} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: DOCTRINAS FUNDAMENTALES (4)

sábado, 11 de mayo de 2024

DOCTRINAS FUNDAMENTALES (4)

 

3:   EXPIACIÓN LIMITADA

 

I.                  EL PROBLEMA

¿Por quién fue que Cristo quiso morir? ¿Por los pecados de quién pagó Cristo de hecho? ¿A quién reconcilió Cristo con Dios? ¿A quién sustituyó Cristo? ¿Cuál fue su intención, su propósito al morir? ¿Salvarlos a todos o sólo a los que Dios eligió? Durante mucho tiempo los cristianos ortodoxos han respondido a estas preguntas de dos formas diferentes. El arminiano ha dicho, “Cristo murió por todos”, en tanto que el calvinista ha dicho, “Cristo murió solo por el creyente.” El arminiano ha enseñado la expiación universal; en tanto que el calvinista ha enseñado la expiación limitada. El arminiano dice que Cristo murió por todo el mundo, incluyendo a Esaú y Judas. Dicen que Cristo pagó por los pecados aun de los réprobos, aquellos que conscientemente rechazan a Jesús, aquellos que van al infierno. Hacen una distinción entre lo que Cristo hizo (morir por todos) y lo que Cristo consiguió (no todos se salvan). Para ellos la expiación es como un obsequio universal; hay un regalo para todos, pero sólo algunos tomaran posesión del regalo. Cristo no sólo derramó su sangre, también la esparció. Quiso salvar a todos, pero sólo algunos se salvarán. Por consiguiente, parte de su sangre se ha perdido: se ha desparramado.

Se puede encontrar una ilustración de la posición arminiana en el caso de un americano que fue condenado a muerte hace más de 100 años. Antes de que lo colgaran, sin embargo, el presidente Andrés Jackson le concedió el perdón. Pero el hombre se negó e incluso apeló a la Corte Suprema, la cual sostuvo su derecho de negarse a recibir el perdón. La Corte declaró que el Presidente puede otorgar el perdón, pero que el perdón nunca se puede imponer a una persona; se puede rechazar. En forma semejante, el arminiano dice, Dios puede ofrecer el perdón al hombre sobre la base de la muerte de Cristo, pero el pecador acepta o puede rechazarlo. Sin embargo cualquiera que rechace el perdón tanto de Dios como de un Presidente es necio. Para robustecer su posición, el arminiano recurre a pasajes como 1Juan 2.2 (“Él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo”), 2 Corintios 5.14 (“porque el amor de Cristo no constriñe, pensando esto: que uno murió por todos”) y Juan 4.42 (“verdaderamente éste es el Salvador del mundo”). El calvinista, por otro lado, dice que Cristo murió sólo por el creyente, por el elegido, sólo por los que de hecho se salvarán e irán al cielo. Según el calvinista, Cristo quiso o se propuso que su expiación pagara por los pecados sólo de aquellos que el Padre le había dado (Juan.6.37-40 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. 38  Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 39  Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. 40  Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero). Dice que si Cristo de hecho llevo el castigo de los pecados de todos entonces se salvan. Pero esta conclusión obviamente no es aceptable. Hay personas que van al infierno. El calvinista recurre a los pasajes que afirman que Cristo murió, no por todos, sino por su “pueblo” (Mateo. 1.21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.), sus “ovejas” (Juan. 10.15 así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. 10.26 pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.),  “la iglesia” (Hechos. 20.28 Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. ), y “la esposa” (Efesios 5.25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,). Cuando el calvinista emplea el término limitada, no quiere decir que la expiación sea limitada en su poder para salvar. Por el contrario, cree que la expiación de Cristo es ilimitada en cuanto a poder, que Cristo salva en forma completa, y que la expiación tiene un valor infinito. Pero si cree que la expiación ilimitada de Cristo es limitada en su fin, que Cristo quiso quitar, y de hecho quitó la culpa de los pecados de un número limitado de personas a saber, aquellos a quienes Dios ha amado con un amor especial desde la eternidad. La expiación, de valor limitado, se limita a ciertas personas. Es una expiación limitada. Como la expresión expiación limitada puede confundir a las personas, algunos han preferido el término definido o particular. Estos últimos términos subrayan los objetos de la expiación, que es ilimitada en cuanto a su poder, se limita a un número definido y particular de personas a saber, los creyentes. No importa cual término se emplee, limitada, definida o particular, si se tienen bien claras estas distinciones.

