4: GRACIA IRRESISTIBLE
Dos
estudiantes universitarios asisten a un estudio bíblico. Uno dice, “Es
magnifico”; el otro dice, “Bobadas”. Dos personas extrañas escuchan un sermón
muy claro acerca de “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al
Padre si no por mi.” Uno cree, el otro no. Dos muchachos, de hecho mellizos
crecen en la misma casa, con la misma instrucción religiosa. Uno ama a Dios, y
el otro lo odia. Sus nombres son Jacob y Esaú. ¿Por qué? ¿Por qué dos personas
sometidas exactamente a las mismas circunstancias reaccionan en formas
opuestas? ¿Por qué una persona cree y la otra rechaza a Cristo? Éste es el
problema que examina este capítulo. La respuesta bíblica es la gracia irresistible, es la única
causa de estas reacciones diferentes.
I. ¿QUÉ ES GRACIA IRRESISTIBLE?
A. Gracia
Gracia
es un favor no merecido. Un cierto
estudiante universitario está más ocupado en causar problemas que en su
educación. Perturba la conferencia de un distinguido profesor visitante, y con
ello priva al conferencista del derecho de hablar y a los estudiantes del
derecho de escuchar. Incluso da un puñetazo en la cara a un paralítico que insiste
en ir a la clase. En compañía de una pandilla quema la biblioteca de la
universidad, corta las mangueras de los bomberos, grita groserías a la policía
e incluso mata a un compañero, líder del grupo que se le opone. Este asesino es
condenado en la corte de justicia por todos estos crímenes y se le condena a
muerte. Estando en la cárcel, sigue hablando con odio y venganza contra todos
los que elaboran en pro de la paz, de orden y de la libertad. Pero el tribunal
de apelación le otorga el perdón e incluso hace que se le entreguen diez mil
dólares al año como pensión vitalicia. Esto
es gracia: Favor inmerecido.
De manera semejante, cada uno de nosotros ha
cometido crímenes mucho más odiosos, y éstos en contra de Dios, y merecemos un
castigo mucho mayor. Dios hizo bien al género humano. Pero nosotros, voluntaria
y libremente, nos rebelamos en contra de él. Nos ruega que nos apartemos del
pecado y lo sirvamos a él, y le respondemos ridiculizándolo. Esta es nuestra
naturaleza el odiar a Dios con un sentimiento de venganza absoluta, y el odiar
a todos los demás. Nuestra meta única es ser siempre los primeros y pisotear a
Dios. Merecemos el fuego eterno del infierno. En una situación tan terrible
como ésta, siendo todavía pecadores no arrepentidos, Dios ama a algunos, envía
a Jesús para que muera por ellos y luego envía al Espíritu Santo para que los
haga aceptar el sacrificio que Cristo ha hecho por ellos. Como culminación,
manda que esos bastardos espirituales pasen a ser hijos suyos y hereden riquezas
incalculables. Esto es favor inmerecido.
Esto es gracia. (Y está a disposición de todos los que quieran. Si alguien
la quiere, puede confiar en Cristo ahora mismo y aceptarla. Puede pedir a Cristo,
el Dios Hombre, que lo salve de los pecados)
B._Irresistible
Irresistible significa que cuando Dios ha escogido a
algunos para que se salven y cuando envía a su Espíritu Santo para que los
transforme de seres odiosos en seres amantes, nadie puede resistirle. Es irresistible.
Logra lo que se propone hacer. Pero no entendamos mal la palabra irresistible.
