biblia sin nociones preconcebidas acerca de la elección.
Lucas cuenta las conversiones ocurridas en Antioquía donde Pablo y Bernabé
habían predicado. Al informar acerca de los resultados del ministerio de ellos
emplea las palabras del texto citado. Esto ha turbado a los arminianos hasta
tal punto que sus teólogos han tratado de retorcer las palabras para hacerlas
decir, ”Todos los que creyeron estaban ordenados para vida eterna”; y el
predecesor del unitarianismo, Socino (1539- 1604), de hecho tradujo de esta
forma, pero esto violenta totalmente el texto. Esta traducción armonizaría muy
bien con la teoría arminiana según la cual Dios prevé quiénes van a creer y
luego los predetermina. Pero la Biblia dice exactamente lo contrario: “Creyeron todos los que estaban ordenados
para vida eterna.” La sencillez cabal de este texto es sorprendente.
D.2
Tesalonicenses 2.13 Pero nosotros debemos dar siempre
gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio
para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la
verdad,
El apóstol Pablo afirmó, “Pero nosotros
debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el
señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante
la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad.” Adviértase ante todo
que se dice que el Señor amó a los tesalonicenses. Este es ya amor selectivo.
Este término “amados por” nunca se emplea para el caso del no creyente, o del
mundo, en ninguno de los pasajes de la Biblia. Dios nunca llama a Judas o al
mundo que lo rechaza, “amados por el Señor.” Este término se reserva para
aquellos que aman a Jesús y que han sido salvados por su muerte. Esto es ya un
indicio del amor eterno y selectivo de Dios. Luego adviértase que Pablo dice
expresamente que Dios escogió a los tesalonicenses, dando a entender que pasó
por alto a otros. Además, Pablo escribe que Dios los escogió desde el
principio; es decir desde antes de la fundación del mundo (Efesios 1.4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él)
desde la eternidad. Alguien dirá, “Seguro que los escogió desde la eternidad,
que preordenó quiénes irían al cielo; pero lo hizo basado en el conocimiento
previo. Dios previó quienes creerían en Cristo y basado en esto los escogió.”
Esta forma de razonar pasa por alto la enseñanza clara de Pablo. Pablo no dice
que Dios escogió a los tesalonicenses porque eran santos o creyeron. Al
contrario, dice exactamente lo opuesto. Dios los escogió “para salvación”. Algunas de las
versiones modernas lo traducen “para ser salvados” (Versión Popular). La
salvación viene sólo por fe; de manera que cuando Pablo dice que Dios escogió a
los tesalonicenses “para ser salvados”, esto, desde luego, implica que Dios eligió darles el único medio para conseguir
esa salvación a saber, la fe.
Si Dios eligiera dar a alguien el resultado sin darles los medios para
conseguirlo, la elección no tuviera significado. Por si hubiera todavía algunos
que dudaran de la que la fe sea un don de Dios y no fruto de los esfuerzos del
hombre (Efesios 2.8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios),
Pablo dice expresamente que Dios los escogió para salvación “mediante la
santificación por el Espíritu y la fe en la verdad”. En otras palabras, salvación,
santificación y fe forman un todo que les vino a los tesalonicenses de parte de
Dios. Así pues, 2 Tesalonicenses enseña una elección de Dios que no depende
de nada que haya en el hombre, ni de su santificación ni de su fe. No, la elección de Dios es incondicional.
