5:
PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS
I.
DEFINICIÓN
A.
UNA VEZ SALVO, SIEMPRE SALVO
La
descripción más sencilla y breve de la perseverancia de los santos es: una vez
salvo, siempre salvo. Es uno de los pensamientos más grandiosos de la Biblia:
Una vez que uno haya creído no se puede perder, nunca iré al infierno. Cristo
será siempre su Salvador. Se puede decidir el destino eterno, de una vez por
todas, de manera que ya no haya que preocuparse por ello.
B:
PERSEVERANCIA
DE LOS SANTOS
La
expresión Perseverancia de los Santos enfatiza que los cristianos, los santos,
como Pablo los llama en sus cartas, perseverarán en la confianza en Cristo como
Salvador. No es que a veces creerán y otras no, sino que seguirán creyendo para
siempre. Por consiguiente, siempre serán salvos.
C.
PERSEVERANCIA
DE DIOS
Es
posible, sin embargo, emplear otro término para describir este hecho, a saber, la
perseverancia de Dios. Porque en realidad la perseverancia de los santos
depende de la perseverancia de Dios. Como Dios persevera en su amor hacia su
iglesia, la iglesia puede perseverar en su amor hacia Él. La perseverancia de
los santos se podría comparar a la providencia de Dios. En el mundo natural
Dios no sólo creó el universo, sino que también lo sostiene. Si retirara su
poder por un instante, el universo todo caería de nuevo en la no existencia. Dios
crea y sostiene el universo. Lo mismo ocurre en la vida espiritual. Dios
no sólo nos recreó, sino que nos mantiene vivos espiritualmente en cada
instante. Si se apartara a su Santo Espíritu de nosotros por un simple
instante, también nosotros en forma instantánea volveríamos a nuestra
naturaleza depravada. O para emplear otra ilustración, se nos puede
comparar al hombre que vive en una cámara de oxígeno. Se le mantiene vivo sólo
con esta ayuda externa a él. Si se le saca de la cámara, el hombre muere. Así
también, la perseverancia constante de Dios es la base de la perseverancia de
los santos.
D. PRESERVACIÓN
DE LOS SANTOS
Otro
término que podría emplearse es preservación de los santos. En tanto que la
expresión perseverancia de los santos enfatiza la actividad del cristiano, la
expresión preservación de los santos enfatiza la actividad de Dios. La
perseverancia de los santos pone de relieve que el hombre hace algo, y la perseverancia
de Dios pone de relieve que Dios lo hace. La perseverancia de los santos,
sin embargo, enseña que Dios preserva al hombre; lo mantiene y protege de
manera que nadie lo pueda arrebatar de su mano.
E.
SEGURIDAD
ETERNA
En
otras palabras, perseverancia de los santos significa seguridad eterna. La
persona que pone sinceramente su confianza en Cristo como su Salvador está
segura en los brazos de Jesús. Está a salvo. Nadie la puede herir. Irá al
cielo. Y así será por la eternidad. Está segura para siempre, no solo por un
tiempo. Está eternamente segura. El arminiano enseña lo contrario; a saber, que
alguien que ha nacido verdaderamente de nuevo, que ha sido salvado por la
muerte de Jesús, puede perder la fe e ir al infierno. El arminiano cree: a
veces si cree y a veces no; a veces si es salvo y a veces se está perdido; a
veces si es hijo, y a veces hijo del diablo; a veces si está espiritualmente
vivo, y a veces muerto. ¿Quién puede decir cuál será la situación final?
II.
BASE BÍBLICA
A.