 

II.               LA RESPUESTA BÍBLICA

Antes de pasar a la información bíblica básica, obsérvense dos pasajes que tratan de la expiación limitada: Juan 10.15 (así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.) Y Efesios 5.25 (Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,) En Juan Jesús emplea la ilustración del pastor y su rebaño. Dice de sí mismo que es Pastor y que tiene un rebaño de ovejas. Conoce a las ovejas y ellas lo conocen a Él. Escuchan su voz y lo siguen, y él les da vida eterna a fin de que no perezcan. Estas ovejas son los verdaderos creyentes. Ahora bien, Jesús dice que da su vida por estas ovejas y no por todo el mundo: “El buen pastor su vida da por las ovejas” (Juan10.11). Y en 10.15 dice de nuevo, “pongo mi vida por las ovejas”. Esto es expiación limitada. Entrega la vida por sus ovejas, y sólo por sus ovejas. En 10.26 dice a aquellos que no creen en Él que son ovejas suyas. “pero vosotros no creéis,” dice a los judíos incrédulos, “porque no sois de mis ovejas.” En otras palabras, no estaban incluidos en su rebaño, por lo cual, como había dicho antes, dará la vida. Esto es expiación limitada. En Efesios 5.25-27 Pablo amonesta a los esposos de la iglesia de Efeso a que amen a sus esposas “así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella”. Es la iglesia, no el mundo, por quien Cristo se entregó a sí mismo. Además, se entregó a sí mismo para ella “para santificarla, habiéndola purificado.”Hay una unidad inseparable entre la muerte de Cristo por la iglesia y su acción santificadora y purificadora de la misma. Cristo purifica y santifica a aquellos por quienes murió. Como el mundo no está santificado, ni purificado, es obvio que Cristo no murió por él. Además, si el punto de vista arminiano fuera correcto, es decir si Cristo amó a “todo” el mundo por igual y se entregó a sí mismo por el mundo, entonces el paralelismo entre la esposa del marido y la esposa de Cristo caería por su base. Porque entonces la amonestación sería que el marido debe amar a otra que no es su esposa y entregarse por ella, del mismo modo que Cristo se entregó a sí mismo no sólo por la iglesia su esposa, sino también por los que están fuera de ella. Pero sería contradictorio a la Biblia, que enseña que el hombre debe tener una sola esposa. Ahora examinemos la base bíblica de la expiación limitada desde el punto de vista del Padre, del Hijo y del Espíritu santo, y veamos la unidad y armonía de su propósito y acción.

A.    LA ELECCIÓN DEL PADRE

 Si el arminiano tiene razón en su negativa de la elección; sí Dios no predestinó a algunos para la vida eterna, sino que los postdestinó; si Dios no ha amado a algunos con un amor particular desde la eternidad; si Dios no decidió desde la eternidad salvar a su pueblo entonces no hay expiación limitada sino universal. Ambas cosas son inseparables: el amor indefinido y la expiación indefinida, el amor universal y la expiación universal, el amor indiscriminado y la expiación indiscriminada, y la elección ilimitada (Dios elige a todos) y la expiación es ilimitada. Si Dios no ha amado a ciertas personas con un amor particular, entonces el arminano tiene razón: Dios no envió a su Hijo para que muriera por ciertas personas solamente. Si Dios ha amado a todos por igual, entonces Dios de hecho ha enviado a su Hijo para que muriera, por todos por igual. El arminiano tiene razón al observar que el amor del Padre y la expiación del hijo van juntos, que las mismas personas son el objeto del amor de Dios y de la expiación, que hay concordancia entre el amor del Padre y la muerte del Hijo. Los objetos de ambos son los mismos. El arminiano y el calvinista están de acuerdo a este respecto. Pero la Biblia enseña repetidamente que Dios no ama a todos con el mismo amor. “A vosotros solamente he conocido de todas de todas las familias de la tierra” (Amos 3.2); “A los que antes conoció, también los predestinó” (Romanos 8.29); “A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí” (Romanos  9.13).