A algunos les puede dar la idea que significa que alguien tiene que hacer lo
que no quiere hacer. De una montaña elevada puede desprenderse una avalancha de
nieve, con fuerza irresistible, sepultando al habitante del pueblo que,
obviamente, no quiere morir. El comunista puede obligar al predicador a que
abandone el púlpito y ponerlo irresistiblemente en la cárcel. Cualquier adulto
puede secuestrar a un niño de tres años sin que éste pueda ofrecerle
resistencia. Algunos conciben la gracia irresistible en este sentido. Se
imaginan a Dios como obligando a la gente a hacer lo que no quieren hacer, como
arrastrándolos hasta el cielo a pesar de su resistencia y pataleo por así
decirlo en contra de su voluntad. Ven a Dios como alguien que obliga,
coacciona y violenta la voluntad del hombre. Pero éste no es el significado de
la palabra irresistible cuando se habla de la gracia irresistible; y si produce
malos entendidos, entonces habría que escoger otra palabra. Por ejemplo eficaz,
efectiva, insuperable, o cierta. Lo que la gracia irresistible significa es
que Dios envía a su Espíritu santo para que actúe en las vidas de la gente de
manera que, en forma definitiva y cierta, son cambiados de ser malos a ser
buenos. Significa que el Espíritu Santo logrará sin lugar a dudas, sin
peros, ni sís, que aquellos a quienes Dios ha escogido desde la eternidad y por
quienes Cristo ha muerto, crean en Jesús. Pero Dios hace esto de una manera
que siempre le agrada al hombre. Como dijimos antes, el hombre es siempre
libre. Hace exactamente lo que quiere hacer. Esto no significa que tiene
voluntad libre es decir, la capacidad para escoger el bien y el mal por igual.
No posee esta clase de libertad. Porque odia a Dios, ama el pecado, y libre y
voluntariamente peca sin ninguna obligación externa. Jamás puede escoger el
bien, a Dios y a Cristo, porque está sometido a la esclavitud del diablo y
a sus propios deseos pecaminosos. No posee libertad real. Por naturaleza
el hombre es como una persona a quien le agrada comer manzanas podridas, llenas
de gusanos, tomadas del basurero, o como quien le gusta sentarse en el barro
para comer tierra. Dios puede cambiar la naturaleza de esa persona de manera
que le guste el filete miñon y las alcachofas, en vez de la tierra, y que ansíe
comer un plato de fruta fresca, en lugar de una manzana podrida.
De manera semejante, Dios cambia el corazón del
hombre de malo en bueno. Por naturaleza, al hombre le gusta pecar y le
agrada todo lo que producirá infelicidad y castigo eterno. Mediante la gracia irresistible Dios no deja el corazón sin cambiar
y en esa forma arrastra al hombre al cielo en contra de su voluntad.
No, transformará radicalmente su índole, de manera que ahora este hombre se
duele verdaderamente del pecado y ama a Dios. Ahora, con su corazón cambiado,
aborrece lo que antes solía hacer. Cristo es ahora para él lo más excelso. El
cristianismo se convierte en algo atrayente. En forma libre y ansiosa busca a Dios.
Es así como actúa la gracia irresistible
de Dios.
C. PUNTOS
DE VISTA ERRÓNEOS
A fin de
aclarar todavía más lo que significa la gracia irresistible, será útil
presentar el contraste que existe entre esta posición bíblica y dos puntos de
vista erróneos, el pelagianismo y el Semipelagianismo.
1. Pelagianismo. El pelagianismo es
una herejía antigua, (Pelagio vivió en el siglo quinto), que se presenta
constantemente ante nosotros bajo nombres diferentes. Es la antítesis del
Calvinismo, o mejor aún, del agustinianismo, ya que Agustín fue el principal
autor de su derrota dentro de la iglesia. El agustinianismo o calvinismo
dice que el hombre está completamente corrompido y no es capaz de hacer ningún
bien por su propia cuenta, sin la acción irresistible del Espíritu santo.