LA ELECCIÓN INCONDICIONAL
Las
cinco doctrinas o se sostienen juntos o caen juntas. La doctrina de la
perseverancia de los santos se deduce naturalmente del bíblico de la elección
incondicional. Si la doctrina de la elección es falsa, entonces también lo es
esta doctrina; pero si la doctrina de le elección es verdadera, entonces esta
doctrina se desprende de ella necesariamente. Elección significa que Dios ha
escogido a algunos desde la eternidad para ser salvos. Ha determinado con
certeza divina que irán al cielo. Si como dice el arminiano, fuera posible, que
alguien a quien Dios ha elegido abandonara la fe después de haber empezado ya a
creer entonces no hay elección. Elección significa que Dios ha
predeterminado que los elegidos serán salvos. Nunca pueden perecer. Ahora
bien, ésta es la perseverancia de los santos. En Romanos 8.29 (Porque a los que antes conoció, también los predestinó para
que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el
primogénito entre muchos hermanos.) Pablo dice que aquellos a quienes
Dios conoció antes, es decir, amó de antemano, también los ha predestinado al
cielo, y aquellos a quienes ha predestinado también los ha llamado, justificado
y glorificado. Si alguien pudiera caer e ir al infierno, entonces no habría
predestinación. Pero Pablo está convencido de que nada puede separar a los
elegidos del amor de la elección de Cristo, No lo puede lograr la tribulación,
ni la angustia, ni la persecución, ni el hambre, ni la desnudez, ni los
peligros, ni la espada. No, en todas estas cosas los cristianos son más que
vencedores por medio de Dios que los ama. Además, dice Pablo, no hay nada, nada
en absoluto, que pueda separar al cristiano del amor de Dios. “Estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni
principados, ni potestades, ni los presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo
profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es
en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8.38, 39). Ésta es la
perseverancia de los santos. No hay absolutamente nada en este mundo pasado,
presente o futuro que pueda separar al creyente del amor de Dios hacia él.
En realidad la perseverancia de los santos depende de la perseverancia de Dios.
Si fuera cierto que la fe del hombre proviene en último término de sí mismo y
no de Dios, entonces, como el hombre es depravado, sería muy posible que debido
a su volubilidad el hombre no perseverara en la fe, sino que llegará un día a
rechazar a Cristo. Creyó en algún tiempo, pero quizá mañana estará
emocionalmente perturbado y cambiará. Quizá se verá sometido a algunas pruebas
duras y le echará la culpa a Dios por ellas. Siendo veleidoso, se levantará
quizá con el pie izquierdo y se volverá en contra de Dios. Es muy comprensible,
según la teoría arminiana del hombre como cooriginador de su fe, que este pueda
perder la fe y caer. Pero cuando
caemos en la cuenta de que la fe no es un don del hombre a Dios, sino
que es más bien el don de Dios al
hombre, entonces nos damos cuenta de que el hombre nunca perderá esta fe. Se puede confiar en ello
porque Dios no es veleidoso. “Porque yo Jehová no
cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos” (Malaquías
3.6). “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los
siglos” (Hebreos 13.8). Dios no es como un niño a quien hoy día le gusta
el oso de juguete, pero mañana lo deja de lado en un rincón. No es como la niña
que se extasía ante el peinado que lleva hoy pero mañana se peina de forma
diferente. No, Dios no es caprichoso, veleidoso ni excéntrico. Persevera en
su amor. Es estable e inmutable. Este hecho hizo que Pablo escribiera a los
filipenses que está Filipenses 1;6 “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la
buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”. Si Dios
comienza una obra en los filipenses, entonces la concluirá en la segunda venida
de Cristo. Esto no es nada más que la perseverancia de los santos. La
perseverancia de los santos depende de la perseverancia de Dios. O si se piensa
que Dios nos escoge para ser salvos porque hemos hecho algo bueno tal como creer
en Cristo, entonces sería concebible que si Dios nos ve vacilar en la fe,
cambie de pensamiento de manera que nos perdamos. Porque somos malos y
depravados, y nos apartaremos de Dios a no ser que venga a nuestra vida a cada
momento con su gracia renovadora y sostenedora. Pero Dios no actúa de esta
forma. No
nos dio gracia salvadora porque vio de antemano que íbamos a hacer el bien.
Tal como
creer en Cristo. Porque por naturaleza somos completamente
depravados. No hay dentro (de nosotros nada que pudiera ser la causa más
mínima, más microscópica de que Dios nos ame. Es lo contrario, todo lo que hay
dentro de nosotros haría que nos odiara. La
causa de que nos ame se encuentra sólo en Él. Si Dios sabía desde el
primer momento que no hay absolutamente nada en nosotros que nos haga dignos ni
en lo más mínimo de recibir su amor y su gracia salvadora entonces no podría
haber nada en nosotros, como el pecado o la incredulidad, que lo hiciera
apartar su amor de nosotros y quitarnos su gracia salvadora. Porque la causa
de su amor se encuentra en Él y no en nosotros. Así pues, la doctrina
bíblica de la perseverancia de los santos se funda en el amor eterno de
elección de Dios.