La expresión “Amado de Dios” no se aplica al mundo, sino solo a los santos de Roma (Romanos 1.7 a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.), de Colosal (Colosenses 3.12 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia;) y de Tesalónica (1 Tesalonicenses 1.4 Porque conocemos, hermanos amados de Dios, vuestra elección; 2 Tesalonicenses 2.13 Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad,), y a los destinatarios cristianos de la carta de Judas (1 Judas, siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo, a los llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo:)

Como los objetos del amor del Padre son particulares, definidos y limitados, también lo son los de la muerte de Cristo. Como Dios ha amado a algunos y no a todos, como ha decidido en forma soberana e inmutable que éstos en concreto se salvaran, envió a su Hijo para que muriera por ellos, para que los salvara, no para que se salvara a todo el mundo. Como es una elección definida, la expiación es definida. Como es una elección limitada, la expiación es limitada. Como es una elección particular, la expiación es particular. El amor de elección de Dios y la expiación de Cristo van juntos y tiene como meta las mismas personas. Hay unidad entre el Padre y el Hijo. Fue porque Dios amó tanto al mundo de los pecadores elegidos que envió a su hijo unigénito para que el mundo se salvara por medio de él (Juan. 3.16-17 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 17  Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.) En este pasaje la palabra “mundo” no quiere decir todas y cada una de las personas, tanto los réprobos como los elegidos, sino el mundo entero en el sentido de personas de todas las tribus y naciones, no solo judíos. Como el Padre había dado algunos a Jesús, Jesús vino a la tierra para morir por ellos (Juan. 6.37-40 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. 38  Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 39  Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. 40  Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.). Jesús tuvo una meta definida y precisa, que coincidió con el propósito del Padre. Su propósito no fue morir en forma imprecisa por toda la gente del mundo, sino que, como dijo, “todo lo que el Padre me da, vendrá a mí” (v.37). La voluntad del decreto del Padre fue no que todos se salvaran sino que Jesús no perdiera a ninguno de los que el Padre le había dado (v. 39). Jesús murió sólo por este propósito (v. 38).

1 Juan 4.10 (En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.) enseña también en forma clara la relación inseparable entre el amor de Dios y la expiación de Cristo, porque dice que Dios “Nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.” El objeto del amor de Dios es el mismo objeto de la propiciación de Cristo. El “nosotros” se refiere no al mundo sino a aquellos cuyos pecados son perdonados (2.12 Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre. ) que han vencido al maligno (2.13 Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre. ) y que son hijos de Dios (3. 1, 2 Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. 