El pelagianismo, por otra parte, dice que el hombre no está corrompido, ni
total ni parcialmente. Antes bien, el hombre nace siendo perfectamente bueno y
puede escoger con igual capacidad entre el bien y el mal. De hecho, algunos son
incluso impecables, Así pues, según el pelagianismo, no se necesita al Espíritu
Santo ni su gracia irresistible para ayudar al hombre a hacer el bien. Esta
enseñanza es totalmente pagana y la iglesia cristiana la repudió por completo
en el sínodo de Cartago (418), el Concilio de Efeso (431), y el Sínodo de
Orange (529)
2.
Semipelagianismo. Hay una posición intermedia entre el calvinismo y el
pelagianismo, llamado semipelagianismo o arminianismo, esa postura no acepta el
pelagianismo, porque éste afirma que el hombre puede no pecar sin la ayuda del
espíritu Santo. Tampoco le agrada el agustinianismo, porque éste dice que el
hombre es totalmente malo, incapaz de hacer ni una cosa buena sin la acción
irresistible del Espíritu Santo. Por ello los semipelagianos buscaron un punto
intermedio. Enseñaron que el hombre posee algo bueno, alguna capacidad para
creer en Cristo. Claro está, dicen, que el hombre natural no puede creer
sin la ayuda de Dios: necesita el sostén del Espíritu Santo, Pero afirman tanto
el semipelagiano como el católico (Los Dominicos, sin embargo, se acercan
más a la posición calvinista. Consúltese cualquier obra de teología Dogmática
escrita por alguno de ellos.) y el
arminiano, que Dios no da esta fe al hombre en una forma irresistible. La
palabra clave es cooperación. Dios hace su parte y el hombre la suya.
Actúan juntos. Un evangelista sostiene que esta posición dice, “Hay un campo en
su vida que Dios nunca tocará, Su voluntad. Nunca lo obligará a creer. Esta es
responsabilidad suya. Solamente usted puede hacerlo.” O, como escribe otro: “Debemos
repudiar el punto de vista de que Dios regenera al hombre antes de que éste se
convenza de pecado, se arrepienta, se convierta y cree. Este punto de vista
hace que Dios, arbitrariamente, determine la salvación o la condenación de las
personas basado únicamente en su propia buena voluntad soberana…Ni Dios
ni nadie más nos puede convertir si no nos convertimos nosotros mismos.” Según
los semipelagianos o arminianos, el hombre primero debe arrepentirse y creer, y
luego Dios regenerará al hombre. Volvamos a hora a la pregunta del comienzo
del capítulo: ¿Por qué una persona cree en Cristo, en tanto que otra que se
halla en las mismas circunstancias lo rechaza? Hay básicamente dos respuestas:
La voluntad del hombre o la voluntad de Dios. El arminiano, el semipelagiano
y el pelagiano dicen que la diferencia entre ambos se encuentra en la voluntad
del hombre. Dios presenta el evangelio por igual a los que lo rechazan y
a los que lo aceptan. Dios viene con la predicación de la palabra, la
presentación de Cristo, la oferta de salvación. Pero a nadie obliga a que crea.
El hombre es en último término el factor decisivo. Si el hombre no acepta a
Cristo, entonces Dios no puede hacer nada en relación a ello.
El Calvinista, por otro lado, dice que en último término la diferencia radica en Dios y no en
el hombre, En un determinado hombre el Espíritu no actúa en una forma
salvadora. Por consiguiente, como
este hombre está espiritualmente muerto, no puede creer, aun cuando
oiga la predicación externa de la palabra y quizá la lea muchas veces. En
otro hombre, sin embargo, el
Espíritu Santo actúa en forma irresistible, regenerándolo, de manera que
entiende plenamente que es pecador y que necesita a Dios, y, por consiguiente
desea creer y salvarse. Así pues, según
el arminiano, la razón por la que uno acepta y el otro rechaza el evangelio es
que el hombre decide; pero según el calvinista, es Dios quien decide. En
un caso, la
fe es el don de Dios al hombre. De ahí que tenemos dos
respuestas diametralmente opuestas en cuanto a la pregunta de por qué algunos
rechazan el evangelio y otros lo aceptan.