B. EXPIACIÓN LIMITADA
Si
lo que hemos escrito sobre la expiación limitada es verdadero y bíblico, si
Cristo murió por los elegidos, por las ovejas de Dios, entonces de aquí se
desprende la perseverancia de los santos. La pregunta crucial es: De hecho ¿qué
hizo Cristo en la cruz? ¿Quito en realidad la culpa de su pueblo? ¿O hizo esto
sólo en teoría? Si Jesús sufrió en verdad la maldición de Dios por los pecados
de su pueblo, como Pablo dice en Gálatas 3.13 (Cristo
nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque
está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), que lo hizo,
si Cristo realmente llevó sobre sí los sufrimientos infernales de la cruz y fue
un sustituto auténtico no sólo en teoría por todos los pecados de su pueblo
tanto los pasados, como los presentes y futuros, entonces ese pueblo no puede
ir al infierno y recibir castigo por sus pecados, Cristo fue castigado por
ellos, esto significa que los suyos irán con toda certeza al cielo. Esto es
perseverancia de los santos. En Romanos 8.33-34 (¿Quién
acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que
condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que
además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.) Pablo
razona de esa manera: dice que Cristo se entregó por todos nosotros, es decir,
los elegidos. Esto es expiación limitada. Por consiguiente, pregunta Pablo,
“¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el
que condenará? Cristo es el que murió” . Es decir, la expiación de Cristo es
otro fundamente para la confianza del cristiano de que todos aquellos por los
que Cristo murió se salvarán con certeza. Esto no es otra cosa que la
perseverancia de los santos. Decimos que es otro fundamento. En realidad no lo
es. Porque la expiación de Cristo por los suyos procede directamente del amor
de la elección del Padre por los suyos. La expiación no hace sino implementar
el amor de elección del Padre. El Padre deseaba salvarlos, y Cristo si, los
salva. En otras palabras, hay una unidad entre el objeto del amor del Padre y
el objeto del amor de la expiación de Cristo.
C. VIDA ETERNA
Uno
de los argumentos bíblicos más poderosos a favor de la seguridad eterna se
encuentra en las palabras vida eterna, o vida perdurable. La Biblia emplea
constantemente este término. He aquí apenas cuatro ejemplos en Juan: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida
eterna” Juan 3.16 “El que cree en el Hijo tiene
vida eterna” Juan 3.36 “El que oye mi
palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a
condenación” Juan 5.24 “Estas cosas os he
escrito a vosotros que creéis en el nombre del hijo de Dios, para que sepáis
que tenéis vida eterna” 1 Juan 5.13
Tanto Jesús como Juan dicen que el creyente
tiene vida eterna. Ante todo, adviértase el tiempo del verbo. El creyente tiene
vida eterna. No es que la vaya a alcanzar en el futuro, si no que la posee
desde ahora. Cualquiera que lea estas frases puede poseer, vida eterna de
inmediato, sin esperar un sólo momento. Jesús lo dijo. Lo único que tiene que
hacer es pedir sinceramente a Jesús que sea su Salvador. Luego obsérvese qué es
vida eterna. Esto significa vida para siempre. O de otra manera, una vez salvo,
siempre salvo: siempre, por siempre.
Sí la teoría arminiana fuera cierta, y un
creyente que ha nacido de nuevo pudiera perder la fe y decir es que el creyente
posea vida eterna, Se podría decir que tiene vida buena, o vida santa, o vida
sobrenatural, o vida feliz; pero nunca se podría decir que el creyente posea vida
eterna. Porque según el arminiano no posee vida eterna. Posee vida temporal, vida
momentánea, vida finita, pero no una vida que nunca termina. Ahora bien, esto
se opone a la palabra de Dios. Jesús dice que “todo
aquel que en él cree, no se pierde”. Pero el arminiano dice, “No, para
cierto tiempo es sólo una vida temporal.” Jesús dice, “si
alguno comiere de este pan, vivirá para siempre” (Juan. 6.51). El
arminiano dice, “Quizá.” Jesús dice, “Yo soy la
resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo
aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente” (Juan. 11.25, 26).