2  Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.). En otras palabras, Cristo murió sólo por los hijos de Dios: aquellos a quienes Dios amó con amor especial. Pablo también identifica a aquellos por quienes Cristo murió con aquellos a quienes Dios ama, cuando escribe: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aun pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5.8). El objeto del amor de Dios (“nosotros”) es el mismo que aquellos por quienes Cristo murió (“nosotros ). Debido al amor especifico de Dios por “nosotros” los santos (Romanos 1.7 a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.) y los justificados (Romanos 5.1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; ) Cristo murió por los mismos. Quizá el más convincente de todos los pasajes para mostrar la relación íntima y necesaria entre elección limitada y expiación limitada es Romanos 8. 32 (El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?). Este versículo es tanto más sorprendente porque es un pasaje al que recurren constantemente los que defienden la expiación ilimitada. Dice así: “El que no escatimó ni a su propio hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿Cómo no nos dará también con él todas las cosas? A primera vista, puede parecer que Pablo enseña claramente que Cristo murió por todos. Pero una reflexión más madura lleva a la conclusión clara de que es imposible que sea así. El “todos” del versículo 32 se refiere a todos los elegidos, y no todos los que viven en el mundo entero. La razón de esto es que el pasaje entero de Romanos 8 desde el versículo 28 hasta el final del capítulo trata sólo de los cristianos. Todo lo que antecede y sigue de inmediato al versículo 28 hasta el final del capítulo trata sólo de los cristianos. Todo lo que antecede y sigue de inmediato al versículo 32 se refiere sólo al pueblo especial de Dios. Todas las cosas no contribuyen al bien de todo el mundo, sino sólo de aquellos que aman a Dios y que han sido llamados conforme a su propósito electivo (v. 28). Las promesas de Dios son sólo para aquellos a quienes él ha conocido de antemano y ha predestinado y glorificado (v. 29-30). De éstos es de quien Pablo dice “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿Cómo no nos dará con él todas las cosas?” (v. 32). El “todos nosotros”, por quienes Cristo murió son aquellos cristianos que Pablo acaba de mencionar. Luego en la frase que sigue inmediatamente, Pablo continúa hablando sólo de los elegidos: “Quién acusará a los escogidos de Dios?” La idea es: nadie puede, porque Cristo murió por ellos. ¿Ven la conexión íntima entre los elegidos y aquellos por quienes Cristo murió? Son los mismos. Todo lo que procede y sigue al “todos nosotros” del versículo 32 está restringido a los elegidos, a los que Dios ama. Por consiguiente este versículo, en lugar de apoyar una expiación universal, apoya precisamente lo opuesto: limita el “todos nosotros” a aquellos que aman a Dios. Esta es expiación limitada. Y precisamente es esta expiación limitada la que proporciona tanto consuelo en tiempos de prueba. Porque Pablo arguye (v. 32) que si Dios dio lo más grande del mundo por su pueblo es decir, si Dios sacrificó a su hijo Jesús por nosotros los creyentes entonces dios dará también todo lo que sea para nuestro bien. Así pues, no tienen por qué preocuparse, los de poca fe, los que temen tanto el mañana. Recordemos, que si Dios sacrificó a Cristo por nosotros, entonces todas las demás cosas que son buenas son pequeñeces. Y Dios nos las dará. Demos gracias a Dios Padre no sólo por su amor eterno de elección, sino también por el Hijo que murió por nosotros.