Las cinco doctrinas calvinistas tienen entre sí una
clara relación de interdependencia. Si la depravación total es un hecho,
entonces la elección incondicional también lo es, y también lo son la expiación
limitada, la gracia irresistible, y la perseverancia de los santos. Los cinco o
se mantienen juntos o caen juntos. Veamos, pues, los puntos que ya hemos
tratado hasta ahora, y veamos cómo la gracia irresistible depende de ellos.
A._Expiación
limitada
La Biblia
enseña que desde la eternidad Dios amo de antemano a algunos, y que en
consecuencia envió a su Hijo para que muriera por ellos. Como hemos visto,
Jesús de hecho murió por ellos. No se limitó a dar la impresión que quitaba sus
pecados. No fue teóricamente al infierno por ellos. De hecho llevó sobre sí sus
pecados y eliminó su culpa. Es uno o el otro, o Jesús los salvó o no los salvó.
O los sustituyó de hecho o no los sustituyó. La Biblia enseña que sí lo hizo.
Si Cristo de hecho los ha liberado de la culpa del pecado, y si la salvación
llega sólo por la fe, entonces es necesario que Dios envié al Espíritu Santo a
sus vidas, afín de que puedan aceptar la salvación que ya se les ha conseguido
en la cruz. El Espíritu Santo debe actuar en una manera irresistible. No se
puede dejar al hombre en forma parcial la aceptación de Cristo, porque entonces
todos los rechazarían, y la expiación limitada conduce a la acción irresistible
del Espíritu Santo.
B:
Elección incondicional
Si es cierto
que Dios ha elegido a algunos incondicionalmente para que se salven entonces
por consiguiente, el Espíritu ha de actuar en una forma irresistible. De lo
contrario todos, a causa de su depravación, rechazarían a Cristo, y entonces no
habría predestinación a la vida eterna. Dios no podría estar seguro de aquellos
a quienes ha elegido creerían y se salvarían. La certeza de elección y
confianza de su resultado y que realiza lo que Dios ha predeterminado. Sin la
gracia irresistible de Dios, no podría haber predeterminación ni elección:
1.Juan 6.37, 44. “Todo lo
que el Padre me da, vendrá a mí; y al que mí viene, no le hecho fuera… Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le
trajere; yo le resucitaré en el día postrero.” Jesús dice en este pasaje
que el Padre le ha dado a ciertas personas, y que cada una de ellas “vendrá a
mí” No hay vaguedad. Es una sencilla afirmación declarativa: “Todo…vendrá a mí”
Esto puede suceder, desde luego, sólo si
Dios impulsa en forma irresistible a que vengan. Y esto es lo que Jesús
dice que sucederá (V. 44). El Padre los
Traerá y Jesús entonces los resucitará en el último día. La palabra “traer”
es la misma que se emplea para indicar la acción de sacar una redada de peces
(Juan 21.6 El les dijo:
Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya
no la podían sacar, por la gran cantidad de peces, 11 Subió
Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y
tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió).
La red no puede oponer resistencia a Pedro que la va arrastrando hacia la
orilla. Nada puede hacer; está pasivo; no puede oponerse. Es la misma palabra
que se emplea en el caso de Pedro que saca la espada para cortar la oreja de
Malco (Juan 18.10 Entonces Simón Pedro, que tenía una
espada, la desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la
oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco.), en el de Pablo y de Silas
que son conducidos al foro (Hechos 16.19 Pero viendo sus amos que había salido la esperanza de su ganancia,
prendieron a Pablo y a Silas, y los trajeron al foro, ante las autoridades;), y en el de Pablo a quien una turba lo saca del
templo (Hechos 21.30 Así que toda la ciudad se
conmovió, y se agolpó el pueblo; y apoderándose de Pablo, le arrastraron fuera
del templo, e inmediatamente cerraron las puertas.). En todos estos
casos, se conduce al objeto en forma irresistible. La espada no puede oponerse
a Pedro, ni Pablo a la turba. Tampoco pueden hacer nada aquellos a quienes el Padre
ha entregado a Jesús; no pueden resistir al Padre quien los conduce. Cada uno de esos que el Padre omnipotente
da a Jesús, vendrán a Jesús. Es tan cierto esto como lo es las palabra de
Jesús.