E._Efesios
1.4-5 según nos
escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5 en amor habiéndonos
predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según
el puro afecto de su voluntad,
Pablo dice que Dios padre nos ha bendecido con
toda bendición espiritual, “según nos
escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y
sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinados para ser adoptados hijos suyos por medio de
Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad.” Adviértase con qué vigor
habla Pablo de la elección. Dice que Dios “nos
escogió”, no que nosotros escogimos a Dios. Luego agrega que Dios nos ha “predestinado”. Además, la elección
soberana se subraya más con la afirmación de que Dios nos escogió en Cristo; es decir, nos escogió no debido a
nosotros mismos sino por causa de Cristo Jesús. Quizá algunos arminianos
continuarán arguyendo que Dios sí predestinó a algunos, pero que esto se basó
en el conocimiento que Dios tenía de quienes iban a creer. Por consiguiente, la
decisión depende realmente del hombre y no de Dios. Pero adviértase que Pablo
no dice que Dios nos escogió porque somos santos, sino, para que fuésemos santos y sin mancha. Y la santidad incluye la fe, porque no hay santidad sin fe. Efesios 1
se opone por completo a lo que dice el arminiano, y excluye la elección que se
base en algo que haya en el hombre-obras o fe. Esta conclusión se refuerza más
cuando Pablo agrega que esta elección y predestinación fueron “según el puro
afecto de su voluntad”. Dios no escogió al hombre porque previó que hubiera en
él algo que valiera la pena, como la fe, porque entonces hubiera dicho que nos
predestinó “según la fe prevista en el hombre”. Por el contrario, Pablo omite
cualquier alusión al hombre y dice que la razón se encuentra solamente en “el puro afecto” de Dios. Para hacer
resaltar con más fuerza esta elección soberana de Dios, que no se basó en nada
que exista en el hombre, Pablo agrega la expresión, “de su voluntad”. Esto no
fue necesario para su razonamiento. Había dicho que la elección había sido
según el puro afecto de Dios; esto era suficiente para indicar que la elección
de Dios se basaba en razones que estaban totalmente en el mismo. Pero luego agrega
“de su voluntad”, lo cual indica todavía con más vigor la libertad de la
elección de Dios, el hecho de que la razón hay que buscarla sólo en su
voluntad.
F._Romanos
8.29, 30 Porque a
los que antes conoció, también los
predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para
que él sea el primogénito entre muchos hermanos. 30 Y a
los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también
justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.
Pablo afirma, a los que antes conoció, también
los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo…Y a los
que predestinó a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también
justificó: y a los que justificó, a éstos también glorificó.” Si hay algún
versículo que parezca apoyar el concepto arminiano de la predeterminación
basada en el conocimiento previo, es éste. Pero sólo mediante una lectura
superficial se llegaría a esta conclusión. Porque la palabra traducida en la
versión antigua como “antes conoció” es una expresión griega y hebrea que
significa “amar antes”. Cuando la Biblia dice que Adán “conoció” a Eva, no
quiere decir que Adán conoció lo alta que era y la clase de temperamento que
tenía. No, significa que Adán amó a Eva. Y cuando David dice que Dios “Porque Jehová conoce el camino de los justos; Mas la senda de los malos perecerá. (Salmo 1; 6), no dice que Dios conoce al justo
y no conoce al malo. Dios conoce todas las cosas y a todas las personas,
incluyendo a los malos. Propiamente David quiere decir que Dios ama el camino
de justo y odia el camilo del malo, al cual castigará. En forma semejante,
cuando dios dice por medio de Amós, “ a vosotros solamente he conocido de todas
las familias de la tierra” (Amos 3.2 A vosotros
solamente he conocido de todas las familias de la tierra; por tanto, os
castigaré por todas vuestras maldades.), no niega su omnisciencia,
diciendo que no conoce a nadie más intelectualmente. No se trata de una
metáfora que significa, “de entre todas las familias de la tierra solamente os
he amado a vosotros.” Del mismo modo, cuando Pablo dice en Romanos 8.29, “a los
que antes conoció, también los predestinó”, Pablo utiliza la expresión bíblica
de “conocer” en lugar de “amar” y quiere decir “a los que antes amó, los
predestinó.” Si “conoció” significara aquí sólo conocimiento intelectual,
entonces Dios no lo conocería todo; porque entonces no conocería a los que no
ha predestinado para la justificación y glorificación. Lo que Pablo dice en
Romanos 8 es que hay una cadena áurea de salvación que comienza con el amor
eterno y selectivo de Dios y continua por eslabones irrompibles a través de la
predeterminación, el llamamiento efectivo, la justificación, hasta la
glorificación final en el cielo. En lugar de apoyar el punto de vista arminiano
de que la predeterminación se basa en el conocimiento previo, Romanos 8 está de
acuerdo en forma definitiva con el resto de la Escritura en el sentido de que la predeterminación del creyente se basa en
el amor eterno de Dios. Gracias a Dios de que existe esta cadena ininterrumpida
de salvación. El que cree en Cristo sabe que forma parte de ella.