Para resumir esta sección, la Biblia enseña que el propósito de la predestinación del Padre y de la expiación del Hijo es el mismo: La salvación de un número limitado de personas, de los elegidos de Dios. En otras palabras, la expiación limitada se basa en la elección incondicional.

 

B: LA EXPIACIÓN DEL HIJO

 

 Para responder a la pregunta: ¿Por quién murió Cristo?, es necesario definir la palabra morir. ¿Qué quiere decir morir? ¿Exactamente qué es los que Jesús hizo cuando murió? Éste es el meollo de la pregunta. La Biblia define la muerte de Jesús por lo menos cuatro maneras diferentes. Cuando Cristo murió:

 (1) Se sacrificó en forma vicaria por los pecados (1ªCorintios 15; 3 Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras)

 (2) Propició, es decir; aplacó la ira justa de Dios (Romanos 3.25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados,, 1 Juan. 2.2  Y él (Jesúcristo) es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo; 4.10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.)

 (3) Reconcilió a su pueblo con Dios, es decir, eliminó la enemistad entre ellos y Dios (Romanos 5.10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida; 2 Corintios 5.20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.);

Y (4) los redimió de la maldición de la ley (Gálatas 3:13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero).

La pregunta a la que hay que contestar en forma precisa es ésta: ¿Se sacrificó o no? ¿Se sacrificó Cristo en realidad en forma vicaria por los pecados o no? Si lo hizo, entonces no fue por todo el mundo, porque entonces todo el mundo se salvaría. ¿Redimió Cristo en verdad, no en forma teórica, sobre el papel, sino en realidad a Judas de la maldición de la ley, haciéndose de hecho maldición por Judas (Gálatas 3.13), de manera que éste ya no esté bajo la maldición de la ley? Desde luego no. Pablo dice que Cristo se hizo maldición por nosotros, es decir, por Pablo y por los gálatas creyentes. Como Judas no quiso creer en Cristo, está en el infierno bajo la maldición de la ley. Cristo no murió por él. ¿Reconcilió Cristo de verdad, a Esaú con el Padre, por medio de su muerte (Romanos 5.10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.), o no? ¿Quitó de hecho, con su muerte vicaria, la enemistad que existía entre Dios y Esaú de manera que ésta ya no se da? Es lo uno o lo otro. Si Cristo reconcilió a Esaú, si Cristo se hizo maldición por Judas, si de hecho soportó los tormentos por todo el mundo, en otras palabras, si murió por todo el mundo, en otras palabras, si murió por todos, entonces nadie está perdido. Todos han sido reconciliados y redimidos. Pero decir que todos los hombres están redimidos es contradictorio con lo que afirma la Biblia. Así pues la naturaleza de la expiación, ¿Qué hizo de hecho Cristo? Gira alrededor de la pregunta: ¿por quién murió Cristo? El sustantivo (expiación) define su adjetivo (limitada). Si la expiación en realidad no salva, si no quita de verdad la maldición de Dios sobre el pueblo, si no redime de hecho, entonces sí puede ser para todos, incluso para los que están en el infierno. Pero si la muerte de Jesús es lo que la Biblia dice que es, sacrificio vicario por los pecados, redención verdadera y no hipotética, mediante la cual el pecador queda realmente reconciliado con Dios, entonces, obviamente, no puede ser por todos los hombres, porque entonces todos se salvarían, y lo cierto es que no es así. Una de las dos cosas es verdadera: o la expiación es limitada en su alcance o es limitada en su naturaleza o poder. No puede ser ilimitada en ambos sentidos. Si es ilimitada en su alcance, es decir, si Cristo murió por todos y cada uno, como pretende el arminiano, entonces no puede ser ilimitada en su naturaleza, en su poder, porque entonces todos se salvarían. Como el arminiano cree en una expiación que es ilimitada en su alcance, necesariamente ésta es una expiación vaga, indefinida, pobre, que no salva de hecho a nadie. Si, por otra parte, la expiación es ilimitada en cuanto a su eficacia y a su poder salvador, como la Biblia lo indica, entonces debe ser limitada en su alcance. A no ser que alguien crea en el universalismo, que todos se salvaran, la expiación no puede ser ilimitada tanto en su naturaleza como en su alcance. Por consiguiente, es bíblico hablar de una expiación ilimitada (en cuanto a su naturaleza y su poder) y limitada (en cuanto a su alcance). O, una expiación particular definida e ilimitada.

Cuando se cae en la cuenta de que la expiación es real y no ficticia, que de hecho, y no en forma imaginaria, quitó la culpa del pecado, entonces es posible ver el error que hay en la ilustración del prisionero condenado a muerte pero quien fue perdonado por el presidente Jackson. La razón de que el ejemplo falle y de que el hombre pudiera rehusar el perdón fue porque éste no tenía base objetiva. Si otro hombre hubiera sido colgado en lugar de él, si otro hubiera pagado la deuda, entonces el estado no hubiera podido exigir dos castigos por el mismo delito. Pero en ese caso no hubo sustituto. En el caso de la expiación, por el contrario no se trata de un simple perdón ficticio, sin sustituto real; porque Cristo efectivamente murió en lugar de los pecadores. Se sacrificó de hecho por los pecados. Dios castigó a Cristo en lugar de castigar a sus amados. Pero nadie actuó como sustituto en el perdón otorgado al hombre condenado del ejemplo anterior. Si hubiera aceptado el perdón, entonces se hubiera pasado por alto las exigencias estrictas y justas de la ley. Pero esto no puede suceder en la ley divina. Alguien tiene que morir para pagar por los pecados cometidos: o la persona misma o Cristo.

 

 C:  LA MORADA DEL ESPÍRITU

 