2 .Juan 10.16. “También
tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer y
oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.” Jesús, en forma
infalible, se posesiona de todas sus ovejas. Algunas ya pertenecen al redil,
pero otras no. Esas que todavía n pertenecen al redil él las conducirá hasta él
mismo con toda certeza. Lo hace enviando al Espíritu Santo para que actúe en
sus vidas y las traiga en forma irresistible al redil. Entonces habrá un solo
rebaño y un solo pastor.
3. Romanos 8.29-30. “Porque
a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos
conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos. Y a los que predestinó, a estos a estos también llamó, a estos
también justificó.” Aclaremos un par de términos. Como hemos visto
antes, La palabra “antes conoció” significa “amó desde antes.” Significa lo
mismo que en Génesis 4.1 , donde se afirma que Adán conoció a Eva. La palabra “llamó” no se refiere sólo a
un llamamiento externo, de palabra; en armonía con el resto del nuevo
testamento, significa, además del
llamamiento externo, la acción de Dios
que produce una respuesta interna afirmativa. Así pues, Pablo afirma con claridad que hay una
sucesión inexorable de acontecimientos que comienzan con el amor eterno de Dios
por los elegidos. Aquellos a quienes Dios ha amado de antemano, también
los ha predestinado. Y aquellos a
quienes ha predestinado también los ha
llamado para que crean. Y aquellos a
quienes ha llamado, y que han creído, los ha justificado (declarado
justos). Y aquellos a quienes ha justificado, también los ha glorificado. Los planes de Dios no fracasan. En todo
este proceso desde el amor y predestinación de Dios hasta la glorificación
final, hay un ambiente de certeza y de seguridad de éxito. Esta certeza y seguridad se pueden dar sólo si Dios actúa en forma
irresistible en las vidas de aquellos a quienes ha amado de antemano
C: Depravación
total
Todas las ilustraciones Bíblicas del nuevo
nacimiento, el cual propone la incapacidad o depravación total del hombre,
indican que el hombre es incapaz de resistir los propósitos de Dios en la
elección.
1. Resurrección.
La Biblia afirma que el hombre natural está muerto en sus pecados. No tiene
vida espiritual. El hombre muerto no puede resistir el poder de resurrección
que tiene Dios. En el día del Juicio todos serán resucitados de la muerte.
Algunos desearán no tener que ser resucitados. Clamarán a las montañas para que
los aplasten y los aniquilen, porque tendrán miedo de enfrentarse con su Dios y
juez. Pero no pueden oponer resistencia; Dios resucitará a todos los que han
muerto, buenos y malos, creyentes e incrédulos. No pueden negarse a ser
resucitados del mismo modo que Dios no quebrantará su promesa de resucitar a
todos. Cuando Lázaro estaba en la tumba y Cristo le devolvió la vida, no pudo
permanecer muerto; tuvo que salir de la tumba. Cristo no podía ser frustrado en
su deseo de darle la vida. De la misma forma, cuando Dios resucita a alguien de la muerte espiritual, al muerto le
es imposible resistir. Tiene que vivir. No está en sus manos cambiar
esto.
2. Nuevo
nacimiento. Otra ilustración de la acción de Dios en el corazón del
hombre es el nacimiento. Obviamente resulta necio hablar de que alguien se
puede negar a nacer. Las personas no pueden elegir entre nacer o no nacer. No
está en sus manos. Alguien que no existe, no se puede negar a ser concebido y a
nacer. Así también, es ridículo
hablar de que alguien puede resistir al nacimiento espiritual. “El viento sopla de donde quiere,…Así es todo aquel que es nacido
del espíritu” (Juan 3.8).