“No morirá,” dice Jesús. “Posiblemente”, dice el arminiano. A pesar de los que
dicen los arminianos, el empleo constante de la palabra eterna debería llenar
de gozo a todo aquel que realmente cree. Porque el testimonio inequívoco de la
Biblia es que el que confía en Jesús no morirá sino que tendrá vida eterna, que
nunca, nunca, terminará. Gracias a Dios por la vida eterna.
D. Juan 6.39
“Y ésta es la voluntad del Padre, el que me envió: que todo lo
que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.”
Jesús acaba de decir que todos aquellos que el Padre le ha dado vendrán a Él (Juan
6; 37). Es cierto. Además, ha venido para hacer la voluntad del Padre, y ésta
es su voluntad: no perder “nadie de todos los que él
me diere”, y que “lo resucite en el día postrero”. Y en el
versículo Juan 4;4 dice que “le resucitaré”. El “día postrero” se refiere al
ultimo día en la tierra, al día del juicio. En otras palabras, todos los que
están con Jesús serán resucitados en el “ultimo día para ir al cielo. Jesús no
perderá a ninguno de ellos. Esto es la perseverancia de los santos.
E. Juan 10.28-29
Al hablar de sus ovejas, Jesús dice, “Yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, y nadie las
arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las
puede arrebatar de la mano de mi Padre.” Si hay algún pasaje que enseñe
claramente la seguridad eterna, es este. Veamos cómo se desarrolla el argumento
de Jesús:
1.
“Vida eterna” sólo este término es
suficiente para probar la perseverancia de los santos. Porque si una persona se
aparta de la fe una vez que ha creído, entonces no hay nada eterno acerca de la
vida que Jesús le promete. Hay una vida breve, corta, pero no eterna. Pero
Jesús dice que es vida eterna.
2. “No
perecerán jamás”. Si, como dice el arminiano, el creyente puede perder la
fe, entonces, en realidad perecerá. Pero Jesús dice que nunca perecerá.
La prueba a favor de la perseverancia de los santos difícilmente podría ser más
clara; pero sólo en caso que todavía hubiere algunos Tomases que dudaran, Jesús
añade una tercera afirmación que elimina el último vestigio de temor.
3.
“Nadie las arrebatará de mi mano”.
¡Cuán preciso es Jesús! Nadie puede hacer que una sola de sus ovejas se pierda.
No lo puede el diablo. No lo pueden los maestros. No lo pueden los amigos. Ni
siquiera uno mismo se puede arrebatar a sí mismo de las manos de Jesús. Es
imposible. Nadie puede hacerlo. Con esto ya debería acabarse para siempre el
dudar en cuanto a la enseñanza de Jesús sobre la seguridad eterna. Estas tres
afirmaciones inequívocas son concluyentes. Pero para que no queden malos entendidos,
Jesús añade una cuarta afirmación.
4.
“Mi Padre que me las dio, es mayor que
todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre”. El Padre es
omnipotente. Es mayor y más poderoso que toda la gente y los demonios
juntos. Por consiguiente, la conclusión ineludible es que nadie puede arrebatar
a las ovejas de Dios de su mano. ¡Qué conclusión y reafirmación tan poderosa de
la perseverancia de los santos! Si alguien continúa sin creer en la seguridad
eterna, está ciego.
F. Efesios 1.13, 14
“habiendo creído en
Él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de
nuestra herencia.” En la época del nuevo testamento, se sellaban las
cartas o los objetos, tales como la tumba de Jesús (Mateo. 27.66 Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando
la piedra y poniendo la guardia.). Se utilizaba el sello para garantizar
la genuinidad del artículo, para indicar que pertenecía a alguien, y para
protegerlo. Por ello la posesión del Espíritu Santo era el sello de Dios, el
inicio de que el creyente pertenecía Dios y que sería protegido contra todo
daño. En Efesios 1.13-14 (En él también vosotros,
habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y
habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la
promesa, 14 que es las arras de
nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de
su gloria.) y 4.30 (Y no contristéis al Espíritu
Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.)