G._Romanos
9:6-26 No que la palabra de Dios haya fallado; porque
no todos los que descienden de Israel son israelitas, 7 ni por ser descendientes de Abraham, son
todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia.8 Esto es: No los que son hijos según la carne
son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados
como descendientes. 9 Porque la palabra
de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo. 10 Y no sólo esto, sino también cuando Rebeca
concibió de uno, de Isaac nuestro padre 11
(pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que
el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino
por el que llama), 12 se le dijo: El
mayor servirá al menor. 13 Como está
escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.14
¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera. 15 Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del
que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. 16 Así que no depende del que quiere, ni del que
corre, sino de Dios que tiene misericordia. 17
Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para
mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra. 18 De manera que de quien quiere, tiene
misericordia, y al que quiere endurecer, endurece. 19 Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa?
porque ¿quién ha resistido a su voluntad? 20
Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá
el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? 21 ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el
barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? 22 ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y
hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados
para destrucción, 23 y para hacer
notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de
misericordia que él preparó de antemano para gloria, 24 a los cuales también ha llamado, esto es, a
nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles? 25 Como también en Oseas dice: Llamaré pueblo
mío al que no era mi pueblo, Y a la no amada, amada. 26 Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no
sois pueblo mío, Allí serán llamados hijos del Dios viviente.27 También Isaías clama tocante a Israel: Si
fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan sólo el
remanente será salvo; 28 porque el Señor
ejecutará su sentencia sobre la tierra en justicia y con prontitud.
Todos los textos mencionados previamente son
excelentes para mostrar que Dios no elige a las personas porque haya algo en
ellas que lo atraiga. Pero la afirmación más espléndida de todas se encuentra
en Romanos 9; 10-16. El problema principal de Romanos 9-11 es éste: “¿Cómo
pueden los israelitas, quienes poseyeron todas las bendiciones de Dios en el
pasado, estar espiritualmente perdidos? ¿Ha olvidado Dios sus promesas a
Israel?” Pablo responde con un no rotundo. “No que la
palabra de Dios haya fallado” (Romanos 9.6). Entonces dedica el resto
del capítulo a mostrar que la salvación no se obtiene porque uno sea
descendiente físico de Abraham, sino que se
recibe de la gracia soberana de Dios. Y esto es lo que deseamos mostrar: El
primer indicio se encuentra en el hecho de que Romanos 9.7 Pablo habla de la elección soberana de Isaac en lugar de Ismael. Dios habló en
forma soberana y selectiva, “en Isaac te será llamada descendencia.” Luego
Pablo señala la misma elección soberana
en el caso de Jacob y Esaú. Jacob y Esaú tenían los mismos padres e incluso
habían nacido a la vez: eran gemelos. Sin embargo Dios en forma soberana
escogió a Jacob y pasó por alto a Esaú. Para mostrar que la elección de Dios no
se basó en un conocimiento previo, Pablo escribe que Dios dio a conocer su elección a Rebeca antes de que nacieran los
mellizos y antes de que hubieran hecho nada, ni bueno ni malo (9.11). “Así
fue dice Pablo, para que el propósito de Dios conforme a la elección
permaneciese, no por las obras sino por el que llama” (9.11). Dios no escogió a
Jacob porque vio de antemano que sería bueno o creería. La fuente de la
elección no se halla en el hombre, sino en “el que llama”, es decir Dios
simplemente afirma, “A. Jacob amé, mas a Esaú aborrecí” (9.13). Como seres
humanos quisiéramos preguntar, “¿Pero por qué Dios? Y Dios simplemente responde
reiterando el hecho, “A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí” y no da ninguna razón
que satisfaga la pregunta inquieta que se hace el hombre. Pablo percibe el
sentimiento de insatisfacción que sin duda se despertará en la mente de los que
van a escuchar su carta. Percibe que algunos pensarán espontáneamente, “¿Qué
clase de Dios es éste? No es justo amar a uno y aborrecer a otro incluso antes
de que nazcan y antes de que tengan oportunidad de demostrar lo que son.” Por
eso en el versículo siguiente (Romanos 9;14) Pablo se pregunta: “Qué, pues,
diremos? ¿Qué hay injusticia en Dios?” Éste es el meollo: La elección incondicional parece implicar la idea de un Dios injusto y
por consiguiente no puede ser. Así razona el hombre. Antes de que pasemos a
examinar la respuesta de Pablo ante tal acusación, reflexionemos un momento en