3. Una nueva
creación. Otra ilustración de la regeneración es la creación (2 Corintios.
5.17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva
criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas;
Gálatas 6.5 porque cada uno llevará su propia carga.;
Efesios 2.10 Porque somos hechura suya, creados en
Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que
anduviésemos en ellas). Nada de lo que alguna vez ha sido creado se ha
negado a ser creado. Al principio no había nada sino Dios. Cuando Dios decidió
crear el universo, no hubo nada que le pudiera decir, “No quiero ser creado,”
porque ni siquiera había nada para lo que dijera. Fue simplemente creado. Dios es omnipotente: hizo lo que quiso.
En forma semejante, en la creación
espiritual nadie puede resistir el propósito de Dios. Dios espiritualmente
recrea al que quiere. Y nadie puede oponérsele.
4. Hechura. Pablo escribe que nosotros
somos “hechura suya (de Dios), creados en Cristo Jesús
para buenas obras” (Efesios 2.10). Así como una muñeca o un teléfono o
un radio no pueden resistirse a ser hechos, así tampoco nosotros que somos
hechura de Dios podemos negarnos a ser hechos.
Vemos pues, que todas las ilustraciones bíblicas
acerca de la regeneración enseñan la depravación total y natural del hombre y
su incapacidad no sólo para hacer el bien, sino también para resistirse a la
acción del Espíritu santo. Para decirlo en forma positiva, Pablo habla de
“cuál es la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que
creemos” (Efesios 1.19 y cuál la supereminente grandeza
de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de
su fuerza). “este poder que hay en nosotros,”
sigue diciendo hebreos, “es el mismo que la fuerza
poderosa que utilizó cuando resucitó a Cristo de entre los muertos y lo sentó a
su diestra en el cielo.” ¡Qué amalgama de Dios en el hombre! Expresemos
nuestra gratitud a Dios por su gracia irresistible. Sin ella nadie se salvaría.
A veces Dios envía adversidades a las
personas. Como pobreza, desgracias, cáncer o soledad. Cuando alguien se
halla en problemas, es natural que busque la ayuda de otro; y sería natural
pensar que esas personas acudirían a Dios. Pero el hombre está tan depravado, que nunca acudirá a Dios a
no ser que el Espíritu de Dios cambie su corazón. A veces, Dios
utiliza el azúcar en vez del vinagre. Bendice a personas con tantos bienes
materiales que uno pensaría que cualquiera que tenga un mínimo de gratitud
acudiría a Dios, de quien proceden todas las bendiciones. Sin embargo, hay
algunos que nunca tienen que preocuparse por el dinero y que disfrutan de salud
excelente que parecen volverse tanto más indiferentes y endurecidos para con
Dios, cuantas más bendiciones reciben. ¿La razón de ello? El Espíritu Santo
actúa en sus vidas. Incluso resulta posible que alguien vea milagros y sin
embargo no crea, si el Espíritu no está en su vida. Esto sucedió cuando los
fariseos vieron al Hijo del hombre que curaba a un ciego y sin embargo lo
llamaron Belcebú. Incluso si alguno volviera de la tumba, no creería, dijo
Abraham al rico (Lucas. 16; 31 Mas Abraham le dijo: Si
no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se
levantare de los muertos.). La razón es que el hombre natural es incapaz
de aceptar las cosas de Dios a no ser que el Espíritu de Dios lo cambió. O
alguien puede oír la predicación profética acerca del Día del Juicio y sin
embargo burlarse del predicador, como hicieron en tiempos de Noé. O el
predicador puede ser extraordinariamente elocuente, cultivado, emotivo y
lógico; pero si
el Espíritu no actúa, nadie creerá. Así pues, demos gracias a Dios por su gracia irresistible.