 2 Corintios 5.14-15 nos dice “El amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron, y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucito por ellos” He aquí otro ejemplo sorprendente de como un texto puede a primera vista dar la impresión de que refrenda la teoría universalista de la expiación, cuando en realidad hace lo contrario. A menudo se recurre a la expresión de Pablo “uno murió, por todos” como prueba de la expiación ilimitada de que Cristo murió por todos y cada uno de los que han vivido o vivirán. Pero el estudio cuidadoso del pasaje revela que Pablo enseña lo contrario. Adviértase sobre todo el “luego”. Pablo escribe que “uno murió por todos, luego todos murieron”. Debido a la muerte de Cristo, dice Pablo, todos murieron. Hay una conexión inseparable entre la muerte de Cristo y la muerte de todos. El luego” exige una relación causal. De ahí que, el “todos murieron” no se pueda referir a la muerte natural de todos los hombres, porque la muerte de Cristo no es la causa de la muerte física del hombre. El “todos murieron” se refiere a la muerte espiritual del creyente. Es la misma clase de muerte de Romanos 6, donde Pablo dice que los cristianos son bautizados en la muerte de Cristo y unidos a la misma. Han muerto al pecado debido a la acción del espíritu Santo en su corazón. Ahora bien, es obvio que no todos han muerto en este sentido. Muchos siguen viviendo en el pecado, no han muerto al pecado. Por consiguiente, Cristo no pudo haber muerto por ellos. Porque hay una relación indestructible entre la muerte de Cristo y aquellos por quienes murió: “Murió por todos. Luego, todos murieron.” Obviamente, el Todos en ambos casos significa todos los creyentes no todo el mundo, tanto réprobos como elegidos. Porque los réprobos nunca murieron al pecado. Además, Pablo advierte también, de acuerdo con Romanos 6, que si los cristianos están muertos al pecado, entonces están vivos en Cristo. Si están sepultados espiritualmente con Cristo, resucitarán espiritualmente con él. (Si bien Pablo no lo afirma en forma explícita en este pasaje, sabemos por el resto de la Biblia que esto es posible sólo gracias a la acción del Espíritu santo.) Entonces da un paso más y arguye que el amor de Cristo hacia los cristianos debería constreñirlos a vivir vidas santas, todo por amor de “aquel que murió y resucitó por ellos”. En otras palabras, hay una cadena inexorable de sucesos en 2 Corintios 5.14- 15 Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; 15  y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. : (a) Cristo murió por todos los creyentes; por consiguiente, (b) todos los creyentes mueren espiritualmente en Cristo, y (c) todos ellos resucitaran de nuevo espiritualmente en Cristo. Si se firma el punto (a), deben seguirle el (b) y (c). Por consiguiente en este pasaje no se menciona al mundo, al incrédulo, sino sólo a aquellos que murieron al pecado, resucitaron espiritualmente en Cristo y viven por él. Así pues el “todos” de uno murió por todos” se refiere a todos los cristianos. Ésta es expiación limitada. Éste es, pues, el gran plan de la redención. Dios no amó en forma vaga a todos los hombres, sin elegirlos soberanamente. Y por tanto tampoco Cristo murió en forma indeterminada por todos los hombres, eliminando su pecado hipotéticamente esto es, no verdaderamente. Y el Espíritu Santo no aplicó en forma insulsa la muerte de Cristo a todos y dejó en sus manos, en último término, el salvarse o no salvarse. Antes bien, la Biblia enseña la acción unida de las tres Personas de la Trinidad: entre la elección del Padre, La expiación del Hijo, y la morada del Espíritu Santo. Debido a que el Padre ha amado algunos desde la eternidad (Romanos 8.29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos), envió a su Hijo para que muriera por ellos. Lleno de amor, el Hijo no perdió a ninguno de los que el padre le dio (Juan. 6.39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.), si no que llevó sobre sí la maldición por sus ovejas, por su pueblo, por su iglesia, por su esposa. Lo salvó en verdad, lo redimió y lo reconcilió con el Padre. Luego, el Espíritu Santo vino al pueblo al que el Padre había escogido y por quien el Hijo había muerto y lo hizo morir al pecado y vivir espiritualmente, es decir, nacer de nuevo. Coincide pues el propósito del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Los tres buscan el mismo propósito y lo consiguen: La salvación de aquellos a quienes el Padre ha amado con amor especial.

 

III.           OBJECIONES

Desde hace siglos se han suscitado ciertas objeciones en contra de la doctrina bíblica de la expiación limitada. Puede ser útil examinar por lo menos tres de ellas.

A. EL OFRECIMIENTO LIBRE DEL EVANGELIO

 Algunos dicen si Cristo no quitó los pecados de todos, si el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no quisieron salvar a todos entonces ¿Cómo es posible decir, como lo hace el calvinista, que Dios sinceramente ofrece salvación a todos, incluyendo a aquellos que no ha predestinado para ser salvos? Nos hallamos frente a un misterio fundamental. Por una parte, la Biblia enseña que Dios tiene la intención que se salven sólo algunos. Por otra parte, la Biblia afirma, en forma inequívoca, que Dios ofrece libre y sinceramente la salvación a todos. Ezequiel dice, por ejemplo, “Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel? ( Ezequiel 33.11). Isaías dice, “A todos los sedientos: venid a las aguas, y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed” (Isaías 55.1). En otro pasaje dice, “Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más.”, todos los términos de la tierra” (45.22). Jesús dice, “Venid a mí todos los estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11.28). Más adelante exclama: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¿Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas y no quisiste!” (Mateo. 23.37). Pedro escribe con claridad inconfundible que el Señor es “paciente para con nosotros, no queriendo, que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3.9).