el hecho de que esta misma pregunta que Pablo se hace presupone la elección
incondicional. La cuestión de la injusticia en Dios nunca, nunca se suscita
dentro de la teoría arminiana. Porque según el arminiano, Dios no elige
arbitrariamente, ya que prevé quién será bueno o malo, o quién creerá. La
elección de Dios se basa en algo que el hombre hace o cree. Su predeterminación
es completamente justa; se decide sobre los méritos del hombre. La acusación de
injusticia hecha a Dios se suscita sólo si la elección es incondicional; porque
al hombre le parece necio hablar de un Dios bueno y justo que simplemente
escoge a Jacob y pasa por alto a Esaú, especialmente cuando Jacob no es mejor
que Esaú, ni tiene más méritos que él. Esto es una locura, piensa. Dios debe
ser injusto. Por consiguiente, el hecho mismo de que Pablo plantee la pregunta
acerca de la injusticia presupone que habla acerca de la elección
incondicional. Según la teoría arminiana de la elección incondicional, no
habría posibilidad de plantear el problema de la injusticia. Pero Pablo lo
hace, con lo que demuestra que está enseñando la elección incondicional. La
respuesta de la palabra infalible de Dios a la pregunta de Pablo no es
retractar lo dicho respecto a la soberanía de la elección de Dios, ni tratar de
ofrecer una explicación racional al hombre que duda. Pablo simplemente afirma
“En ninguna manera.” Ni se atrevan a
decir o a pensar que Dios es injusto. No lo es. Es un Dios bueno y santo, y
jamás es injusto. Quizá no lo podemos entender todo aquí. Después de todo,
sólo somos humanos; no somos Dios. ¿Acaso puede sorprender que siendo pecadores
y mezquinos no entendamos todo lo que se refiere a Dios? ¿Acaso sus caminos no
son más elevados que los nuestros tanto como el firmamento infinito está muy
por encima de la tierra? Incluso Pablo afirma de otra forma la elección
incondicional por parte de Dios con una expresión del Antiguo testamento.
“Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo
me compadezca” (Romanos9.15). Y más adelante dice, “de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer,
endurece” (9.18)
Según
la Biblia, la elección depende en forma exclusiva de Dios. Es libre de amar al
que quiera y pasar por alto al que quiera, no debido a lo bueno o malo que haya
en el hombre, sino por sus propias buenas razones. Sería posible considerar
como suficientes las pruebas alegadas en cualquiera de los numerosos puntos
mencionados en Romanos 9. Pablo ha
demostrado en forma concluyente que la salvación no del que actúa, sino del que
llama, y que la elección es incondicional. No hace falta proseguir con
otros argumentos. Y sin embargo parece como si Pablo tuviera en mente a los
arminianos cuando escribió el versículo 16. Porque Pablo lo dice en forma tan
inequívoca que no puede haber ningún mal entendido, “Así que no depende del hombre
que quiere, desea o decide; ni tampoco del que corre. Depende exclusivamente de
Dios quien tiene misericordia. Si todavía hay alguien que dude de estas
afirmaciones explícitas de la Biblia de que nuestra salvación está totalmente
en manos de Dios, y que no depende ni en lo más mínimo del que quiere o del que
corre, que lea una y otra vez Romanos
9.16. Porque ésta es la Palabra de Dios.
III.
ALGUNAS ACLARACIONES
A.
¿Ha eludido el problema el arminiano?
Una
de las razones por las que el arminiano hace que el hombre sea el factor
decisivo en la salvación es que espera salvaguardar la libertad del hombre.
Cree que si Dios predetermina todas las cosas, entonces el hombre no es ni
libre ni responsable. Por ello opta por reducir los planes determinantes de
Dios y reservar un cierto terreno en el que el hombre actúa libre e
independientemente de Dios. Pero debería
advertirse que el arminiano no consigue muy bien lo que pretende. Porque según
la posición del arminiano, Dios conoce de antemano todo lo que va a suceder.
Dios no escogió a los que creerían en Cristo; pero si ha conocido desde la
eternidad cuál va a ser la elección de cada hombre, porque Él es omnisciente.
Si Dios conoce de antemano lo que sucederá, entonces sólo lo que Él conoce de
antemano llegará a suceder. No hay otra alternativa. Si Dios conoció de
antemano que el Sr. A. creería, entonces no hay posibilidad alguna de que éste
no crea. Por tanto, si Dios sí conoce de antemano todas las cosas, como dice el
arminiano, entonces todas las cosas ciertamente sucederán y no hay posibilidad
de otra alternativa. Bien, esto es exactamente lo que cree el calvinista: Dios
conoce de antemano todas las cosas, los sucesos futuros son ciertos, y el
hombre tiene responsabilidad de hacer el bien. La única diferencia es que el calvinista se atreve a decir que Dios es
todopoderoso y controla estos sucesos; en tanto que el arminiano dice que
el hombre los controla. El calvinista se atreve a hacer de Dios un Dios real,
un Dios todopoderoso, y no un Dios parcialmente poderoso. Y el arminiano no ha
ganado nada con su teoría, ya que está exactamente frete al mismo problema que
tiene el calvinista; a saber, cómo reconciliar la responsabilidad humana con la
certeza absoluta de todos los sucesos.