Sin ella el hombre está perdido.
Si el consentimiento final para salvarse lo tiene
que dar el hombre, éste se perderá; a tanto llega su maldad. El hombre se
opondrá. Pero gracias a Dios por su gracia irresistible, con la que se supera
la depravación total del hombre y por medio de la cual el hombre nace de nuevo
y cree. Esto le sucedió a Pablo. Odiaba tanto a Dios que se afanaba por
encarcelar a todos los que creían en Cristo. Sin embargo, a pesar de todo su
odio, y precisamente durante uno de sus viajes de persecución a Damasco, Dios
entró en su vida en una forma
irresistible. Pablo quedó abrumado. No pudo sino creer. Esto es gracia
irresistible. Cuatro siglos más tarde un africano, hijo de madre cristiana
y de padre pagano trató de encontrar la paz. Al principio trato de gozarse de
la vida. Vivió la vida más disipada que uno se pueda imaginar. Hizo todo lo que
se le antojaba y conculcaba así los mandamientos de Dios. Probó la religión
pagana del maniqueísmo. Probó la lógica y la universidad. Nada de ello le
sirvió, hasta que un día que estaba en un jardín oyó una voz que le decía,
“Toma y lee; toma y lee.” Salió corriendo del jardín a ver a su amigo Alipsio,
cogió una Biblia. La abrió al azar en Romanos 13.13, 14 y leyó, “No en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias,
no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis
para los deseos de la carne.” La paz entro en el alma de Agustín y dijo
a su amigo, “He sido regenerado.” Así actúa Dios. En medio de nuestro egoísmo
y dureza de corazón, a menudo viene a la persona menos pensada y con una fuerza
irresistible la regenera de manera que ésta cambia y alcanza la paz con Dios.
A menudo los cristianos dan testimonio de que ellos
no acudieron a Dios. No fue así, ocurrió a pesar de sí mismos. No pudieron
evitarlo. En una forma misteriosa fueron atraídos poderosamente hasta Dios
(Juan 6.37 Todo lo que
el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. ,
44 Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió
no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.). En una ocasión
Pablo había estado predicando por algún tiempo en Filipos, junto al río. Una
señora Tiatira, vendedora de púrpura, escucho a Pablo pero no creyó. Entonces
Lucas nos dice que Dios abrió su corazón
de manera que respondiera a lo que Pablo decía (Hechos 16.14 Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la
ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que
Pablo decía.). Sin esa apertura del corazón, Lidia no
hubiera podido creer. Esto es gracia irresistible, y debemos estar
agradecidos por ella. Sin ella,
seguiríamos muertos en el pecado, sin regeneración ni salvación.
Es necesario añadir una palabra de cautela. Si bien
es cierto que nadie puede salvarse sin la gracia irresistible de Dios, nadie
debe caer en la trampa racionalista de decir que no tiene ninguna
responsabilidad. No puede razonar diciendo que, como todo depende del Espíritu
Santo, no tiene necesidad de creer, o que simplemente debe limitarse a esperar
que el Espíritu venga él, y que no puede hacer nada para salvarse. Sin negar ni
por un momento la verdad de la gracia irresistible, a ella hemos dedicado todo
éste capítulo, sin embargo es cierto que la Biblia no quiere que razonemos
en forma no bíblica y digamos que vamos a esperar a que el Espíritu venga a
nosotros antes de creer. La Biblia nunca autoriza esto. Nos trasmite un
único mandamiento: creer en el Señor
Jesucristo. Ahora bien, si usted cree, entonces puede saber por el resto
de la Biblia que fue porque Dios produjo en usted tanto el querer como el hacer
de acuerdo a su beneplácito (Filipenses 2:13 porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el
hacer, por su buena voluntad.). Así pues,
crea. Dios se lo manda. Si lo hace, déle gracias a Dios por haberlo hecho
creer.
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