(Algunos han tratado de defender la elección y acción soberana del Espíritu Santo, negando al mismo tiempo la expiación limitada. Esta teoría produce un desacuerdo no bíblico entre la acción del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Describe al Padre como a quien ama a todos los hombres por igual, al Hijo como a quien muere por todos los hombres por igual, pero al Espíritu Santo como a quien actúa irresistiblemente sólo en los corazones de algunas personas. Es mucho mejor ceñirse a los datos bíblicos que señalan una verdadera unión entre todas las personas de la trinidad en cuanto a la consecución de su único propósito: el cumplimiento de la elección del Padre. Se puede encontrar una excelente presentación bíblica de este problema, al igual que toda la enseñanza de la expiación limitada, en el informe de las Actas del sínodo de la Iglesia Cristiana Reformada de 1967. No se trata de un estudio abstracto sino de un análisis nacido de una situación práctica)

Finalmente, en Apocalipsis 22.17 leemos esta invitación universal: “ Y el Espíritu y la esposa dicen: Ven y el que oye, diga: Ven y el que tiene sed, venga: y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.” ¿Cómo es posible reconciliar estas dos series de afirmaciones: por una parte, Dios tiene la intención de salvar sólo a algunos; y, por otra, Dios ofrece sinceramente la salvación a todos’ ¿Acaso no prueban todos los pasajes que se acaban de citar que Cristo sí murió por todos? Porque si ofrece sinceramente la salvación a todos, debe haber hecho provisión para que estos se salven. De nuevo nos encontramos ante el problema fundamental de Dios. Sus caminos son más excelsos que los nuestros. Al hombre le parece imposible reconciliar ambas verdades. Parecen contradecirse mutuamente. Sin embargo, La Biblia es la palabra infalible de Dios y no puede errar. Ya que ambas series de verdades están en la Biblia, deben aceptarse; y el hombre debe resignarse al hecho de que no puede entender a Dios y sus caminos. Debe ser suficientemente humilde para reconocer que la criatura no puede comprender los pensamientos de Dios. Debe simplemente preguntarse: ¿hizo Dios estas dos afirmaciones que parecen contradictorias? Si encuentra ambas en la Biblia, como lo hace el calvinista, debe entonces aceptarlas. No debe decir que aceptara lo que su mente finita pueda entender. Porque entonces, automáticamente, excluye la posibilidad de Dios, porque Dios es infinitamente mayor que su mente y es incomprensible.

 

A.     PASAJE UNIVERSALISTAS

 A veces se objeta en contra de la expiación limitada basándose en el hecho de que la Biblia explícitamente dice en varios pasajes que Cristo es la propiciación por los pecados de todo el mundo (1 Juan. 2.2 Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo), que es el Salvador del mundo (Juan. 4.42 y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.), que quita el pecado del mundo (Juan. 1.29 El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo), que “murió por todos” (2 Corintios 5. 14-15 Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; 15  y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.), y se entregó como rescate por todos (1 Timoteo  2.6 el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.). Si murió por todos, razonan, entonces no murió solo por unos cuantos. La respuesta a esta objeción es que a menudo la Biblia emplea las palabras mundo o todos en un sentido restringido, limitado. Deben interpretarse siempre en su contexto y a la luz del resto de la Biblia. Es lo que debemos hacer en cualquier tipo de lectura.