B._El Hombre es libre (el libre albedrio del
hombre)
Contrariamente a lo que piensa la mayor parte
de las personas el calvinista enseña que el hombre es libre ciento por ciento –
libre de hacer exactamente lo que quiere. Dios no coacciona a nadie en contra
de su voluntad. Y precisamente por ser libre, el hombre es esclavo debido a que
el hombre hace lo que quiere hacer, no posee una voluntad libre (lo cual no es
lo mismo que decir es libre); es decir, el hombre es totalmente incapaz de
escoger entre el bien y el mal. El alcohólico no es libre. Técnicamente puede
escoger externamente entre beber y no beber. Pero en realidad sólo puede hacer
una cosa. No puede dejar de beber más de lo que puede dejar de respirar. Tiene
que beber. Es esclavo del alcohol. Y sin embargo es libre. Hace exactamente lo
que desea hacer. Nadie lo obliga a beber. De la misma manera, el no cristiano
es libre. Hace precisamente lo que le gustaría hacer. Sigue los deseos de su
corazón. Como su corazón está corrompido e inclinado a toda clase de males,
libremente hace lo que desea hacer, a saber, pecar. Odia al Dios trino y todo
lo que Él representa. Por consiguiente, en realidad nunca lo escogerá. No
puede, porque no lo desea. Así pues, precisamente porque el no regenerado es
libre, es esclavo. Es esclavo del diablo y de sus propios deseos malos, y no
puede servir a Dios. Históricamente, la expresión Libre albedrío se ha
utilizado en teología para indicar que el hombre es libre de hacer lo que desea
hacer, y voluntad libre se ha utilizado para indicar la clase de libertad que
nadie posee a saber, la capacidad o libertad de escoger entre el bien y el mal,
entre creer en Cristo o rechazarlo. A propósito, el cristiano tampoco tiene
voluntad libre. Técnicamente puede tener
la opción externa de escoger o rechazar a Cristo, pero básicamente no la tiene.
Cristo no lo dejará rechazarlo. Todo lo que el Padre ha
dado a Cristo vendrá a Cristo, Nadie los arrancará de las manos de Cristo
(Juan. 6.33, 39). En otras palabras, el cristiano no posee voluntad libre. Así
pues, si usted es cristiano verdadero, dé gracias a Dios de que nunca, ni por
un momento, podrá volverle la espalda a Jesús. El calvinismo no es tan horrible
después de todo, ¿no es cierto?
C._En la predestinación todos obtienen lo que
desean.
A
veces la gente se queja de que la predestinación es una doctrina dura que
obliga a la gente a hacer lo que no quiere hacer. Dicen que si desearan creer,
no podrían, a no ser que Dios los hubiera predestinado; y si desearan no creer,
Dios los iba a obligar ir al cielo. Así pues, ¿de qué sirve el creer? Debe
decirse con toda firmeza que todos consiguen precisamente lo que desean. Para
decirlo en la forma más brusca posible: Los condenados están contentos de estar
en el infierno. Nadie está en el infierno en contra de su voluntad. Todos los
que están ahí están contentos de ello. No interprete mal esa afirmación. Los
condenados saben que después de la muerte todos van o al cielo o al infierno.
No les gusta el infierno, pues de lo contrario no sería infierno No les gusta
el infierno, pues de lo contrario no sería infierno. Es el lugar donde los
gusanos nunca mueren y donde le fuego nunca se apaga. En el infierno sólo hay
agonía eterna. Es infernal. De manera que a los condenados no les gusta estar
ahí. Pero hay algo que odian más que ese mismo tormento: a Dios Padre, Dios
hijo y Dios Espíritu Santo. El último lugar en ele que quisieran estar es en el
cielo. No pueden digerir la idea de arrepentirse de sus pecados y de amar a
Dios y a los demás más que a sí mismos. No desean estar en el infierno, pero
cuando saben que la alternativa del infierno es ir al cielo con corazón puro,
prefieren permanecer en el infierno. Es pues, cierto que todos consiguen lo que
desean: Los cristianos están contentos de estar con Dios, y los condenados
están contentos de no estar con Dios. Cuántas veces el no cristiano se queja de
la enseñanza de la predestinación, suele ser una racionalización hipócrita de
su rechazo de Cristo. Yo preguntaría: ¿Qué desea? ¿Está arrepentido de sus
pecados? ¿Confía en Cristo como Salvador? ¿Ama a Dios y desea ir al cielo? Si
la respuesta es sí, entonces debería saber que es cristiano. Ya ha creído. Y
“al que a mí viene, no le hecho fuera”, dice Jesús. Tiene lo que desea. Si
responde que no a esas preguntas, entonces preguntaría, “¿Por qué se queja?