Pablo dice que este sello o protección seguirá en acción hasta el día de la
redención. El Espíritu Santo es la
garantía de que el creyente no se perderá. Luego Pablo emplea otra
ilustración notable para enseñar la seguridad eterna. Dice que el espíritu
santo es las arras de la herencia completa que habrá de llegar. La palabra
griega traducida “arras” es término ordinario que se usaba en las operaciones
de negocios u otros acuerdos. Se hacía un primer pago, como se hace hoy al
comprar a crédito; y ese pago era promesa de que se pagará el resto. Así pues el Espíritu Santo es la promesa de
Dios de que seguirá la herencia completa. Esto es lo mismo que decir que
una vez que se tiene al Espíritu santo, siempre se tendrá al Espíritu Santo. Una
vez salvo, siempre salvo.
G. 1 Pedro 1.4, 5
“para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible,
reservada en los cielos para vosotros, 5
que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para
alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo
postrero.” Pedro tiene palabras muy confortadoras acerca de
la certeza eterna de nuestra salvación. Dice que el cristiano posee una
herencia y que esa herencia se guarda en el cielo para él. Pero quizá alguien
se puede preocupar de que, aunque la herencia esté allá, nunca la alcanzará
para disfrutarla. Piensa que es un cristiano demasiado débil. Para descartar
tal idea Pedro dice que el cristiano es guardado para alcanzar la salvación. La
palabra “guardado” es la misma que se emplea para indicar la protección o
cuidado de una ciudad a cargo de soldados (2 Corintios 11.32 En Damasco, el gobernador de la provincia del rey Aretas
guardaba la ciudad de los damascenos para prenderme). Pero Pedro pone de
relieve que el cristiano no es guardado por elementos humanos débiles como los
soldados. No, los protege Dios mismo.
Y Dios es omnipotente. Y por si no
fuera suficiente decir simplemente “Dios”, Pedro remacha el clavo en cuanto a
la omnipotencia de Dios añadiendo la palabra “poder”. Al cristiano lo guarda “el poder de Dios”. Quizá alguien
pueda estar de acuerdo en que Pedro quiso decir efectivamente que al cristiano
lo guarda el poder de Dios, pero que esto pude ser por un tiempo corto. Pedro
refuta esa idea rápidamente al añadir que Dios
lo guarda para salvación que se manifestará en el tiempo postrero, en el Día
del Juicio. La preservación de los santos no es algo temporal, sino
para siempre, hasta el día postrero.
III.
ALGUNAS
OBJECCIONES TRADICIONALES
A. ¿Acaso
todos nosotros no conocemos personas que en un momento expresaron fe en Cristo?
Iban a la iglesia, leían la palabra de Dios, oraban y parecían cristianos
genuinos. Luego sucedió algo y poco a poco se fueron apartando de la fe hasta
que hoy día no quieren saber nada de la iglesia, ni de Cristo, ni de Dios.
¿Acaso estos hechos no prueban que la perseverancia de los santos no es cierta?
En respuesta a esta objeción, dividamos nuestro argumento en dos partes:
1.
Cristianos
Es
cierto que los cristianos pueden echarse para atrás. Todos nosotros lo hemos
experimentado en algún grado. A veces nos parece que no estamos tan cerca de
Dios como deberíamos. Nos enfriamos espiritualmente en mayor o menor grado. Y
algunos cristianos hacen cosas bastante malas. Difícilmente sabría uno que son
cristianos. Hay algún David que comete adulterio y asesinato, Pedros que niegan a Cristo, y Pablos
que hacen cosas que no deberían hacer. Pero la doctrina de la perseverancia
de los santos no quiere decir que los cristianos sean impecables. La Biblia
nos enseña que el cristiano pecará y en algunos casos retrocederá mucho. Pero
si ha nacido de nuevo verdaderamente, si el Espíritu Santo está realmente en
él para hacerlo creer, entonces el Espíritu es el pago inicial de su herencia
total. Entonces realmente tiene vida eterna, la cual significa que se
salvará eternamente. La Biblia no promete que la vida del cristiano será
siempre en línea recta y ascendente. Antes bien, quizá sea como la del niño
que se encarama por una ladera nevada. A menudo resbala nevada. A menudo
resbala, pero al final consigue llegar a la cima. La vida del cristiano es
como la línea que describe la economía de un país durante un periodo de cien
años. La línea del diagrama empieza en el rincón izquierdo más bajo y se va
elevando hacia el extremo derecho superior. Hay altos y bajos, hay recesiones y
depresiones casi catastróficas. La línea es quebrada y no recta en su
ascensión; pero si se la considera globalmente, en ese período de cien años, es
fácil ver que a pesar de los retrocesos temporales, al final hay ganancia, y
que la economía de ahora es muy superior a la del siglo diecinueve. O como dijo
el gran predicador Charles Spurgeon, al que va a bordo del barco quizá las olas
lo derriben en cubierta una y otra vez, pero nunca lo arrastraran hasta el mar.