Por ejemplo, si un periódico informara que se ha hundido un barco, pero que todos fueron rescatados, es obvio que significa que todos los que estaban en el barco fueron rescatados y no todos los que estaban en el mundo. Lo mismo ocurre en la Biblia. Cuando Lucas informa que Cesar mandó que “todo el mundo” se empadronara y que “iban todos para ser empadronados, cada uno en su ciudad” (Lucas 2. 1, 3) es evidente que todos no son todos. Porque los japoneses, los chinos y los anglosajones no se empadronaron. Cuando Pablo afirma dos veces que “todo me es lícito” (1 Corintios 6.12 Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna.;  10.23  Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.), es obvio, por el resto de sus escritos, que no todo le era lícito. No le era lícito pecar: Cuando Jesús dice: “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo” (Juan. 12.32), es evidente que todos, no son todos. Porque millones de paganos ni siquiera han oído hablar de Jesús, y mucho menos han sido atraídos por Él. Y muchos otros millones que han oído hablar de Jesús en vez de haber sido atraídos hacia Él, se han sentido repelidos ante el simple pensamiento acerca de Él. Jesús puede haber querido decir una de dos cosas: todos los elegidos serán atraídos a Él, o todos los hombres, tanto gentiles como judíos, tanto hotentotes como suecos, serán atraídos hacia Él, todos no son todos. En forma semejante, en 1 Corintios 15.22 Pablo escribe en términos al parecer universalistas cuando dice “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.” Aunque es evidente que todos los que viven en el mundo murieron en Adán (Romanos 5.12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.), es igualmente evidente que todos no han muerto en Cristo. Hay muchos que no han sido crucificados en Cristo. Lo odian. A la luz de tantos pasajes (y se podrían citar más) en los que todos no significa todos en el sentido de cada uno de los individuos que viven, es imposible recurrir, en forma simplista, a estos pasajes universalistas para probar que Cristo murió por todos. Se debe estudiar cuidadosamente el contexto. Cuando lo hicimos en el caso de Romanos 8.32 y 2 Corintios 5.14-15, resultó claro por el contexto que Pablo afirmaba que Cristo murió por todos los elegidos. En otros lugares las palabras mundo y todos se refiere simplemente a todos los creyentes, a toda la iglesia, y al mundo más allá de Israel. En 1 Juan 2.2, por ejemplo, leemos que Cristo “es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.” Esto significa que Cristo murió por los pecados no sólo de los judíos, sino también de los holandeses, italianos y suecos, de hecho, por todo el mundo. No significa por todos y cada uno de los judíos, holandeses, italianos y suecos.

 

B.   OBSTÁCULO AL EVANGELISMO

 Algunos arguyen que si el evangelista no puede decir a su auditorio, “Cristo murió por vosotros,” quedará afectada, en forma considerable, su eficacia en la evangelización. La respuesta a tal argumento es que si hubiera que elegir, es mejor decir la verdad, y no ganar tantos “conversos”, que conquistar a muchos con falsedades. El fin no justifica medios ilegítimos. Si la Biblia dice que Cristo murió por los elegidos, entonces el evangelista no puede representar el papel deDios afirmando que sabe que todos los que componen el auditorio son elegidos y por consiguiente, que Cristo murió por ellos. No lo sabe y no debería decirlo. Pero también debería advertirse que la eficacia del evangelismo no depende de la afirmación bíblica “Cristo murió por vosotros”.

No se encuentra una afirmación de este tipo en George Whitefield o Charles Spurgeon, por ejemplo, y sin embargo tuvieron un éxito evangelístico fenomenal. Es digno de mención que en ningún pasaje de la Biblia se encuentra una expresión semejante. Es suficiente decir a la persona inconversa: “Cristo murió por el pecado. Se entregó por los pecadores como usted y yo. Si desea salvarse, crea en él. Es su responsabilidad, y Dios le ofrece libremente la salvación por medio de Jesús. Crea.”   Una afirmación así es bíblica y muy eficaz. El gran predicador Charles Spurgeon es un ejemplo excelente de la eficacia que puede tener un predicador que no suaviza las enseñanzas bíblicas del calvinismo. Además, la expiación limitada en lugar de ser obstáculo para el evangelismo, es un gran estímulo para el mismo. Porque si creemos con la Biblia que por naturaleza todos están condenados, y que sin embargo Dios tiene un pueblo en todas las naciones, en todas las tribus, y en todas las comunidades, y que Cristo ha quitado los pecados de este pueblo, entonces es muy estimulante predicar el evangelio. No es un caso perdido después de todo. Habrá éxito. Lo que debemos hacer para cumplir con nuestro deber es hablarles a los demás de Cristo. Y como la expiación de Cristo ha quitado de hecho los pecados de los elegidos, habrá respuesta infalible por parte de ellos. Gente de todas las tribus y lenguas creerán, porque murió por ellos.

 

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