Tiene todo lo que desea. No desea a Cristo, no desea el cielo. Bien, tiene
exactamente lo que desea.”
III.
VENTAJAS PRÁCTICAS
Estas
enseñanzas bíblicas acerca de la elección son difíciles de entender. Si alguien
sigue dudando de ellas, debería recordar que la salvación no depende de creer
todo lo que la Biblia dice acerca de la elección incondicional. Podemos tener
confusión de ideas e incluso negar algunas verdades bíblicas, y sin embargo ser
salvos. La salvación no depende de
poseer el conocimiento de un teólogo. Depende sólo de si uno ha puesto
verdaderamente la confianza en Jesucristo para que lo salve de sus pecados.
Por consiguiente, tanto los arminianos
como los calvinistas que se arrepienten de sus pecados y acuden a Cristo para
conseguir la salvación irán al cielo. Pero si yo fuera arminiano, desearía
saber con certeza lo que dice la Biblia acerca de la elección; porque es innegable
que el arminiano pierde mucho de la riqueza de la vida cristiana debido a sus
puntos de vista. Véase como ocurre esto de estas dos formas:
A._Alabanza agradecimiento a Dios
Si
uno cree que cristo murió por sus pecados y que con la ayuda parcial del
Espíritu santo ha llegado a esa convicción, estará sumamente agradecido con
Dios. Pero suponga que, además de estar agradecido con Cristo por haber muerto
en la cruz por usted, cayera en la cuenta de que nunca hubiera amado a Jesús a
no ser que él lo hubiera amado primero, que nunca lo hubiera elegido a no ser
que el lo hubiera elegido a no ser que él le hubiera dado fe en ÉL. Entonces lo
amaría mucho más. Su humildad sería mucho mayor porque sabría que ni es
suficientemente bueno para distinguir algo bueno que está ante sus ojos. Su
agradecimiento sería mucho mayor porque tendría mucho más de que estar
agradecido. Su decisión de vivir una vida mejor sería mucho más firme porque
habría más razones por las que estar agradecido. Cuán bueno es Dios no sólo en
perdonarnos los pecados sino también en darnos fe en Cristo de modo que podamos
conseguir el perdón de los pecados. ¡Qué bueno es Dios¡
B._La confianza de ser salvo
Si en último término nuestra salvación
dependiera de nuestra libre voluntad de aceptar a Cristo, y si Dios
suministrara la expiación vicaria de Cristo, pero no nuestra fe, entonces
estaríamos en una condición deplorable. Pensemos en esto - ¡que el seguir
siendo cristianos o no, dependiera de nosotros¡ ¡Qué pensamientos tan terrible¡
¿La salvación depende de nosotros, quienes por naturaleza estamos corrompidos y
no amamos a Dios? ¿De nosotros, que como cristianos todavía tenemos al hombre
viejo en nosotros? ¿De nosotros, quienes dudamos, vacilamos, y pecamos? ¿La
salvación depende de nosotros? Oh, no, que no sea así. Creo hoy, pero quizá
mañana no creeré. Quizá sucumbiré ante los deseos pecaminosos en vez de seguir
fiel a Cristo. Quizá mis profesores escépticos me convencerán de que la Biblia
no es la verdad. Éstas pueden ser las turbaciones del que piensa que en último
término su fe depende fundamentalmente de sí mismo y que no la ha recibido de
Dios. Pero el calvinista sabe que toda su salvación depende de Dios y no de sí
mismo. Sabe que no sólo Cristo murió por sus pecados, sino también que Dios le
dio la fe. Sabe que el que ha comenzado la buena obra en él la continuará hasta
el día del juicio (Filipenses 1.6 estando persuadido de
esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el
día de Jesucristo) Así pues, el arminiano no puede poseer el gozo y
consuelo de salvación porque hace descansar su fe en sí mismo y no en Dios.
Alabemos a Dios, de quien provienen todas las bendiciones, incluyendo la fe,
que es el medio de garantizar las bendiciones de la expiación de Cristo.
Alabemos a Dios por su amor selectivo.
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