Pablo afirma este hecho de los altibajos de la vida cristiana al mismo tiempo
que la perseverancia de los santos, cuando, en esa misma sección de Romanos
donde escribe acerca de los pecados graves que han entrado en la vida del
cristiano, dice que a pesar de estos retrocesos, “Porque
el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo
la gracia.” (Romanos 6. 14). En otras palabras, el cristiano quizá sufra
derrotas momentáneas, pero el pecado nunca se enseñoreará de él por completo.
Siempre habrá lucha contra el pecado aunque se sienta débil. Esto es asI porque Dios no ha retirado a su Espíritu Santo
del cristiano. Así pues, el hecho de que el cristiano siga luchando contra
el pecado y a veces caiga no significa que un día Dios lo abandonará para que
quede bajo el dominio completo del pecado. Pablo lo dice claramente: “El pecado
no se enseñoreará de vosotros.” Así pues, una respuesta a este problema de la
evidente deserción de la fe cristiana es que en algunos de los retrocesos que
vemos quizá sean sólo temporales marchas hacia atrás de un cristiano que
tambalea, y quien, por la gracia del Espíritu Santo, llegará a su tiempo a
reincorporarse a la fe que parece haber negado.
2.
No
Cristianos
Otra
explicación, es que las personas que niegan a Cristo quizá nunca fueron
cristianos. No todos los que dicen, “Señor, Señor,” son cristianos. Algunos
tienen algún aspecto de la religiosidad, pero niegan el poder de Dios (2
Timoteo 3.5 que tendrán apariencia
de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.). Algunos,
como Judas (Iscariote), incluso predican el evangelio y realizan milagros y sin
embargo están perdidos. Otros se aparecen como ángeles de luz, pero en realidad
son diablos (2 Corintios 11.14 Y no es maravilla,
porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz.). Algunos dirán,
“Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu
nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?” Pero
Jesús les contestará, “Apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo
7.22-23). Parte de la semilla cae en terreno superficial. En seguida echa
raíces y brota, pero el sol lo abrasa rápidamente y muere. Algunas personas
oyen el mensaje cristiano, se emocionan, pasan gozosos al frente en respuesta
al llamamiento que se les hace, y luego al cabo de dos meses se olvidan de que
se les hace, luego al cabo de dos meses se olvidan de que se entregaron a
Cristo. Estos casos en lugar de probar que el cristiano puede apartarse de la
fe, nos ponen sobre aviso en cuanto a que debemos asegurarnos de nuestro
llamamiento y elección (2Pedro 1.10 Por lo cual,
hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque
haciendo estas cosas, no caeréis jamás.). Señalan el hecho de que es
posible pertenecer a una iglesia, bautizarse, compartir la Cena del señor y sin
embargo ir al infierno. “No que la palabra de Dios haya
fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas”
(Romanos 9.6). No todos los que están en la iglesia pertenecen a la
verdadera iglesia. Debemos asegurarnos de que hemos nacido de nuevo, de que
estamos arrepentidos del pecado, y de que sinceramente pedimos a Cristo que sea
nuestro salvador. Así pues, estos ejemplos vivos de personas que retroceden no
se oponen a la enseñanza bíblica de la preservación de los santos. Es decir,
estas personas son, o cristianos que retroceden temporalmente, pero que serán
restaurados plenamente a la fe, o son hipócritas, que nunca fueron
cristianos verdaderos. El hecho es la evidencia bíblica, es demasiado
abrumadora a favor del “una vez salvo, siempre salvo.
B. ¿Acaso el creer en la
perseverancia de los santos no hará que algunos se vuelvan licenciosos? ¿No
razonarán acaso que sí están seguros eternamente y no se pueden perder, pueden
hacer lo que quieran? ¿Pueden dedicarse por completo a la vida de pecado,
porque a fin de cuentas se salvarán?
Para
el que piensa de esta forma le tengo algunas noticias: esa persona
no demuestra que es cristiana, y si persevera en esa manera de pensar, ira al
infierno en vez de ir al cielo. Porque es imposible que el
cristiano genuino asuma tal actitud. El Espíritu
Santo no se lo permitirá. Si Dios ha comenzado una buena obra en alguien,
no lo abandonará a toda clase de pecados. “El pecado no
se enseñoreará de vosotros. (Romanos 6.14). Es una contradicción
intrínseca hablar de un cristiano que puede hacer todo lo que su vieja
naturaleza pecaminosa desee. Cuando Dios predestina a alguien, lo
predestina a la santidad, no al pecado (Efesios 1.4 según
nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y
sin mancha delante de él,). Si alguien dice que no importa lo que haga
porque Dios lo ha predestinado; porque los predestinados nunca actúan en una
manera tan pecaminosa. Cuando decimos una vez salvo, siempre salvo,” esto no
quiere decir solamente haber sido salvado de la culpa del pecado, de manera que
el salvo no vaya a sufrir las iras del infierno. Significa también ser salvo del poder
del pecado. La salvación
nunca es simplemente salvación de la culpa del pecado sino del poder del
pecado. Pero tampoco sólo del poder del pecado. Es ambas cosas. Es imposible
que alguien sea salvo de la culpa del pecado sin serlo del poder del pecado.
La perseverancia de los santos significa que los santos perseverarán en la fe. Y
esta fe se compone de pesar y arrepentimiento por el pecado. Si alguien no
está arrepentido de sus pecados y se abandona a ellos entonces, nunca poseyó fe
y no es salvo. El término preservación de los santos significa que Dios
preservará, protegerá, y guardará a los santos hasta el día postrero en que se
les revele la salvación. Esa salvación no quiere decir simplemente que han
sido salvados del infierno y que ahora pueden pecar todo lo que se les antoje.
Una situación así sería un infierno en el cielo, y esto es imposible. Además,
es precisamente cuando el cristiano cae plenamente en la cuenta de la verdad
bíblica de la perseverancia de los santos que no se inclinará ya más hacia el
pecado sino hacia la santidad. Porque querrá mostrar agradecimiento a Dios por
mantenerlo en la fe, y la mejor forma de hacerlo es guardando los mandamientos
de Dios, cuando el cristiano se da cuenta de que por naturaleza no es buena
persona, si no más bien enemiga de Dios; cuando cae en la cuenta además de que
la fe que tiene procede de Dios; y cuando ve que la única razón de que
persevere en la fe en Dios es que Dios persevera en enviarle al Espíritu,
entonces no desea pecar; sino que desea dar gracias a Dios por no interrumpir
nunca esa buena obra que empezó en él (Filipenses 1.6 estando
persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la
perfeccionará hasta el día de Jesucristo). Por tanto, afirmar que la
doctrina de la perseverancia de los santos conduce al pecado es hacer una
caricatura de la fe cristiana. Lo opuesto a esto es lo verdadero.
CONCLUSIÓN
La enseñanza de “una vez salvo, siempre salvo”
es una de las enseñanzas más grandiosas de la Biblia. No permita que nadie le
quite el gozo de saber que será salvo para siempre. Es una bendición el poder
hacer, una vez por todas, una decisión que fijará su destino eterno. Es muy
alentador el poder entregar la vida a Cristo, y saber que al hacerlo, de
inmediato, es uno salvo y será salvo para siempre y que el poder de Dios lo
guardará para la salvación total que se revelará cuando Cristo regrese.
Alabemos a Dios de quien proceden todas las bendiciones. Alabemos al Padre por
su amor de elección. Alabemos al Espíritu Santo por su acción irresistible. Alabemos al Dios trino al preservarnos
hasta el fin. ¡Gloria a Dios!
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